sábado, 29 de febrero de 2020

20.000 leguas de viaje submarino


Julio Verne. Simplemente con decir su nombre a todos los lectores nos deberían venir a la cabeza al menos cinco libros suyos. Eso a los lectores normales. A los bibliófilos probablemente le venga a la mente, con solo decir el nombre de este francés universal, el título de una docena de libros. Aventuras extraordinarias fue el nombre que se le dio a la serie de libros que Verne, y casi todos por entregas, publico en vida y por las que fue célebre no solo en Francia sino en todo el mundo. Pocos autores han quedado en el imaginario colectivo de manera tan inmortal como lo ha hecho Verne. Da igual que te guste la novela negra, la de aventuras, la romántica, los thrillers de abogados o las novelas contemporáneas naturalistas o feministas; Verne te sonará sin duda, y si no lo hace y te consideras lector tienes un problema importante. Volver como lo hago de vez en cuando a alguno de sus libros es como volver a casa de los abuelos: un lugar donde uno está a gusto y sabe que no saldrá decepcionado.

Hacía ya años que tenía pendiente leer “20.000 leguas de viaje submarino” pero su extensión, más de 500 páginas, me echaba para atrás ya que quería leerlo en francés, y a pesar de que leo sin problemas en la lengua de Molière, siempre me da cosa enfrentarme a novelas tan extensas en un idioma que no sea el mío materno. Pero me alegra haberme por fin atrevido a sumergirme dentro del Nautilus y a manos del Capitán Nemo en una historia mil veces referenciada en la cultura popular.

Se sea lector o no creo que cualquier persona puede identificar sin problemas al Capitán Nemo, personaje legendario de la literatura universal y que tras leer “20.000 leguas de viaje submarino” he conocido en primera persona. Quizá saber el nombre de su portento tecnológico avanzado a su época, el Nautilus, ya es demasiado pedir para los no tan lectores, pero muy probablemente también sea un nombre que suene en la cabeza de cualquiera. Del Nautilus he salido totalmente enamorado: jamás pensé encontrar tal cantidad de tesoros guardados con tanto mimo; jamás imaginé que uno podría estar tan cómodo viviendo bajo el agua a pesar de las obvias incomodidades. Me embarcaría una y mil veces en él para circunnavegar la tierra bajo las aguas de sus océanos.

Todo el mundo sabe de sobra de qué trata “20.000 leguas de viaje submarino” y yo no voy a añadir nada más al respecto porque creo que sobra y termina siendo redundante. Hablemos entonces de sus tres protagonistas: el profesor Aronnaux, su asistente Conseil, el arponero canadiense Ned Land y por supuesto el Capitán Nemo. De Conseil diré que es un hombre que profesa la idolatría hacia el profesor Aronnaux hasta tal punto que incluso podría atreverme a decir que está enamorado de él por no hablar de su obsesión a la hora de clasificar especies animales de manera maquinal; el arponero Ned Land es un cabezota redomado que en ningún momento se deja llevar por la aventura extraordinaria que supone estar dentro del Nautilus;  Aronnaux es un célebre naturalista marino que se ve sorprendido al embarcarse en una expedición en busca de una especie nueva marina que termina resultando ser el submarino del capitán Nemo; y por último el mismísimo Capitán, el mítico Nemo, aquel hombre que ha renegado de todo para vivir bajo las aguas lejos de todo y de todos.

De “20.000 leguas de viaje submarino” la mayoría de la gente solo ha visto o la serie de dibujos animados o las películas antiguas, pero la novela es mucho más que una simple novela de aventuras. En este libro Verne consigue aunar acción con naturalismo, y me atrevería decir que hasta tiene un punto de ecologista la novela. A lo largo de sus más de 500 páginas el lector no solo irá viviendo las aventuras del Nautilus, sus accidentes, sus travesías fantásticas y sus peripecias, sino que también descubrirá parte de la historia natural y biológica de los océanos: volcanes submarinos, bosques de coral, el mar de los Sargazos, las aguas antárticas… Y por encima de todo y usando la erudición del Profesor Aronnaux y de su fiel Conseil el lector aprenderá el nombre de decenas y decenas de especies de seres vivos: aves, peces, crustáceos, anfibios, plantas, corales, etc.

Si de algo peca a veces “20.000 leguas de viaje submarino” es quizá de su excesivo academicismo que llega por ocupar páginas seguidas con descripciones de especies marinas que en el fondo no aportan nada al avance y desarrollo de la historia y que simplemente Verne las usa para mostrar el vasto reino animal y vegetal que bajo las aguas esconden los océanos. Lo bueno es que estos párrafos enormes en los que se describen minuciosamente animales y plantas se pueden saltar sin que ello conlleve pérdida del hilo de la historia.

A la hora de afrontar una novela como “20.000 leguas de viaje submarino” el lector debe hacerlo con apertura de miras. No se pueden escribir más de 500 páginas sin que se pierda interés a ratos. Pero esto no debe hacernos desfallecer ya que el viaje que a través de los ojos del Profesor Aronnaux, quien es el narrador de la historia, a bordo del Nautilus comandado por un oscuro y misterioso Capitán Nemo merece la pena. En muchos de los pasajes del libro me ha dado envidia no poder estar a bordo del submarino para contemplar lo que de manera tan maravillosa Verne fue capaz de imaginar.

Pocos autores como Julio Verne han sido capaces de imaginar el mundo del futuro con tanta precisión. “20.000 leguas de viaje submarino” se adelanta décadas a lo que vino después. El mismo Nautilus es ejemplo de ellos. Pero no solo es que Verne ideara un submarino de esas características y habilidades asombrosas, sino que se llegó incluso al polo sur adelantándose a los verdaderos descubridores del mismo únicamente usando su imaginación. ¡Dónde no podrán llevarnos nuestros sueños! Julio Verne, y esta y cualquiera de sus novelas, están para hacernos soñar, para llevarnos a vivir aventuras dispares a lo largo y ancho de este planeta (incluso más allá). Siempre recomendaré a Verne en cualquiera de sus aventuras, más o menos famosas, porque en el fondo es uno de los grandes padres de la Literatura moderna.

Caronte.

jueves, 20 de febrero de 2020

Obabakoak


Hace ya tiempo que tenía entre ceja y ceja, en mi punto de mira, a Bernardo Atxaga: flamante ganador del Premio Nacional de las Letras Españolas de 2019. Y es que hace tiempo que me llama la atención este escritor vasco, y digo vasco con todo el sentido de la palabra y todo su significado, ya que Atxaga no escribe en castellano sino en euskera y es su mujer la que traduce sus libros al castellano. No es casualidad, por tanto, que Atxaga sea el escritor vasco más conocido y el que más vende, cosa que en este caso además se conjuga con una calidad literaria que pocos escritores de este país consiguen: popularidad entre lectores y buenas reseñas entre los críticos (siempre con excepciones, ya que tengo la impresión, por algún que otro comentario leído a raíz de su última novela publicada, que genera cierta envidia entre el gremio). Pero esta lacra en mi biblioteca personal ha terminado y además con la que quizá es su obra más famosa y la que más repercusión ha tenido.

He elegido “Obabakoak” como primera lectura que hago de Atxaga por varias razones. La primera es que es quizá (y podría perfectamente quitar el “quizá”) su libro más completo y más suyo, el más vendido y por el que se le conoce en la mayoría de países a los que su obra se ha traducido. No obstante, al ser un libro de relatos en los que simplemente hay un nexo espacial entre ellos es perfecto para empezar a leerle ya que si en algún momento al lector no le termina de convencer cómo narra y cuenta Atxaga se puede dejar el libro sin tener esa sensación, que creo que todos los lectores hemos tenido alguna vez, de impotencia al pensar en abandonar la lectura de dicho libro.

Obabakoak” es un conjunto de cuentos y relatos que tienen como nexo común el pueblo vasco de Obaba. Quien quiera buscar en Google Maps dicho pueblo tras leer este libro se encontrará con el problema de no poder ubicarlo en ningún mapa, ya que, como la Tierra Media para Tolkien, Región para Benet o Mágina para Muñoz Molina, Obaba es para Atxaga su tierra prometida: allí donde vive su literatura, por donde discurren los ríos de su imaginación y las estrellas de su estilo brillan con luz intensa y única.

La magia de la narración pura, sin artefactos que empañen la claridad a la hora de contar las historias, hacen de “Obabakoak” un libro que se deja querer y que casi se lee solo, ya que el lector termina sumergido en un mundo tan fantástico y a la vez tan netamente real que solo puede disfrutar y dejarse llevar por Atxaga. El lirismo que en cada narración Atxaga consigue impregnar y transmitir al lector pocos autores lo han logra, y mirad que llevo libros y libros leídos. En ciertos momentos me he acordado bastante de García Márquez (salvando las inmensas y obvias distancias entre un escritor y otro). Supongo también que la traducción de su mujer del euskera al castellano ayuda a que no se pierda un solo ápice de la intención de Atxaga a la hora de transmitir los sentimientos y sensaciones que pretende con cada frase y metáfora.

En “Obabakoak” hay relatos de todo tipo y para todo tipo de lectores. Desde la historia de una maestra solitaria de un pueblo, hasta un cuento ambientado en la lejana Persia, pasando por Hamburgo y su frialdad germánica. (Es curioso, por cierto, la fijación de Atxaga con Alemania, especialmente Hamburgo, ya que en varios de los relatos de este libro sale esta ciudad germana mencionada e incluso sirve de ambientación para algún relato). Pero da igual donde se desarrollen el relato o quienes lo protagonicen, todas las narraciones comparten estilo, gusto por contar algo de manera brillante, intensidad y gancho para el lector.

Lo bueno que tienen los libros de relatos, y por tanto “Obabakoak” también, es que te permiten contemplar el universo creador de un escritor en todos sus ámbitos y facetas. Los escritores buenos de verdad son lo que no se limitan a un único género literario y por tanto son capaces de crear historias encuadrables en géneros variados y ambientarlas en muy diversos lugares. Por esto creo que no he podido elegir mejor obra de Atxaga para adentrarme en su mundo y universo literario. Con una belleza inmensa, un estilo narrativo lleno de imágenes oníricas, un realismo no empalagoso ni sucio, unos personajes que dejan una sutil pero firme huella en el lector y un ritmo que atrapa, pero no ahoga; las historias que se narran en este libro pasan por delante de los ojos del lector como si de golondrinas se tratara: esos pájaros que conocemos de siempre, pero de los que solo al contemplarlos con tranquilidad y calma somos capaces de admirar su rotunda belleza.

A medido que he ido investigando sobre Atxaga mientras terminaba “Obabakoak” me he dado cuenta de que es un escritor que levanta ampollas entre sus compañeros de profesión. Y creo que esto es así porque en el fondo la envidia sigue siendo uno de los elementos que más cohesionan a los españoles entre sí (da igual la región). Obviamente Atxaga es un escritor diferente y eso se nota en este libro, nada tiene que ver con otros escritores no ya vascos, sino simplemente contemporáneos de su generación. Los relatos de Obaba son únicos y forman un universo literario tan partículas como común a todos los hombres y mujeres. Odio, envidia, miedo, ciudad, naturaleza, amor, pasiones, muerte, leyendas, mitos, literatura y aventura. Todo cabe en la literatura de Atxaga y éste plasma estos temas con una naturalidad y un realismo que pocos escritores he leído que hagan.

Caronte.

lunes, 10 de febrero de 2020

Story of a Secret State

Hoy me alejo de la ficción para escribir sobre un libro de memorias sobre la IIGM y más concretamente sobre la Resistencia polaca durante los años de la ocupación nazi del país. Y lo hago a través de un libro con el que di buscando en la página web de la colección de Penguin Moderns Classics algún libro diferente que me sacara de mi habitual zona de confort lectora. Libro escrito por Jan Karski: personaje desconocido para mí y creo que, para la mayor parte de los mortales, pero de una importancia sustancial a la hora de desarrollar el trabajo de la Resistencia Polaca en el interior y su contacto con el Gobierno Polaco en el exilio. No soy yo mucho de libros de memorias o de no ficción, sin embargo, todo lo relacionado con la Segunda Guerra Mundial y todas sus ramificaciones siempre me ha llamado enormemente la atención y cuando tengo una oportunidad y un hueco entre mis lecturas aprovecho para leer algo interesante sobre esa época oscura pero interesantísima de la historia.

Jan Karski narra en “Story of a Secret State” lo que fue su vida durante los años que trabajó como agente de la Resistencia Polaca del interior, es decir del estado clandestino que mantuvo las instituciones políticas y militares de Polonia en la sombra durante la ocupación nazi en la IIGM. Y no puede haber más contraste entre el comienzo de la narración y su final. Si en las primeras páginas Karski muestra un estilo de vida desenfadado y sin preocupaciones más allá de poder cuadrar una agenda de cenas y bailes en casas señoriales y burguesas; las últimas muestran la culminación de una vida de penurias, torturas, clandestinidad e identidades falsas constantemente jalonada por el miedo a ser arrestado por la Gestapo o las SS.

Como ya he comentado en este blog en la reseña de algún que otro libro, todo lo que tiene que ver con la IIGM me ha llamado la atención siempre de manera muy intensa, hasta el punto de, hace ya bastantes años, leerme la recopilación de las memorias de Churchill sobre la guerra. Pero además de los grandes nombres de la contienda, o las grandes novelas y libros de historia que se acuerdan de acontecimientos de primer orden, soy muy aficionado a encontrar esos libros que complementan el hilo principal de lo que pasó en aquellos años negros que no deberían olvidarse. Es dentro de estos últimos libros donde se puede encuadrar “Story of a Secret State”.

No siempre la historia la escriben grandes líderes mundiales, a veces la historia viene determinada por personas que en circunstancias normales hubieran sido desconocidas pero que el destino pone en primer plano para que jueguen su papel. Jan Karski fue una de esas personas que tuvieron que afrontar y escribir la historia de su puño y letra y “Story of a Secret State” es el documento al mundo que prueba lo vivido esos años, que en muchos casos puede parecer un sueño, o una pesadilla, por lo fuera de toda lógica que termina siendo.

Jan Karski no pretende en “Story of a Secret State” arrojar nada nuevo ni sobre la IIGM ni sobre el Holocausto Judío. Todo lo que cuenta va encaminado a ensalzar el papel de la Resistencia Polaca durante la ocupación alemana explicando todos sus pormenores: desde el reclutamiento de los miembros, hasta las misiones que le encomendaron, pasando por la organización política del Gobierno Clandestino y el del Exilio (primero en Francia y luego en Londres). Es quizá en los capítulos en los que Karski explica un poco quién era quién durante esa época cuando el libro pierde algo de interés desde mi punto de vista; aunque claro, teniendo en cuenta que soy un lector a quien le apasiona el espionaje durante esa época de la historia, tampoco es un elemento en el que pueda ser objetivo.

Como elemento histórico es indudable que la narración que Karski plasma en “Story of a Secret State” constituye un elemento fundamental para entender no solo la resistencia que Polonia y los polacos ejercieron contra los nazis, sino también cómo el sentimiento polaco hunde sus raíces en un sentimiento profundo de libertad y voluntad firme de democracia popular basada en la justicia y la igualdad. Este sentimiento se va viendo a medida que avanza la narración de Karski y cómo se ensalza continuamente el alma noble y libre del pueblo polaco. De este modo, el libro se convierte en un manifiesto de amor a su patria y hogar.

La única crítica algo negativa que podría hacer de “Story of a Secret State” es que hay momentos en que más que un libro que intenta ser objetivo sobre lo ocurrido en Polonia durante la ocupación nazi pasa a ser una especia de loa nacionalista de autobombo del alma polaca de libertad y resistencia frente a la tiranía haciendo ver como que Polonia fue la única nación que sufrió durante la IIGM. No quito la razón a Karski en esto porque en gran parte la tiene. Pero no puedo desmerecer este libro por este pequeño detalle que no desluce el hecho de haber disfrutado tanto con su lectura. Lectura que me ha hecho aprender e investigar al mismo tiempo sobre aquellos años de Gobierno Clandestino de Polonia y sobre los personajes históricos que en las páginas de estas fabulosas memorias salen mencionados.