miércoles, 2 de febrero de 2022

Punto de cruz

Ya dije hace un año que iba a empezar a leer literatura y libros diferentes a los que hasta entonces estaba acostumbrado a leer. Quiero decir con esto que quería diversificar un poco mi biblioteca personal acercándome a puntos de vista diversos, diferentes, no tan usuales como los que, entre comillas, el canon tradicional suele imponer. Por esa razón, desde el año pasado, llevo siguiendo de manera muy asidua todo el mundo de la literatura escrita por mujeres, intentando leer no solo a aquellos autores a los que siempre he leído, sino incorporar nuevos autores tanto en castellano, como en inglés, francés, italiano o catalán que puedan aportarme esos puntos de vista diferentes que estoy buscando y sobre todo, si puede ser, femeninos. Y a esta labor de diversificación de mi biblioteca y mis lecturas colabora desde hace no mucho una editorial que hace una labor inmensa publicando voces frescas, jóvenes y femeninas como es la editorial Tránsito Libros.

Punto de cruz es una novela sobre el paso de una adolescencia juventud a una madurez personal de tres jóvenes mexicanas de ideología progresista, de familias semi acomodadas, que son amigas y que las une tanto el amor por el punto de cruz, por tejer, como la literatura y la cultura. Narrada desde el punto de vista de una de estas tres amigas, la historia se recrea en recuerdos de su infancia, en recuerdos de sus otras dos amigas, en un viaje a Europa a visitar a una de ellas recorriendo Londres primero y París después, su vida preuniversitaria, sus amores juveniles, su descubrimiento del sexo, el afianzamiento de su amistad y el enfriamiento de esta con la madurez y la distancia.

Muchos y muy diversos son los temas que Punto de cruz trata siempre desde la perspectiva femenina y por tanto siempre desde una perspectiva quizá eclipsada generalmente por un mundo que, nos guste más o menos y lo aceptemos o no, está dominado por los hombres, por las conductas masculinas, dejando siempre a la mujer una serie de lugares propios y obligándola a asumirlos o, muy probablemente, ser tachada de diferente o sufrir diferentes violencias de género si no acata lo que la sociedad masculina se supone la obliga a aceptar. Y, además, todo partiendo de una sociedad como es la mexicana tremendamente machista donde la violencia contra la mujer es una lacra diaria y, por tanto, por ser rutinaria, casi invisible.

Cuando hace un año y pico decidí transformar mi manera de leer para incorporar a mis lecturas a más autoras, más escritoras, no era simplemente por una cuestión de vanidad o de postureo era una cuestión que me surgió después de darme cuenta de que el 80% de mis lecturas provenían de escritores, de hombres, y teniendo en cuenta que la mitad de la humanidad son mujeres no podía permitirme que la única visión literaria que tuviera fuera la descrita en obras escritas por hombres. Punto de cruz no solo es una novela escrita por una mujer, sino que además está escrita con la frescura que da la juventud, tratando temas que en el fondo son de mi propia generación, aunque pertenecientes quizá a las preocupaciones del sexo contrario, pero no dejan de ser las mismas preocupaciones y experiencias que he tenido yo cuando pasé de mi adolescencia a mi juventud y posteriormente a mi madurez.

Lo suelo comentar siempre que leo una novela escrita por un autor del otro lado del charco y es que en Punto de cruz como en otras muchas novelas el lenguaje es tan parecido y a la vez tan distante del español de España que lo hace maravilloso. Esa musicalidad, ese color, esas palabras que sin saber realmente lo que significan sabes qué quieren decir, esos dejes, esas características tan propias del español que se habla fuera de España hacen de todas las novelas latinoamericanas lecturas muy jugosas e interesantes para el lector.

Sin ser una novela excesivamente deslumbrante Punto de cruz es una historia de amistad, de cariño, de mujeres que luchan por sus ideales, por sus propias victorias, por llevar la vida que quieren, aunque el mundo les sea hostil por naturaleza. Tejida en tres hilos diferentes esta historia de lugares comunes a toda una generación dando igual el lugar de procedencia emociona y conmueve a partes iguales. Quiero reconocer la labor de publicar historias diferentes novelas diferentes todas escritas por mujeres de distintas generaciones, pero poniendo el foco principalmente en autoras jóvenes de la editorial Tránsito, que además edita de manera preciosa con un estilo único y particular que hace muy atractivo acercarse a sus libros.

Caronte.

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