Incursiono de nuevo en la
literatura catalana actual. Y lo hago con una novela de una escritora
jovencísima (no llega a los 30 años aún) que da un golpe en la mesa de la
literatura con una obra fresca que recoge toda la tradición narrativa española
desde la posguerra. Núria Bendicho Giró no ganó el Premio Anagrama de novela en
catalán, pero el jurado destacó también su novela para ser publicada. Y ha sido
un acierto. Este año, siguiendo lo que comencé el año pasado durante el
confinamiento, me he puesto a estudiar catalán a través de internet de manera
online y autodidacta. Ya el año pasado hice un curso de italiano y he podido
empezar a leer tanto en la lengua de Dante como en la de Josep Pla o Mercè
Rododera ampliando mis horizontes lectores y literarios para descubrir de
primera mano y sin los intermediarios de los traductores, obras y escritores
que quizá tardan algo en llegar al español. Ampliar capacidad lectora, de
comprensión de lenguas que no son las maternas siempre es bueno, abre la mente
y ayuda a empatizar y socializar.
Terres mortes es una
novela coral donde cada capítulo tiene un punto de vista diferente y está
narrado por un protagonista directo o indirecto de la trama principal
diferente. Núria Bendicho ha creado una trama familiar donde las rencillas, los
odios, las disputas por la tierra, las herencias materiales e inmateriales, los
rumores, el aislamiento y el tiempo son piedras angulares donde apoyar todo el
desarrollo de la novela. También es central en la narración el ambiente, el
dónde se desarrollan los acontecimientos es fundamental: esa casa masía
familiar grande, abandonada por la desidia y el tiempo, por el peso del pasado
y la incapacidad de superar viejos agravios, rodeada de bosque y ligeramente
alejada del pueblo más cercano.
El tiempo, el presente y el
pasado, los recuerdos, los acontecimientos narrados por diferentes testigos
directos o indirectos de la familia protagonista tejen un escenario entre
tétrico y desolador donde el lector a veces no sabe si seguir avanzando o ni
siquiera si se avanza con seguridad. Terres mortes es una novela con una
historia ya conocida en la literatura española, explotada por autores como
Cela, Sender o Laforet, incluso Delibes, aunque éste con otro tono, donde el
paisaje donde se desarrolla la historia es tan importante como la historia
misma; y donde es el drama familiar con todas sus aristas el protagonista e
hilo conductor que va tejiendo toda la trama.
Terres mortes es frescura
y tradición. Frescura porque su autora entra de lleno en el mundo literario con
una obra con un lenguaje propio y un estilo narrativo que subyuga al lector
metiéndole en una atmósfera gris, llena de nieblas y sombras. Tradicional
porque en el fondo Núria Bendicho no hace más que adaptar a su mundo literario
interior la gran tradición española de la posguerra de hablar de los
desheredados, de familias rotas, corrompidas por el odio y la envidia, con el
peso del pasado y su historia sobre la espalda haciéndoles imposible el avance
y la toma de contacto con la realidad del mundo.
No sé qué tienen las novelas de
dramas familiares que tanto atraen, pero Terres mortes es de esas
novelas que te van descubriendo un drama arrastrado durante generaciones
generado por acontecimientos radicales y brutales donde la muerte, el odio y la
envidias forman un perfecto caldo de cultivo para crear una buena novela. Si
además, a todo esto, le sumamos el ambiente casi gótico de la Catalunya rural
de masías aisladas cercanas a pueblos donde las autoridades las encabeza el
cura, y donde las rencillas y los rumores entre vecinos y los señores de la
casona forman el día a día de su historia, nos sale una novela muy posguerra
aunque en este caso no haya ninguna guerra en el recuerdo de nadie y
simplemente sean las relaciones intrafamiliares las que sustituyan a la
destrucción del odio de la guerra.
Antes de terminar añado que leer
en un idioma que no es el tuyo es un ejercicio magistral de inmersión en
maneras diferentes de pensar y concebir la existencia y la comunicación. Una
lengua es un mundo y cada una tiene una construcción mental diferente. Por ello
leer en otros idiomas (inglés, francés, italiano y catalán en mi caso) me hace
sentir vivo, estar acercándome a mundos y sociedades diferentes a la mía y
donde al principio me puedo sentir incómodo pero que a medida que profundizo en
ellas me voy sintiendo más y más cómodo. Terres mortes ha sido mi
segunda novela leída en catalán y he de decir que me he sentido más cómodo que
en mi primer acercamiento a esta lengua hermana del español y con la que tanto
comparte.
He terminado esta novela sabiendo
que, quizá y por desgracia, pase más desapercibida cuando se publique en
español de lo que debería. Terres mortes es una obra muy bien escrita y
narrada creando un coro de voces y puntos de vista que hacen que el lector sea
capaz de captar. Angustiosa por momentos, siempre gris y neblinosa, este drama
familiar con tintes góticos rurales y ecos de la gran tradición literaria
española, hacen de este debut jovencísimo una novela de gran nivel cuya autora
promete y si sigue puliendo su mundo literario seguro que da futuras obras muy
interesantes también.
Caronte.
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