lunes, 28 de marzo de 2016

Cinco y acción: "Calle Cloverfield 10"



Esta vez era la primera que he ido al cine a ver una película con tintes de miedo y suspense. Todo un acontecimiento en mi persona porque no soy muy aficionado del cine que mantiene en tensión angustiosa y hace pasar ratos realmente poco agradables de cierto miedo. A decir verdad la película que he ido a ver este fin de semana pasado no es de miedo al cien por cien, de hecho podría decir que no es de miedo para nada, sino que estaría más clasificada en el cine de suspense psicológico y thriller de tensión que en el cine de terror clásico que general miedo irracional en el espectador. Pero así ha sido. Y he ido a ver esta película porque hace ya un tiempo vi el tráiler también el cine, justo antes de otra película y me resultó llamativo que sin ser una película de mi estilo su tráiler me generara expectación y ganas de ir a verla. Y eso es lo que he hecho este fin de semana pasado, que además de estar de vacaciones ya llevaba bastante tiempo sin ir al cine y ya tenía algo de morriña como dirían los gallegos.

Para empezar he de decir que “Calle Cloverfield 10” es una película extraña, rara y diferente. Y esto no lo digo en plan malo, ya que lo raro, extraño y diferente suele ser distinto y lo distinto me suele gustar bastante por salirse de lo convencional y ordinario, cosa que en el cine sobre todo se agradece, ya que uno termina harto de ver siempre las mismas cosas en pantalla grande: historias repetidas y típicas sin originalidad alguna, remakes, precuelas, secuelas. Sé de todas maneras que esta película no es algo 100% original ya que de hecho la cinta tiene una hermana mayor que creo que es una joya del género, aunque para mí sí que haya sido un descubrimiento totalmente nuevo y original ya que no tenía ni idea de que hubiera habido antes de esta película otra de la que ésta ha cogido parte de inspiración. Es por esto en parte por lo que puedo decir que la película no me ha terminado de decepcionar, aunque en el fondo tampoco me haya conquistado hasta el punto de convertirme en fan y férreo defensor de la misma.

Calle Cloverfield 10” es una película de suspense, pero de un suspense que en ocasiones, y sobre todo a partir de la segunda mitad de la película, roza el miedo psicológico. Puede parecer una contradicción pero esta película da más miedo y genera más ansiedad en el espectador, o al menos a mí me la generó, cuando parece que la historia que cuenta se ablanda un poco y pasa a ser tranquila. Para empezar debo contar un poco de qué va la película. Esto es una chica que ha discutido con el novio y que huye de su casa en su coche. En un momento dado tiene un accidente y cuando despierta dolorida aparece en una habitación, que parece y es un sótano, con una vía en el brazo y atada a una tubería con unas esposas. La chica no sabe dónde está. Resulta que está en una especie de búnker anti juicio final construido por la persona que la salva después de su accidente de coche, un hombre interpretado por un grandísimo John Goodman.

Hasta ahí todo puede parecer relativamente normal, si exceptuamos lo de tener encerrada a la muchacha en una habitación en un colchón tirado sobre el suelo. Sin embargo desde ese momento la trama de “Calle Cloverfield 10” se vuelve oscura y misteriosa. Nadie sabe lo que puede pasar. Es más el guion y la propia historia están tan bien construidos que el espectador en ningún momento puede ir previendo los pasos que darán los personajes, que por cierto son únicamente tres: la chica que ha tenido el accidente con el coche, el dueño del búnker y otro chaval de la edad de la chica que también está medio herido y que a la postre si he de ser sincero no sé muy bien qué papel juega en la trama, no porque crea que es un personaje innecesario, de hecho no lo es y quien vaya a ver la película sabrá por qué, ya que protagoniza uno de los momentos más inesperados de toda la cinta, sino porque me da la sensación de que algo se me escapa del ese personaje.

No puedo contar más del argumento y la trama de “Calle Cloverfield 10” porque al ser una película con múltiples e inesperados cambios en la trama y guion, el contar más supondría rozar el spoiler y no quiero eso. Con lo que he contado debería bastar para que cada cual se pueda hacer una idea. Bueno he de decir también porqué están estos tres personajes metidos en un búnker bajo tierra. Pus bueno de hecho nunca se sabe, o no se sabe hasta los últimos diez/quince minutos de la película en los que se descubre todo el pastel y todas las cartas quedan sobre la mesa. No comento más, pero puedo decir que la humanidad corre peligro o ha sufrido un ataque muy grave, de los rusos, de los coreanos, nuclear, químico, bacteriológico o incluso alienígena. Siempre hay duda en este punto ya que el personaje de John Goodman nunca termina de decir porqué están allí abajo y porqué sabe que deben estar allí. Solo diré a modo de pista que uno de los productores de la película es J. J. Abrams, a quien le gusta mucho la ciencia ficción y va camino de convertirse en uno de los más influyentes directores de Hollywood en ese género.

Explicado todo esto me queda hablar de los actores protagonistas. El elenco de “Calle Cloverfield 10” como uno de puede imaginar después de haber visto quiénes son los protagonistas de la película es muy limitado. Sólo hay tres actores en toda la película, y por suerte o por desgracia según el espectador, por encima de todos destaca John Goodman, para mucha gente el inolvidable Pedro Picapiedra de la adaptación cinematográfica más célebre de estos dibujos animados. No se puede negar que el personaje que tiene que interpretar es una perita en dulce para cualquier actor ya que permite lucirse haciendo un grandísimo papel, pero es que Goodman está que se sale de la pantalla. Sólo verle la expresión durante toda la película hace pensar al espectador que algo va a pasar en algún momento; la cuestión es que eso que uno sabe que va a pasar parece que nunca llega hasta que llega y uno no se da cuenta de ello hasta que lo está viendo ocurrir.

Me gustaría decir que los otros dos jóvenes actores que comparten protagonismo con Goodman hacen unos papeles fuera de lo común, pero no es así. Quizá es lo que hace que “Calle Cloverfield 10”, a pesar de ser un muy buen thriller, esté muy influida por el papelón que hace Goodman. La chica no es que haga mal papel, es más gran parte de la angustia que genera la película lo hace debido a esta joven, sin embargo al ser casi novata le falta rodaje y muchas películas a sus espaldas; de todas formas apunta maneras, lo único que le falta es terminar de convencer. El otro actor, también joven y también, al menos para mí, desconocido, asimismo necesita más rodajes y película, porque a mí no me ha aportado nada, juega un papel anecdótico aunque, todo hay que decirlo, fundamental.

Por todo ello, y aunque para nada he quedado defraudado con “Calle Cloverfield 10”, y tampoco por su final que según las críticas que he leído es lo peor de la película fastidiándola cuando a mí lo que me pareció fue simplemente coherente con lo que podría esperarse, sí puedo decir que esperaba salir del cine mucho más turbado y lleno de ansiedad y angustia, de hecho por ello me atreví a ir al cine solo a ver esta película sabiendo lo que era. No es una mala película, al contrario, es un muy buen thriller psicológico que roza los campos del miedo y la ciencia ficción que está tan de moda hoy en día en el cine. Sin embargo puede que los más frikis del género y de la propia película y sus antecesoras echen algo en falta; yo por mi parte, y por ser ignorante en este género la he encontrado aceptable y lo suficientemente entretenida como para considerar que no perdí el tiempo en el cine. Por cierto quien se agobie mucho con esta clase de película que se prepare para el los últimos veinte minutos de la película porque de verdad que son de infarto de miocardio.

Caronte.

domingo, 20 de marzo de 2016

Lectura crítica: "Mémoires d'Hadrien"

Lo más normal es que un lector dé con un libro después de haber pasado muchos minutos hurgando en las estanterías y mostradores de una librería, después de haber dudado mucho, y llevado principalmente por alguna temática en especial, una portada, un título, un autor o la lectura de alguna sinopsis. Sin embargo también se puede dar la posibilidad de llegar a leer un libro porque en otro libro se cita algún título como imprescindible o inspirador y por tanto el lector se ve casi en la obligación de anotar lo más rápido posible para que no se le olvide dicho título o dicho autor. Esto es lo que me ha pasado con la última novela que me he leído. Su nombre lo encontré en un libro de Javier Reverte, “Un otoño romano”, en el que se citaba este libro y otro más del que ya di debida cuenta, pero que por diferentes circunstancias no reseñé en el blog, error monumental. Pero este otro sí que lo voy a comentar porque la verdad es que he quedado gratamente sorprendido por esta novela, aunque no sé muy bien si se puede tachar de novela la obra que me he leído.

Mémoires d’Hadrien” es un libro mitad histórico, mitad ficción, de la escritora francesa Marguerite Yourcenar que narra la vida y obra del emperador romano Adriano, desde que es un militar a las órdenes del Imperio, hasta que muere acuciado por la enfermedad viendo como todo a su alrededor resplandece como siempre soñó. El libro está escrito como una larguísima carta y apareció originalmente publicado por entregas, correspondientes con cada uno de los capítulos en los que está dividida la obra, en una revista francesa. En dicha carta escrita en primera persona por el propio emperador de origen español, éste va contando a su nieto adoptivo y sucesor Marco Aurelio, todas las vicisitudes de su vida; todas las guerras disputadas, las paces conseguidas; las ciudades fundadas, reconstruidas y decoradas; los amores perdidos; la pasión por las artes, la música, la poesía; su admiración por Grecia y Atenas, por los filósofos antiguos; su voluntad de crear una sociedad humanista en la que el conocimientos fuera algo fundamental y crucial; sus éxitos y sus fracasos; aquello que le atormenta y aquello de lo que se siente verdaderamente orgulloso.

Aunque pueda parecer extraño, cuando empecé a leer “Mémoires d’Hadrien” me sentí en parte algo defraudado. Las primeras páginas de la novela me resultaron pesadas y poco interesantes. Sin embargo a medida que fui avanzando en su lectura, el libro fue ganando en interés. No puedo decir que la novela sea entretenida, ni divertida, ni tensa, ni nada por el estilo. Lo que sí puedo decir es que es una obra en la que el lector irá aprendiendo y conociendo de primera mano la vida y obra del Emperador Adriano, una de las figuras más importantes de la historia de Roma. No es la novela que más me haya gustado, ni la que más me haya entretenido, pero sí es una de las novelas que mejor sabor de boca me ha dejado tras su lectura, no solo por lo que se dice en ella, sino también, y creo que es algo de reseñar, por cómo se dice.

El estilo de “Mémoires d’Hadrien” es adictivo, no por ser emocionante, ni por mantener al lector pegado a las hojas del libro como un yonqui puede quedar pegado a la jeringuilla, sino por la belleza de muchas de las frases de la novela. Marguerite Yourcenar consiguió crear un libro bellísimamente escrito, con un estilo delicado, sutil, lleno de belleza, sonoridad y elegancia. Estilo que además esta condimentado con frases lapidarias sobre la vida; frases tras leerlas dejan sin habla porque no se pueden replicar aunque no se esté de  acuerdo con la idea planteada en ellas, aunque también es cierto que es muy difícil no estar de acuerdo con estas frases cuando lo que expresan son ideas universales, muchas de las cuales hoy en día seguirían teniendo la misma fuerza simbólica.

El interés fundamental de esta novela, aunque como ya digo no sé si llamar novela a “Mémoires d’Hadrien” es ir demasiado lejos, ya que los hechos que en el libro aparecen son todos pura historia, de hace unos diecinueve siglos, pero historia al fin y al cabo, reside en conocer la vida del emperador Adriano, una de esas figuras que si no fuera porque son reales y hay documentos que así lo atestiguan, bien podrían pertenecer a la leyenda colectiva. Adriano es a día de hoy uno de esos nombres que todo estudiante puede citar refiriéndose al imperio Romano. Nacido en Sevilla, en la ciudad romana de Itálica, pronto fue cogiendo un nombre importante por ser un gran estratega y mejor administrador de tierras y gobernante. No pertenecía a ninguna familia con verdadero poder, o al menos no tanto como para llegar a Roma y ocupar el sillón imperial. Sin embargo el emperador Trajano lo adoptó como hijo y lo nombró su sucesor, no sin levantar ampollas entre otros candidatos que se veían con más posibilidades que ese “paleto” sin pasado romano. Pero ahí llegó.

Mémoires d’Hadrien” cuenta como ya he dicho, de manos de un Adriano al borde de la muerte, toda su vida. Poco a poco los recuerdos que Adriano va evocando con una delicadeza que pocos hombres son capaces de desarrollar recuerdos, y estos recuerdos le van llevando a otros recuerdos hasta que en conjunto se obtiene una visión impresionante de la vida de este gran hombre de la historia de la humanidad. No puedo destacar ningún pasaje por encima de todo, ya que sería injusto destacar algún capítulo sobre el resto. Este libro hay que leerlo como un conjunto porque así está escrito. Es de admirar con total sinceridad la magna obra de documentación que tuvo que realizar Marguerite Yourcenar para componer este libro inmenso, gigante, aunque no sea extremadamente extenso (la versión que yo me he leído, en francés, es de bolsillo y tenía poco más de trescientas páginas).

No puedo decir que “Mémoires d’Hadrien” sea un libro fácil de leer porque no lo es. Quien tome en sus manos esta obra debe saber con antelación que deberá poner toda su atención en la lectura para poder absorber todo lo que se va diciendo en sus páginas. Además la paciencia con este libro también es fundamental. Quien pretenda que en el libro pasen cosas continuamente como podría esperarse de la vida de un personaje de la talla de Adriano se equivoca. En este libro parece que no pasa nada en ningún momento, pero para cuando el lector, y a mí me ha pasado, quiere darse cuenta de qué se está contando en el libro se ve totalmente sumergido en la historia. Y es en ese momento en el que la paciencia como digo entra en escena, ya que hay pasajes en el libro que se pueden hacer relativamente pesados porque en ellos se aportan datos y nombres cargados de historia para los que los que llevamos ya un tiempo sin tocar esta disciplina se nos quedan colgados en el aire sin decirnos mucho.

A pesar de este inconveniente de “Mémoires d’Hadrien”, debo decir que una vez acabado el libro me lo volvería a leer sin ninguna duda y además, como ya sabría cómo debe leerse, es decir prestando mucha atención, lo disfrutaría el doble. Yo lo he leído además en francés, y aunque no me ha parecido para nada difícil de leer en su lengua original, es más para mi sorpresa me ha resultado más fácil de lo que yo pensaba, quiero aconsejar a quienes no puedan leerlo como yo en versión original que si quieres animarse a leerlo intenten encontrar la traducción española realizada por Julio Cortázar hace ya mucho años y que dicen que es una de las mejores traducciones de esta novela a otra lengua.

Poco más puedo, o debo, decir de esta novela. Esta obra de Marguerite Yourcenar me ha resultado impactante como menos. “Mémoires d’Hadrien” no es ni un clásico de la literatura, ni un libro que enganche de tal manera por su trama que no se puede soltar; tampoco es un libro con el que el lector vaya a pasar un muy buen rato de entretenimiento. Esta obra está hecha para disfrutar de otra manera: con la verdadera literatura, que no es ni más ni menos que contar historias que lleguen a conmover al lector y le hagan convertirse en una persona diferente a la que empezó a leer.

Caronte.

domingo, 13 de marzo de 2016

Lectura crítica: "Brighton Rock"

De nuevo vuelvo a hablar de un libro del gran Graham Greene. No puedo no leer nada de este gran autor inglés que descubrí por casualidad gracias a mis amigos, del que no había escuchado nunca hablar y al que sin embargo estoy íntimamente unido no ya porque soy un incondicional lector de su obra, sino también de manera más mística al haber nacido el mismo día que él se marchó de este mundo dejando huérfanos a sus lectores de más historias. Cada vez que llevo mucho tiempo sin leer nada de él siento una especie de mono hacia su obra, como si necesitara de vez en cuando coger uno de sus libros y sumergirme en sus páginas para descubrir historias que me mantengan en vilo desde la primera página. Además todas sus novelas, o al menos las que hasta la fecha me he leído, entrañan reflexiones muy sutiles, a veces incluso veladas, sobre temas trascendentales en la vida del hombre. Eso es lo grande de las novelas de Greene: esa mezcla entre divertimento y seriedad que convierten a sus obras en libros fundamentales.

La última novela de Graham Greene que me he leído, y con la que di de casualidad en una librería de segunda mano de libros en inglés, ha sido “Brighton Rock”. Esta novela ambientada en la propia ciudad de Brighton, famosa ciudad del sur de Inglaterra a orillas del mar y con uno de los muelles más famosos de la isla sajona, es una de las obras más celebradas de Greene, pero que sin embargo yo no tenía entre mis prioridades. Gracias al destino, que generalmente cuando menos lo esperamos pone delante de nuestras narices este tipo de oportunidades, he descubierto una novela realmente interesante, y sobre la que yo estaba totalmente equivocado por no considerarla una prioridad en la obra de este autor inglés tan querido.

Brighton Rock” es un thriller, una novela de suspense, en la que la mafia tiene un papel fundamental. La novela empieza con el asesinato de un miembro, Fred, de un grupo pequeño casi amateur de gánster que pretenden dominar el mundo del hampa y sobre todo de las apuestas en las carreras en Brighton. Este pequeño grupo mafioso está dominado por un adolescente, ya que tiene diecisiete años, algo impulsivo y de personalidad totalmente solitaria y mezquina como es Pinkie, o el Niño como también se le llama en la novela. Pinkie decide recrudecer la manera de actuar de su organización, que apenas cuenta con cinco o seis miembros, decisión a la que se opone uno de esos miembros. Ante esta especie de rebelión Pinkie decide deshacerse de dicho miembro. A partir de ahí todo cobra un cariz oscuro y misterioso.

La muerte de este miembro de la banda de Pinkie desata una serie de acontecimientos que irán llevando a los protagonistas a cometer actos irracionales llevados por el miedo, las dudas y el ansia de poder. “Brighton Rock” sin embargo no es simplemente un thriller al uso. En ningún momento aparece la policía por ninguna parte, sino que es una mujer Ida Arnold, la que llevada por la compasión y el buscar siempre el bien castigando a los malvados, se pone e investigar cómo murió Fred ya que su último día lo pasó con ella y ella le vio muy nervioso y lleno de miedo. Es esta mujer la que en el fondo desatará en Pinkie una serie de reacciones incontroladas e irracionales que le llevarán a cometer errores, a ponerse nervioso y a terminar por acabar mal. Sin embargo cuando Ida Arnold se mete por medio de este asunto, con toda su tenacidad y valentía, aparece también una joven de dieciséis años, Rose, camarera en un bar donde se supone que estuvo Fred el mismo día de su muerte y que por tanto daría pie a las coartadas de Pinkie y otros miembros de la banda que mataron a Fred, pero que en realidad no estuvo allí Rose sabe lo que no debería saber y por tanto es peligrosa para Pinkie, por ello éste decide callarla la boca casándose con ella, que por su parte se enamora perdidamente de Pinkie.

Pero como he dicho “Brighton Rock” no es del todo un thriller, ni de espías, ni policiaco, ni mafioso. Esta novela de Graham Greene es una obra que habla del ser humano y sus miedos, pero también del bien y del mal, del pecado, del Infierno y de la justicia divina, esa justicia tan alejada de la terrenal que se imparte en los tribunales por jueces, y que sin embargo termina por poner a cada cual en su lugar dando a cada persona lo que merece por los actos que haya cometido en la vida. Es posible que un lector novel de Graham Greene se pregunte qué tendrán que ver este tipo de temas en una novela de mafiosos, donde hay asesinatos y mundo corrompido. Pero la religión siempre tiene algo que ver en la novelas de Greene, es más yo diría que tiene mucho que ver. En todas o casi todas las novelas que he leído de este escritor inglés, la religión y la fe tienen un papel sino principal sí secundario en alguno de los personajes. En esta novela son Pinkie y Rose los que son cristianos y queriéndolo o no sus actitudes y acciones se ven en parte modificadas por su fe: él no es practicante pero ha sido educado en la fe cristiana, ella sí va a misa todas las semanas.

Pero no solo la religión está presente en “Brighton Rock” como tema recurrente en la obra de Graham Greene. También lo está el alcohol, que es otro de los temas fetiche de Greene y que, este sí, trata en todas las novelas suyas que a día de hoy me he leído. Alcohol y religión son, aunque puedan parecer asuntos aislados e incomunicados, dos temas que tienen mucho en común: los dos generan adicciones, y una vez que alguien ha sido adicto es muy difícil no sentirse tentado por ello. Y esto es así, y así se puede ver en la novela. Pinkie no bebe, no lo ha hecho nunca porque teme que la bebida le convierta en algo que teme ser; Rose por su parte no sabe amar sino es entregándose de por vida, o al menos es de la única manera que es capaz de amar.

Los personajes de la novela, todos sin excepciones, son magníficos. En “Brighton Rock”, Graham Greene ha logrado crear una serie de personajes que no dejan indiferente a nadie. Pinkie es un ser totalmente despreciable, amoral, sin ética alguna, que no duda en pensar en matar a alguien si ele alguien le molesta o puede generarle problemas, pretende ser un capo de la mafia sin saber siquiera qué es la mafia. Rose es una joven ingenua que se deja llevar por Pinkie como ejemplo de joven con iniciativa que no le teme a nada, pero es engañada ya que Pinkie la está utilizando en beneficio propio, cosa que ella prefiere no ver aunque en el fondo se da cuenta, pero ahí es donde entra su fe y colisiona con la realidad: ella debe amar a Pinkie porque así lo dice la Biblia y la Iglesia, y si tiene que condenarse al fuego eterno lo acepta con cristiana resignación porque su amado también arderá con ella en el infierno, por eso calla lo que sabe por miedo a perder a Pinkie. Y luego está Ida Arnold, una mujer de armas tomar, concienzuda y cabezona, también en parte idealista que busca quizá expiar sus pecados pasados haciendo que nadie sufra salvo los malvados, en este caso Pinkie. El lector no amará a ningún personaje porque ninguno se dejará amar, odiará a Pinkie por su mezquindad y ruindad, pero terminará por darse cuenta de que en el fondo todos los protagonistas son humanos, con sus miedos, incertidumbres y errores.

Brighton Rock” es una magnífica obra de ficción que ha conseguido divertirme, no en el aspecto de hacerme gracia ni hacer que esboce una sonrisa, sino en el aspecto de hacerme pasar buenos ratos cada vez que la leía manteniéndome entretenido. Pero además, como suele pasar con las obras de Graham Greene, esta novela me ha hecho pensar y reflexionar sobre asuntos tan serios y extra corporales como el bien o el mal y las consecuencias que nuestros actos traen consigo, consecuencias que mal medidas pueden causar maremotos en nuestras vidas; consecuencias que si los actos que las han generados son malos terminarán por arrastrarnos con ellos. Pese a todo esto, también he de decir que esta novela no es de las que más me han gustado de Graham Greene, ya que prefiero la faceta de novelista de espionaje y thriller político y policial que estas novelas tan cargadamente filosóficas aunque tengan un trasfondo de thriller y acción.

Caronte.