A veces la literatura debe servir
para sosegar, tranquilizar, calmar, para leer por el mero hecho de estar
leyendo, sentado en un sillón, con un café cerca, relajado y dejando que la
mente vague por el texto disfrutando. Hay pocos libros que se presten a ello, y
de los que se escriben hoy en día casi ninguno es de este tipo. Ahora todo
tiene que ir a una velocidad ultrarrápida y en las novelas deben pasar muchas
cosas con muchos y diversos personajes. Lo contrario no solo no vende, sino que
ni tan siquiera llama ya la atención. Hubo una época que no era así; una época
en la que la literatura servía para tranquilizar sin tener que cumplir ningún
tipo de entretenimiento como si fuera una canción o una película. Es como si
los escritores (y los editores) tuvieran miedo de publicar novelas en las que
solo pasa la vida y no hay asesinatos, ni romances, ni conflictos, ni mentiras…
El Gatoparto es una de
estas novelas escritas para leer con calma y sosiego buscando, además, la
tranquilidad que da una novela bien escrita donde lo que se cuenta, aún
teniendo una importancia relativa, no es lo principal sino cómo está escrita y
la paz que transmite en cada página. Giuseppe Tomasi di Lampedusa, de noble
cuna y alta alcurnia, solo escribió una novela es toda su vida, ésta, pero qué
novela… El de este noble italiano, de vieja estirpe y cultura excelsa, es uno
de los casos literarios más extraordinarios: con una única obra publicada y
escrita ha logrado ser una de las referencias culturales italianas,
posicionando su novela en el canon clásico de la literatura de su país.
Ambientada en una Sicilia de otro
tiempo, mediados del siglo XIX, y teniendo como centro al Príncipe de Salina y
su vida en una isla y una Italia en transición entre dos mundos y formas de
entender la sociedad, El Gatopardo es una novela histórica, costumbrista
y familiar, con un trasfondo intenso de eventos políticos y cambios sociales
que hacen de esta novela un fresco muy interesante para los amantes de la
historia y de la propia literatura. El trasfondo general de la novela se
desarrolla en plena revolución italiana en la que Garibaldi reunifica a todos
los reinos italianos bajo un único monarca y bandera, bajo un único himno y una
organización política única intentando llevar a Italia a la modernidad de la
época sacándola de ese áurea medieval que aún cubría todos los aspectos de la
sociedad.
Antes de acercarme a El
Gatopardo lo único que me venía a la cabeza con esta novela era la película
italiana clásica. Nada más. Bueno, sí, también me venía a la cabeza todo tipo
de especulaciones sobre el contenido de una novela que siempre ha estado en
libros pendientes de leer por tratarse de un clásico, pero que nunca terminaba
de acercarme a ella por el mismo hecho de ser un clásico. Pero ha caído en mis
manos, y a lo largo de sus páginas he viajado a una Sicilia probablemente ya
extinta, pero que aún en la segunda mitad del siglo XIX tenían un aire medieval
de servilismo muy acentuado. Iglesia y Nobleza eran los centros alrededor de
los cuales giraba todo lo demás. La pleitesía a los nobles terratenientes por
parte de campesinos y pueblo llano, la intelectualidad del cabeza de familia,
la simpleza de las jovencitas enamoradas de los apuestos militares… Un clásico
en toda regla, escrito a mediados del siglo XX pero con aires de novela del XIX
inglesa.
Partiendo de que la novela
perfecta no existe, hay muchas que, conformando un canon, pueden juntar
cualidades entre ellas que las hacen rayanas a la perfección. El Gatopardo
es una obra redonda, quizá no perfecta, pero sí de esas que quedan fijadas en
el imaginario colectivo del mundo de la literatura y del Olimpo cultural de un
país, en este caso Italia. En el imaginario colectivo literario de Sicilia e
Italia está esta novela, donde el paisaje y el entorno son tan importantes como
los propios personajes y las mismísimas reflexiones que en las páginas de este
libro se narran. Hay mucho análisis de personalidades, muchas reflexiones sobre
la vida, el amor y los cambios sociales que se avecinan dejando atrás un mundo
y una época ya caduca y podrida por el tiempo.
Debo de confesar mi enorme
sorpresa al terminar El Gatopardo y haberme encontrado con una novela
que no imaginaba para nada así y cuya historia y su ambientación me han
cautivado. Con un estilo elaborado, pero nada barroco o florido, Giuseppe
Tomasi di Lampedusa logra en su primera y última novela lo que miles de
escritores pretenden conseguir y nunca lograr en libros y libros fastuosos y
pretenciosos. La lectura de esta obra merece calma, tranquilidad y reposo. Y,
además, lo mejor para acercarse a esta novela ya clásica de la literatura
italiana es hacerlo sin pretensiones y sin saber nada más de ella que su
título. Quien se acerque a esta lectura así, en blanco, la disfrutará.
Caronte.
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