Ya dije hace un año que iba a
empezar a leer literatura y libros diferentes a los que hasta entonces estaba
acostumbrado a leer. Quiero decir con esto que quería diversificar un poco mi
biblioteca personal acercándome a puntos de vista diversos, diferentes, no tan
usuales como los que, entre comillas, el canon tradicional suele imponer. Por
esa razón, desde el año pasado, llevo siguiendo de manera muy asidua todo el
mundo de la literatura escrita por mujeres, intentando leer no solo a aquellos
autores a los que siempre he leído, sino incorporar nuevos autores tanto en
castellano, como en inglés, francés, italiano o catalán que puedan aportarme
esos puntos de vista diferentes que estoy buscando y sobre todo, si puede ser,
femeninos. Y a esta labor de diversificación de mi biblioteca y mis lecturas
colabora desde hace no mucho una editorial que hace una labor inmensa
publicando voces frescas, jóvenes y femeninas como es la editorial Tránsito Libros.
Punto de cruz es una
novela sobre el paso de una adolescencia juventud a una madurez personal de tres
jóvenes mexicanas de ideología progresista, de familias semi acomodadas, que
son amigas y que las une tanto el amor por el punto de cruz, por tejer, como la
literatura y la cultura. Narrada desde el punto de vista de una de estas tres
amigas, la historia se recrea en recuerdos de su infancia, en recuerdos de sus
otras dos amigas, en un viaje a Europa a visitar a una de ellas recorriendo
Londres primero y París después, su vida preuniversitaria, sus amores juveniles,
su descubrimiento del sexo, el afianzamiento de su amistad y el enfriamiento de
esta con la madurez y la distancia.
Muchos y muy diversos son los
temas que Punto de cruz trata siempre desde la perspectiva femenina y
por tanto siempre desde una perspectiva quizá eclipsada generalmente por un
mundo que, nos guste más o menos y lo aceptemos o no, está dominado por los
hombres, por las conductas masculinas, dejando siempre a la mujer una serie de
lugares propios y obligándola a asumirlos o, muy probablemente, ser tachada de
diferente o sufrir diferentes violencias de género si no acata lo que la
sociedad masculina se supone la obliga a aceptar. Y, además, todo partiendo de
una sociedad como es la mexicana tremendamente machista donde la violencia
contra la mujer es una lacra diaria y, por tanto, por ser rutinaria, casi
invisible.
Cuando hace un año y pico decidí
transformar mi manera de leer para incorporar a mis lecturas a más autoras, más
escritoras, no era simplemente por una cuestión de vanidad o de postureo era
una cuestión que me surgió después de darme cuenta de que el 80% de mis
lecturas provenían de escritores, de hombres, y teniendo en cuenta que la mitad
de la humanidad son mujeres no podía permitirme que la única visión literaria
que tuviera fuera la descrita en obras escritas por hombres. Punto de cruz
no solo es una novela escrita por una mujer, sino que además está escrita con
la frescura que da la juventud, tratando temas que en el fondo son de mi propia
generación, aunque pertenecientes quizá a las preocupaciones del sexo contrario,
pero no dejan de ser las mismas preocupaciones y experiencias que he tenido yo
cuando pasé de mi adolescencia a mi juventud y posteriormente a mi madurez.
Lo suelo comentar siempre que leo
una novela escrita por un autor del otro lado del charco y es que en Punto
de cruz como en otras muchas novelas el lenguaje es tan parecido y a la vez
tan distante del español de España que lo hace maravilloso. Esa musicalidad,
ese color, esas palabras que sin saber realmente lo que significan sabes qué
quieren decir, esos dejes, esas características tan propias del español que se
habla fuera de España hacen de todas las novelas latinoamericanas lecturas muy
jugosas e interesantes para el lector.
Sin ser una novela excesivamente
deslumbrante Punto de cruz es una historia de amistad, de cariño, de
mujeres que luchan por sus ideales, por sus propias victorias, por llevar la
vida que quieren, aunque el mundo les sea hostil por naturaleza. Tejida en tres
hilos diferentes esta historia de lugares comunes a toda una generación dando
igual el lugar de procedencia emociona y conmueve a partes iguales. Quiero
reconocer la labor de publicar historias diferentes novelas diferentes todas
escritas por mujeres de distintas generaciones, pero poniendo el foco
principalmente en autoras jóvenes de la editorial Tránsito, que además edita de
manera preciosa con un estilo único y particular que hace muy atractivo
acercarse a sus libros.
Caronte.
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