jueves, 21 de noviembre de 2019

Lectura crítica: "Nadie duerme"


La literatura debe servir para mover conciencias y hacernos ver cómo es el mundo y cómo podría llegar a ser si la sociedad y el ser humano fueran poco a poco degenerándose y perdiendo contacto real con la realidad. La literatura debe crear ficciones verídicas, realidades verosímiles alternativas donde el lector vivirá durante unas horas o unos días mientras lee. La literatura debe servir para cambiarnos por dentro y para expandir nuestros horizontes mentales. La novela de la que escribo hoy intenta justamente eso: influir en el lector, hacerle ver donde podríamos llegar a estar si la sociedad derivara en desidia y las ideas extremas se impusieran a las moderadas, si aquellos que intentan progresar son oscurecidos por aquellos que se oponen a dicho progreso valiéndose de argumentos simplistas y peligrosos que criminalicen aspiraciones y movimientos sociales justos u objetivamente dignos.

Nadie duerme” es una novela feminista de cabo a rabo. Lo que pasa es que tras su lectura no sé si es una novela feminista en positivo (de las que sirven para que lo que debería ser algo extendido entre toda la sociedad cale aún más profundamente) o en negativo (que pueda ser utilizada, si es que tiene la relevancia suficiente, para atacar a dicho movimiento desde los mismos sectores que en la propia novela aparecen como distópicos gobernantes).

Feminismo y lucha contra un gobierno tirano machista que cree que las mujeres deben quedarse en su casa, estar calladitas y cumplir con su deber sin rechistar. “Nadie duerme” se desarrolla en un país imaginario que pasa de ser un ejemplo en la igualdad y el progresismo social a un infierno machista y misógino gobernado por una figura sombría. Pero no solo los poderes legislativo y ejecutivo están copados por personajes machistas, sino que el judicial asume las tesis más retrógradas e impone condenas a violadores tan nimias que pronto salen a la cárcel. Ante este panorama surge un grupo de mujeres que se revela contra el sistema machista para recuperar la justicia y la libertad.

Bajo pseudónimo, cosa que realmente no entiendo y menos aun teniendo en cuenta que la novela es de un nivel bastante decente para ser casi una primera vez en el mundo literario, el autor o autora (más bien lo segundo) ha hecho de “Nadie duerme” una novela que mantiene un muy difícil equilibro entre el bien y el mal y que pone al lector en un brete complicado de resolver ya que debe aceptar la violencia extrema para defender una ideología (¿legítima?). Si soy sincero tengo la impresión de que lo que pretendía ser una novela feminista distópica por plantear una sociedad dominada por el machismo desde el poder político ha terminado siendo una novela sobre terrorismo sin más excusas.

La violencia nunca debe ser un medio para conseguir nada en ningún aspecto de la vida; pero claro sin violencia no se hubiera podido parar a Hitler. Esta enorme incongruencia que se basa en el histórico “el fin justifica los medios” es entorno a la que gira “Nadie duerme”. Y resulta interesante ver cómo un dilema que en el fondo debería estar resuelto: la violencia y los asesinatos nunca pueden justificar el conseguir un fin por muy noble que éste sea, en esta novela queda aplastado ante la desastrosa y desoladora realidad ficticia y perfectamente futurible al ritmo que los populismos y el fascismo a día de hoy campan a sus anchas por el mundo. El lector no sabe si avalar moralmente lo que pasa en la novela, pierde el concepto de bien y de mal.

Está bien que a los lectores se nos plantee dilemas como el que “Nadie duerme” nos muestra. Sin embargo, en esta novela creo que el acelerador se ha pisado demasiado y el coche en lugar de ganar ha derrapado saliéndose La literatura debe servir para mover conciencias y hacernos ver cómo es el mundo y cómo podría llegar a ser si la sociedad y el ser humano fueran poco a poco degenerándose y perdiendo contacto real con la realidad. La literatura debe crear ficciones verídicas, realidades verosímiles alternativas donde el lector vivirá durante unas horas o unos días mientras lee. La literatura debe servir para cambiarnos por dentro y para expandir nuestros horizontes mentales. La novela de la que escribo hoy intenta justamente eso: influir en el lector, hacerle ver donde podríamos llegar a estar si la sociedad derivara en desidia y las ideas extremas se impusieran a las moderadas, si aquellos que intentan progresar son oscurecidos por aquellos que se oponen a dicho progreso valiéndose de argumentos simplistas y peligrosos que criminalicen aspiraciones y movimientos sociales justos u objetivamente dignos.


Nadie duerme” es una novela feminista de cabo a rabo. Lo que pasa es que tras su lectura no sé si es una novela feminista en positivo (de las que sirven para que lo que debería ser algo extendido entre toda la sociedad cale aún más profundamente) o en negativo (que pueda ser utilizada, si es que tiene la relevancia suficiente, para atacar a dicho movimiento desde los mismos sectores que en la propia novela aparecen como distópicos gobernantes).

Feminismo y lucha contra un gobierno tirano machista que cree que las mujeres deben quedarse en su casa, estar calladitas y cumplir con su deber sin rechistar. “Nadie duerme” se desarrolla en un país imaginario que pasa de ser un ejemplo en la igualdad y el progresismo social a un infierno machista y misógino gobernado por una figura sombría. Pero no solo los poderes legislativo y ejecutivo están copados por personajes machistas, sino que el judicial asume las tesis más retrógradas e impone condenas a violadores tan nimias que pronto salen a la cárcel. Ante este panorama surge un grupo de mujeres que se revela contra el sistema machista para recuperar la justicia y la libertad.

Bajo pseudónimo, cosa que realmente no entiendo y menos aun teniendo en cuenta que la novela es de un nivel bastante decente para ser casi una primera vez en el mundo literario, el autor o autora (más bien lo segundo) ha hecho de “Nadie duerme” una novela que mantiene un muy difícil equilibro entre el bien y el mal y que pone al lector en un brete complicado de resolver ya que debe aceptar la violencia extrema para defender una ideología (¿legítima?). Si soy sincero tengo la impresión de que lo que pretendía ser una novela feminista distópica por plantear una sociedad dominada por el machismo desde el poder político ha terminado siendo una novela sobre terrorismo sin más excusas.

La violencia nunca debe ser un medio para conseguir nada en ningún aspecto de la vida; pero claro sin violencia no se hubiera podido parar a Hitler. Esta enorme incongruencia que se basa en el histórico “el fin justifica los medios” es entorno a la que gira “Nadie duerme”. Y resulta interesante ver cómo un dilema que en el fondo debería estar resuelto: la violencia y los asesinatos nunca pueden justificar el conseguir un fin por muy noble que éste sea, en esta novela queda aplastado ante la desastrosa y desoladora realidad ficticia y perfectamente futurible al ritmo que los populismos y el fascismo a día de hoy campan a sus anchas por el mundo. El lector no sabe si avalar moralmente lo que pasa en la novela, pierde el concepto de bien y de mal.

Está bien que a los lectores se nos plantee dilemas como el que “Nadie duerme” nos muestra. Sin embargo, en esta novela creo que el acelerador se ha pisado demasiado y el coche en lugar de ganar ha derrapado saliéndose de pista. La historia está muy bien hilada, los personajes a pesar de que apenas tienen desarrollo, evolución o profundidad (de hecho, son bastante planos todos), son convincentes y se les coge cariño, y la trama es adictica (más de lo que hubiera pensado a primera vista). Pero también tengo que decir que tanta violencia, tanto activismo, tanto feminismo satura y lo que hubiera sido una buena novela distópica un tanto noir si cabe con fondo moralmente aceptable, termina siendo prácticamente un relato de terrorismo que pierde legitimidad por saturación.

No quiero terminar sin comentar que no entiendo muy bien el afán de vestir de irrealidad una historia como la que se plasma en las páginas de “Nadie duerme” que bebe fundamentalmente de la realidad política y social española actual. Todos sabemos qué país es el ficiticio que aparece en estas páginas, y cuál es su vecino tan ejemplar, y quien es el gobernante. Tengo la impresión de que esta novela se ha escrito con miedo y vergüenza ante un qué dirán y la literatura nunca debería ir de eso. Tampoco entiendo muy bien el no dar la cara usando un pseudónimo cuando toda ficción no es más que eso: ficción, y que todo parecido con la realidad no es más que eso también: parecido. Pero cada cual viste lo que tiene que contar como quiere.


Nadie duerme” me ha parecido una notable novela distópica pero anclada a un presente que cada día da un poco más de miedo. Bien narrada, su agilidad y ritmo palían unos personajes bastante simples pero a los que se les coge cierto aprecio y que nunca dejan indiferente. Lo mejor es que se lee en un plis, lo malo es que quizá podría haber sido un poco más ambiciosa en el desarrollo de la trama y sus personajes (alguno de los cuales podrían haber dado más juego). De todas maneras si se quiere pasar un buen rato y acabar no sabiendo muy bien qué bando elegir esta novela es sin duda perfecta ya que deja al lector noqueado y sin saber muy bien dónde está la moral de la novela.de pista. La historia está muy bien hilada, los personajes a pesar de que apenas tienen desarrollo, evolución o profundidad (de hecho, son bastante planos todos), son convincentes y se les coge cariño, y la trama es adictica (más de lo que hubiera pensado a primera vista). Pero también tengo que decir que tanta violencia, tanto activismo, tanto feminismo satura y lo que hubiera sido una buena novela distópica un tanto noir si cabe con fondo moralmente aceptable, termina siendo prácticamente un relato de terrorismo que pierde legitimidad por saturación.

No quiero terminar sin comentar que no entiendo muy bien el afán de vestir de irrealidad una historia como la que se plasma en las páginas de “Nadie duerme” que bebe fundamentalmente de la realidad política y social española actual. Todos sabemos qué país es el ficiticio que aparece en estas páginas, y cuál es su vecino tan ejemplar, y quien es el gobernante. Tengo la impresión de que esta novela se ha escrito con miedo y vergüenza ante un qué dirán y la literatura nunca debería ir de eso. Tampoco entiendo muy bien el no dar la cara usando un pseudónimo cuando toda ficción no es más que eso: ficción, y que todo parecido con la realidad no es más que eso también: parecido. Pero cada cual viste lo que tiene que contar como quiere.

Nadie duerme” me ha parecido una notable novela distópica pero anclada a un presente que cada día da un poco más de miedo. Bien narrada, su agilidad y ritmo palían unos personajes bastante simples pero a los que se les coge cierto aprecio y que nunca dejan indiferente. Lo mejor es que se lee en un plis, lo malo es que quizá podría haber sido un poco más ambiciosa en el desarrollo de la trama y sus personajes (alguno de los cuales podrían haber dado más juego). De todas maneras si se quiere pasar un buen rato y acabar no sabiendo muy bien qué bando elegir esta novela es sin duda perfecta ya que deja al lector noqueado y sin saber muy bien dónde está la moral de la novela.

Caronte.