sábado, 27 de septiembre de 2014

Lectura crítica: "Olvidado Rey Gudú"

Muchas veces los autores que leemos son aquellos que nos ha recomendado un amigo, un profesor, una tía nuestra; otras veces son los autores que hemos estudiado en el instituto, o los que hemos visto por la tele concediendo entrevistas y hablando sobre sus últimas novelas. Pero por desgracia, a veces también empezamos a leer a un escritor cuando éste o ésta acaban de fallecer y por tanto su nombre llena los informativos de la televisión y las páginas de cultura de los periódicos. Esto último es lo que a mí me ha pasado con Ana María Matute, una de las grandes últimas damas de la literatura española, que ya no podrá seguir alumbrando novelas llenas de historias y personajes. Gracias a la muerte de esta autora he podido descubrir uno de los libros que más me ha ido llenando a medida que iba leyendo: “Olvidado Rey Gudú”.


Esta extensa novela de casi novecientas páginas, que no asuste su longitud narrativa porque no se me ha hecho en ningún momento larga ni densa, cuenta una historia que perfectamente podría considerarse un cuento para niños grandes, o para adultos que mantienen todavía un espíritu de niño. “Olvidado Rey Gudú” no es una novela al uso, no está ambientada en ningún lugar concreto del mundo, en ningún país, ninguna región, ningún continente, pero a la vez todos los países, regiones y continentes del mundo aparecen en ella; tampoco se puede decir que se desarrolle en una época determinada, aunque el influjo medieval está más que claro y es más que evidente. Es por esto que esta novela es siempre diferente según la persona que la lea, y por tanto personajes, lugares y paisajes cambian según quien lo lea sea hombre y o mujer, anciano o joven, joven o niño. Aquí radica la magia de este libro que siempre es cambiante, incluso estoy seguro que si lo leo dentro de unos años habrá cambiado y no será el mismo que ahora, porque yo no seré la misma persona que soy ahora mismo. “Olvidado Rey Gudú” es un libro que cambia según cambie el lector aunque éste y aquél se llamen igual.

Como he dicho esta no es una novela al uso, es más que esto. Este gran libro es una magnífica y deliciosa fábula con la que el lector se deleitará en todos los ámbitos. Con “Olvidado Rey Gudú” viajamos a un lugar y un tiempo que no han existido nunca y que a la vez siempre lo han hecho en nuestra imaginación, en nuestros recuerdos de niños, cuando las historias de Reinos lejanos y misteriosos, príncipes y princesas encantadas, duendes, magos y demás fantasía ocupaban nuestras mentes infantiles. Este libro es un billete a nuestro recuerdo, a las partes de nuestra mente donde la niebla reina y donde los recuerdos viven en un letargo plácido esperando ser rememorados, y esta novela lo logra (o al menos conmigo lo ha logrado). Las muchas páginas de esta inmensa fábula están llenas de magia y fantasía, pero a la vez de realidad. Ana María Matute ha conseguido con esta novela que no quisiera nunca dejar de leer sus páginas, que cada día me sumergiera en sus profundidades misteriosas y me hacía no querer abandonar las y salir otra vez de nuevo a la superficie de la realidad.

Todo en la esta novela irradia una imaginación desbordante que en pocos libros y autores he visto, casi me atrevería a decir que desde que leí hace ya muchos años a Tolkien y sus historias sobre el anillo de poder en “El Hobbit” y en la saga de “El Señor de los Anillos” no había vuelto a leer nada tan original. Los nombres de los personajes y de los lugares llevan al lector a otros mundos que también son este, ya que esos mundos no están en otro lugar sino en nuestra propia imaginación. La historia que narra “Olvidado Rey Gudú” es la historia de la fábula universal, de cómo un pequeño condado se convierte poco a poco y gracias a la codicia y a las ansias de poder en el más poderoso Reino que haya habido nunca. Este reino es el Reino de Olar, y su más importante Rey Gudú. La historia de Gudú es a su vez la historia universal de la ambición y la soledad del poder, y sus aventuras narran las más viejas historias guardadas durante generaciones en lo más profundo de nuestra imaginación. Como he dicho, a lo largo de las casi novecientas páginas de este gran cuento se narra la historia de Olar y sus gobernantes, Sikrosio, Volodioso y por fin Gudú; pero es sobre todo la historia de Gudú la que más páginas ocupa. Historia de Gudú compartida con otros muchos personajes que dan forma y cuerpo a esta historia mágica, desde su madre la Reina Ardid, hasta sus hijos Gudulín, Raigo y Ragia, pasando por el Maestro – una especie de hechicero a la vieja usanza de Merlín –, el Trasgo del Sur, y las diferentes esposas y amantes del Rey Gudú, Tontina, Gudulina, así como los compañeros de armas del rey como Randal, o Yahek. Muchos son los personajes que van apareciendo en la historia, y todos y cada uno aportan su pequeño granito de arena para conformar una historia digna de la más antigua tradición cuentista del mundo.

Como se puede ver la imaginación de Ana María Matute es desbordante, no sólo los nombres de los personajes son increíbles, llenos de musicalidad y colorido, sino que los pequeños detalles que adornan la historia principal hacen de “Olvidado Rey Gudú” un libro maravilloso. Los lugares que van poco o poco apareciendo, Reinos todos ellos que a cualquier lector le pueden llevar a asociar con alguna parte de Europa o del mundo, ya que como ya he comentado todo en esta novela es imaginación, es irreal, pero a la vez está dotado de un realismo que lleva al lector a encontrar paralelismos con la realidad; reinos que Gudú poco a poco va conquistando y añadiendo a Olar para ampliar sus dominios. Batallas, traiciones, desamores, juegos de niños, acertijos, magia y fantasía, todo se mezcla en esta historia y todo a su vez tiene sentido en conjunto. Es magnífico poder ir poco a poco apreciando guiños de la autora a los grandes cuentos de nuestra vida, aquellos que siempre hemos oído contar y que muchos habremos de contar algún día a alguien. No hay que olvidar que aunque novela para adultos, este libro es en sí un cuento para mentes despiertas que siguen teniendo ese puntito infantil que nunca hay que perder del todo.

Pero “Olvidado Rey Gudú” no es sólo un libro de aventuras, de reyes guerreros, de sabias y bellas reinas, y audaces príncipes. Este libro ante todo, y como todo cuento, un medio para enseñar una moraleja. Una de las grandes peculiaridades de Gudú, que a su vez es el principal eje vertebrador de la novela, es que su madre la Reina Ardid, para conseguir que llegara el trono y sucediera a su padre Volodioso, pide al Maestro y al Trasgo que borren de Gudú toda capacidad de amar en su vida, creyendo ella que así se evitaría que el reino cayera en malas manos por el tonto y loco amor del rey por una mujer. Esta imposibilidad de amar afectará a todos los personajes que aparecen en la novela, y no sólo al Rey como pensaba su madre. Esta falta de afectividad por nadie consigue hacer de Gudú un rey fuerte y lleno de ambición que no se para por nada ni por nadie, y que seguirá conquistando y engrandeciendo su reino hasta el final de sus días. Pero también esta incapacidad para amar hará que los seres que le aman a él se vean frustrados y un inmenso dolo vaya poco a poco invadiendo sus corazones y haciéndoles sufrir, empezando por su madre la Reina Ardid. Esta también es una novela que trata del olvido, y de ahí su título; olvido que siempre está íntimamente ligado al amor, ya que sin amar no se puede ser recordado, y ahí recae todo el poder de enseñanza de “Olvidado Rey Gudú”, en que si no amamos estaremos condenados a caer en el olvido por muchas y muy importantes que sean las proezas que hayamos conseguido en nuestra vida, y por muy larga que ésta haya sido.

Por todo esto “Olvidado Rey Gudú” es una novela inmensa, no sólo en extensión, sino porque Ana María Matute fue en su día capaz de crear una bellísima fábula, un épico cuento que recoge toda la tradición de las historias de caballería, de príncipes y princesas, reyes y reinas encantados, de mundos fantásticos llenos de magia y duendes y trasgos y brujos y hechiceros. Pero además de esto Ana María Matute fue capaz de incorporar a la historia, a la narración un dilema moral muy importante, una reflexión sobre la soledad del desamor, sobre el olvido, sobre la ambición; sobre las consecuencias que tienen en el futuro las decisiones que un día tomamos en el presente guiadas únicamente por sentimientos de venganza y odio. Así, con todos estos elementos esta novela, para mí en su día más que desconocida, y esta autora que conocía sólo de oídas y por saberla una de las grandes damas de las letras españolas, se han convertido en un referente. Hoy puedo decir, tras haber leído, más bien devorado con fruición las páginas de este cuento para niños adultos, que “Olvidado Rey Gudú” se ha convertido en una de mis narraciones favoritas, tanto por la historia que cuenta, como por algunos personajes inolvidables, por la magia que irradian sus páginas, pero sobre todo por la moraleja que se puede extraer del mismo. Sé que puede parecer pesado de leer a primera vista, pero aseguro que merece la pena, y además cada persona que lo lea encontrará una historia diferente. Es lo que tienen los cuentos.

Caronte.

martes, 16 de septiembre de 2014

Lectura crítica: "La ciudad de la alegría"

La ciudad de la alegría” es un libro que desde que tengo memoria siempre ha estado en las estanterías de mi casa. Es más todavía mantiene la etiqueta que muestra su precio, y éste aparece todavía en pesetas. Pero a pesar de que siempre lo he visto ahí quieto en una u otra estantería nunca había tenido oportunidad para leerlo; ya fuera porque no me veía preparado para la historia que guardaban sus páginas, o porque llegado el momento en que me decía de cogerlo y empezarlo siempre había otro libro que se cruzaba en mi camino y reclamaba más mi atención. Pero por fin tanto mis ganas como la oportunidad coincidieron y me decidí a leerme este libro.

En “La ciudad de la alegría” Dominique Lapierre narra la vida y la supervivencia en los barrios más pobres de Calcuta en la India, a partir de sus propias experiencias y notas tomadas durante unos dos años de convivencia con los más pobres entre los pobres del mundo. A lo largo de las páginas que componen esta novela se va dibujando un panorama desgarrador de la realidad de la India, de las desventuras y adversidades a las que los habitantes de los slums, o barrios de cuchitriles (porque no se pueden ni siquiera considerar chabolas a los habitáculos inmundos donde se hacinan como si fuera mercancías miles y miles de personas), donde los desarrapados desgraciados que no tienen ni donde caerse muertos tienen que intentar vivir.

Este es un libro duro. Muy duro a veces. Tiene pasajes en los que tras leerlos hay que reposarlos porque son de una crueldad humana increíble. Miseria, desesperación, hambre, trabajo duro, casi esclavitud, falta de futuro o esperanza, todo esto se mezcla en las páginas de esta novela. La pura y dura realidad de los que tienen menos que nada, y que saben que poco van a tener en sus miserables años de vida. Las imágenes que Lapierre evoca en las páginas de este libro son de esas que llegan al corazón y que incluso hacen que las esperanzas que se tienen en el ser humano parezcan desfallecer. Sin embargo, a pesar de toda esta miseria, “La ciudad de la alegría” también es un libro lleno de vida y esperanza. Ninguno de sus personajes pierde nunca las ganas de vivir y seguir adelante, siempre hay algo que les mueve para no desfallecer y dejarse llevar por la vida, siempre hay un motivo para sonreír a la vida incluso en medio de la más absoluta miseria. Por esto este libro también es un canto a la esperanza por el ser humano, por saber que en el fondo de todos nosotros siempre hay esperanza y ganas de vivir, cosas que quizá en las sociedades ricas occidentales hayamos olvidado al estar siempre rodeados de comodidades y posibilidades de hacer lo que queramos.

La variedad de personajes que aparecen en esta historia es muy amplia. Un misionero francés, Paul Lambert, que llega a Calcuta para encontrarse con Dios allí donde él piensa que su Dios puede estar presente: entre los más pobres y desgraciados del mundo. Este misionero francés se instala en una estancia de apenas un par de metros cuadrados en pleno corazón de un slum y desde allí empezará conocer a decenas de personas que le llegarán hasta lo más profundo del corazón y en las que descubrirá el rostro de su Dios. Lambert muestra desde el principio una voluntad inquebrantable de vivir como sus convecinos del slum y no aceptará ninguna comodidad de occidental ni tan siquiera cuando se ve a las puertas de la muerte aquejado por enfermedades casi desconocidas en occidente. Pero este no es el único occidental que aparece en la novela, Max, es el otro “blanco” que cruzará su vida con la del misionero francés hacia la mitad del libro. Este joven estudiante, que acaba de terminar sus estudios de medicina en Miami rodeado de los lujos que el dinero de su familia le ha suministrado decide dejarlo todo al menos por un año. Deja atrás a su novia, sus caballos, su enorme casa y su cómoda cama de sábanas de algodón para irse a vivir al mismo slum donde Paul Lambert hace su misión con los pobres. Allí Max colaborará con sus conocimientos médicos para intentar paliar lo que la pobreza y la miseria generan. El golpe con la realidad que recibe es desde el primer momento muy duro y en varias ocasiones le hace replantearse su vida. Max no es tan fuerte como Lambert y en alguna ocasión se evade del slum para ir a descansar sus huesos en un hotel de cinco estrellas.

También en “La ciudad de la alegría” aparecen miembros de nacimiento de los slums, miembros de pleno derecho de estas ciudades de miseria, hambre y muerte, donde intentar vivir un día más millones de personas en la India soportando todo tipo de penurias. Hasari Pal, es por así decirlo el principal hilo conductor de la historia, su personaje principal que termina por unir las vidas de todos los personajes de la novela. Obligado a abandonar su pueblo agrícola por la falta de buenas cosechas debido al clima adverso y a las sequías, se ve arrastrado a la gran urbe de Calcuta y allí tiene que empezar a sobrevivir con su mujer y sus hijos como puede. Penosos son sus primeros momentos allí. Duros son sus primeros días en los que el hambre y el dormir a la intemperie en la acera cerca de una estación o bajo un puente ponen los pelos de gallina. Poco a poco la suerte, si es que se puede llamar suerte lo que le acontece, Hasari Pal logra un trabajo más o menos aceptable como es el de conductor (más bien tirador) de rickshaws. Muchas penurias y desgracias jalonarán la vida de este campesino arrojado a la gran ciudad, penurias y miserias que le obligarán a todo por llevar siempre algo que comer a sus hijos y familia. Además de contra la pobreza y la miseria Hasari Pal tendrá que vencer la corrupción de los dueños de los rickshaws que exigen parte de lo que los tiradores de los mismo ganen al día, al clima inhumano de Calcuta que pasa de los 45º a la sombra en verano, a las inundaciones por culpa del monzón del otoño. Todo hará que la vida de Hasari sea un completo vía crucis. Pero nada de esto hará nunca que tire la toalla, ni él ni muchos como él que siempre querrán vivir, y vivirán intentando disfrutar de la vida y rogando a su dios que les ayude un día más.

La ciudad de la alegría” es en definitiva una grandísima y durísima novelo sobre las dos caras de la vida, que en el fondo son la misma. La miseria, la pobreza en extremo y casi sin esperanza, y todo lo contrario, la alegría de vivir, de los leprosos que se están muriendo de dolores y dan todo lo que tienen para intentar ayudar a un vecino. De los más desgraciados entre los desgraciados que son capaces de poner una sonrisa aunque no haya motivos para la misma si con ella pueden levantar el ánimo de un amigo vencido por la desesperación. Este libro es un canto a la esperanza también, a la generosidad de ser humano y a las ganas de vivir, a no desfallecer y a ser solidario. Es una novela llena de ejemplos vitales que demuestran que con fuerza de voluntad y ganas todo se puede vencer aunque parezca imposible. Pero así como se puede ver lo mejor del ser humano en los más pobres y desgraciados de la tierra, se ve también lo peor de la raza humana en aquellos que lo tienen todo y lo único que quieren es tener más y si para ello es necesario esclavizar y explotar a otros seres humanos no importa. Estas dos contradicciones muy evidentes incluso en la sociedad occidental en la que vivimos, aún son más flagrantes y dañinas en países como la India. Miseria, pobreza y muerte, se dan la mano y conviven en apenas unos metros con la opulencia, la riqueza y los hospitales cómodos de los que tienen dinero y se pueden pagar lo que quieran.

En “La ciudad de la alegría” se muestra una Calcuta desnuda que enseña al lector hasta lo más íntimo de su ser. Una Calcuta caótica, ruidosa y maloliente, pero también señorial, histórica y orgullosa de su pasado colonial que la transformó en la gran y preciada joya del Imperio Británico. El mundo oriental y en especial la India siempre me han llamado mucho la atención y siempre que querido saber más sobre ella, en este libro se muestra la parte más real de ese enorme país, casi un continente en sí mismo, la pobreza y la miseria de los más miserables entre los miserables, aquellos de quienes nadie se acuerda y moran en el olvido de la India. En este libro el lector no va a encontrar los grandes palacios de los Maharajás, o las grandes mansiones coloniales de los ingleses con sus suelos entarimados y sus paredes revestidas de mármoles de todos los colores. Tampoco podrá el lector deleitarse imaginando las fastuosas fiestas con trajes multicolores y pétalos de flores de todo tipo. En “La ciudad de la alegría” el lector encuentra otro mundo tan real como duro. Un mundo de chabolas inmundas infestadas de insectos, cucarachas, ratas y perros sarnosos, donde los baños son apenas unas zanjas en el suelo donde los habitantes de los slums deben ir a hacer sus necesidades y a asearse y que cuando llega el monzón se desbordan y llenan todas las callejas de la inmundicia pestilente de los restos humanos allí depositados. Esto es también la India, y este libro me ha enseñado que también es parte de esa realidad tan colorida y variada en sus aromas como es la India.

No se puede decir mucho más de un libro lleno de esperanzas, en el que hasta el más desgraciado de la faz de la tierra es capaz de poner una sonrisa y ayudar al prójimo como si le sobrara de todo. “La ciudad de la alegría” es ante todo una novela entusiasta, llena de dureza, de esa dureza que jalona la vida de millones de personas a lo largo de todo el mundo y de la que en las sociedades occidentales no tenemos ni la más mínima idea. Este es un libro duro de leer por todo lo malo, las penurias y miserias que se reúnen en sus páginas y que se desarrollan en un lugar tan relativamente pequeño como es el slum donde viven los protagonistas de esta historia de superación y generosidad infinita. Pero esta novela también enseña al lector tolerancia por las creencias de los demás ya que cristianismo, islam e hinduismo se dan la mano en esta historia y compartiendo muchas veces rezos y plegarias, dejan a un lado el nombre de sus respectivos dioses para ayudarse mutuamente no importando el credo al que pertenezca nadie. Creo que “La ciudad de la alegría” es un libro que toda persona que tenga inquietudes humanas, de ayuda al prójimo y al más necesitado, que todo aquel que necesite un empujón de esperanza debería leer con atención porque en las páginas de esta novela encontrará esa fe en el ser humano que parece que no existe pero que en el fondo está presente en aquello que tienen menso que nada, pero que nada necesitan para ser felices y vivir.

Caronte.