miércoles, 30 de septiembre de 2015

Lectura crítica: "The human factor"

No sé por qué pero siempre me pasa que cuando un escritor me gusta mucho tardo mucho tiempo en volver a alguno de sus libros. A veces pienso que debería leerme todos los libros de un autor que me guste mucho del tirón; pero luego pienso que si hago eso y por ejemplo dicho escritor está muerto no tendré más que leer suyo y por tanto perderé una buena oportunidad. Por eso quizá he tardado tanto en volver a leer una obra de Graham Greene. Digo tanto, cuando solo han pasado unos cuantos meses desde el último libro suyo que me leí. Para mí ha sido mucho tiempo, ya que desde que descubrí a este escritor inglés gracias a un regalo de cumpleaños que me hicieron unos amigos ha pasado a ser uno de mis escritores preferidos, al que siempre leo en inglés porque es bastante fácil de leer a pesar de que sus libros no son recientes, y al que me une en cierto modo una macabra coincidencia y es que murió el mismo día que yo nací. También puede que deje pasar tanto tiempo entre un libro suyo y otro debido a que cada vez que voy a comprar algún libro de Greene nunca termino por decidirme por ninguno y termino por dejarlo para más adelante.

El libro del que voy a hablar en esta ocasión es “The human factor” o como reza su traducción al español “El factor humano”. Como la gran mayoría de las novelas más conocidas de Graham Greene, este libro trata sobre el espionaje británico y sus protagonistas son espías clásicos que descifran mensajes codificados y encriptan nuevos, son enviados a países exóticos a obtener información y deben lidiar con topos y dobles agentes. Vamos podría decir en pocas palabras que esta es una típica novela de espías al más puro estilo británico, que en este género los ingleses son los grandes maestros mundiales con autores como John Le Carré, Frederick Forsyth, o el propio Graham Greene (todos ellos además trabajaron en algún momento de sus vida como agentes del MI6, el Servicio Secreto Británico).

La trama principal de “The human factor” es la existencia en un departamento del MI6 de un topo. Dicho departamento está compuesto por tres agentes propiamente dichos: nuestro protagonista Carter, su compañero de sección, Davis, y el supervisor de ambos Carson (nótese que todos los personajes de la novela aparecen nombrados en la misma, salvo dos de ellos, por sus apellidos). Como un topo es algo indeseable en cualquier servicio secreto que se precie, los responsables de más algo grado decide investigar y hacer indagaciones. Así el doctor Percival pone su ojo de pescador en Davis, decidido, sin dudas ni titubeos; y así se lo hace saber al jefe Heargraves y el responsable de seguridad del departamento el coronel Daintry. Sin embargo nada es lo que parece porque casi desde el principio de la novela el lector intuye que Davis no es el topo y su muerte, o asesinato enmascarado muy sutilmente por una toxina que enmascara una muerte provocada como natural, sólo causa malestar, dudas y sobre todo errores.

Esta es la trama principal de “The human factor”, sin embargo me falta hablar un poco del protagonista principal de la novela, Castle, un veterano miembro del MI6 que en su día trabajó sobre el terreno en Sudáfrica en la época final del Apartheid, donde tuvo que lidiar con organizaciones oficiales del gobierno surafricano lideradas por Muller, un africano blanco lleno de prejuicios y muy racista que hizo la vida imposible a Castle debido a que éste se enamoró de una mujer africana, Sarah. Esta otra historia, que pertenece al pasado de nuestros protagonistas, siempre está presente en la novela, mediante medidos flash backs que afianzan la personalidad de Castle y hacen que el lector coja cariño a este espía de doble atormentado por sus sentimientos.

Pero esto no es más que una parte de la trama oficial de “The human factor”. Sin embargo, como en casi todas las novelas de Graham Greene que me he leído hay mucho más allá de la trama formal podríamos decir. La moral y la ética, los sentimientos y las creencias personales juegan un papel fundamental en la historia. Así cada uno de los personajes que aparecen en la novela tiene sus propias características personales, sus matices en algunos casos muy sutiles y su forma de ser y pensar. Castle en un marido ejemplar, que ama a su mujer Sarah por encima de todo, y que no dudó en arriesgar su carrera en el servicio secreto para sacarla de Sudáfrica, y que también ama al hijo de ésta, Sam, asumiéndolo como propio aunque no sea así; Davis por su parte, más joven que Castle es un desastre de espía, sin orden ni control, adicto a la bebida y propenso a levantar sospechas, como de hecho hace; el doctor Percival es un ser sin moral alguna, al que le importa más una trucha asalmonada y la pesca que la vida de una persona inocente; todo lo contrario que el agente de seguridad Daintry, un hombre separado con una hija con la que apenas tiene relación y cuya soledad le pesa como una losa de hormigón en sus hombros, que respeta su trabajo y quiere hacerlo bien cumpliendo las leyes, aunque para eso tenga que traicionar algún que otro sentimiento afectivo hacia alguna persona; Heargraves por su parte es el venerable jefe de espías que delega sus decisiones y que por su veteranía prefiere saber lo menos posible para que nada le importune. También podría hablar de Sarah, o Sam, o del agente Muller, o de algunos otros personajes mucho más secundarios, pero sinceramente creo que es mucho mejor que cada uno los descubra por su cuenta y los juzgue de manera individual.

No lo he dicho pero “The human factor” no es del todo una historia de ficción pura y dura. Aunque nunca lo reconoció en vida, muchos críticos de la obra de Graham Greene están de acuerdo sin el mínimo rescoldo de dudas que la historia que se narra en las páginas de este libro está basada en la vida de Kim Philby, el más famoso, célebre y a la vez odiado espía británico que trabajó durante varias décadas como agente doble del KGB ruso infiltrado en el MI6. De hecho por esta razón me decidí por este libro antes que por otros de Greene. Castle y Philby, si bien son de carácter muy diferente, sí que comparten muchas cosas, entre otras el hecho de ser dobles agentes del KGB en el MI6. Sin embargo les separa un elemento fundamental y es que mientras el protagonista de esta novela, Castle, no cree en el comunismo (como tampoco en ninguna otra ideología, fe o creencia), Philby sí que lo hacía y cuando desertó a la URSS lo hizo sin problema de conciencia. Por otro lado está el asunto sentimental que Greene incorpora a la trama de esta novela y que da a la trama un carácter mucho más personal e íntimo, incorporando las dudas y miedos de Castle por perder a Sarah.

Quiero también comentar el estilo que emplea Graham Greene en “The human factor”. El lector se encontrará con una novela de espías en la que predominan los diálogos; diálogos que Greene domina como un verdadero experto y puedo decir que estos diálogos, en todas sus novelas, son lo mejor de sus libros. La novela se lee con facilidad, es ágil, directa y concisa, es decir, a diferencia de otras novelas de este escritor en esta no hay digresiones moralistas demasiado profundas, sino que con una sencillez asombrosa mediante los diálogos entre los diferentes personajes Greene incorpora poco a poco sus temas predilectos como son la religión (tratada muy someramente en este libro), el  alcohol, la soledad y las creencias personales que llevan al ser humano a actuar de una manera u otra. Las descripciones son las justas y necesarias para ambientar alguna escena y nada más. Greene va a la acción estrictamente y todas las frases del libro tienen sentido y significado, ninguna está simplemente por estar.

Para terminar ya, solo quiero apuntar que “The human factor” ha sido una de las mejores lecturas que últimamente me he echado a la cara, si se puede decir así. Greene de momento no me ha defraudado con ninguna de sus novelas, que por cierto están llenas de realismo y son perfectamente verosímiles. Además esta novela, a pesar de ser ficción, en parte está basada en uno de los personajes más controvertidos de la historia del Reino Unido y de los servicios de inteligencia, y por tanto es perfecta para introducirse en las novelas de espías en las que no solo el lector se sumerge en una trama de secretos y sombras, sino también de dilemas morales y decisiones que implican vidas humanas.

Caronte.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Lectura crítica: "Beltenebros"

El último libro de Antonio Muñoz Molina que me leí no fue una novela sino un libro de apuntes diarios sobre Nueva York: la ciudad donde pasa medio año y donde vivió en primera persona hace ya catorce años los terribles, trágicos y devastadores atentados contra las Torres Gemelas. Por esta razón tenía ganas de volver a leer una obra de ficción suya. Y por esta misma razón hace apenas unos días me acerqué a una librería para adquirir el ejemplar que terminé en menos de lo que un espectador de Telecinco canta la tabla de multiplicar del siete. A pesar de la cierta decepción que supuso para mí “Ventanas de Manhattan”, del que ya hablé en el blog y que me dejó algo frío porque iba buscando otra cosa; he vuelto a disfrutar de un muy buen libro de Muñoz molina escrito con ese estilo tan suyo que hace que el lector quede envuelto en una atmósfera permanente de melancolía, recuerdos del pasado y nostalgia de la que es muy complicado desprenderse hasta que no se acaba de leer una historia, porque termina traspasando las páginas.

Beltenebros” es una novela corta, tiene poco más de doscientas páginas en edición de bolsillo, pero su extensión no hace justicia a la intensidad narrativa que esconden esas páginas. La trama así mismo puede parecer sencilla a simple vista: un hombre con unos años ya a su espalda que vive en una ciudad costera de Inglaterra exiliado de España tras la Guerra Civil, este hombre pertenece a una organización clandestina que lucha contra la dictadura en España y en un momento dado es llamado por los líderes de esta organización para entrar en España para llevar a cabo un trabajo consistente en matar a un traidor que está pasando información a la policía del régimen sobre gente perteneciente a dicha organización. Dicho así, la trama daría para una simple novela negra. Pero hay mucho más tras estos simples hechos.

Antonio Muñoz Molina hace de una aparentemente simple historia, un juego de espejos impresionante en el que nada es lo que parece y en el que el pasado y el presente del protagonista/narrador de la historia, Darman que es como se llama el hombre que viene de Inglaterra para llevar a cabo la misión encomendada, se mezclan de tal manera que el lector se ven envuelto en un halo de misterio durante toda la novela. “Beltenebros” es una grandísima novela negra, pero de esas novelas negras de verdad, de las que rebosan tensión y dilemas morales complejos de tratar y cuyos personajes nunca son claros del todo y guardan, para misterio y duda del lector, mucho de sus verdaderas personalidades que quedan ocultas por una neblina que impide ver con claridad nada.

La tensión que desprende “Beltenebros” a lo largo de toda la historia es tan impresionante y está tan bien lograda por parte de Muñoz Molina que durante su lectura, hubo ocasiones en los que sentí miedo de lo que podría pasar. No un miedo asociado al terror personal, a esos miedos infantiles, sino un miedo psicológico que nos hace temer aquello que no vemos con claridad o no distinguimos del todo. Esa clase de tensión mental y corporal se nota en muchos pasajes de la novela y con muy pocos otros libros he sentido lo mismo. Además el estilo de Muñoz Molina hace que el lector se envuelta de tal manera en la historia que parece que forma parte de ella y acompaña al comandante Darman en sus persecuciones nocturnas en pos de sospechosos traidores a los que debe liquidar por el bien de la organización a la que pertenece. Órdenes que acata sin juzgarlas, sin rechistar porque es un profesional y su reputación es su mejor prueba de lealtad y profesionalidad.

Una de las cosas que más me ha gustado de “Beltenebros” es la mezcla constante entre el presente, la misión de matar en Madrid a un traidor a la organización clandestina, y el pasado de Darman. Y es que la historia se mueve en dos tiempos, entre dos etapas distintas de la vida del protagonista. Dos etapas unidas por un paralelismo que solo la literatura puede engendrar. Ese paralelismo no es ni más ni menos que otra misión que unos años antes tuvo que llevar a cabo también Darman en Madrid y que, como la del tiempo presente de la novela, conlleva matar a una persona por traidora. Sin embargo ese juego de traiciones no es lo que parece y mientras durante toda la obra el lector cree unas cosas, porque así también las cree el protagonista, el final todo da un vuelco radical y absoluto para mutar en luz unas sombras y unas brumas que durante años habían asolado la vida y la conciencia de nuestro protagonista. Este doble juego entre presente y pasado, ese juego de espejos en el que el lector nunca sabe qué está leyendo o si lo que el protagonista vive lo está viviendo de verdad, no es nuevo en el mundo literario de Muñoz Molina. De hecho pasado y presente siempre están presentes en la vida de los protagonistas de sus novelas y casi siempre de manera nostálgica, melancólica o perturbadora.

Sin embargo, a diferencia de otras novelas suyas, “Beltenebros” tiene algo que la hace diferente. No sé decir qué, pero esta novela tiene algo adictivo que la convierte en un peligro para el lector que se terminará enganchando a la historia como quien no quiere la cosa, de la manera más desapercibida, casi sin darse cuenta. Y cuando ello ocurra no podrá despegarse de la historia de Darman, de Rebecca Osorio, de Valdivia, de Walter, que son el resto de personajes que jalonan este relato y lo llenan aún más de misterio, sombras y oscuridad. Muchas veces durante la lectura de la novela he sentido verdadera vértigo por cómo se iban desarrollando los acontecimientos, narrados con una maestría alcanzable por pocos autores, y por los cambios en la percepción de la novela que se van dando a medida que avanza. Pocas veces, y lo digo con total sinceridad, he sentido algo así con un libro.

Y es que “Beltenebros” por mucha novela negra que sea, bien podría haber sido un esbozo extenso, valga la contradicción, de un guión de cine, digno del mejor Hollywood. Más que una novela a veces tenía la sensación mientras leía, ya fuera en la cama, en el autobús o simplemente en una silla en mi habitación, que estaba viendo la televisión, alguna de esas series americanas donde el misterio, la tensión, el suspense y la intriga hacen al espectador estar todo el tiempo prestando atención por temor a perderse el momento clave en el que todo puede resolverse. Estoy convencido de que si esta novela llegara a manos de algún productor de Hollywood, en menos de lo que canta un gallo estarían preparando una adaptación para la gran pantalla con un Pierce Brosnan, por ejemplo en el papel de Darman. Pero como suele ocurrir con lo que es español, esta novela por desgracia tendrá poco recorrido internacional, por falta de apoyos sin lugar a dudas, y por tanto nos quedaremos todos, y estoy hablando por mí, con las ganas de ver en el cine esta historia (aunque también es posible que así nos ahorremos la decepción de ver una mala adaptación, infame en muchos sentidos y tan alejada de la verdadera historia que al final resultara una película totalmente diferente al libro).

No voy a añadir nada más porque no puedo seguir hablando de “Beltenebros” sin caer en la tentación de contar aquello que no se puede contar; aquello que solo las páginas de esta novela pueden revelar al lector que se anime a iniciar esta historia. Advierto de que no es una lectura rápida y ágil como suelen serlo las novelas negras, sino todo lo contrario, más bien es reflexiva y con constantes recuerdos del pasado intercalados en el desarrollo presente de la historia. Pero este es el más puro estilo Antonio Muñoz Molina: un estilo que mezcla una historia abrumadoramente interesante, con un estilo reflexivo que invita al lector a adentrarse en los fantasmas interiores de los personajes, viajando a pasados llenos de niebla, bruma y oscuridad, para emerger desconcertado y ansioso de encontrar algo de luz. Luz que se encuentra siempre, aunque cueste llegar a ella.

Caronte.

domingo, 20 de septiembre de 2015

Lectura crítica: "El otoño del patriarca"

Después de haber tenido una pequeña decepción con uno de los libros de García Márquez, en concreto con “El general en su laberinto”, que aparte de tedioso y poco imaginativo, me resultó muy aburrido, he vuelto a encontrar a ese Gabriel García Márquez que me conquistó hace ya un par de años con “Cien años de soledad” y que ha seguido haciéndolo con prácticamente todos los libros suyos que me he leído. Con la última novela suya que me he leído he vuelto a comprobar porqué se le considera uno de los más grandes novelistas de la literatura universal. Nadie como él es capaz de crear una historia tan universal y verosímil con ese toque tan personal de magia, misticismo y romanticismo literario que otorga el realismo mágico a cualquier libro, sea cualquiera que sea la historia que se narre en sus páginas.


Antes de nada quiero decir que “El otoño del patriarca” me lo compré en la cuesta del Moyano junto con otros dos libros del mismo autor que estaban a muy buen precio y en unas condiciones extraordinarias. Con esto sólo quiero decir que adquirí esta novela de García Márquez sin esperarla ni buscarla, simplemente porque se me presentó la oportunidad y no la pude dejar escapar. Es decir no era de los libros de García Márquez que me faltan por leer que más prioridad tenía por comprar, pero aún así lo hice. No pudo ser mejor la decisión que tomé al hacerme con este ejemplar ya que una vez leído puedo asegurar que esta novela es quizá después de su mítica “Cien años de soledad” y la deliciosa “El amor en los tiempos del cólera”, la que más me ha gustado, hasta tal punto que me he dado verdaderas panzadas a leer para acabarla y disfrutar cada una de sus páginas.

En “El otoño del patriarca” García Márquez recrea con maestría y brillantez, haciendo uso de su inabarcable e inimitable estilo literario, los últimos instantes de la vida de un general, de un dictador sudamericano, aunque podría extenderse el símil a cualquier dictador universal, a través de una serie de anécdotas que van dando al lector las pinceladas de una vida vivida en un limbo de poder y miedo, soledad y desamor, mentiras y traiciones. Podría ser esta perfectamente una historia real: la de un hombre que accede al poder y lo personaliza en su persona, que idealiza hasta su sombre y que genera miedo en sus ciudadanos mediante un sistema de represión brutal, violento y sangriento. De hecho, a pesar de que la historia es totalmente una invención de García Márquez, es también una historia real: la de todos esos generales que a lo largo de la historia de la humanidad han asumido el poder en sus países y han intentado dominarlos como si fueran sus cortijos privados, sumiendo sus patrias en una dictadura que usa de la represión y el miedo como armas para imponer el poder y los designios de su líder.

Pero “El otoño del patriarca” va mucho más allá de una simple fábula, por llamarla de una manera concreta, sobre el final de la vida de un dictador. Este libro es la narración fantástica, de manos de García Márquez y del realismo mágico, de la soledad del poder absoluto; de las mentiras, engaños y trucos que los seguidores de un dictador se inventan y organizan para que todo siga igual y salvar el pellejo; de los arrebatos de pasión y locura de hombres que están solos en su poder porque nadie es sincero con ellos y nadie se atreve a decirles las cosas como son; de las locuras, crueldades y atrocidades que el poder dictatorial puede originar cuando no se hace lo que el líder dice que tiene que hacerse o tal y como dice que se tiene que hacer. La historia que se narra en las páginas de este libro es el relato desgarrador, triste y melancólico de la vida de seres miserables tanto a nivel personal como moral que creen en sombras y fantasmas irreales como si fueran personas de carne y hueso; seres que viven en una vida de oscuridad y figuras falsa, de sueños y pesadillas que se hacen realidad en una mente totalmente fuera de la vida real.

A través de diferentes anécdotas que implican al general dictador de “El otoño del patriarca”, pero también a su madre, a algunos de sus más estrechos colaboradores, a traidores al régimen, a ciudadanos miserables que sufren las iras del dictador, de sus amantes, de la única mujer a la que amó y de sus hijos bastardos, García Márquez nos cuenta en el fondo la historia universal, fácilmente extrapolable a cualquier situación, de las últimas agonías vitales de un ser despreciable y odioso que ve al final de su vida que toda ella ha sido una patraña, un engaño constante, una mentira urdida por las personas que han estado a su lado todo el tiempo, algunos de los cuáles se ha quitado de en medio asesinándolos y torturándolo miserablemente para escarnio público y miedo general. Estos últimos instantes de vida en los que todos al fin y al cabo hacemos balance de lo vivido, vemos con más nitidez todas nuestras acciones como una reválida de lo hecho, dicho y decidido a lo largo de nuestros años de marcha por la vida.

Sin embargo, a pesar de todo lo ya dicho, “El otoño del patriarca” es mucho más, ya que es un verdadero y sublime ejemplo del más puro realismo mágico, ese estilo tan diferente a todo lo demás, tan irreal pero a la vez tan pegado al mundo cotidiano que todos vivimos y experimentamos con todos nuestros sentidos día a día. Se nota que esta novela pertenece a la época más madura de García Márquez, de hecho esta novela la escribió después de su gran obra maestra “Cien años de soledad” durante unos cuantos años que vivió en Barcelona y que por casualidad o no coincidieron con los últimos años de la dictadura franquista y por consiguiente de la muerte del dictador. Es imposible por tanto no hacer una especie de paralelismo y sacar la conclusión de que este libro viene motivado y originado por esos últimos años de Franco, aunque la historia de la novela se sitúa en el Caribe y el dictador protagonista tenga sangre más latina y caliente.

Con esto debería bastar para describir “El otoño del patriarca” pero me quedaría corto si lo dejara aquí. Estaría omitiendo toda la realidad si no menciono también, además de la trama y lo que se narra en sus páginas, cómo está escrito este libro. Esta novela se García Márquez se divide en seis capítulos no numerados. Se podría considerar que son seis bloques narrativos casi independientes en los que siempre se narra el descubrimiento del cadáver del general tendido en el suelo de su alcoba muerto, comido por los gallinazos. Pero estos seis bloques narrativos, que podrían perfectamente leerse de manera independiente como pequeñas historias individuales, tienen la enorme y compleja particularidad de que están escritor sin puntos y aparte, en un único párrafo continuo repleto de realismo mágico. Y aún hay más, y es que el último de estos bloques o capítulos está escrito sin emplear un solo punto, todo es un largo discurso expresado en una única y magnífica frase que reúne con plenitud ese magnífico estilo que ha hecho de García Márquez uno de los más importantes escritores de la literatura universal. Ese último capítulo es magistral y hace que el lector no pueda dejar de leer bajo pena de excomunión del hilo narrativo y argumental. Así el lector se obliga a mantenerse pegado al libro y acabarlo porque de lo contrario nada encajaría.

No creo que pueda decir mucho más de “El otoño del patriarca”. Esta novela es sin duda una de las sorpresas más gratas que he tenido con un libro en los últimos tiempos, porque para nada esperaba algo como esta historia, y mucho menos poder adentrarme en el mundo puro del realismo mágico que tergiversa la realidad con figuras irreales y fantásticas hasta tal punto que la hace mucho más realista que la propia vida, porque de hecho el realismo mágico no es ni más ni menos que el único estilo literario que creo puede expresar el mundo tal y como es: tan diferente a la realidad como personas hay. A quien le guste García Márquez esta novela le entusiasmará; sin embargo quien no haya leído nada de este magistral escritor, esta novela le asustará e impresionará tanto que probablemente querrá seguir leyendo y descubriendo a este inmenso autor.

Caronte.

jueves, 17 de septiembre de 2015

Lectura crítica: "Los cuarenta y nueve primeros cuentos"

Llevaba mucho tiempo sin leer absolutamente nada de Ernest Hemingway, mucho más tiempo del que me hubiera gustado, pero como siempre digo los libros se leen cuando te llaman. Creo además que en el blog no he hablado hasta la fecha de ningún libro de Hemingway, cosa que si es cierta (algo que no sé a ciencia cierta si es del todo verdad porque no me acuerdo de todos los artículos que he escrito) es un gran pecado por mi parte. Pero esta cuestión quedará hoy ya cerrada y este blog ganará algo en calidad, no por lo que escribo o critico, sino por los autores en él mencionados y citados. No creo que a nadie se le escape y no le diga nada el nombre de Hemingway, quizá uno de los escritores más famosos del siglo XX en el mundo y de los más afamados también. Premio Pulitzer en 1953 y Nobel de Literatura un año después, Hemingway es considerado por muchos expertos, críticos y público en general como uno de los más grandes escritores contemporáneos; además de un amante de España, su comida, sus tradiciones, probablemente sus mujeres y su cultura en general, y en particular del mundo del toreo.

Como primer libro de Hemingway que voy a criticar y comentar en el blog he elegido, aunque eso de elegir está de más teniendo en cuenta que los libros no los elijo yo sino más bien una fuerza telúrica que me lleva a cogerlos de una estantería en una librería y a no soltarlos, una edición de sus cuentos o relatos cortos, cuyo título traducido al español sería “Los cuarenta y nueve primeros cuentos”, pero que la editorial deBolsillo ha decidido llamar “Cuentos” a secas. Y para volver a leer a Hemingway he elegido sus cuentos. En realidad no ha habido una razón de peso para ello, es más muy probablemente el que me comprara este libro fue más un impulso que una búsqueda, ya que lo hice en León con unos amigos de testigos y después de haber tenido en mis manos otras obras a las que también tenía muchas ganas. Pero fue este ejemplar el que compré, también llevado por esa voluntad que tengo ahora de iniciarme también en el relato corto de los más grandes narradores contemporáneos. Un mundo, el del relato corto o cuento, que todavía tengo que explotar y explorar bastante.

Vayamos ya al grano. “Los cuarenta y nueve primeros cuentos” son como su propio nombre indica 49 relatos cortos, de extensión muy variable ya que hay algunos de apenas dos hojas y otros de casi cuarenta. Eso sí todos los relatos tienen una cosa en común: el magnífico arte narrativo de su autor. A diferencia de muchos escritores que hacen de su prosa un estilo muy elaborado, con muchos vericuetos, descripciones y vueltas, empleando frases muy largas y complejamente construidas, Hemingway es todo lo contrario. Su formación como periodista hace que sus novelas sean directas, y en ellas predominan las oraciones cortas y sobre todo los diálogos, muchas veces escuetos y simples, cotidianos como si de una conversación de ascensor se tratasen, pero siempre llenos de sentido. No abundan las descripciones ni de lugares ni de escenas ni de sentimientos, solo cuando son realmente imprescindibles Hemingway recurre a ellas para ambientar un poco una acción o para hacer comprender al lector cómo se puede sentir un personaje.

Todos los relatos de “Los cuarenta y nueve primeros cuentos” tratan temas típicos de la literatura de Hemingway: la guerra, la soledad, las mujeres, el alcohol, África, la caza, la pesca, las carreras de caballos, las apuestas, el béisbol, las relaciones padre-hijo, la amistad y también, cómo no, el toreo. A pesar de que los relatos de este libro no tienen nada que ver los unos con los otros, quiero decir que no hay continuidad entre ellos por trama o temas, sí hay una peculiaridad ya que en esta recopilación de los cuentos de Hemingway se incluyen aquellos que tienen por protagonista a Nicholas “Nick” Adams, que viene a ser algo así como su álter ego literario, al que el propio Hemingway creó con muchos elementos autobiográficos, aunque en ningún momento se pueda establecer una relación directa concreta entre las aventuras de Nick Adams y las de Ernest Hemingway.

Podría señalar muchos relatos que son realmente buenos en “Los cuarenta y nueve primeros cuentos” pero debería nombrar muchos y probablemente también alguno se me pasaría y lo dejaría sin nombrar aunque lo mereciera. Sí voy a destacar alguno quizá por temática. Abren el libro tres relatos que, quizá por ser los primeros, me han impresionado mucho por diferentes razones. El primero de éstos relatos, “La breve vida feliz de Francis Macomber”, trata sobre un matrimonio que se va de safari de caza a África y allí se muestran sus miserias, las de él y las de ella, que termina enamorada del guía del safari y con su marido muerto; el segundo, “La capital del mundo”, versa sobre el mundo del toreo y la pasión que siente un joven camarero por él, pasión que acaba costándole caro por una tontería. Este segundo relato se desarrolla en Madrid, en una pensión de las que tanto abundaban en la capital de España durante el Franquismo. El tercer relato, es quizá uno de mis preferidos por desarrollarse en uno de los parajes más espectaculares, místicos, míticos y bucólicos de la Tierra como es el Monte Kilimanjaro, y lleva por nombre “Las nieves del Kilimanjaro”. En este relato, considerado por mucha gente como uno de los mejores de Hemingway se narran los últimos momentos de vida de un amante de África que decidió subir hasta el monte para ver todo el continente desde las alturas. Y digo que estos tres relatos me impresionaron por la pasión que desprenden sus personajes, unos por la caza, otros por el toreo y otros por África, y por su puesto por la maestría narrativa de Hemingway que transmite esta pasión con una sencillez que asusta.

Pero estos son solo tres de los 49 relatos de “Los cuarenta y nueve primeros cuentos”. Hay muchos más y muy variados y prácticamente todos narrados con la misma sencillez, simpleza y pasión. Otro relato que me llamó mucho la atención fue “Cincuenta de los grandes”, que versa sobre el boxeo, otro de los temas que más apasionaba a Hemingway y está protagonizado por un boxeador prácticamente acabado que decide hacer un último combate apostando mucho dinero contra sí mismo. También quiero decir que muchos de los relatos de este libro tienen aire melancólico, triste, depresivo, y muchas veces acarrean desgracias personales y familiares que hacen que el relato termine de manera penosa y lamentable. Pero también hay otros en los que la ironía y el sentido del humor pueden sobre otras cuestiones y Hemingway consigue presentar temas graves y serios desde una perspectiva amable y tranquila haciendo pensar al lector pero al mismo tiempo entreteniéndole de verdad. Por supuesto también debo decir que el alcohol está presente en muchos de los relatos del libro, no solo como mero elemento ambientador de escenas cotidianas, sino como verdadera elemento narrativo representativo de la trama. Antes de que se me olvide también querría destacar otro relato, “Los asesinos”, un magnífico ejemplo de lo que es un relato corto y de todo lo que puede dar de sí en cuanto a intensidad.

Poco más puedo decir de “Los cuarenta y nueve primeros cuentos”. Sí me gustaría que este artículo sirviera para que algún lector que esté buscando nuevos horizontes literarios se anime, no ya con los relatos breves, que siempre son más amables de leer que una novela de cientos de páginas, sino con el propio Ernest Hemingway, que quizá sea una de las grandes figuras literarios de los últimos tiempos, que amaba España (por si esto anima a alguien más), pero que sobre todo amaba la vida y vivir (aunque paradójicamente terminó pegándose un tiro en el jardín de su casa). Esta pasión por la vida y por vivir se plasma en todos y cada uno de sus libros, pero es en sus relatos donde podemos disfrutar del Hemingway más variado y versátil y de sus temas y preocupaciones vitales principales. Éste es un libro sencillo de leer, aparte de cómodo, y que si no gusta no hay más que terminar con el relato que se haya empezado, cerrar el libro y dejarlo en la estantería de la biblioteca, pública o privada. Pero estoy seguro de que quien se anime a empezar a leer los relatos de Hemingway los terminará y quedará encantado.

Caronte.

domingo, 6 de septiembre de 2015

Lectura crítica: "El sari rojo"

Siempre es un placer leer un libro. Pero hay libros que una vez terminados generan una sensación extraña, mezcla de vacío ante el siguiente libro y de euforia por haber terminado una historia vibrante que ha desbordado todas nuestras expectativas. Así es como me he quedado yo al terminar este libro. Me siento vacío y con miedo de empezar un nuevo libro, una nueva historia, después de haber terminado uno de los libros que más me ha enganchado este año. Pero por esta misma razón estoy contento de haber terminado una novela, que en el fondo no es tal cosa, que desde las primeras páginas me fue conquistando poco a poco hasta conseguir que cada vez que tenía que dejar de leer lo pasara mal y lo único que deseara en el momento en que cerraba el libro era volver a abrirlo para seguir leyendo y sumergiéndome en sus páginas para seguir desgranando la historia que narra Javier Moro, su autor. Nunca imaginé, antes de leer este libro, que me fuera a gustar tanto y que lo iría a disfrutar como lo he hecho.

El sari rojo” narra la vida hasta la fecha de Sonia Gandhi, o mejor dicho de la familia Nehru-Gandhi pero teniendo siempre presente que la protagonista última es aquella joven italiana nacida en un pequeño pueblo muy humilde del norte de Italia en una familia más bien podre que terminó por convertirse en la mujer más poderosa de la India moderna y por pertenecer a una de las familias más célebres de la historia. La novela, aunque de novela tiene poco por narrar siempre hechos reales que pueden ser perfectamente contrastados gracias a la extensa bibliografía que se adjunta al final del libro y por qué no también en las enciclopedias de historia, empieza contando cómo se siente Sonia Gandhi tras la muerte de su marido, Rajiv Gandhi, en un atentado. Pero este comienzo no es más que un pasaje del futuro ya que realmente el libro comenzará por el principio, por el momento en el que Sonia llega al mundo en el seno de una familia tradicional italiana, pobre y católica. Desde ese momento se recorren los momentos más cruciales de la vida de Sonia hasta que conoce al que sería el único amor de su vida, Rajiv, al hombre por el que dejaría atrás todo lo que amaba hasta entonces para emprender una nueva vida a miles de kilómetros de su familia y su Italia natal.

Podría parecer que “El sari rojo” en vez de una novela es simplemente una especie de biografía, no autorizada, de Sonia Gandhi. En cierto sentido es así. Javier Moro ha hecho una labor titánica recopilando datos y testimonios de amigos, conocidos y personalidades cercanas a Sonia Gandhi para construir un relato detalladísimo de la vida, personalidad y sentimientos de esta increíble mujer tenaz, fuerte y familiar. Pero no me puedo quedar aquí simplemente para describir este libro, porque es mucho más que la narración de la vida de Sonia Gandhi. Esta novela, este espectacular e intenso relato, se adentra en la propia historia de la India, ese país que es casi todo un continente en sí mismo. A lo largo de las páginas de este libro el lector se adentra en la historia más reciente de la India, desde su independencia en 1947 de los ingleses hasta ya bien entrado el siglo XXI. Pero este acercamiento histórico a uno de los países más fascinantes de la tierra no se hace de manera estadística y fría, sino todo lo contrario, desde una perspectiva humana y real, a través de la familia que consiguió unir a todos los pueblos de la India para formar una nación: los Nehru-Gandhi.

He de reconocer que tenía muchas ganas de leer algún libro sobre la India, y creo que no ha podido ser mejor el que he elegido para mi bautizo en ese país de más de mil millones de personas. “El sari rojo” es aparte de una historia formidablemente narrada sobre el amor y la fuerza interior de una mujer que dejó todo, a sus padres, hermanas, país y tradiciones, para imbuirse, zambullirse de lleno en otra vida guiada únicamente por el amor, una historia de cómo unos ideales de fraternidad, unión, respeto y tolerancia sostenidos fuertemente mediante actos y no simplemente argumentos o palabras lograron conformar una nación de múltiples pueblos, religiones, costumbres, tradiciones, dioses y en definitiva una nación llena de naciones.

A lo largo de las páginas de “El sari rojo” y teniendo siempre como denominador común e hilo conductor de la narración, Javier Moro, nos va trasladando de un miembro a otro de la dinastía Nehru-Gandhi. Así el lector descubrirá al fundador de esta dinastía Jawaharlal Nehru, que fue uno de los que luchó por la independencia de la India y que fue primer ministro desde ese momento hasta su muerte; a Indira Gandhi, hija de Jawaharlal, una de las mujeres más carismáticas que ha habido en el mundo y que también fue primera ministra de la India, periodo durante el cual tuvo que hacer frente a numerosos conflictos dentro y fuera de sus fronteras, como la rebelión de los sijs, la guerra con Pakistán y los problemas con Sri Lanka y los Tigres Tamiles. Es Indira Gandhi casi de rebote la otra gran protagonista de este libro, porque su presencia se siente siempre, ya que siempre estará presente en la figura de su nuera, Sonia Gandhi a la que la unirá un vínculo más fuerte y profundo del que simplemente por ser familia política hubieran tenido que tener. Pero hay más. Porque la vida de Sonia no podría haber sido la que ha sido sin su marido, Rajiv, y supongo que quizá tampoco sin su cuñado Sanjay. Estos son los principales miembros de esta dinastía de políticos comprometidos con la India que han gobernado ese inmenso país desde su independencia en unos u otros períodos. Pero no acaba ahí la familia y los hijos de Sonia y Rajiv, Rahul y Priyanka terminan de conformar el círculo de personas a las que Sonia ha amado siempre y por las que siempre luchó y renunció a su vida en Italia, a su familia y también a su libertad.

La historia de “El sari rojo” está basada en el amor; sentimiento representado por la prenda tradicional india que da nombre al libro: un sari rojo que el padre de Indira Gandhi tejió en la cárcel y con el que tanto Indira, como Sonia como su hija Priyanka se casaron. Pero esta novela también habla de tragedias. En un país tan vasto como la India, poblado por pueblos tan dispares los unos de los otros, nada es sencillo, y mucho menos dedicarse a la política. La familia Nehru-Gandhi siempre abogó por la moderación, por unir y considerar a todos los habitantes de la India como iguales; pero por la propia conformación de la India, esto era y quizá siga siendo una quimera, una quimera que terminó por llevarse por delante a Indira, Sanjay y Rajiv. Todos murieron por culpa de sus ideas e ideales. A todos ellos vio morir Sonia, recibiendo con cada muerte un golpe. Golpes que fueron hundiéndola en la pena pero que también la hicieron más fuerte a la hora de seguir defendiendo unos ideales, de trabajar por los más necesitados de la India, y por su familia. Con cada muerte, Sonia se quería alejar más de la política, llevar una vida normal para defender a sus hijos de lo que parece un macabro destino para el apellido Gandhi. Pero con cada muerta también Sonia se iba acercando más a ese destino que está por encima de nosotros y al que no podemos obviar ni hacer cambiar.

Podría hablar mucho de “El sari rojo”, explayarme contando como Javier Moro desmenuza la vida de Sonia Gandhi a través también de todas las personas que la rodearon en los mejores y peores momentos de su vida. Podría seguir hablando eternamente de esta novela que me ha llegado a lo más profundo de mi alma y que me ha gustado y enganchado como hacía tiempo que una novela no lo hacía. Pero el mejor consejo que puedo dar es que se lea este libro. No es una novela, ya lo he dicho, no hay una trama principal inventada, ni ningún asesinato o crimen que resolver, ni tan siquiera se plantean dilemas o cuestiones morales en los protagonistas. Nada de eso. En las páginas de este libro se desarrolla la historia más reciente de la India a través de la persona de Sonia Gandhi, una mujer que a día de hoy sigue siendo presidenta del mayor partido político del mundo y que renunció a su vida en Italia junto a los suyos y sus raíces por amor, primero a su marido Rajiv Gandhi, luego a su suegra Indira Gandhi y al final por el amor incondicional que sintió por todos aquellos habitantes de la India que veían en su persona a alguien que podría ayudarles. Ésta es simplemente una historia real, verídica, de una mujer que nació en Italia pero que lleva a la India en lo más profundo de sus sentimientos y de su ser.

El sari rojo” es un libro para disfrutar, para dejarse llevar por el placer de leer una muy buena historia, extraordinariamente narrada y contada por Javier Moro, para sumergirse en las tradiciones, religiones, culturas, pueblos y creencias de la India y dejarse enamorar sobre todo por Sonia Gandhi. Yo así he vivido la lectura de esta historia y puedo aseguraros que la experiencia ha sido inolvidable. Estoy seguro de que todo el mundo que se anime con este libro quedará marcado por la historia que cuenta.

Caronte.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Cinco y acción: "Un día perfecto"

La película de la que hablo en esta ocasión es de esas que uno no tiene en el calendario y por tanto no tiene pensado ver, pero que cuando tiene constancia de la misma cambia de opinión y decide ver porque le llama la atención. Claro está que no todo fue intuición cuando decidí ir a verla, Benicio del Toro y Tim Robbins, dos grandísimos actores, muchas veces infravalorados o fuera de la primera línea de Hollywood ya sea por no ser americanos de pura cepa como el primero, o por volcarse con causas humanitarias y justas más de la cuenta en el caso del segundo. Además nunca está de más ver una película española, aunque no lo parezca debido al enorme, por calidad no por cantidad, elenco de actores que protagonizan esta película. Creo que es de la pocas películas españolas que he ido al cine a ver en mi vida, pero teniendo en cuenta que la mayoría siempre eran serias, tristes, sobre la guerra civil, victimistas y sin interés alguno ni divertidas ni entretenidas (cosa que sinceramente en los últimos años está cambiando) tampoco creo que sea algo raro.

Un día perfecto” es una película que trata sobre la guerra, que trata un tema serio bélico, pero en la que no hay ni un solo disparo, ni una sola acción de batalla, ni un solo muerto. Bueno en esto último he mentido; sí hay un par de muertos, uno sobre todo que en el fondo sería casi el protagonista de la historia por desencadenar toda la trama argumental. ¿Y cuál es el hilo conductor de toda la película, el argumento de la trama? Pues simplemente buscar una cuerda para poder sacar del fondo de un pozo el cadáver de un hombre que si no se saca de ahí terminará por arruinar el agua y echar a perder un recurso tan escaso en tiempos de guerra como es el agua. A partir de esa simpleza de argumento, se desarrolla una película llena tanto de humor blanco, como del negro (sobre todo de este último), como también y por contraposición de reflexiones duras y serias que hacen pensar al espectador sobre las causas de las guerras no para los países sino para sus ciudadanos que son los que las sufren en último lugar.

La acción de la película se desarrolla en una ficticia guerra en los Balcanes en el año 1995. Está claro que de ficticia tiene poco y que a todos, al menos a los que hemos leído sobre ello porque cuando ocurrió de verdad éramos apenas unos mocosos pendientes de jugar con nuestros Legos o Action Man, nos viene a la mente la terrible guerra de los Balcanes que causó la mayor tragedia bélica en Europa desde el final de la IIGM. “Un día perfecto” mezcla el horror de lo que se vivía en la guerra con el trabajo diario de un grupo de cooperantes que se encargan de minimizar los daños causados por los militares y en muchos casos también las Naciones Unidas. De hecho los protagonistas de la cinta son cooperantes.

De los protagonistas de “Un día perfecto” es imposible destacar a alguno por encima del resto, aunque si tengo que hacerlo destaco al personaje al que da voz Tim Robbins. El nombre de este cooperante no aparece en toda la película, simplemente le llaman “B”, y es quizá uno de los mejores protagonistas que he visto últimamente. Como he dicho encarna a un cooperante que lleva ya muchos años ayudando a la población local en muchos conflictos a lo largo y ancho del globo y que harto de ver el horror de las guerras, el odio, la destrucción y la sinrazón de los conflictos armados, decide tomar un punto de vista irónico, socarrón y sarcástico, buscando siempre un punto de vista optimista y positivo para intentar hacer su trabajo y el de las personas que le rodean algo más asumible. Y en el fondo eso lo consigue con el espectador. Es el personaje de Tim Robbins el que lleva el peso de esta fantástica comedia negra, comedia bélica podríamos decir. Es con Tim Robbins con el que el espectador más se va a reír, por forma de ser, comentarios y acciones. Sin embargo a lo largo de la película el espectador pasará de la carcajada a la seriedad más dura en apenas unos instantes y eso es algo que nunca me había pasado en una película.

Un día perfecto” no es sólo Tim Robbins. También el personaje de Benicio del Toro aporta su granito de arena a una historia cómica pero sin dejar a un lado la realidad que trata. El cooperante al que da vida del Toro, Mumbrú, es más serio que “B”, y parece que se toma mucho más a nivel personal algunos asuntos, pero aún así también tiene su punto socarrón y sarcástico ante la situación en la que trabaja. Además a este personaje le da réplica una mujer, encarnada por una de las actrices con mayor proyección en Hollywood y que además es uno de los rostros más bellos del cine actual como es Olga Kurilenko. Esta cooperante tuvo un affaire con Mumbrú en una misión anterior de su ONG que tiene repercusiones, siempre en tono irónico y cómico, en la misión actual. Este tándem da un poco de comedia romántica de enredo a la película y quita en parte dramatismo al ambiente bélico en el que se mueven los personajes y la historia. Por último citar al resto de protagonistas de la historia: una cooperante francesa que vive su primera misión dura real, un intérprete nativo de los Balcanes que da cierto toque de realismo a la historia, y un chaval que se suma al grupo de cooperantes porque otros chavales le querían pegar para quedarse con una pelota de fútbol y que se convierte en guía improvisado de los cooperantes en su búsqueda de cuerda. Este crío además aporta un toque muy duro a la historia, tan duro que el espectador cae a la realidad de una guerra en un instante y queda desde entonces marcado, y aunque uno se sigue riendo con “B” o con Mumbrú ya no es lo mismo.

La factura técnica de la película es perfecta. “Un día perfecto” mezcla con absoluta perfección momentos totalmente hilarantes, cómicos, irónicos, sarcásticos y divertidos, con momentos duros en los que las risas deben cesar de manera casi abrupta al toparse con la guerra. No hay que olvidar que ésta es una película sobre la guerra y sus desastres entre la población local que la sufre y por esa razón hay escenas que muestran esa desgracia bélica en todo su dramatismo y profundidad. Fernando León de Aranoa, el director de la cinta, ha sabido dar un equilibrio perfecto a la película para que el humor negro y la ironía de sus personajes se compensen con el drama de la guerra, los refugiados y las víctimas del conflicto. Ésta no es una película satírica sobre la guerra. Todo lo contrario, estamos ante una película totalmente crítica con las guerras que trata el tema de manera muy seria y respetuosa, con la suficiente profundidad para que a través de la risa el espectador reflexione sobre las consecuencias de un conflicto bélico.

Poco más puedo decir de “Un día perfecto”, sólo que me ha encantado. La única pega que pondría, rebuscando mucho y siendo quizá demasiado quisquilloso, es que a lo largo de la película se usan muchas tomas aéreas para mostrar el avance de los sempiternos todoterrenos de los cooperantes y los convoyes militares de Naciones Unidas, y al principio puede que muestren con amplitud cómo es una zona de guerra y cómo se mueven aquellos que intentan minimizar sus efectos, pero pueden terminar por ser un poco cansinos. Pero como digo quizá este apunte sea demasiado quisquilloso. Por todo lo demás, esta película es una verdadera delicia en la que me he reído bastante, he disfrutado como hacía tiempo que no disfrutaba en el cine y además me he estremecido por los desmanes de las guerras. Es una muy buena película que de verdad merece la pena ir a ver, tanto para disfrutar de las magníficas interpretaciones de del Toro y Tim Robbins, como por la propia historia que en ella se narra. Ésta es de esas pocas películas en las que uno no pierde el tiempo en el cine y de la que se sale con muy buena sensación. Por cierto el título de la película que puede no tener mucho sentido, lo cobra todo al final con una magnífica dosis de ironía y humor negro.

Caronte.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Lectura crítica: "Cómo se hace un chica"

Esta es una de esas lecturas que no tendría que haber leído, no por nada, sino porque simplemente no la tenía pensada, ni planeada, ni prevista en mi lista de libros pendientes por leer. De hecho si la he leído ha sido únicamente porque el destino hizo que cayera en mis manos. El destino, esa fuerza universal que mueve los hilos invisibles de la humanidad y hace que nos crucemos con personas, libros, canciones, ciudades o comidas que nos marcan para bien o para mal en nuestra vida. Ese destino que hizo que hace unos meses recibiera la noticia de que me había tocado en un sorteo (sorteo en el que no recuerdo haber participado) un libro. Este libro. Y así fue como sin esperarlo cayó en mis manos esta novela que acabo de terminar de leer tras dos días en los que de lo único que he disfrutado ha sido de saber que lo que me estaba leyendo no me había costado ni un solo euro.


Nada sabía de esta novela, ni de su autora, Caitlin Moran, una periodista y articulista crítica británica que trabaja para The Times y que ha conseguido un éxito importante en el mundo periodístico. Pero además Moran es una mujer feminista sin fronteras ni límites, ideal que ha dejado plasmado no sólo en la novela que me acabo de leer y de la que voy a hablar , “Cómo se hace una chica”, sino también en otra anterior “Cómo ser mujer”. No sé si es bueno que en una novela se plasmen de manera tan visceral y directa visiones e ideales personales sobre el mundo que todo el mundo puede no compartir. Y tampoco sé si es adecuado mostrar algo que en el fondo hace mucho bien a la sociedad, el ideal de mujer independiente alejada de los designios de un hombre que la mande, la diga y la ordene lo que debe, tiene y puede hacer, de manera tan radical sin dar opción a que el lector se pueda plantear lo contrario dentro de la propia novela.

Cómo se hace una chica” está escrita en primera persona por su protagonista, Johanna Morrigan, una joven de familia muy humilde, que vive de los subsidios por familia numerosa y padre con minusvalía física (fingida en parte), de un barrio muy humilde de casas de protección oficial, de una ciudad, Wolverhampton, echada a perder por la política de Thatcher de los años 80. La novela empieza con una Johanna adolescente, quizá ni eso, de 15 años que ve como su familia intenta sobrevivir a duras penas: un padre alcohólico que sueña con ser una estrella de rock pero que no llega ni a estrellado en la vida; una madre que solo sabe parir hijos y que tras dar a luz a dos gemelos a los que tarda la vida en poner nombre cae en una depresión que la hace parecer un fantasma en pena por la casa; un hermano mayor misterioso que como todo hermano mayor odia a su hermana menor, por mucho que ésta lo quiera e idolatre; y un hermano menor que muchas veces termina por dormir con Johanna porque tiene miedo. Esta es la vida cotidiana de Johanna, a la que se suma sus ansias sexuales que la llevan a desesperarse por perder la virginidad y sus deseos de ser alguien importante y no una simple chica de quince años gorda y virgen y poco popular.

Por todo esto Johanna decide cambiar su vida. Decide ser otra y para ello busca un nuevo nombre que la entusiasme y la haga ser una chica de un lugar que no sea Wolverhampton. Ese nombre pasará a ser a partir de ahora Dolly Wilde. En este momento “Cómo se hace una chica” cambia por completo, y se deja a un lado el tono popular de la primera parte del libro para pasar a un tono mucho más vulgar, cínico y bestia de la segunda parte de la narración. En esta parte Dolly se convertirá en crítica musical para una revista de Londres. Esa es la nueva vida que entusiasma a Dolly/Johanna. Una vida de fiestas desfasadas y sin límite; de alcohol; de rock; de punk; de músicos independientes y colgados de la vida; de speed; y sobre todo de sexo. Porque ante todo Dolly/Johanna sigue obsesionada con perder la virginidad, con “follar” (y cito textualmente), con que la bese un chico. Para ello, para aliviar esa obsesión se transforma en otra persona, finge todo lo posible para conseguir su objetivo. En este punto el libro coge carrerilla y se narran obscenidades que sinceramente creo que están fuera de lugar por mucho que con ellas Caitlin Moran pretenda ilustrar de manera casi caricaturesca el feminismo liberador de la mujer.

Como he estado diciendo “Cómo se hace una chica” se divide en tres partes. En la primera se presenta a Johanna Morrigan y su deseo de cambiar; en la segunda se muestra la vida de excesos y fingimientos de Dolly Wilde; y por último en la tercera parte las aguas vuelven a su cauce y Dolly/Johanna se da cuenta de que todo lo que ha vivido como Dolly es una farsa y que no la hace sentirse mejor consigo misma. Pues bien de estas tres partes yo destacaría por encima de todo la primera y la última. En ellas Caitlin Moran narra con un estilo muy divertido, popular y feminista cómo una chica flota a la deriva en un mar de dudas llamado adolescencia y cómo toda construcción de la personalidad de todo ser humano pasa por momentos de construir y destruirse a sí mismo. Pero trata estos temas serios, de aprendizaje personal, de manera directa tal y como todos los hemos vivido, con unos golpes de humor que desatan verdadera carcajadas en el lector (yo me he reído en algunas ocasiones como nunca me había reído con un libro).

Pero la segunda parte de “Cómo se hace una chica” es tediosa y en mi opinión sobra de principio a fin. O eso o está totalmente mal enfocada. Caitlin Moran se enfrasca en una serie de líos personales que son desastrosos y que están narrados de manera caótica sin pies ni cabeza y en los que se mezclan constantes referencias al mundo de la música británica independiente de principios de los años 90 que poco o nada tienen que ver con hoy en día y que difícilmente un lector no británico que no hubiera vivido aquella época puede entender. Y digo que esta parte central de la novela es horrible por ello, por toda esa marea ingente de grupos de música que salen nombrados. Y no sólo grupos de música sino también a elementos de la cultura popular británica más local que dejan totalmente descolocado a cualquier lector. Pero además a todo esto hay que sumar algunos capítulos con el sexo como único hilo argumental que me parecen fuera de lugar e inapropiados en un libro que pretende ser un manifiesto feminista y de la liberación de la mujer y que sinceramente creo que sólo consigue ser, en esta parte, una novela porno mal escrita, vulgar y hasta soez en algunos casos. Además hay que tener en cuenta que la protagonista tiene apenas 16 o 17 años lo que me parece todavía más alucinante e inverosímil.

Pero bueno dejando eso a un lado y no queriendo hacer más leña de “Cómo se hace una chica”; me gustaría también decir que creo que este libro es a pesar de todo un buen reflejo de la sociedad británica post-Thatcher. Todos en algún momento hemos visto la película “Full Monty” en la que un grupo de obreros de la industria pesada británica se quedan en paro por el cierre de las fábricas debido a la reconversión económica que Margaret Thatcher llevó a cabo durante su mandado como Primera Ministra Británica y deciden hacer un grupo de striptease. Pues este libro es una especie de “Full Monty” para leer, ya que en él, dejando a un lado la historia de Johanna/Dolly se puede atisbar perfectamente ese estado de postración y miseria, de no futuro, en el que la sociedad británica, las clases medias y bajas sobre todo, la clase obrera, quedó durante estos años. Estado que a duras penas ha cambiado y que refleja una brecha social importante que provocó que muchos jóvenes buscaran evadirse de esa realidad mediante formas poco recomendables (drogas, alcohol, vandalismo, sexo, etc.).

Para concluir, solo apuntar que “Cómo se hace una chica” se hace pesado de leer, básicamente por toda esa parte central de la novela en la que el lector se pierde entre descripciones de sexo, felaciones, morreos y demás, y grupos de música desconocidos salvo para quien los escuchara en alguna localidad inglesa perdida en los mapas, gris e industrial. Tienen momentos de risa, sí, pero para lo que yo pensaba que podía ser, ya que el principio del libro realmente promete, luego todo se desinfla, hasta que al final parece repuntar un poco, aunque demasiado tarde para salvar al conjunto. Como dije al principio lo único bueno que he sacado de la lectura de este libro es que no me ha costado ni un euro. Algo es algo.

Caronte.