Hasta la fecha
solo ha habido un par de libros que me haya releído y ambos han sido de Harry
Potter allá por la época en que era un joven imberbe y lleno de ilusión por
todo que esperaba con ansias el estreno cada año de las películas sobre los
libros. No ha habido más relecturas desde ese momento. No me considero un
lector que pueda permitirse el lujo de volver a leer un libro teniendo tantos
libros pendientes en la recámara. Sin embargo, este año durante mis vacaciones
me propuse volver a leer una de esas novelas que en su día creo que no valoré
como debería haber hecho. Y así hice: en la maleta que me llevé a Fuerteventura
hace apenas quince días metí dos libros que ya había leído hacía unos años. De
uno de esos libros ya hablé en el blog hace un tiempo del otro pienso hacerlo
hoy. Tras esta relectura tengo claro dos cosas: que un libro bueno gana con
lecturas sucesivas y que voy a empezar a plantearme el volver a leer algunos
libros que en su día me marcaron.
Creo que ya va
siendo hora de que confirme que mi escritor favorito es John Le Carré y que
siempre le tengo en el punto de mira ya sea deseando que saque algún libro
nuevo, cosa que ya por desgracia y debido a su edad poco va a suceder ya, ya
sea porque quiero leer algún libro suyo que no haya leído. Esta vez he vuelvo a
Le Carré porque tenía ganas de releer “The
spy who came in from the cold”, quizá la novela que puso a este inglés
de Cornualles en el mapa literario mundial aupándolo a las alturas, al Olimpo
de la literatura. Sin ser su primera novela, este fue el libro que le dio fama
mundial y que le hizo poder abandonar su puesto de funcionario en el Servicio
de Inteligencia Británico para dedicarse a darnos a sus admiradores decenas de
obras magníficas con las que soñar ser otras personas.
“The spy who came in from the cold”
quizá sea la novela de espías perfecta, de principio a fin. La novela arranca
en Berlín, en la frontera entre las dos Alemanias, en el Muro, en uno de sus
pasos fronterizos. Se está produciendo una espera tensa, Alec Leamas, espía
británico está esperando que llegue uno de sus agentes, que salga por fin de
Berlín oriental. Pero la espera se alarga, algo va mal. Algo se tuerce. El
agente aparece a lo lejos, entre las sombras. No logra llegar al otro lado del
Muro. Leamas vuelve a Londres derrotado. Ahí empieza el frío, la hibernación de
este agente. Ahí empieza a tejerse una operación que debe acabar con una de las
grandes cabezas de la inteligencia de la Alemania comunista.
A partir de este
momento “The spy who came in from the
cold” se vuelve una novela condenadamente frenética, con un ritmo
endiablado que lleva al lector de salto en salto, de sorpresa en sorpresa, sin
dejarle respirar, sin ganas de abandonar la lectura de la novela para comer,
dormir, o ir al servicio a hacer sus necesidades. Hasta que llega el final, ese
final que deja la boca seca, las manos temblorosas y al lector incrédulo por
ver la escena que se acaba de desarrollar ante sus ojos y dentro de su mente
sin haber podido hacer nada por evitarla.
La primera vez que
leí “The spy who came in from the cold”
quedé con la escena final grabada a fuego en mi memoria, pero no recordaba
mucho más, salvo un viejo y gris aeropuerto berlinés y el tétrico Muro. De esa
primera vez también recuerdo a Alec Leamas, ese cínico idealista desfasado
inglés, espía de convicción que urde junto a los grandes nombres del Circus,
Control, Smiley (aquí aparece ya el que será a la postre el gran personaje de
Le Carré y uno de los más resaltables personajes de la literatura inglesa del siglo
XX), Peter Guilliam… Ahora sin embargo, en esta segunda lectura me he dado
cuenta de que esta novela entrañaba mucho más y en ella John Le Carré retrataba
un mundo en plena descomposición de ideales y valores, tanto sociales como
personales. También es cierto que aquella primera vez era un lector novel, un
pipiolo admirador de Le Carré no preparado para admirar en toda su amplitud
esta novela.
Para mi “The spy who came in from the cold”
es quizá, después de esta relectura, la mejor de las novelas de John Le Carré.
No hay un solo segundo de tregua en la trama. Tiene un argumento tan bien
urdido y tejido que el lector no se da cuenta de nada hasta que llega el final
y queda con la boca abierta no sabiendo muy bien en qué momento todo se torció,
o en qué momento quedó engañado por los dobles y triples juegos de los
diferentes personajes. El ambiente de la novela, los escenarios de la misma,
todos sutiles pero al mismo tiempo tan importantes, hacen también de esta
novela una novela de sensaciones, muy fotográfica y cinematográfica. Todo
detalle aunque parezca nimio tiene su impronta en la trama dándola esos toques
grises que acentúan el doble juego de sus personajes.
Con la relectura
de “The spy who came in from the cold”
he podido comprobar cómo Le Carré domina a la perfección el análisis
psicológico de los personajes. El escritor inglés es un maestro de los diálogos
y en esta novela lo demuestra haciendo que éstos sean fundamentales, ya que
toda la acción prácticamente se desarrolla gracias a diálogos entre personajes.
Los diálogos son fundamentales para entender el mundo que hemos dejado atrás,
la época de la Guerra Fría especialmente; uno de ellos, el que se desarrolla en
el juicio que tiene lugar hacia el último tercio de la novela, es probablemente
la mayor clase magistral de historia del espionaje durante la Guerra Fría, cómo
convicciones e ideales se supeditan a un bien mayor como era el Estado en la
Alemania Democrática. En estas aguas tan grises y turbias Le Carré se mueve
como nadie ha hecho y como nadie va a poder hacer.
“The spy who came in from the cold”
es esa clase de novelas que llevan al lector a querer ser partícipe de la
historia ya sea de una manera o de otra. El personaje de Alec Leamas es muy
atractivo por todas las contradicciones que acumula, el ambiente del otro lado
del Telón de Acero es sumamente interesante y algunos diálogos dejan al lector
tan estupefacto que es necesario volver a leerlos para aceptarlos tal como son.
En definitiva esta novela es el perfecto thriller de espías, la novela perfecta
de espionaje, ese libro que puedes leer en bucle sin aburrirte y siempre
descubriendo matices que en lecturas anteriores se pasaron por alto. No será la
mejor novela de la segunda mitad del siglo XX, pero es una obra maestra de su
género. Sinceramente si alguien quiere entrar en el mundo Le Carré debería
empezar por esta novela, aunque se corre el riesgo que después nada parezca
semejante.
Caronte.