viernes, 26 de marzo de 2021

Casas y tumbas

 

Insisto de nuevo en que el año de la pandemia, 2020, no ha sido tan calamidad e inefable como en apariencia parece. Ha sido en 2020 cuando he descubierto la obra de Bernando Atxaga gracias a una librería de segunda mano donde pude hacerme con tres de sus libros más famosos a principios del año pasado leyéndolos con fruición los tres en apenas un par de meses. Con paciencia he esperado a que de nuevo la misma librería pusiera a la venta algún ejemplar de la última novela del autor vasco hasta que hace unas semanas me hice con este libro y hoy puedo reseñar tras haberlo leído con mayor apremio del que en principio esperaba dedicar a esta novela. Éste es además un caso especial, ya que será la última novela de Atxaga, pero última, última, ya que, confirmado por él mismo, no discurrirá más su pluma por el campo de la ficción, lo que a sus lectores (aunque tardíos como yo) nos dejará un poquito más huérfanos de buenas historias.

Casas y tumbas no es una novela, sino cinco, y es que en este libro Atxaga ha querido dar color, olor, forma, sonidos y tacto a un lugar imaginario que reúne en sí mimo todo un mundo: Ugarte. Así como en otras de sus novelas en las que Obaba era ese núcleo dador de vida y calor, en esta es Ugarte el hilo que cose un tapiz formado por diferentes hilos, los que a su vez dan forma a las historias que Atxaga nos presenta. Personajes y sobre todo Ugarte, que resuena en todas y cada una de las historias como un eco perenne en el tiempo y el espacio, se repiten a lo largo de estas 5 historias ambientadas en una época diferente cada una.

Así, a lo largo de las páginas de Casas y tumbas el lector encontrará historias donde la amistad, el odio, la inquina, la lucha, el amor pasional y el paternofilial, los miedos, la muerte y la naturaleza (siempre tan presente en la obra de Atxaga la naturaleza), llevan al lector a descubrir un mundo, un espacio geográfico único, lleno de realidad, pero a la vez tan inalcanzable para el viajero terrenal. Y es que hay viajes que solo la literatura nos permite hacer, viajes que, de hecho, pueden llegar a ser más intensos que una aventura real en África o las islas de la Polinesia francesa.

Salvo en Días de Nevada, que fue un libro que no me interesó lo más mínimo, la obra de Bernardo Atxaga conforman un universo tan personal y diferente en el panorama literario español que me da mucha pena que Casas y tumbas vaya a ser su último libro de ficción con el que sus lectores podremos disfrutar de su inmensa e ingente capacidad fabuladora y narrativa. Pocos autores hay y ha habido en los últimos años en el panorama literario español que hayan sido capaces de crear universos tan personalísimos como Atxaga. El Obaba y el Ugarte del autor vasco condensan la gran tradición literaria universal de valerse de lugares existentes únicamente en la imaginación de ciertos autores, para cedérnoslos a los lectores y que podamos viajar hasta esos lugares y disfrutar de sus historias, habitantes, animales y paisajes.

Para mí la literatura debe ser un medio para llevar al lector a olvidarse de su presente y a llevarle lejos del ambiente en el que se desarrolla su vida. Por esto no me interesan demasiado (por no decir nada) ni la autoficción ni las autobiografías. Cuando me acerco a un libro espero encontrarme un mundo diferente al que habito, un tiempo diferente al que transito, espacios, personas, sentimientos que me sean semejantes y al mismo tiempo muy distantes. Creo que Atxaga ha logrado con su obra todo esto y en Casas y tumbas confirma que ha sido un autor con una capacidad inmensa de transmitir emociones con sus libros.

Tras acabar la lectura de Casas y tumbas he sentido una especie de vacío. Por un lado, está el hecho de que he acabado un libro bueno, de esos que sabes que vas a recordar con cariño, que además he devorado en menos tiempo del que pensaba porque se lee solo; por otro lado, sabiendo que es la última novela de Bernardo Atxaga he sentido que leía algo importante algo que no se va a volver a repetir con nada nuevo (sí con las novelas suyas ya publicadas que me faltan por leer). Pero es un vacío bueno porque, aunque ahora sea vacío sé que sus libros siempre ocuparán un lugar importante en mi biblioteca no dejando ningún hueco inútil.

Se me hace difícil no recomendar Casas y tumbas, pero es que quizá empezar por el que será el último libro de un autor es como empezar la casa por el tejado, ¿no? Recomiendo a Bernardo Atxaga, cualquier libro de su obra narrativa (no desde luego Días de Nevada, libro al que me acerqué buscando ficción y encontré una especie de autoficción que no abandoné por principios) y por tanto recomiendo esta novela tan originalmente planteada en 5 historias diferentes pero unidas en la raíz a través de Ugarte. Grande Atxaga. Eskerrik asko.

Caronte.

lunes, 22 de marzo de 2021

Los pacientes del doctor García

 

Retomo la serie “Episodios de una guerra interminable” de Almudena Grandes con este cuarto libro. Llevaba tiempo buscando leerlo, pero hasta que no apareció en una librería de segunda mano no me hice con él porque, a pesar de que son libros que hasta ahora me han gustado, no están en mi lista de imprescindibles cuando salen de novedades. En este caso, en cuanto vi por internet que tenían un ejemplar en una de las librerías de segunda mano a las que suelo ir siempre (aunque no tanto como otras debido al enorme caos y desorden que en ella impera) me lancé a por él. Sé que soy un desastre a veces planificando lecturas y cuando paso por delante de librerías de segunda mano me vence la tentación y entro y compro, aunque tenga por leer un buen puñado de libros, aunque no tenga ya hueco físico en mi casa para acumular más y más volúmenes. Pero los bibliópatas somos así, por suerte o desgracia.

Almudena Grandes se propuso hace unos años lograr construir literariamente un fresco enorme y muy detallado de lo que fue la Guerra Civil y la Posguerra realizando una serie de libros que llamó, de manera muy galdosiana, “Episodios de una guerra interminable”. Los pacientes del Doctor García es el cuarto libros de esa serie de episodios y el más internacional hasta ahora, y probablemente también el más ambicioso en cuanto a documentación y veracidad de lo que se narra en sus páginas. Esto, que debería ser una gran virtud y fortaleza en la novela, para mí en este caso particular pasa a ser su enorme lastre.

Los pacientes del Doctor García es un libro perfecta y magistralmente construido que busca funcionar como novela histórica que combine ficción y realidad a partes iguales, pero no logra ser ni lo uno ni lo otro. La gran ambición de Grandes a la hora de plantear esta historia, que hubiera funcionado a la perfección, encalla con la problemática de mantener a la par ficción y realidad, cosa que es complicada y compleja de conseguir y que por desgracia en esta cuarta entrega de sus “Episodios” no consigue lograr. Y mira que la historia de ficción que narra sería interesante.

Es una pena que tantos datos, lugares y personajes históricos eclipsen una novela que parte de una premisa muy acorde con las otras tres novelas anteriores. Y es que Los pacientes del Doctor García quiere contarnos la resistencia contra el franquismo de manera ética y magistral, partiendo de un personaje, el Doctor García que, siendo cirujano durante lo más devastador de la guerra, teniendo que enfrentarse a mutilados y muertos en su quirófano de guerra, tiene también que pasar a desaparecer y ser otra persona una vez la guerra acaba y convertirse en una especia de agente doble (espía para la república y sus intereses). Los juegos de dobles y hasta triples identidades que Almudena Grandes idea funcionarían bien, muy bien, si no fuera porque para que una novela de espías esa buena debe ser el espionaje el centro de la misma, y en este libro no hay un centro al que agarrarse con fuerza para no perderse.

Esto por la parte de la ficción, por la parte de la realidad Los pacientes del Doctor García traen al presente una de las historias más bochornosas del pasado franquista español: la red de evacuación de altos jerarcas nazis desde Europa a Sudamérica pasando por nuestro país de la mano de Clara Stauffer. Yo más o menos algo sobre esto sí que había oído, y también sobre la vida cómoda que el régimen de Franco proporcionó a decenas de criminales nazis en España evitándoles tener que comparecer ante la justicia internacional para escarnio aún mayor de nuestro país, pero también de la comunidad internacional que con la visita de Eisenhower a España en los 60 dio por respaldado el régimen de Franco y por tanto la dictadura aun sabiendo el pasado (y el presente por aquel entonces también) del franquismo. Quienes amamos la historia y nos sentimos huérfanos de memoria histórica en este país, no podemos más que sentir pena, impotencia, tristeza y rabia cuando conocemos episodios así de olvidados.

Vistos por separado, tanto la historia de ficción del Doctor García (y personajes satélites en Madrid, Berlín, Buenos Aires…) como la histórica relacionada con Clara Stauffer, hubieran valido para que Los pacientes del Doctor García fuera una novela casi perfecta y muy interesante. Pero debido a las piruetas, el caos narrativo que a veces se produce, los saltos temporales, el avance de la historia a base de trompicones, la cantidad de nombres y personajes, y narraciones circunstanciales que sobran, hacen que en muchos momentos haya desconectado del libro queriendo únicamente terminarlo para poder comenzar otro.

Como creo que ha quedado medianamente claro Los pacientes del Doctor García es una novela que tiene todo para ser una historia apasionante, bien narrada y de esas que atrapan al lector desde la primera página, pero que se queda a medio camino de conseguirlo. Para mí le sobra un tercio de las páginas, y en muchos pasajes la atención se deriva tanto de la historia principal que he desconectado y sentido desinterés en más de una ocasión. De lejos, y siempre desde mi más humilde opinión, esta es la más floja de las entregas de los “Episodios de una guerra interminable” que ha escrito Almudena Grandes, y mira que tenía ganas de leerlo, pero al César lo que es del César y no puedo alabar un libro que encuentro caótico y de segunda categoría.

Caronte.

jueves, 11 de marzo de 2021

Piedras en el bolsillo

 

Cuando hace unos meses leí por primera vez a Kaouther Adimi me di cuenta de que era una escritora con una sensibilidad diferente, nueva, pegada a su generación, que habla de gente joven sin tapujos, mostrando sus miedos, inseguridades, losas pasadas que les lastran. Lo bueno, además, de esta autora es que no pretende ser algo que no es y escribir libros larguísimos que más que historias que importen se convierten casi en tratados del aburrimiento; sus dos libros que me he leído se devoran en un abrir y cerrar de ojos y se disfrutan con tal intensidad que una vez acabados dejan un vacío importante. Aún digo más, Adimi es una escritora tan dotada para empatizar con una generación y transmitir belleza en su melancolía que el lector se siente acogido mientras lee, mientras va descubriendo lo que les pasa, sienten y piensan los protagonistas de sus libros. Y esa unión entre las dos orillas del Mediterráneo terminan de poner la guinda a sus obras uniendo dos mundos que siempre me han interesado por igual.

Piedras en el bolsillo” (en francés en el original, que es como yo lo he leído “Des pierres dans ma poche”) es una novela en la que se entremezclan culturas y generaciones. Oriente y occidente, ambas orillas del Mediterráneo, una cultura que en el fondo es la misma, se dan la mano es este libro. También se confrontan dos generaciones de mujeres la de la protagonista: una joven argelina que se muda a París para vivir y trabajar y hacer su vida anhelando la libertad total de la que carece en su país de origen; y la generación de la madre de la protagonista, más chapada a la antigua, con las tradiciones muy presenten e inmutables a pesar del tiempo y de la evolución social a su alrededor.

Enfrentada a sus recuerdos, a su pasado, a sus raíces de las que en cierto modo huyó buscando alejarse de ellas tras saber que tiene que volver a Argel desde París para asistir a la boda de su hermana pequeña, la protagonista de “Piedras en el bolsillo” está encerrada entre dos mundos, entre dos espadas que la amenazan por igual. Así, por un lado, retornar a Argelia tras varios años viviendo en París la enfrenta a su pasado y a sus recuerdos de una infancia no del todo infeliz, pero al mismo modo le plantea el dejar por unos días una ciudad fría y distante en la que nadie es nadie.

El desarraigo, las dudas, las inseguridades, los convencionalismos sociales de los que muchos intentamos huir o fingimos huir, pero que siguen pensando demasiado en nuestros actos… “Piedras en el bolsillo” es una novela generacional, de esa generación de jóvenes (alrededor de la treintena) que ve cómo su vida y la de sus padres es totalmente opuesta y es incapaz de saber si quiere romper definitivamente con ese pasado, con esas raíces, y hacerse una vida nueva independientemente de la de los convencionalismos y tradiciones de sus padres.

Piedras en el bolsillo” es de las novelas con las que más identificado me he sentido últimamente, con la que más he empatizado porque pese a no ser mujer y no tener esa presión social añadida del tener que encontrar novio, casarme y formar una familia, ni tener mis raíces en una cultura diferente a donde vivo, siento como míos los mismos sentimientos de desamparo, soledad, pérdida y desubicación que siente la protagonista.

Algo que hace Adimi, al menos en sus dos novelas que he leído, es mezclar esos dos mundos que siempre se han dado la mano y a la vez la espalda: oriente y occidente en el Mediterráneo. “Piedras en el bolsillo” insiste en ellos quizá más que “Nuestras riquezas”, la primera novela de esta autora que leí, mostrando más claramente los contrastes sociales y de raíces que existen y siempre han convivido. Toda la cultura mediterránea tiene las mismas raíces, y aunque los de la orilla norte (occidente) nos creamos diferentes y superiores cultural y socialmente a los de la orilla sur (oriente) no somos más que almas gemelas, condenadas a entenderse y a dejar de darse la espalda. Al final yo creo que esto es lo que subyace en este libro: esa necesidad de mirarse a la cara entre madre e hija, que representan dos concepciones de la vida diferentes y al mismo tiempo necesarias la una de la otra.

El año pasado gracias a que la editorial española Libros del Asteriode, de la que siempre estoy pendiente de sus novedades, publicó en español la novela de Adimi “Nuestras riquezas” descubrí a esta magnífica escritora. Tras haber leído “Piedras en el bolsillo” confirmo aquella primera gran y buena impresión y creo que estoy ante una escritora con cuyas obras voy a empatizar más que con ninguna otra por esa manera de plasmar en palabra lo que muchas veces es tan difícil transcribir: los sentimientos oscuros, negativos, melancólicos (porque lo bueno siempre es más sencillo de expresar al no darnos reparo el hacerlo). Leed a Kaouther Adimi y dejaos llevar de su mano.

Caronte.

viernes, 5 de marzo de 2021

La retornada

 

En el último año todos hemos vivido algo que nunca antes habíamos experimentado y que ni imaginábamos que podríamos llegar a vivir: una pandemia global, desolación, soledad, encierro obligatorio en nuestras casas, una paralización absoluta de la vida. Pero como todas las situaciones extremas esta también conlleva cosas positivas. De una manera u otra todos hemos aprendido cosas, todos hemos cambiado. A mí la pandemia me trajo momentos de inspiración y desesperación, de tensa espera y resignación, de creación y de nulidad. Pero he aprendido algo de italiano, lo justo quizá para poder comprender textos medianamente complejos con bastante soltura, y eso me ha llevado a poder adentrarme en una cultura hermana, mediterránea, tan cercana a la española que a veces hasta da miedo ver las similitudes existentes. Y me ha traído todo un universo narrativo que, poco a poco, ya iba descubriendo en español pero que ahora puedo hacerlo en su idioma original.

Gracias en parte a este último año me he podido acercar a un librito como “La retornada” de una autora italiana que ha cobrado mucha relevancia en su país recientemente y gracias en gran parte a esta novela. Narrada en primera persona y con un estilo muy delicado, emotivo y sensorial nos cuenta la historia de una niña de trece años, cuyo nombre nunca sale mencionado, que vuelve con su familia biológica después de que la familia que la ha criado decidiera devolverla. Un planteamiento tan duro como suena.

La retornada” (que en italiano se tituló “L’arminuta” palabra en dialecto italiano que quiere decir justo eso: la retornada) es una novela sobre la relación madre hija y en este caso, madres, ya que la narradora una vez desengañada, una vez enfrentada a una realidad dolorosa, incomprensible y sin respuestas, se ve desarraigada. Pero claro, cómo nos sentiríamos nosotros si un día cualquiera nos damos cuenta de que quien hemos considerado nuestra madre resulta no serlo y no solo eso, sino que nos devuelve a nuestra verdadera madre a la que después de 13 años tampoco somos capaces de considerar como tal. Obviamente es un dilema y un shock absoluto difícil de digerir. No seríamos nadie ni en nuestro pasado ni en nuestro presente.

El tema de las relaciones materno filiales no es nuevo en la literatura, de hecho, es probablemente uno de los temas más tratados a lo largo de la historia de la literatura. Sin embargo, en “La retornada” Donatella di Pietrantonio lo enfoca desde un ángulo diferente, nuevo para mí, original y duro, partiendo de una premisa desgarradora: la devolución de un hijo al que has criado desde bebé (los motivos de la devolución aparecen en la novela, hacia el final, pero no los puedo incluir aquí). Al final, la mayor relación personal que todos tenemos en nuestra vida, desgracias prematuras aparte, es con nuestros padres. Es con ellos con los que más años convivimos directa o indirectamente, sin elegirlos, además, de manera ‘impuesta’. Manejar esa relación sin manual de instrucciones nunca es sencillo y es por ello, por esa infinita variedad de maneras de relación con ellos que existe que la literatura es la más potente de las herramientas que tiene el ser humano para explorarlas.

He dicho ya, aunque de pasada, que “La retornada” es una novela escrita de manera muy sensorial. Y es que Donatella di Pietrantonio apela con su forma de escribir a los sentidos del lector presentando como raíz de nuestros recuerdos de siempre imágenes, sonidos, susurros, olores, ruidos, caricias, patadas, carreras, palabras, sabores, sensaciones, sentimientos. Porque al final nuestros recuerdos no se componen de escenas completas, no son secuencias de cine o escenografías teatrales, sino retazos que nos llevan a una época concreta o nos traen al presente a alguien que solo habita ya en nuestros recuerdos, en nuestra memoria.

La retornada” trata además un tema que no es exclusivo de las relaciones padres/hijos, sino de cualquier relación personal donde haya un sentimiento puro y sincero. Y es el desengaña, la traición a la confianza depositada en alguien. Así, la narradora y protagonista de esta historia al enfrentarse a sus dos madres, la que durante trece años la ha criado y que ella consideraba la verdadera, así como la verdadera con la que vuelve, se enfrenta a que su vida, su confianza ha quedado destruida, devastada por la verdad. Una verdad que la hace madurar a marchas forzadas, que la lleva a sentirse doblemente huérfana, buscando al mismo tiempo unas respuestas a unas preguntas que en el fondo creo que no quiere responder. La retornada y su madre biológica, así como la que la ha criado, son tres seres extraños entre sí, con la confianza o quebrada o inexistente e imposible de construir o reconstruir.

La verdad es que “La retornada” me ha resultado una muy grata sorpresa, tanto por contenido como por haber sido capaz de leer una segunda novela ya en italiano, con un nivel léxico y gramatical un tanto más complejo que la primera que leí hace unas semanas. Me siento orgulloso de haber sido capaz de adentrarme en el mundo literario italiano en versión original y abrirme nuevos horizontes. Estoy seguro que voy a leerme las otras novelas escritas por esta escritora, y recomiendo encarecidamente que leáis esta novelita tan exquisitamente bien escrita y tan desgarradora a nivel sentimental (en España la ha editado Ediciones Duomo).

Caronte.