lunes, 7 de julio de 2014

Lectura crítica: "El intocable"

Hay ocasiones en que los lectores topan con libros que tras ser leídos dejan en quien los lee la duda de saber si ha gustado o no. Estos son libros que durante la lectura uno se va preguntando si realmente quería leerse este libro porque no le ésta terminando de enganchar, o se cuestiona si dejarlo o no a medio terminar para cogerlo más adelante con más ganas y mejor preparado para su lectura. Pero aún así son libros que el lector experimentado termina acabando y sacándole suficiente sustancia para al final preguntarse cómo es posible que hubiera tenido dudas sobre dicho libro al principio. Esto es lo que me ha pasado con el último libro de John Banville, flamante último ganador del Premio Príncipe de Asturias de las Letras, “El intocable”. Sinceramente no puedo decir con rotundidad que el libro me haya gustado, pero tampoco puedo afirmar lo contrario, es decir, que me haya disgustado o aburrido hasta tal punto de tener que dejar su lectura. Simplemente al acabarlo me ha dejado completamente desconcertado sobre él mismo, no sabiendo si criticarlo por pésimo o alabarlo por obra de arte. Pocos libros antes me han dejado dicho sentimiento que en el fondo no sé explicar muy bien.

El intocable” es una novela de nivel, entendiendo esto como que está muy bien documentada y extensamente detallada en sus temas principales. No es ficción absoluta ya que la historia que narra, protagonizada por el personaje de Victor Maskell un erudito historiador del arte enamorado de un cuadro de Poussin que tiene en su poder, “La muerte de Séneca”, es verídica basada en los espía que durante los años previos a la IIGM y los posteriores años de la Guerra Fría espiaron para la Unión Soviética, conocidos como los “Cinco de Cambridge”. Estas personas fueron reclutadas en la Universidad de Cambridge por el KGB para infiltrarse en los más altos círculos de la sociedad británica y así poder pasar información delicada sobre los más variados asuntos. En este libro de Banville se narra la salida a la luz de la identidad de estos espías y como fueron denostados por la sociedad británica y despojados de todos los honores que les habían sido concedidos a partir de este personaje ficticio pero con sentido real y verdadero, Victor Gaskell (basado en la vida de Anthony Blunt, uno de “Los Cinco de Cambridge”) que en forma de entrevista con una periodista que se interesa por su pasado y éste cuenta a modo casi de diario sus años al servicio de la Unión Soviética como doble agente.

La historia es más que interesante, y puede llegar a sorprender a más de una persona a la que le guste toda esta temática de espionaje durante la Guerra Fría entre Occidente y la Rusia Comunista. La vida de estos “Cinco de Cambridge” era muy interesante, ya que casi nadie, o al menos yo, se espera que hubiera ingleses, tan patriotas ellos, que pudieran traicionar a su país y a su Rey. Pero no sólo “El intocable” nos muestra cómo se urdió ese reclutamiento por parte de los espías rusos en Londres, sino cómo se realizaban las transmisiones de información y cómo se lograba dicha información manteniendo un círculo de amistades de la alta sociedad tan variado y complejo que siempre era difícil saber quien hablaba en serio, a quien había que escuchar porque de verdad tenía algo que decir o quién podía estar haciendo contraespionaje y podía llegar a delatar a esos espías. Esta gran novela muestra también cómo se veía el comunismo en el Reino Unido, y cómo llegó a calar en algunos estamentos acomodados de la sociedad británica, en jóvenes idealistas y soñadores que se veían como Lord Byrons modernos y que pensaban que el comunismo y la Madre Patria Rusia eran la solución para acabar con los fascismos de Europa y acabar con la vieja sociedad aristocrática. En este sentido sí tengo que decir que la novela me ha gustado mucho porque deja ver cuáles eran las entrañas más rancias de la vieja sociedad británica y cómo los nuevos aires que empezaban a soplar sobre el mundo terminaron por cambiar la percepción que se tenía sobre todo, ya fuera el arte, la política, la cultura, la economía o las relaciones sociales.

Pero la novela no se queda ahí, “El intocable” también ahonda en el asunto de la homosexualidad oculta que aquellos jóvenes idealistas tenían pero que tenían que disimular incluso casándose y teniendo hijos para no ser tachados de monstruos lascivos y viciosos por la sociedad tan conservadora y estricta que había entonces. Esta es la primera novela que leo que trata este tema y he de decir que lo hace de manera magistral John Banville, partiendo de las experiencias del protagonista que además es padre de dos hijos y que llega un momento en la novela, en el tiempo presente cuando ya es viejo que se reúne con sus hijos y bromea con ellos sobre ese asunto intentando ser algo sarcástico, en una de las escenas más divertidas de libro en un restaurante de un buen hotel de Londres. El secretismo que los homosexuales tenían que tener para que no se descubrieran sus gustos, los equilibrios que debían seguir para no delatarse serán increíbles; además de lo que tenían que hacer para poder saciar sus deseos teniendo que recurrir a antros oscuros y malolientes en las zonas más bajas y menos recomendadas de Londres.

Estos son los dos principales temas de “El intocable”, pero creo que lo más interesante de toda la novela es el personaje del protagonista Victor Gaskell, su personalidad, sus reflexiones sobre la traición y las relaciones de amistad veladas. Gaskell es una persona idealista que en su juventud no ocultaba sus tendencias políticas, aunque tampoco las mostrara abiertamente, y por ello fue reclutado por otro inglés para trabajar como espía de la URSS. A partir de ahí, trabaja con una serie de compañeros de la Universidad de Cambridge y conocidos de sus círculos familiares que a su vez también son espías, aunque a veces no se sabe muy bien para qué lado ni con qué intenciones. Esto es lo más inquietante durante toda la novela, el continuo doble juego, las dobles máscaras, y los comentarios con múltiples interpretaciones que se hacen durante todo el libro y que terminan por desconcertar al lector haciendo la lectura apasionada y necesaria para poder esclarecer ese quién es quién que termina planteando “El intocable”, juego que una vez acaba el libro el lector, o al menos eso es lo que a mí me ha pasado, no sabe en el fondo quién era cada uno de los personajes que van apareciendo repetidamente en la historia y en la vida de Gaskell. Pero en el fondo eso es el espionaje: el no saber si quien es tu interlocutor es o no de fiar, si es quien dice ser o si escucha sin interés o con malicia.

Pero lo que ha hecho que yo no sepa si esta novela me ha gustado o no, es cómo se va narrando, cómo John Banville va hilando la historia hasta llegar a un final asombroso que sí debo de admitir que no sólo me ha gustado sino que creo que es de los mejores finales que he leído en mi vida, lleno de tensión y nervios. Para los amantes de las novelas de espías quiero decir que “El intocable” no es una al uso, sino que es mucho más que eso; es una novela de personajes y de paisajes que se van sucediendo poco a poco de manera muy detallada, tanto que a veces me parecía estar presente en las reuniones secretas que tenían lugar en los pubs ingleses tan oscuros y lúgubres como todo el mundo se imagina. También es una novela de detalles, de descripciones llenas de imágenes visuales y comparaciones que permiten al lector no sólo poder imaginarse a los personajes sino lo que oyen, ven, huelen, sienten o sujetan con la mano. Sabiendo cuál era la temática de la novela quise buscar paralelismo con quien para mí es el mejor escritor vivo de este género, John Le Carré, pero creo que es imposible compararle, nadie puede llegar a su nivel y aunque en “El intocable” Banville se acerca algo, queda lejos llevado quizá por su necesidad de describirnos todo lo que sienten y piensan los protagonistas de la novela. En ese sentido tengo que decir que Banville pierde la partida si lo comparo con Le Carré, pero aún así como novela de espías, con base real y verídica cien por cien, está a un muy alto nivel.

Todavía me queda terminar de digerir esta novela inmensa y llena de recovecos que seguramente necesiten una segunda lectura para poder descubrir con más detalle para poder decidirme. Pero aún a pesar de esta indecisión, de este sentimiento tan raro que me ha dejado “El intocable” he de decir que el ritmo narrativo de la novela es impactante y tenso a veces, incluso me atrevería a decir que vertiginoso. Es posible que hubiera momentos en que pensara dejar la novela para retomarla más adelante con más ganas pero cada vez que esa idea se me pasaba por la cabeza, más me apetecía seguir leyendo y profundizar en esta historia increíble rodeada de tantas brumas y secretos y dudas y preguntas, para poder disolverlas y resolverlas. Es increíble y supongo que contradictorio pero en el fondo al acabar esta novela siento cosas contradictorias sobre esta novela y esto me gusta, porque “El intocable” no ha sido una novela más que he leído, ha sido una novela que me ha hecho pensar y que me ha dejado pensando.

Caronte.

viernes, 4 de julio de 2014

Lectura crítica: "Viaje al centro de la tierra"

Simplemente nombrar a Julio Verne implica nombrar a uno de los más grandes escritores de todos los tiempos, y quizá también uno de los más conocidos por en el mundo entero, tanto por lectores como por gente ajena al placer de los libros. Verne siempre ha sido un foco de atención en mi afición a la lectura (y últimamente a la escritura) pero sin embargo he leído poco de él, hasta ahora sólo había leído “Cinco semanas en globo” y la mundialmente conocida “La vuelta al mundo en 80 días”, simplemente. Poco para alguien que como a mí me encanta la literatura y las novelas de aventuras en las que Julio Verne es una especie de semidios. Por eso, como este año retomé mis estudios de francés, durante tantos años olvidados e ignorados, me decidí a retomar los libros de este gran escritor francés (quizá de lo poco bueno que ha dado Francia al mundo – permitirme aquí que haga una pequeña broma – junto con la guillotina) pero en su idioma original, es decir en francés. Y esto último es lo que he hecho en cuanto he acabado el curso en la universidad y por fin estoy de vacaciones (vacaciones que por otro lado van a ser más largas que de costumbre para mí tras haber aprobado todo el curso en junio y no tener que estudiar para septiembre por primera vez desde que empecé la carrera): he retomado a Julio Verne en su versión original y me acabo de terminar de leer otro de los grandes títulos de este artista de las letras, “Viaje al centro de la tierra”.

No creo que haya mucha gente que no sepa de qué va esta novela, más aún teniendo en cuenta que es de las novelas de Verne más veces llevadas a la gran pantalla por el cine por sucesivas versiones cinematográficas. A nadie se le escapa que “Viaje al centro de la tierra” es una de las novelas más famosas de este francés universal y por tanto su argumento es bien conocido por todo el mundo, se haya leído o no la novela. Sin embargo, a pesar de que ya sabía de qué iba la novela y que muchos de las aventuras que se viven en ella me sonaban bastante, sobre todo por haberme visto en mi infancia la serie de Willy Fogg inspirada en esta novela, quería saber qué más había en las páginas de este libro y además entrenar el francés para que lo que este año en la academia había aprendido no se me olvidara. Y vaya si me ha sorprendió Verne con esta novela, “Viaje al centro de la tierra” es mucho más de lo que todo el mundo sabe que es, no es simplemente lo que se puede ver en las adaptaciones del cine, hay mucho más escondido en las páginas de este libro, mucho y muy bueno.

Los personajes principales de la novela son tres, el profesor Otto Liddenbrock, su sobrino Axel y el guía  islandés que va con ellos, Hans. Los tres forman la expedición que desde la plácida y académica Hamburgo les llevará primero hasta los confines de la tierra, a las frías tierras de Islandia, para posteriormente descender por el cráter de un volcán hasta las entrañas de la Tierra. Estos tres personajes forman un equipo, cuanto menos peculiar: por un lado tenemos al profesor Liddenbrock cuya fe incansable y su férrea voluntad le llevarán a emprender esta aventura guiado únicamente por su afán de descubrimiento y de conocimiento científico, superando cualquier adversidad con serenidad y calma; por otro lado tenemos al sobrino del profesor, Axel, que en cuanto a carácter es todo lo contrario a su tío, es decir es todo nervios e inseguridad, quizá a veces incluso temor a lo desconocido y constantemente está intentando hacer ver a su tío la locura de expedición que están emprendiendo e intentando abortarla cada momento arguyendo teorías científicas que imposibilitarían el descenso al centro de la tierra; y por último tenemos a Hans, el guía islandés de la expedición, un hombre parco en palabras (quizá a lo largo del libro diga veinte o treinta palabras, no más) pero que siempre está presente en las aventuras que van viviendo en su descenso al “inframundo” y sin cuya pericia en esas tierras volcánicas y montañosas, tanto en superficie como después en los túneles y galerías del interior de la tierra, la aventura no sería igual, ni para Axel ni para el profesor Liddenbrock. Los tres personajes son fantásticos, y Verne los describe a la perfección pudiendo el lector saber perfectamente cómo son desde el primer momento en que cada uno aparece en escena. La narración de la aventura la realiza Axel, es él quien va contando todas las peripecias que van sucediéndose y los infortunios que también padecen; junto con la narración normal de los acontecimientos de vez en cuando se incorporan reflexiones personales sobre la aventura que están llevando a cabo, reflexiones algo escépticas ya que es Axel quien las hace en primera persona, reflexiones llenas de dudas y preguntas sin contestar, de inquietudes y miedo a no volver a la superficie y no volver a ver a su prometida. Para mí estas reflexiones de Axel son de lo más interesante de “Viaje al centro de la tierra”, sin menospreciar para nada el resto de la novela.

El libro está organizado en capítulos sin título, simplemente numerados con números romanos; no es necesario ponerles títulos a los capítulos en este libro ya que la historia avanza constantemente en un desarrollo continuo en el que un capítulo sigue al siguiente sin saltos en la narración. La acción se desarrolla sin prisa pero sin pausa con momentos de verdadero vértigo narrativo con una sucesión de acontecimientos inesperados vertiginosa, muchos de los cuales se saben que tienen que venir, por todo lo dicho anteriormente sobre el conocimiento previo que todo lector tiene de la novela, pero hay otros muchos que al menos a mí me han sorprendido porque no recordaba haber oído nada sobre ellos antes de leer “Viaje al centro de la tierra”. La verdad es que no se puede negar que Verne en esta novela de aventuras demuestra su magnífico nivel narrativo creando una historia que si bien es cierto que podría haberse perfectamente ideado a día de hoy, no creo que ningún escritor pudiera haberla escrito como lo hizo él hace ya tantas décadas. Verne crea una atmósfera increíble de aventura, de peligros y riesgos impredecibles, en muchas ocasiones la angustia que siente Axel, el narrador, se transmite perfectamente al lector y esto hace que se desee seguir leyendo con avidez para saber qué sucederá a continuación. La acción no para desde la primera página y nada de lo que se cuenta es prescindible, todo crea un mundo mágico y misterioso que parece que nos está esperando en los confines de Islandia todavía para poder verlo con nuestro propios ojos y disfrutarlo igual que lo hacen los personajes de “Viaje al centro de la tierra”.

No creo que haya muchos escritores vivos que dentro de más de un siglo sigan siendo leídos con las mismas ganas que se lee a Julio Verne, y pocas obras habrá que perduren en la memoria colectiva como las de este francés universal. Aventura, acción, misterio, lugares ignotos, perdidos, imaginarios, todo se puede encontrar en las páginas de esta magnífica novela que por muchos años que pasen será siempre emocionante, y mantendrá siempre al lector con la vista fijada en las páginas y dibujos de “Viaje al centro de la tierra”. Estoy seguro que habrá poca gente apasionada de la lectura que no haya leído a Julio Verne, o esta novela, pero para todo el que no lo haya hecho huelga decir que es una laguna muy grande no haberlo hecho, aunque tarde yo lo estoy remediando poco a poco, y además pretendo hacerlo en su idioma original, que es donde el jugo de las novelas de Verne mejor sabe.

Caronte.