jueves, 27 de diciembre de 2018

Lectura crítica: "La amiga estupenda"


Voy con varios años de retraso y muy justo para el estreno de la adaptación televisiva de esta saga literaria cuyo primer título reseño hoy. Me suele pasar. Casi siempre voy a remolque de los fenómenos literarios porque no suelo creérmelos y porque recelo bastante de los mismos. El término fenómeno me suele venir relacionado con súper ventas y ese término me da bastante grima ya que lo que intento leer se aleja generalmente de la literatura comercial para adentrarse en la más profunda y que más suele hacer y dar que pensar al lector. Por ello pasé más o menos de largo por la saga napolitana de Elena Ferrante. ¡Cuánto me arrepiento! En este caso mis prejuicios literarios han sido un lastre total y absoluto y además estaban totalmente infundados, lo que me hace pensar en ese dicho eterno de la excepción que confirma la regla. Tras la lectura de este primer libro de la saga no puedo más que calificarlo de excepcional y fuera de lo común para los tiempos que corren en la literatura. Una pequeña joya.

Es probable que el fenómeno que comenzó con “La amiga estupenda” se debiera más que a su extraordinaria calidad literaria a que su autora, Elena Ferrante, no se llamaba así y nadie sabía muy bien quién era. Parece de otro siglo eso de escribir con seudónimo y, sin embargo, durante mucho tiempo la verdadera identidad de esta autora ha estado oculta hasta que hace unos meses parece que se descubrió quién estaba detrás de este nombre tan italiano pero que no era verdadero. Una pena que el afán analfabeto de la sociedad de querer saber todo a costa de no saber nada haya dado al traste con el misterio que una mujer quiso para sí al escribir estos libros.

Pese a ese revuelo, yo quiero seguir pensando que “La amiga estupenda” generó tanta admiración no por el anonimato de su autora sino por la maravillosa historia que sus páginas encierran. No es sólo una historia de amistad increíble sino un fresco incomparable del Nápoles (y no digo de la Italia) de los años sesenta/setenta. Lila y Lenú, las dos amigas que dan nombre a la saga, son dos muchachas que se conocen desde siempre de su barrio a las afueras de Nápoles: un microcosmos muy peculiar y particular, donde las relaciones humanas cobran un significado muy diferente al lógico y habitual.

La amiga estupenda” como acabo de decir es una novela que forma parte de una saga de cuatro libros en los que se va recorriendo la vida de Lila y Lenú. En este primer volumen recorremos la infancia (brevemente, a través de una anécdota que siempre estará en la raíz de la amistad de estas dos niñas/chicas/mujeres) y la adolescencia de Elena (Lenú) y Raffaela (Lila). La voz narrativa es principalmente la de Lenú, quien narra desde el presente evocando ese pasado dorado, esa amistad tan profunda, íntima, y hasta dolorosa con Lila. Y es Lenú y sus puntos de vista lo que nos hacen de sentidos para entrar en esta historia.

A mí me costó entrar en “La amiga estupenda”. Cuando empecé a leer notaba como que la historia no me estaba calando, como si lo que se narrara y yo como lector estuviéramos a años luz. Incluso se me pasó por la cabeza abandonar. No lo hice. Y no lo hice porque poco a poco esta historia se fue pareciendo a una droga; empezó a ser adictiva, a llenarme los sentidos de sensaciones y a recorrerme la sangre emocionándome. Casi sin darme cuenta acabé cogiendo cariño a Lenú y queriendo con locura a Lila, comparando mi propia infancia con la de ambas niñas, envidiando a Lila por su desparpajo y su forma vivaracha de ser, identificándome con la aplicada y modosa Lenú. Al final no quería que se acabara el libro.

He de advertir que “La amiga estupenda” no es tan sencilla de leer como cabría esperar, cosa que achaco a dos razones. La primera de todas es a la grandiosa cantidad de personajes que aparecen en ella y la “similitud” de los nombres italiano entre ellos. Lo bueno es que esto queda más o menos mitigado con un listado de personajes al principio del libro en el que todos están encuadrados por familias, lo que hace más sencillo ubicar quién es quién en la novela y en la historia, ya que a veces con tanto nombre de personaje y con tantas relaciones entre ellos es muy complicado saber quién está hablando o a quien se está refiriendo Lenú. Pero no solo son los personajes ya que también Nápoles es en sí un personaje más y sus calles, sus plazas, sus barrios, y a veces es complicado ubicarse también geográficamente. Pero San Google arregla hoy en día todos estos problemas con solo teclear el nombre de las calles que aparecen ya que todas existen en la actualidad. Por eso digo que esta novela es un grandioso fresco de Nápoles.

El segundo hándicap para la lectura de “La amiga estupenda” (aunque para mí ha sido todo lo contrario) es cómo está escrito. Puede que llegue a sonar impopular, pero para mí el gran atractivo de esta novela no está tanto en qué se narra sino cómo se narra. En este aspecto tengo que hacer una mención más que especial a Elena Ferrante, ya que, con una sencillez extrema, una delicadeza que solo una mujer tiene al escribir, y una belleza en el estilo que en pocos libros he podido admirar ha configurado una novela redonda, perfecta y que da gusto tener entre las manos leyendo. Cada frase de este libro es una obra maestra. Cada frase está perfectamente construida. Cada frase suma y tiene importancia, aunque no lo parezca, en el desarrollo de la historia.

No puedo decir más de una novela como “La amiga estupenda” en la que el qué y el cómo son tan perfectos. Pronto se coge cariño a los personajes, sobre todo a Lenú, pero también a Lila. Pronto también se empatiza con la vida de barrio rural de una gran ciudad como Nápoles, sus luces y sus sombras, sus costumbres, su manera de ser, sus cotilleos, rumores y habladurías. Todo conforma una estampa precisa y costumbrista de la sociedad napolitana, que en el fondo y con ligeras diferencias podría ser la de cualquier gran ciudad. Pronto me leeré la segunda novela de esta saga y después irá la tercera y por último la cuarta para despedirme. Aunque tarde me he sumado a este fenómeno literario con sorpresa y admiración y espero que continúe así. Si lo hace será probablemente una de las grandes experiencias literarias de mi vida.

Caronte.

miércoles, 12 de diciembre de 2018

Lectura crítica: “Cuatro amigos”


Llevaba tiempo detrás de esta novela. De hecho la había visto ya en mi librería de referencia de segunda mano en Malasaña en su edición de bolsillo clásica, pero no la compré entonces. Siempre había algo que paraba mi mano y la hacía escoger otro libro. Hasta que hace unos días me decidí a comprarla, en otra de sus ediciones de bolsillo a un precio que, tras su lectura y si no me gustase, no me dolería haberme gastado. Esta novele lleva en mi punto de mira desde que escuché a David Trueba, su autor, a quien solo conocía por su faceta de cineasta, hablar de otra novela suya más reciente en Página 2, quizá el mejor programa cultural de libros que se ha hecho nunca en este país. Desde ese momento empecé a buscar y a investigar sobre Trueba y sus libros, que para mi sorpresa eran ya unos pocos. Sin embargo, a veces no todo lo que reluce es brillante ni metal precioso; a veces no es más que una simple ilusión generada por reflejo de otros elementos.

Cuatro amigos” como su nombre indica parece ser una novela sobre la amistad, y sin embargo, tras su lectura tengo serias dudas de que esto sea así realmente. Sí es cierto que la novela va de cuatro amigos que deciden coger una furgoneta e irse quince días de vacaciones por España sin rumbo, dirección o destino fijados de ante mano. Pero yo creo que ahí se acaba todo lo que tiene que ver con la amistad, ya que el amor, el pasado, el paso del tiempo, y anécdotas impostadas y muchas veces, de lo surrealista que son, totalmente inverosímiles terminan por ocupar toda la novela y el tema de la amistad, aunque subyacente, queda diluido.

El hilo argumental de “Cuatro amigos” como acabo de señalar es un viaje en furgoneta de cuatro amigos de toda la vida que pretenden tener 20 años pero que todos están más cerca de la treintena que de otra cosa; incluso hay uno de ellos que tiene un hijo. Blas, Claudio, Raúl y Solo (mote de quien en el fondo es el narrador de la historia) son los protagonistas de esta novela que pretende ser coral pero que en el fondo no es más que un pretexto para narrar el paso de la juventud (tardía) a la madurez de estos cuatro amigos.

También he dicho hace unas líneas que “Cuatro amigos” trata más de amor, amor roto, amor perdido, que de amistad propiamente dicha. Y lo mantengo. No encuentro por ningún lado nada que no sean tópicos típicos de amistad, esos tópicos que no hacen que se entienda realmente qué es la amistad en su más puro estado. También es cierto que a día de hoy, con las amistades virtuales de las redes sociales, la amistad clásica está en extinción sino prácticamente extinta. Y también es posible que mi concepción de amistad sea erróneo. No obstante, esta novela en cuanto a que pensaba que iba a tratar más sobre la amistad y su dureza, me ha decepcionado bastante. Podría haberse presentado como una novela de aprendizaje tardío, de transición entre épocas vitales, y entonces sí que habría salido más que satisfecho tras su lectura.

Pese al intento de coralidad de Javier Trueba, “Cuatro amigos” es una novela sobre una persona, Solo, que es quien lleva la voz del relato y cuya historia es la que nos sirve para saber de los demás. Todo gira a su alrededor. Y en el fondo esta novela va de su amor por Bárbara, un amor perdido, un amor que duele, un amor que destroza y hace añicos un corazón cuando uno se da cuenta de que se ha perdido. Por eso he dicho también que esta novela no trata sobre la amistad sino sobre el paso del tiempo y de la vida a fin de cuentas, y está adulterada, y quizá también falseada con asuntos relacionados con la amistad pero que no hacen más que distraer al lector de lo que probablemente podría haber sido una buena novela si se hubiera centrado en esa relación entre Solo y Bárbara sin añadir nada más.

De ahí mi decepción, que no aburrimiento, con “Cuatro amigos”, ya que lo que iba buscando no lo he encontrado. Y sin embargo me he topado de bruces con una historia de amor y descubrimiento personal que está bastante bien. El problema es que creo que David Trueba ha intentado en este libro imitar otras novelas, sobre todo americanas, que probablemente admira. Pero no lo ha conseguido, al menos desde mi humilde punto de vista. También tengo que decir que a la novela o bien le faltan páginas (para hablar y tratar bien el tema de la amistad) o le sobran por el hecho de que es más una novela sobre un amor doloroso. De todas formas, aburrir no aburre; lo que pasa es que hay situaciones tan absurdas y ridículas, tan estereotipadas sobre la juventud tardía que se hace pesado y poco creíble. En ningún momento me he sentido identificado con ninguno de los protagonistas a pesar de que se supone que los cuatro tienen mi edad (o es que yo soy muy raro).

Poco más voy a añadir porque la verdad poco más tengo que decir sobre “Cuatro amigos”. Llegué con muchas ganas a esta novela y he salido ligeramente decepcionado. Contrariado más bien. No he encontrado brillantez, ni frescura, ni nada nuevo en este libro, sino más bien un intento fallido de escribir un road book como probablemente alguien podrá calificarlo. Le sobran páginas y estereotipos y le falta mucha profundidad y seriedad a la trama. Me gustaría dar otra oportunidad a David Trueba, pero no creo que se la dé hasta que no vuelva a encontrar alguna de sus novelas en segunda mano.

Caronte.