A
veces uno descubre en librerías de segunda mano esos libros que lleva teniendo
en mente y en lista de espera de lecturas durante un tiempo. Cuando eso pasa no
queda otra que lanzarse a por ese libro tan deseado, comprarlo y leerlo a no
más tardar. Esto es lo que me pasó con este libro que he terminado apenas hace
unos días después de casi tres semanas de lectura. De intensa y aleccionadora
lectura. Mil cien páginas de novela que me han acompañado a Córdoba en mi
primer viaje en tren por las tierras de España y que me han devuelto al trabajo
este 2018. Mil cien páginas de lecciones de vida, de historia y de humanidad
(también de inhumanidad). Mil cien páginas que en ningún momento se me han
hecho eternas, ni insufribles, ni pesadas, ni he deseado acabar porque en ellas
notaba cómo poco a poco iba avanzando, sumergiéndome, en una de las novelas
fundamentales del siglo XX: una de esas novelas con las que aprender un poco
más sobre la historia convulsa de Europa durante la IIGM; una novela para no
olvidar lo que el ser humano es capaz de hacer.
“Vida y destino” es una novela
colosal en todos los sentidos. No se puede explicar, ni resumir en dos líneas,
ni diciendo que es la historia de una guerra, la Segunda Guerra Mundial; ni de
una batalla, la de Stalingrado; ni la de la persecución de los judíos; ni
diciendo que trata sobre la dictadura estalinista y cómo sometía usando el
miedo, el terror, la violencia, a todos sus ciudadanos haciendo que todo el
mundo fuera sospechoso porque todo el mundo podía ser acusado sin muchas
pruebas de no adherirse a la causa comunista contra el fascismo. No. La obra de
Vasili Grossman no se puede intentar resumir con nada de lo anterior porque no
es una novela resumible tanto por su complejidad narrativa como por su
extensión, como por la inmensa cantidad de personajes que pueblan sus páginas y
diferentes capítulos agrupados en tres partes.
Por
intentar definir “Vida y destino”
de alguna manera, podría usar un símil pictórico diciendo que es un enorme
fresco de la Rusia estalinista durante la sangrienta y devastadora batalla de Stalingrado.
Es probable que me quede corto con esta definición tan escueta pero no
encuentro mejor forma de definir una novela que se coja por donde se coja es
inmensa. No es fácil leer un libro de más de mil páginas sabiendo que esas mil
páginas suelen estar consideradas siempre como de las mejores escritas sobre la
IIGM, sobre la batalla de Stalingrado en ficción, y sobre el Estalinismo. No es
lo mimo leer mil páginas de Follet en un best
seller con más o menos calidad, que mil páginas de Grossman, donde el
lector terminará encontrando tantísimas cara en las personalidades humanas como
personajes tienen voz y protagonismo en esta novela. Por eso creo que fresco es
la mejor manera de describir una obra en la que no hay más personajes
principales que toda una sociedad y unos años marcados por la guerra, el
hambre, el odio, el miedo y las penurias.
Tampoco
es fácil explicar lo que “Vida y
destino” ha implicado en mi persona durante los días que he estado
metido de lleno en su lectura. Una lectura que por otro lado tampoco ha sido
fácil desde el punto de vista de la comprensión, debido fundamentalmente a la
enorme cantidad de personajes que plagan la obra, todos rusos lo que añade
complicación a la hora de leer con fluidez, y muchos de los cuales aparecen no
solo por su nombre de pila, sino también por el patronímico y por su diminutivo
familiar. Total un lío a veces. Cosa buena que tiene la edición de bolsillo es
que al final hay un listado de todos los personajes agrupados por más o menos
las tramas en las que aparecen, o mejor dicho, los lugares en los que se
desarrollan sus historias.
Porque
Grossman creó una novela histórica inmensa que se desarrolla no solo en Stalingrado,
sino también en Moscú, en un campo de trabajos forzados, en un campo de
exterminio nazi, en casas perdidas en la Rusia profunda o en un laboratorio
científico.
Por
intentar concretar un poco, sí es cierto que a pesar de que “Vida y destino” es un fresco de
la sociedad rusa durante la batalla de Stalingrado, este fresco se nos muestra
siempre a través de las vidas y los destinos de diferentes miembros de la
familia Sháposhnikov, repartidos por toda Rusia y sufriendo diferentes
vicisitudes. Pero el saber más o menos de los miembros de esta familia a veces
no es siquiera relevante, ya que como he dicho la novela va más allá de unas
escenas bastante costumbristas en ocasiones. Hay dos aspectos realmente
interesantes en la novela: el primero es la descripción de la batalla de Stalingrado
y cómo la ciudad sufrió incontables penurias, hambre, desolación y muerte.
Grossman, como reportero de guerra que vivió la batalla usando personajes
ficticios e históricos, narra no ya las maniobras militares de la guerra, sino
la vida de los “héroes” de la batalla, y de los ciudadanos que aguantaron el
asedio nazi, y de los propios nazis una vez vieron que estaban derrotados.
El
segundo de los aspectos que me gustaría resaltar de “Vida y destino” es la feroz y durísima crítica del comunismo
estalinista de aquella época. A través de varios personajes, entre ellos quizá
uno de los principales, Vasili Grossman detalla minuciosamente el ambiente
opresivo y de autocensura que se vivía en la Rusia de los años 30 y 40. Un
ambiente en el que cualquier palabra que denotara crítica, abierta o velada, o
duda podía ser interpretada como falta de convicción y de adhesión a la causa
comunista y por tanto hacer que cualquiera pudiera terminar en un campo de
concentración o de trabajos forzados en Siberia, o despojado de su trabajo y
prestigio personal, o deportado a un pueblo perdido de la tundra, o simplemente
condenado a “diez años de prisión sin derecho a correspondencia” que no es ni
más ni menos que el eufemismo que se usaba para hablar de ejecuciones.
“Vida y destino” es además también
un gran ejercicio de reflexión sobre la humanidad; sobre lo bueno y lo malo que
el ser humano es capaz de realizar. Son especialmente interesantes varias
reflexiones de Vasili Grossman que se intercalan en la novela. Tengo gran
recuerdo especialmente de dos de ellas: una sobre el bien y el mal, y otra
sobre la amistad y sus diferentes tipos. En ambas, casi ensayos filosóficos o
sociológicos, Grossman me hizo reflexionar sobre esos dos conceptos tan
difuminados en las décadas recientes en la sociedad.
Al
acabar de leer “Vida y destino”,
y terminar de saber de las vidas de los diferentes personajes y familias, a los
que al final y pese a sus sombras se les coge cariño, terminé en cierto modo
apenado por haber dejado atrás mil cien páginas de buena literatura (lo que
implica una mejor traducción ya que el ruso no creo que sea una lengua fácil de
interpretar para que nada pierda su fuerza y sentido originales). Es complicado
cerrar definitivamente un libro como el de Vasili Grossman y saber que el
siguiente, no solo no tendrá más de mil páginas (básicamente por salud para un
lector como yo), sino que seguramente no esté al mismo nivel intelectual. La
profundidad, la veracidad, el dolor, la muerte, la tristeza, el sinsentido de
los fanatismos, ideologías y guerras, el odio y la depravación humanas, la desesperación
y la esperanza que esta novela, esta obra de arte de la literatura del siglo
XX, emanan hacen que este sea un libro que todo el que quiera comprender lo que
fue Europa no hace tanto (75 años desde el fin de la Batalla de Stalingrado)
debe leer por su bien.
Caronte.
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