lunes, 24 de enero de 2022

Un viaje de invierno

Lo que me atrae siempre de las novelas de Juan Benet es su capacidad para dejar a un lado el argumento de estas, que este no tenga ningún tipo de importancia, y que todo el peso del libro recaiga en su estructura formal. Las novelas de Juan Benet son prodigios formales y exigen del lector una concentración extrema para poder desentrañarlas de manera correcta y tras una lectura que muchas veces es tediosa pero que, sin embargo, el lector no puede abandonar. O al menos es lo que a mí me pasa con las novelas de este autor fallecido hace ya unos cuantos años y que compaginó su profesión de ingeniero de caminos, canales y puertos con una obra literaria que ha dejado una impronta muy relevante en muchos escritores y que, por cómo son sus novelas, está en el olvido o en un rincón oscuro de la memoria literaria de España.

En Un viaje de invierno Juan Benet nos lleva de nuevo a Región: ese territorio tan suyo, tan propio, tan único, tan real e irreal al mismo tiempo, que podría considerarse una mezcla de muchos lugares reales de la geografía española y que si hubiera que ubicar de manera un poco precisa en un territorio real de nuestro país podría ser perfectamente una zona comprendida entre Zamora, León, Palencia…, zona castellanoleonesa del norte. En casi todas sus novelas Juan Benet utiliza Región no ya solamente como un escenario donde la mayor o menor acción de las mismas se desarrolla, sino como un personaje más que determina muchas veces la manera de actuar de los diferentes personajes y que definida tan maravillosamente bien como lo hace Benet, gracias muy probablemente a su formación técnica como ingeniero, hacen que el lector pueda imaginarse perdido entre las lomas, las cimas, los valles, los pueblos de esa región brumosa, gris, melancólica, triste, oscura, Donde la esperanza hace tiempo que se perdió y el futuro no es más que un anhelo inalcanzable para sus habitantes.

Un viaje de invierno es desde luego una de las novelas más complejas de Juan Benet y en la que mayor empeño formal puso para poder encajar lo que quería contar, lo que quería exponer, en un formato que combina una narración clásica, densa, con unos ladrillos o glosas a los márgenes que se van intercalando a lo largo de toda la novela y que pueden constituir un segundo nivel de lectura. Esta complejidad hace que los personajes y la propia trama de la novela pasen absolutamente a un segundo plano, como he señalado antes. Y es que al lector poco le va a importar lo que pase o no pase a lo largo de las páginas de este libro; páginas que pasará muy poco a poco, porque en muchas ocasiones tendrá que releer pasajes completos para terminar de comprender qué es lo que ha ocurrido.

A través de una narración muy densa, con oraciones muy largas, intercaladas de aclaraciones entre guiones y entre corchetes y entre paréntesis, el lector va a descubrir una historia familiar de pueblo, oscura, con rencillas históricas y destinos marcados por la fatalidad y la inevitabilidad del paso del tiempo. Un viaje de invierno en el fondo es un drama familiar en el que una mujer sola en una gran casona rural celebra una fiesta recurrente, año tras año, invitando a la misma gente, siguiendo las mismas pautas, pretendiendo así, repitiendo una y otra vez un mismo acontecimiento este pueda variar con el tiempo sabiendo que una vez una acción es llevada a cabo no hay manera de borrarla del libro de la historia.

Leer a Juan Benet es saber que la lectura va a ser difícil, que va a exigir mucho del lector y qué va a costar introducirse en un libro suyo. Sin embargo, si somos capaces de salvar todos estos obstáculos, más formales que otra cosa, el lector se va a encontrar con un ejercicio de lectura muy instructivo y sobre todo con un reto literario de primer nivel. Un viaje de invierno es un ejemplo perfecto de lo que Juan Benet tenía dentro de sí y conformaba su universo literario: una mente compleja, de difícil acceso y con unas estructuras intelectuales por encima de la media. por eso la mayor parte de la obra de Juan Benet es incomprendida, porque solamente una cabeza como la que él tenía sería capaz de desentrañar y descifrar lo que sus novelas pretenden contar.

Es difícil recomendar a Juan Benet porque su obra es críptica, porque sus libros no son convencionales: no pretenden vender, no pretenden ser leídos incluso, o esa es la impresión que yo tengo. Creo que la obra de Juan Benet pretende existir, pretende estar ahí y ser una especie de consulta para aquellos lectores que quieran realmente profundizar en ella y dejarse llevar por una manera de escribir compleja, rebuscada, muy culta, que hace ver que no hay una única manera de contar y narrar, sino que hay tantas como individuos. Un viaje de invierno es una novela en la que me costó entrar, pero que al final terminé leyendo con muchas ganas para intentar hacerme una mínima idea de lo que Benet quería transmitir con ella (porque al final, de las novelas de Juan Benet lo que el lector puede sacar en claro no llega probablemente ni al 20% de lo que pretendía el autor).

Caronte.

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