Esta es una de esas novelas a las
que he llegado a través de otros libros en los que aparecía mencionada como uno
de los grandes clásicos de las novelas de espionaje: quizá el origen de este
género siendo pionera en el momento de su publicación allá por 1903. Y digo que
llegado a este libro a través de otras lecturas porque es así: porque no ha
sido ni uno ni dos los artículos que encontrado mencionando esta novela. Tampoco
ha sido fácil dar con ella editada en castellano y tuve que recurrir a la
segunda mano para hacerme con ella. De hecho, creo que ahora sale reeditada por
Edhasa con prólogo de Arturo Pérez Reverte (quién está en todas las salsas de
este tipo de novelas tan aventuras y con tanto mar) con lo que espero sea más
fácil su lectura por aquellos que llevados por la curiosidad y buscando siempre
lecturas interesantes y amantes obviamente de la novela de espías Hola decidan
sumergirse en este viaje por el mar de frisia en velero intentando desentrañar
un misterio.
Como pasa con todos los clásicos,
esta novela hay que cogerla con mucho respeto; sobre todo aquellos lectores que,
como yo, sentimos un especial interés y atracción por los libros y novelas de
espías y tenemos en un pedestal a John le Carré o a Graham Greene. Hay que
tener en cuenta también que El enigma de las arenas fue publicado en
1903 y que en esa época todavía había grandes coletazos de las novelas
realistas naturalistas y costumbristas inglesas del siglo XIX. Por esta razón,
que nadie se espere el nivel de acción o de reflexiones filosóficas que Hola
novelas posteriores de espías fueron incorporando. En esta novela prima la
descripción del paisaje, de una serie de sentimientos, diálogos muy concretos y
actitudes sin dobles sentidos.
El enigma de las arenas
gira en torno a un viaje en velero que un amigo propone a otro, funcionario del
Ministerio de Asuntos Exteriores inglés, por las aguas del mar de Frisia entre
islas frías, neblinosas y rodeadas por bancales de arena y canales que solo
quedan navegables con la marea alta, mientras que cuando el agua baja
periódicamente cada día se hace prácticamente imposible y muy peligroso navegar
por esas aguas. Así, de un plan improvisado, surge una aventura en la que hay
un misterio subyacente que los dos amigos por motivos diferentes cada uno
pretende desentrañar.
Como muchas de las novelas de la
época, esta es una novela de mar: hay mucho mar, mucho barco, muchos
tecnicismos relacionados con la navegación, con los barcos y con la propia
geografía marítima. El enigma de las arenas puede ser una novela que si
nos quedamos simplemente en la descripción de maniobras náuticas, accidentes
geográficos marítimos, rumbos, vientos y aparejos puede resultar tediosa de
leer; como un Moby Dick cuando Herman Melville se pone erudito y relata
describiendo cuál libro de anatomía las diferentes partes de una ballena, los
diferentes tipos de arpones o de tipos de barcos que cazan cetáceos. No hay que
olvidar el contexto y la época de aparición de este libro; sin él tampoco se
entiende ni se entendería el por qué lo que está narrado está narrado.
Lo que tienen los clásicos es que
una vez te adaptas a ellos y superas los prejuicios normales que se tienen a
narraciones tan antiguas a las que no estamos ni por contexto ni por estilo
acostumbrados hoy en día es que terminan atrapando. Por algo se los considera
clásicos. Y más en este caso siendo El enigma de las arenas
probablemente la primera gran novela de espionaje, pionera y precursora, por
tanto, de este género tan importante durante todo el siglo XX y lo que llevamos
de XXI. Tampoco hay que esperar de esta novela giros inesperados, cambios de
trama a medio libro o sorpresas de última hora en cuanto al desarrollo de los
acontecimientos; el argumento es lineal, original para la época y encuadrado en
el contexto en el que se desarrollan los acontecimientos.
Con la perspectiva que da el
tiempo y tras haber leído muchas novelas de espías de varios autores está claro
que esta novela, que El enigma de las arenas es ese manantial del que,
de una manera u otra, autores y libros han bebido, en mayor o menor cantidad,
desde su publicación. Podría decir, siguiendo con los símiles náuticos y
marítimos, que este libro es una especie de faro que cualquier escritor o
escritora que quiera construir una novela de espías de corte clásico debe tener
siempre como punto de referencia en su brújula y no perder de vista para no
caer en artefactos falsamente originales que lo que se convierten es en
tostones sin sentido.
Nadie que se diga amante de la
novela de espías y que haya leído posteriormente a Conrad, le Carré, Greene, McEwan,
Agatha Crhistie, y tantos debería dejar en el olvido El enigma de las arenas.
Pese a tener poca relación con el contexto histórico actual esta novela sigue
siendo una gran novela de aventuras y de espías clásicos. Además, teniendo en
cuenta los años transcurridos desde su publicación, es admirable que se deje
leer con tanta facilidad una vez te acostumbras a toda esa maraña de
tecnicismos náuticos y marítimos que en el fondo dan a la novela ese aire tan
clásico que tiene. Y como siempre digo de los clásicos al final siempre es un
gusto leerlos.
Caronte.
¡Hola, Félix!
ResponderEliminarYo llegué a este libro por un artículo de Zenda donde, si no recuerdo mal, era el propio Reverte el que recomendaba el libro y le hice caso. Voy por un 40%, ya que yo leo e-books, y créeme que ya estoy bastante aburrida del tema náutico, del que no entiendo ni el 10%. Si esto no mejora, creo que por mucho que haya una historia magnífica debajo de todo este lío no va a haber nada que la salve. Y por toda tu disertación me da en la nariz que así va a ser... me va a hacer falta paciencia.
Un saludo.