viernes, 28 de agosto de 2015

Lectura crítica: "HHhH"

Creo que nunca antes me había pasado el tener sentimientos tan encontrados con un libro. Es difícil que con todos los libros, de toda clase, que llevo ya a mis espaldas venga un libro nuevo y me sorprenda como lo ha hecho este, para bien y para mal, todo hay que decirlo. De hecho todo lo que rodea a este último libro que me he leído es de destacar. Para empezar diré que di con él, lo descubrí por así decirlo, buscando en internet, preguntando al oráculo de google sobre libros relacionados con la segunda guerra mundial, ya que tenía ganas, y cierto mono también, de volver a leer algo relacionado con este tema sobre el que, a decir verdad, llevaba tiempo sin leer nada. Y así fue como di con esta novela/libro de historia/documento periodístico. Luego lo adquirí en la Feria del Libro de Madrid no sin suspense porque la chica que había en la caseta no daba con él, no lo encontraba en las estanterías, hasta que yo se lo señalé y por fin me hice con él, no sin dudas sobre si estaba bien innovar de manera tan abierta con un libro. Y por último ha estado en una estantería de mi casa hasta que por fin me he atrevido a leerlo.

Una de las cosas que más me llamó la atención de este libro fue, como no podía ser de otro modo, su título: “HHhH”. Estas cuatro “h” hacen referencia a la frase en alemán “el cerebro de Himmler se llama Heydrich”, cuya traducción al idioma de Merkel no reproduciré aquí por comodidad más que por otra cosa. Detrás de este título tan críptico se encuentra un libro que pretende ser novela. Su autor es un relativamente joven escritor francés Laurent Binet, y digo relativamente joven no por su edad, que tiene ya 43 años, sino por su trayectoria literaria, y que solo cuenta con tres libros publicados siendo este el último. Esta novela experimental ganó en su día el Premio Goncourt a la primera novela de un escritor, una especie de premio a los debutantes en el mundo de la literatura.

Pero si el título llama la atención, no menos lo hace su propia estructura y composición. Pero antes de entrar en ese asunto debo decir cuál es el argumento del libro, de qué trata. “HHhH” no es ni más ni menos que el relato novelado del asesinato de Reinhard Heydrich, uno de los jerarcas nazis, por desgracia, más famosos que atemorizaron y causaron terror y horror en Europa, concretamente en Praga, durante la IIGM. Para mucho el nombre de Reinhard Heydrich no es más que un nombre, probablemente alemán, que suena a señor alto, rubio y con cara de muy pocos amigos, sobre todo judíos. Y en cierto sentido es a lo que debe sonar. Pero Heydrich fue mucho más que todo eso. Heydrich como el título del libro dice fue la mano derecha de Himmler, un diablo reencarnado en ser humano que ideó los más crueles métodos de exterminio del régimen nazi, muchos de ellos ayudado por Heydrich. De hecho a Heydrich se le conocía como el “carnicero de Praga”. Pues bien en este libro se narra, como he dicho de manera novela, la historia de su asesinato principalmente, aunque también se explican momentos clave de su vida para intentar entender, cosa harto complicada, la mentalidad y forma de ser de este monstruo.

Pero a pesar de que “HHhH” pretende centrarse en Heydrich, también aparecen los nombres de esos héroes casi siempre anónimos salvo en sus pueblos de origen, o quizá si hay suerte en sus países natales, que lucharon contra el régimen nazi pagándolo con su vida, la de sus seres queridos y familiares y conocidos. Así en el libro también son protagonistas las dos personas que se encargaron de asesinar mediante un atentado a Heydrich: Jan Kubiš y Jozef Gabčík, un checo y un eslovaco, aunque por aquel entonces las fronteras no estaban igual de definidas que hoy en día. Estos dos hombres dieron su vida por intentar liberar su patria de la barbarie y la sinrazón nazi, y pagaron caro su desafío.

Vuelvo ahora con algo que dejé colgado hace unos instantes y es la estructura y composición del libro. Laurent Binet intenta, o al menos esa es mi impresión, con “HHhH” crear una forma nueva de narrar y para ello va más allá de los límites de la novela convencional. De hecho llamo novela a este libro por comodidad, porque para mí no es una novela ni de lejos, a pesar de que tiene alguna parte, mínima por otro lado, que sí puede acercarse a esa definición clásica de lo que es una novela. Para mí no es una novela, primero porque no hay nada en ella que sea ficción, ya que tanto personajes como hechos no son fruto de la imaginación del autor sino de la propia historia; y segundo porque la estructura de la novela, por mucho que se intente innovar, está clara y es única. Y es en este segundo aspecto en el que más en disonancia esto con el libro.

HHhH” está escrito de manera muy críptica, y no porque sea difícil de leer, ya que es todo lo contrario. Los capítulos del libro son extremadamente cortos, solo dos se van por encima de las diez páginas, el resto apenas ocupan dos, y en muchos casos media hoja o menos, hay algunos de apenas un par de líneas. ¿Cómo puede ser esto? Pues la razón es que a medida que Binet escribe y relata la historia de Heydrich, de sus asesinos, y de cómo se teje todo el entramado para llegar al desenlace final, además nos va contando a los lectores cómo ha ido escribiendo todo, a quién consultaba, las anécdotas que le ocurrían al revisar lo ya escrito, o las dudas que le surgían a la hora de narrar algo que realmente ocurrió teniendo que inventar o no diálogos, o sentimientos o ideas de los personajes reales que aparecen en el libro. Y esto es lo que me ha sobrado de la novela. Todos estos apuntes sobre el proceso de creación me han resultado excesivamente cargantes y pretenciosos. La historia del asesinato de Heydrich es mucho más que interesante, yo de hecho la desconocía, pero el entremezclarla con estos detalles inocuos hace que se pierda a veces la intensidad narrativa necesaria para que realmente un libro pase de ser un mero divertimento a una obra que llene.

Por esta razón “HHhH” me tiene dividido. No sé si me ha gustado o si me ha decepcionado. Por un lado no puedo negar que la historia que se narra en sus páginas me ha resultado muy interesante. Por mucho que creamos saber todas las atrocidades y locuras que el régimen nazi realizó, siempre habrá detalles, como el episodio de Lidice en la República Checa, que no están en primera línea de la historia per que revelan los niveles de terror y crueldad a los que se llegaron durante la IIGM. Pero por otro lado la forma en la que Laurent Binet ha decidido contar esta historia me ha resultado agotadora, innecesaria y a veces hasta una pérdida de tiempo. Si en vez de incluir en la narración todos esos detalles sobre cómo iba escribiendo y descartando tal o cual elemento narrativo o histórico, y se hubiera centrado en escribir la historia del atentado contra Heydrich de manera novelada, hubiera conseguido un libro enorme que hubiera mantenido al lector totalmente enganchado a la historia. De hecho el capítulo en el que se narra el atentado propiamente dicho, y el que cuenta el final de los miembros de la resistencia checa y eslovaca en una cripta de una iglesia de Praga tienen un ritmo alucinante, pero ahí queda todo.

No negaré que a quien le guste la historia, y sobre todo los libros que tengan algo que ver con el régimen nazi, la resistencia contra el mismo y la IIGM, quedarán encantados con “HHhH”. Pero lo que es yo, tengo que decir que si tengo que calificarlo de alguna manera diré que la historia es muy interesante pero la manera de contarla y el hacer pasar por novela un libro que en el fondo narra hechos reales con una precisión enorme y muy documentado, no me ha terminado de convencer. Por esto decía al principio que tenía sentimientos encontrados.

Caronte.

jueves, 20 de agosto de 2015

Cinco y acción: "Misión: Imposible-Nación Secreta"

¿Qué verano sería este sin un taquillazo que reviente las salas de cine de medio mundo y que devuelva a las pantallas a una de las sagas cinematográficas más famosas y rentables de Hollywood? Pues obviamente un verano anodino. Ha vuelto Ethan Hunt en la piel de Tom Cruise, o al revés cómo el lector cinéfilo quiera. En una tarde soporífera en la que nada pudo hacer que me apetezca realmente, ni quedar con mi novia porque no tengo, ni salir con mis amigos porque están “liados”, sólo me queda el cine que siempre está ahí, aunque no siempre con películas que me apetezca ver. Por suerte en verano siempre echan algo interesante en las calas de cine para cualquier tipo de público, y además están fresquitas y este año en Madrid el fresquito es más que necesario fundamental. Y si a todo esto le sumamos acción, efectos especiales, especialistas de cine, peleas, persecuciones y una trama de lo más fantástica que exista la diversión y el entretenimiento están asegurados, y si no pues al menos uno pasa un par de horas en el cine sin pensar en su mierda de vida.


Han pasado ya cuatro años desde la última entrega de la saga “Misión: Imposible”, entrega que por cierto no he visto aunque tampoco me quita el sueño no haberlo hecho, nueve desde que se estrenara la última película protagonizada por el agente de misiones especiales y secretas Ethan Hunt que yo he visto, y he de decir que ha merecido la pena. Decidí ir al cine a ver la película no solo porque no tenía nada mejor que hacer, sino también por todo el revuelo que se ha levantado alrededor de esta última cinta protagonizada por Tom Cruise, que a sus 53 años vuelve a recuperar el brío y el esplendor que en su día tuvo en las primeras películas de esta saga cinematográfica.

Misión: Imposible-Nación Secreta” cumple a la perfección con todas y cada una de las características de sus hermanas mayores y anteriores, salvo la cuarta de la que no puedo opinar porque no la he visto. Esta quinta entrega es una muy digna heredera y continuadora de la saga de más acción, efectos especiales y escenas peligrosas y trepidantes del cine actual. Como las tres películas anteriores de la saga que he vista, esta quinta entrega está llena de excesos visuales y de acción, y como ha dicho antes cumple con todos los cánones de sus hermanas anteriores. Sí hay una diferencia con respecto a las otras películas en cuanto al argumento; y es que a pesar de que la trama principal sigue siendo tan irreal como en las demás películas en esta última entrega se puede apreciar una especie de bajada al mundo real por parte de los creadores. Ya no hay un grupo terrorista que pretende aniquilar a la población de los Estados Unidos de América principalmente y que hay que parar sea como sea para evitar una gran catástrofe.

En “Misión: Imposible-Nación Secreta” se nos plantea la existencia de un grupo secreto de antiguos agentes secretos a los que diferentes servicios secretos de todo el globo han dado por muertos en diferentes misiones especiales y que todo el mundo cree que están realmente muertos o desaparecidos. Este grupo secreto, El Sindicato, aborta una misión del agente Hunt e intenta matarle, vamos como en casi todas las demás películas de la saga. Sin embargo, como en todas las películas, Hunt sale maltrecho pero vivo de su secuestro e intento de asesinato y empieza a investigar, eso sí solo porque el servicio secreto al que pertenece es cerrado por el Gobierno de EE.UU. a instancias de la CIA, que en un primer momento se puede llegar a pensar que forma parte del Sindicato. Con la ayuda de sus amigos también agentes del antiguo servicio secreto de seguridad Hunt investiga y logra dar con el cabecilla del Sindicato. Además, como en ninguna película de Misión Imposible puede faltar una chica, en esta entrega la protagonista femenina es una doble agente, o triple, o se no sabe muy bien durante toda la película a quien pertenece su lealtad ni para quien trabaja, aunque al final se descubre. Esta chica también ayudará a Hunt a acabar con el Sindicato y su cabecilla.

Con esta trama ya planteada a lo largo de “Misión: Imposible-Nación Secreta” se sucederán los temas típicos de la saga. Acción trepidante y llevada a cabo, al menos la parte que corresponde a Tom Cruise por él mismo sin la ayuda de actores especialistas de acción. Muy relevante y asombrosa ha sido la escena que abre la película en la que Cruise está agarrado a la puerta de un avión de transporte militar Airbus A-400M mientras el aparato está despegando desde un aeródromo. La escena que ha dado la vuelta al mundo no está rodada en ningún decorado de fondo verde y ambientado después por ordenador, sino que está realmente rodada a bordo de un avión de verdad con Tom Cruise jugándose la vida literalmente si algo va mal. Pero además de estos alardes de forma física por parte de Tom Cruise, que siempre ha hecho en estas películas, el espectador amante de estas películas podrá disfrutar de las ya famosas persecuciones en moto por carreteras de montaña, llenas de curvas, precipicios a un lado y mucho polvo en las que se destrozan motos como quien devora una docena de churros en San Ginés. Y además de esto, también he de señalar los también ya archiconocidos cambios de escenarios que se producen en las películas de “Misión: Imposible”, en esta última entrega la acción se desarrolla entre Viena, Marruecos, Londres y por supuesto Washington. Vamos que los amantes de esta saga de acción y de las peripecias de Ethan Hunt disfrutarán de lo lindo.

Por destacar alguna escena de “Misión: Imposible-Nación Secreta” que me haya parecido muy buena, me quedo con la que se desarrolla en Viena, más concretamente dentro de la Ópera. Elijo esta supongo que porque me trae buenos recuerdos y me emocioné al ver que parte de la película se desarrollaba en esta bellísima ciudad consagrada a la música, y para más inri dentro de uno de los edificios más impresionantes de toda la ciudad: la Ópera. Lo que ocurre dentro de la Ópera durante la representación de la ópera Turandot de Puccini es una de las escenas clave de toda la película ya que permite a Ethan Hunt entablar ya contacto directo con el Sindicato y su manera de actuar. Destaco esta escena, no ya solo por el lugar, sino también por la mezcla entre acción y pelea entre Hunt y los “malos”, y la delicadeza de la ópera que se está llevando a cabo al mismo tiempo. El punto cumbre de toda esta escena se produce al final del aria Nessum Dorma, la más famosa de todas las arias de ópera de la historia. Quiero notar aquí además algo que quizá muy poca gente aficionada a este tipo de películas sabrá o se habrá dado cuenta de ello; y es que a partir de esta escena la banda sonora de la película, cuando se quiere ambientar alguna escena algo más íntima y personal, menos de acción, usa los acordes del aria que acabo de mencionar.

Por concluir, ya que tampoco hay mucho más carne que cortar, ni chica que comentar, “Misión: Imposible-Nación Secreta” es una muy buena y digna continuadora de la saga comenzada allá por 1996 en la que un joven Tom Cruise se vistió por primera vez del agente Ethan Hunt. Para los amantes de la acción desmedida, las persecuciones, las explosiones, las peleas cuerpo a cuerpo, las conspiraciones mundiales a favor del terror, la muerte y la destrucción del mundo, esta es su película del verano porque van a encontrar todo esto en proporciones descomunales, para ello J.J. Abrams ha hecho un muy buen trabajo como director de la película y demuestra cada vez más que ha pillado el truco a las películas de acción sea cual sea la temática. No creo que esta última entrega de la saga de “Misión: Imposible” decepcione a sus fans más incondicionales. A mí me ha gustado bastante y eso que no soy un fan radical ni de esta saga ni de este tipo de películas, pero para estar entretenido de verdad algo más de dos horas esta película es perfecta.

Caronte.

miércoles, 19 de agosto de 2015

Lectura crítica: "El mundo de ayer"

El libro del que hablo en esta ocasión es de un autor del que desconocía todo absolutamente hasta que no oí a Javier Solana, uno de los políticos españoles que más admiro hablar de él. De hecho Stefan Zweig no es un autor muy conocido a día de hoy ni en Europa ni en el mundo, al menos en círculos populares, aunque es probable que sí lo sea en círculos más intelectuales. La vida de este escritor austríaco y judío empieza en las últimas décadas del siglo XIX y termina al poco de estallar la Segunda Guerra Mundial; de hecho Zweig vive con tremenda pena, desilusión y desesperanza las dos Guerras Mundiales que pocas generaciones tuvieron la desgracia de vivir tan de cerca. De convicciones profundamente europeas, fue uno de los intelectuales que más luchó por conseguir una hermandad total y absoluta entre los pueblos de Europa para que las guerras que durante la historia siempre han golpeado al viejo continente terminaran de una vez bajo el paraguas de una misma convicción común. Fruto de todos estos acontecimientos que le tocó vivir, de la época de cambio en la que desarrolló toda su carrera literaria, es el libro del que voy a hablar hoy.

El mundo de ayer” es muy probablemente la obra cumbre de Stefan Zweig en la que plasma todas las inquietudes vitales que defendió en vida y que tras ver cómo su mundo se venía abajo, sus ideas eran fulminadas por la sinrazón de la humanidad enloquecida y envilecida por la guerra, llevaron a su suicidio. Ésta no es una obra de ficción, aunque mejor habría sido que lo hubiera sido de verdad para no leer sobre lo que Europa sufrió en apenas tres décadas: el declive progresivo de la cultura europea, de los valores y el alma del viejo continente, que llevaron a sendas Guerras Mundiales tremendas. Este libro es el testimonio vital de Stefan Zweig, publicado además de manera póstuma tras la muerte del escritor, de toda su vida pasada en Austria, de sus viajes por toda Europa, desde París, a Berlín, pasando por Londres, Bruselas, San Petersburgo y Salzburgo.

A pesar de que no estamos ante una novela, tampoco se puede decir que “El mundo de ayer” sea una autobiografía al uso. Stefan Zweig nos narra su vida, sí es cierto, pero sólo nos permite profundizar en ella mientras ello sirva para hacer ver al lector cuál era el ambiente de la sociedad en la que vivía en cada momento. Así cuando en los primeros capítulos habla de la Europa del cambio de siglo el lector se da cuenta de que la alegría, el entusiasmo y las ganas de vivir inundan todos los pasajes del libro; se usa un estilo directo, alegre, optimista y se presenta una sociedad libre sin ataduras de ningún tipo, que vive la vida siempre acorde a la moral de la época. A medida que Zweig avanza en la narración de su vida, este tono empieza a cambiar junto con la propia sociedad. Y el contraste el total entre el antes y el después de la Primera Guerra Mundial. Si antes Europa y la sociedad eran libres, y la libertad se vitoreaba y se disfrutaba como algo innato al ser humano; tras la guerra esa libertad parce un don, un regalo hecho a la sociedad por parte de sus mandatarios. Zweig empieza a ponerse melancólico, algo más dramático y pesimista.

Pero como digo ésta no es una autobiografía al uso. Stefan Zweig no pretende mostrarnos su vida para compadecernos de él, ni para alardear de su fama como escritor dramático, ni para restregarnos por la cara su cultura y nivel intelectual, ni tan siquiera pretende que nos compadezcamos de él por ser judío en una Europa que poco a poco empezó a ver de nuevo a los judíos como seres extraños. En “El mundo de ayer” ante todo Zweig quiere que el lector sepa qué es lo que provocó la caída de Europa, su destrucción, la destrucción de ese ideal de paz, prosperidad, cultura, hermandad y comunión de los diferentes pueblos que habitan el viejo continente. Y esto es lo que realmente consigue. Desde el primer momento con un estilo claro, conciso, que no se va por las ramas, ni da rodeos interminables para contar alguna anécdota, encuentro, o episodio histórico, el lector queda enganchado a este libro magistral que desde las propias vivencias y los ánimos de su autor narra la caída en desgracia de Europa.

Tuvo que ser duro vivir esa época de Europa siendo alguien tan preocupado por el propio destino del continente y de su construcción como patrio común de todos los europeos sea cual fuera su religión, lengua o patria. Tuvo que ser desgarrador como en apenas unas décadas todo cambió en una espiral de demencia colectiva gobernada no se sabía muy bien por qué fuerza exterior a la sociedad y al mundo. Tuvo que ser demoledor verse impotente ente todo lo que estaba pasando, no poder hacer nada por evitarlo, y eso también está plasmado en “El mundo de ayer”. Esa impotencia, esa desolación, esa espiral absurda en la que cayó Europa para terminar en una Guerra tan sangrienta como fue la Primera Guerra Mundial se ven perfectamente plasmadas en el libro.

Además “El mundo de ayer” sirve para que todos los que no fuimos testigos de aquella época, de aquellos primeros cuarenta años del siglo XX, nos demos cuenta cómo era Europa y cómo es ahora. Todo se ha perdido. La sociedad no es la misma, pero no por el normal desarrollo y avance de la misma, sino por un retroceso en prácticamente todos los ámbitos: culturales, intelectuales, éticos, morales, políticos y económicos. Las dos guerras mundiales, pero sobre todo el ascenso de un monstruo como Adolf Hitler al poder en Europa y su locura radical contra las razas “inferiores” hicieron que la esperanza que había en el seno de Europa, de sus ciudadanos más comprometidos con su avance y unión, estallara en mil pedazos sin posibilidad de poder unirse.

El mundo de ayer” también es un retrato muy fiel del mundo literario de la época. Del literario y del cultural a fin de cuentas. A lo larga de sus páginas, y sin nunca dejar de lado que él mismo es escritor y que ama las letras y la literatura, Stefan Zweig conforma una visión completa de cómo la sociedad europea, en prácticamente todos sus estamentos y en la mayoría de los países amaba la cultura, la respetaba y la consumía con muchas ganas. Música, danza, teatro, ópera, literatura. Todo estaba mezclado y se adoraba a escritores, músicos, actores, actrices, compositores. También eso ha cambiado en Europa ahora. Ya no se idolatra a los escritores, ni a los actores, a no ser que salgan todo el día en televisión. Ya ningún joven puede nombrar alguna ópera de Wagner, o Mozart; nadie podría citar el nombre de tres músicos alemanes, o austríacos; ni mucho menos podría citar a algún escritor, no ya antiguo sino contemporáneo. La decadencia moral, ética y cultural de Europa comenzó con Hitler y nunca la hemos recuperado.

El lector que se anime con “El mundo de ayer” debe estar preparado para aprender y comparar nuestra sociedad actual con la de principios del siglo XX, tomando las debidas precauciones claro está. A lo largo de las más de quinientas páginas de narración Stefan Zweig guiará a los lectores por de la historia de Europa a través de sus propias experiencias vitales. Nunca antes había leído un libro de no ficción tan marcadamente divulgativo que me hubiera enganchado tanto; pero es que como dije al principio bien podría tratarse de una novela con tintes autobiográficos de lo bien contada que está. Otra advertencia que quiero dar a quien se anime a leer este libro es que esté preparado para sentir muchos cambios de humor a lo largo de sus páginas, que se prepare para la indignación de leer cómo Europa perdió sus posible identidad por la locura de las guerras y su sinrazón. Esa misma locura y sinrazón que terminaron por llevar a Zweig al exilio, a sentirse extranjero en cualquier parte y a quitarse la vida antes de que acabara la Segunda Guerra Mundial y de que este libro saliera a la luz. Sin lugar a dudas este libro es una lectura imprescindible para todo aquel que quiera saber qué fue Europa, qué pudo haber sido y en qué se terminó convirtiendo.

Caronte.

domingo, 9 de agosto de 2015

Lectura crítica: "La Hojarasca"

Ya he vuelto a la normalidad de mi casa, a la rutina diaria del verano sin hacer nada y lo que creo que es peor, sin la posibilidad de hacer nada con nadie que me llene. Pero tengo los libros. Después de mis días de vacaciones en los que no he podido leer – tengo claro que el año que viene me cogeré unos días de relax absoluto en un hotel en una playa no demasiado concurrida para olvidarme del mundo y poder disfrutar de la literatura y nada más – he vuelto a coger ritmo de lectura y hoy me toca hablar de otro libro de uno de esos autores que ya son clásicos en este blog y en mi propia biblioteca. Gabriel García Márquez dejó para la posteridad una serie de novelas y relatos cortos que marcaron un antes y un después en la literatura universal creando un universo literario propio, además de un estilo tan peculiar que, desde mi modesta opinión, nadie de momento ha podido superar ni siquiera igualar. Además lo bueno de las novelas de García Márquez es que la mayor parte de ellas, quitando un par de ellas, se leen casi de una sentada.

De una sentada casi me he leído yo “La Hojarasca”. Esta novela fue la primera que publicó, allá por 1955 García Márquez, y por ser la primera fue en un sentido la precursora de todo su mundo literario ficticio. En esta novela que tiene ya sesenta años, edad digna para cualquier creación literaria o cultural simplemente, aparece por primera vez Macondo, ese rincón tan imaginario, irreal y fantástico, como real y concreto que ha fascinado desde el primer momento a millones de personas en todo el mundo, que como yo un día decidimos acercarnos hasta un libro de García Márquez y empezar a disfrutar con sus historias. Aunque se la tacha de novela en el fondo si por extensión se tratara más bien podríamos calificarla de novela corta, o relato o cuento largo. En el formato de libro que he leído yo han sido menos de ciento cuarenta páginas, lo que ha implicado que me lo he leído en apenas dos días. Como dije antes, esto es una de las cosas buenas que tiene la obra de García Márquez, que no puede nunca resultar pesada su lectura.

El argumento de “La Hojarasca” es bastante simple – tampoco es que pudiera ser mucho más complejo y extenso – y lineal, y en él se empiezan a vislumbrar algunos temas principales de la biblioteca de García Márquez. La historia se desarrolla en Macondo a principios del siglo XX, aunque en el libro se recorre casi un cuarto de siglo de la historia de este pueblo caribeño inexistente en mapas cartográficos, pero bien reconocible en planos literarios. Como ocurre en otras novelas suyas, García Márquez comienza en este caso la narración con un hecho trágico: la muerte de un personaje misterioso, un médico, a quien todo el pueblo de Macondo odio por una serie de acontecimientos pasados. Esta muerte provoca que un hombre, ya mayor, acompañado de su hija y su nieto se encarguen del funeral y el enterramiento de este odiado médico. De hecho son estos tres personajes los encargados de narrar la historia y de evocar los recuerdos del pasado de Macondo desde el momento en que el médico llega al pueblo en extrañas circunstancias y es acogido en la casa del viejo.

El tiempo y los narradores se empezarán a mezclar en el libro y a medida que avance la historia de “La Hojarasca” el lector irá descubriendo acontecimientos importantes en las vidas de estos tres personajes narradores y del mismísimo pueblo de Macondo. El muerto llegó un día en el que también llegó al pueblo otro protagonista secundario que no tiene voz en la historia pero que es nombrado en varias ocasiones, como es el párroco a quien apodan El Cachorro. Ese médico se aloja desde el primer momento en casa del viejo y su familia y allí vive durante unos años hasta que decide marcharse, o casi es echado por el viejo, al dejar embarazada a la sirvienta de la casa. Estos acontecimientos pasados son rememorados por el viejo y por su hija, Isabel, que además durante el tiempo que duran los preparativos del funeral del médico también evocará su boda con el padre de su hijo, y nieto del viejo, y la desaparición de éste a los tres años de casarse. Por su parte el nieto mientras asiste incrédulo a los preparativos del entierro también piensa en lo que podría estar haciendo en lugar de estar velando a un muerto a quien apenas conoce: ya sea jugar con sus amigos, ir a bañarse a una charca o espiar a una mujer como se desviste.

De hecho, aunque el hilo conductor principal de la trama de “La Hojarasca” es el entierro del médico, entierro que el viejo se comprometió a realizar ante el médico a pesar de que el puebla fuera a impedirlo y lo odiara por ello, el lector pronto se da cuenta que no es más que una excusa para hablar de Macondo y su historia desgraciada por los siglos de los siglos. De hecho para mí es Macondo el protagonista principal de la novela, porque es allí donde todo ocurre y gracias a los recuerdos del viejo, de su hija y de su nieto, se puede reconstruir la vida y parte de la historia de este pueblo perdido cuál Atlántida. Es magnífico poder llegar a meterse en la piel de un habitante más de Macondo, pasear por sus calles empolvadas, o embarradas dependiendo de la estación en la que nos encontremos; de echarnos la siesta en una hamaca tendida a la sombra de un platanero, un almendro o cualquier otro árbol para pasar las horas de sopor posteriores a la comida; oír los alcaravanes cantar y volar en el cielo, ver a las gallinas arremolinarse en los corrales; sentarse en la terraza del bar a pasar la tarde y comentar los últimos acontecimientos de la compañía bananera; ver como se levanta la hojarasca y recorre todo el pueblo anunciando quizá desgracias futuras imprevistas e imprevisibles imposibles de evitar.

Es posible que Macondo no exista en ningún país de la tierra; es posible que ninguno de sus habitantes haya habitado nunca en ninguna casa encalada con un corral en la parte posterior en el que crecen los rosales, los jazmines y los romeros que por la noche vierten sus aromas sobre las habitaciones. Pero también es posible que el Macondo que se nos presenta por primera vez en “La Hojarasca” sí haya existido. De lo que no tengo la más mínima duda es de que Macondo sí existe en la imaginación de todos los que hemos leídos a García Márquez y en algún momento hemos deseado con todas nuestras fuerzas que Macondo existiera para algún día ir a visitarlo y recorrer sus calles, oler sus olores, oír sus ruidos y sonidos y sentir su vida y alma personal. Todo en Macondo es diferente a cómo sería en la realidad, en el mundo normal y corriente, porque Macondo y el mundo de García Márquez no son normales y corrientes. El tiempo es cíclico y está deformado, y esta deformación está claramente presente en esta novela en la que parece que son horas las que duran los preparativos del funeral y entierro del médico cuando en realidad sólo es media hora.

La Hojarasca” es el primer ladrillo de la mansión literario de García Márquez; la primera piedra de la catedral universal que conforma su estilo literario: el realismo mágico. Pero al ser la primera novela de este mundo y estilo es también quizá la más floja y dubitativa, y por ello todavía está lejos de la intensidad y profundidad, de la prosa tan maravillosa de los grandes hitos narrativos de este escritor tan universal. Por ello también es la novela que menos me ha llegado, a pesar de que la historia que narra es increíble y muy digna de este universo literario. Ésta es quizá una novela para leer después de haber leído otras grandes obras de Márquez, para que quien no esté acostumbrado no salga decepcionado con este peculiar estilo de narrar y contar. Ésta es una novela para lectores maduros de García Márquez, pero como el resto fundamental en su obra, quizá más que el resto por ser el germen de todo su mundo literario.

Caronte.

viernes, 7 de agosto de 2015

Lectura crítica: "Mañana en la batalla piensa en mí"

Llevaba más de una semana sin leer absolutamente nada, consecuencia natural de las vacaciones que no se pasan en la playa sino visitando alguna ciudad o región y durante las cuáles no hay tiempo para nada que no sea ir de un pueblecito a otro, o pasar todo un día en una gran ciudad disfrutando de sus calles, monumentos o incluso de su playa aristocrática. Y esto pasa factura. Tenía mono de lectura. Ansiaba volver a tener un libro en mis manos y disfrutar con la lectura. Deseaba volver a sumergirme en una historia que me sacara del tedio cotidiano y diario que supone estar en mi habitación, en mi casa, sin hacer nada que me apetezca realmente con nadie. De ahí que haya vuelto de mis vacaciones con mis padres por el País Vasco y lo primero que hiciera fuera ponerme a leer a Javier Marías. Aunque más que leer lo he devorado ferozmente, como cuando después de llevar horas sin comer, o comiendo nada más que basura que lo único que hace es engañar al estómago, a uno le ponen delante un buen solomillo de ternera, o un cochinillo, o un cordero o una buena merluza o un buen bacalao.


Mañana en la batalla piensa en mí” ha sido el libro de Javier Marías víctima de mi hambre voraz de literatura y letras. No me ha durado ni una semana. Cuatro han sido los días que he empleado para leérmelo, aunque no es de extrañar ya que no puedo engañar a nadie negando que Marías no sea uno de mis escritores preferidos. Y en esta novela, publicada en su día en 1994, es decir hace ya unos cuantos añitos ha vuelto a cumplir con todas las expectativas que en ella tenía puestas en el momento en el que la compré en la pasada Feria del Libro de Madrid y en la que además me la firmó el propio autor. Como las otras novelas de Marías que ya he devorado, porque no las leo sino devoro, ésta me ha vuelto a envolver de tal manera que lo pasaba mal cuando debía dejar de leer para atender otras necesidades o para hacer otras cosas, ya fuera comer, salir a correr, incluso dormir por la noche.

Quien alguna vez se haya sumergido en el universo literario de Javier Marías sabrá que sus novelas, por cortar que sean no son nada fáciles de leer, no porque en ellas el autor emplee un lenguaje extraño ni rebuscado, que a veces sí, sino por las largas frases que emplea, los párrafos interminables en los que se expresan ideas y reflexiones rebuscadas, nunca siguiendo una línea recta argumentativa, y al mismo tiempo sabiendo siempre donde se quiere acabar la argumentación a la perfección. “Mañana en la batalla piensa en mí” cumple con estas pautas tan características de Marías y es quizá por ellas por las que a mí me gusta tanto. Quien esté acostumbrado a novelas ligeras con frases cortas, diálogos recurrentes aunque tal vez no sean necesarios e historias y tramas simples que se pueden seguir con facilidad y en las que pasan muchas cosas en pocas páginas, no será un entusiasta de Javier Marías, y a la vez nunca descubrirá que es la literatura de altura. No con ello quiero decir que esas otras novelas sean poca cosa, yo también las leo a menudo y también hay muchas que me gustan. Pero este libro es otra cosa muy distinta.

Suele ocurrir también en los libros de Javier Marías que la historia que narran no es más que un mero pretexto para plasmar una serie de reflexiones sobre el ser humano y sus preocupaciones vitales. En “Mañana en la batalla piensa en mí” pasa eso, la trama principal, aunque intensa, dura, realista y ante todo sorprendente que va ganando en intensidad a medida que avanza el libro, no es más que un trasfondo, un paisaje de fondo, que usa Marías para reflexionar a través de los personajes, en este caso el personaje principal, narrador de la historia, de los temas que plagan todas sus novelas en mayor o menor intensidad. En esta novela es Víctor Francés el maestro de ceremonias, el narrador de su propia historia. Una historia trágica que comienza con una muerte, la de una mujer con la que iba a pasar la noche en casa de ella. Esta mujer está casada y tiene un niño de apenas dos años. Esta mujer muere en brazos de Víctor que desde ese momento calla y decide ser nadie, para así evitar contar nada a ninguna persona y pasar ese episodio de su vida cuanto antes.

Con esta muerte, narrada en dos capítulos de una intensidad soberbia que mantienen al lector, pese a los giros y distorsiones en la narración, pese a los rodeos en el discurso narrativo, pegado a la historia queriendo saber qué pasó esa noche que pretendía ser de amor, pasión y lujuria quizá, pero que termina siendo trágica. Pero “Mañana en la batalla piensa en mí” en mucho más, no acaba en esa muerte, sino en los días y meses posteriores en los que el protagonista de la historia, Víctor, no puede quitarse de la cabeza nada de lo que ocurrió esa noche, de lo que hizo y dijo y pensó, y también de lo que no hizo ni dijo ni pensó. Y de eso trata también la novela: lo que decididos hacer en un determinado momento que nos determina nuestra vida, y de aquello que no hacemos, cómo ambas cosas, el actuar y el no hacerlo no impiden los cambios, ni los aceleran ni los ralentizan. Durante toda la historia Víctor se martiriza con los actos que hizo aquella noche y plantea muchos escenarios paralelos según lo que hubiera decidido hacer pero que no hizo. Y a través de estas reflexiones avanza también la historia, hasta que termina en un final apasionante y tanto o más intenso que el principio. Y como en el principio también hay tragedia y drama y sorpresa y dudas sobre lo que se hizo o no, sobre lo que se dijo y se calló y sobre lo que se pudo incitar a hacer y quizá se consiguió pero no se quiere reconocer.

Mañana en la batalla piensa en mí” es una novela en la que se puede ver al Javier Marías más puro, más intenso y más reflexivo sobre las dudas y preocupaciones del ser humano. Se ven en eta novela temas y preocupaciones que en libros posteriores tienen continuidad, incluso personajes que como fantasmas aparecen en alguna que otra novela de Marías con papeles secundarios pero vitales en el ritmo narrativo del libro, y en alguna ocasión también en la trama. Así se crea el universo Marías, un universo literario quizá no apto para todo tipo de lectores, pero que con un estilo propio muy particular ha conseguido, por lo menos en mi caso, engancharme a sus libros y cada vez que empiezo uno de ellos sé que voy a tener que sumergirme en aguas difíciles de nadar, con corrientes que me alejarán momentáneamente del objetivo de mi travesía por uno u otro libro, con oleaje que me hará casi zozobrar y tener que respirar más a menudo para no ahogarme y con zonas de calma chicha en las que me tendré que esforzar más por seguir nadando con ahínco para llegar a la meta. Pero a pesar de las dificultades que puede suponer para un lector una novela de Javier Marías, esto es lo que me gusta y atrae del estilo de este grandísimo escritor.

Vuelvo a repetir que no es fácil leer a Javier Marías, pero los que lo hacemos sabemos que siempre vamos a encontrar literatura y narrativa de calidad; historias intensas, increíbles en algunos casos pero llenas de realismo tanto en personalidades, como en diálogos, como en inquietudes, miedos, reflexiones y obsesiones de los personajes. “Mañana en la batalla piensa en mí” es fiel reflejo de este estilo narrativo mundialmente apreciado por críticos literarios tanto nacionales como extranjeros. No me atrevo a recomendar abiertamente a nadie que lee a Javier Marías porque con este autor esta decisión debe salir de uno mismo porque si no se puede caer en la desesperación de ver que no se avanza en la historia o que nada se cuenta en sus novelas, cuando es todo lo contrario. Quién se atreva con Marías debe de hacerlo por propia voluntad y a eso sí que me atrevo a animar a los lectores y amantes de la literatura con mayúsculas.

Caronte.