viernes, 31 de julio de 2020

Ensayo sobre la lucidez

Hacía tiempo que no cogía una novela de José Saramago y lo he vuelto a hacer principalmente porque me iba a ir de vacaciones a Lanzarote, tierra adoptiva de este genio luso de las letras, donde pasó gran parte de su vida y donde falleció. El libro me lo he terminado pero el viaje se ha tenido que retrasar dos semanas por el maldito bicho que lleva atormentando y destrozando planes, familias y vidas desde hace ya cinco meses (y lo que nos queda por aguantar). La verdad es que, aunque Saramago y, sobre todo, su inconfundible estilo, me parecen de lo mejor que se puede leer de literatura contemporánea (aunque en sí él ya sea un clásico), no lo leo tan a menudo como he hecho con otros autores porque en el fondo me impone mucho como escritor y cuando me cruzo con alguna de sus novelas en librerías de segunda mano siempre dudo entre comprar o no por no saber si estaré de nuevo a la altura, como lector, de su obra.

Ensayo sobre la lucidez” se podría considerar una especie de continuación de la famosísima novela de Saramago “Ensayo sobre la ceguera”. Hay referencias y enlaces entre ambas novelas, aunque no leer una no impide poder disfrutar con total calma y serenidad de la otra. Referencias tanto en personajes como en reflexiones, incluso entre las propias cegueras de las que se habla en ambas novelas. Así, en la que hoy reseño se habla de una ceguera ciudadano figurada que lleva a que una inmensa mayoría de ciudadanos en unas elecciones decidan votar en blanco siendo inmediatamente calificados por los gobernantes como ciegos; mientras que en “Ensayo sobre la ceguera” si se habla de una ceguera médica que hace sucumbir a todo un país.

Como acabo de esbozar, “Ensayo sobre la lucidez” narra la historia de una ciudad capital de un país que en ningún momento se nos dice dónde es, pero que todos sabemos ubicar en un país vecino con el que nos llevamos bastante bien, donde los ciudadanos llamados a unas urnas para renovar el gobierno municipal deciden votar mayoritariamente en blanco. Esta decisión, tan democrática como otra cualquiera, pone en guardia a los gobernantes de la nación y a los dos partidos que se reparten el poder (partidos de la derecha y del centro), que obligan a repetir las elecciones obteniendo en dicha repetición aún mayor porcentaje de voto en blanco. Desde ese momento el gobierno encabezado por su presidente y con la voz cantante del ministro del interior someten a la ciudad a un cerco dejando a sus habitantes solos ante el autogobierno.

La historia se va centrando entre las deliberaciones del consejo de ministros, las conversaciones entre el presidente del consejo de ministros y el ministro del interior, las pesquisas de un comisario de policía enviado a la ciudad a investigar y acusar a una mujer que sorprendentemente en la ceguera física que asoló el país no quedó sin vista, y la propia mujer envuelta en una conspiración sin sentido. “Ensayo sobre la lucidez” es una novela que golpea en la línea de flotación de la clase política, en cómo manejan los hilos para que una realidad que les da la espalda, por arte de magia, se les vuelva de cara siempre.

Saramago no deja en muy buen lugar a la política y a una clase de políticos que ante todo imponen sus ansias de poder y fama a la realidad. “Ensayo sobre la lucidez” muestra como todo se puede ir al garete simplemente en el momento en que unos analfabetos ambiciosos lleguen al poder y no sepan leer la realidad pensando que solo ellos tienen la razón siempre de lo que la sociedad quiere. Y es que no es una enfermedad votar en blanco (para los políticos de la novela, votar mal, estar ciegos), sino no ser capaces de ver con clarividencia y lucidez que esa decisión democrática es un síntoma más de una enfermedad llamada política incompetente.

Ensayo sobre la lucidez” es una novela que se hace incómoda de leer por lo real que puede llegar a ser en algunas partes. Las conversaciones entre los políticos, con el ministro de interior como Maquiavelo supremo, son detestables y en más de una ocasión he llegado a sentir odio muy profundo por ese personaje (cosa que no me ha pasado muy a menudo). También es una novela que hace pensar, que hace reflexionar sobre el sistema político que hemos construido entre todos y cómo el poder no lo tiene quien temporalmente lo ostenta, sino los ciudadanos que con nuestros votos tenemos la obligación de hacer ver y sacar de la ceguera a los políticos que manejan los hilos. Otra cosa es que la gente normal y de a pie sea capaz de llegar a ese grado de lucidez que es necesario para que seamos conscientes de nuestro poder real, aunque medios de comunicación y partidos políticos hagan lo suyo para hacernos pensar, si no lo contrario, sí que no es tanto nuestro poder.

Siempre es un placer leer al Nobel portugués. Siempre se pasan muy buenos ratos con un libro de Saramago en las manos. “Ensayo sobre la lucidez” es uno de esos libros que se disfrutan, que se deben degustar con tranquilidad, paladear cada palabra, cada frase, cada párrafo, cada capítulo. Obviamente si uno no está familiarizado con el estilo de este magnífico escritor luso, la primera vez que se intente sumergir en alguna de sus novelas puede que se ahogue, que le produzca incluso reparo, pero puedo asegurar que si se superan esos primeros miedos e impresiones se está ante un novelista único. Espero no dejar pasar tanto tiempo hasta el siguiente libro de Saramago que coja entre manos, pero eso nunca se sabe.

Caronte.


jueves, 16 de julio de 2020

Sidi

Siempre vuelvo a Pérez-Reverte. Es uno de esos escritores que casi nunca me dejan frío ni me aburren; es de los pocos autores cuyas novelas entretienen, hacen viajar y además enseñan al lector algo sobre un tema determinado o una época concreta. Da gusto leer cualquier libro de Reverte por el trabajo que uno sabe que hay detrás y que queda reflejado en un fondo de la trama complejo, bien definido, delicadamente perfilado, que hace que los personajes, ficticios o más reales, cobren una dimensión realista que pocos autores saben conseguir a día de hoy. Aunque parezca mentira debido a que es un libro que hace apenas unos meses que ha salido a la venta, también he dado con él en una librería de segunda mano; librería que por cierto siempre tiene una gran variedad de libros de Alfaguara en perfecto estado y a un precio rebajado por normal general un tercio de su valor original. Pero este no es el tema; el tema es que Pérez-Reverte ha vuelto a conseguir una novela redonda de principio a fin.

He de reconocer que cuando se anunció nueva novela de Pérez-Reverte y se dio a conocer que llevaría por nombre “Sidi” quedé frío, muy frío. No me pareció un nombre atrayente ni interesante; de hecho, no me sugería absolutamente nada. Fue una pequeña decepción. Sin embargo, cuando salió publicada y tras ver entrevistas al autor y críticas en diferentes blogs que sigo, me fue picando más y más la curiosidad por este relato de ficción medieval cuyo personaje central, en torno a quien gira toda la novela, es el mítico Cid Campeador. Más atracción sentí por el libro tras ir leyendo opiniones de lectores “ofendiditos” porque la imagen que se da de El Cid en esta novela no es la que corresponde a la que la historia oficial de este país ha contado durante generaciones.

Y es que el Rodrigo Díaz de Vivar que protagoniza “Sidi” es un hombre que mira solo por sus hombres (fieles, tenaces, guerreros) y por él mismo sin importar nada más que su honor y su palabra dada. La novela se divide en tres partes: la primera y la última narran dos “misiones” o escaramuzas, una contra moros y otra contra cristianos; mientras que la parte intermedia está dedicada a la transición entre un encargo y otro, y en ella se describe, de manera muy documentada, cómo era la vida y las relaciones entre reinos en los territorios que hoy por azares de la historia se llaman España.

Como he mencionado de pasada antes, en “Sidi” Arturo Pérez-Reverte muestra un Cid diferente al matamoros conquistador de reinos moros que la historia franquista analfabeta nos ha implantado en todos los lugares y que Charlton Heston inmortalizó en la gran pantalla. Rodrigo Díaz de Vivar es un infanzón castellano desterrado por un Rey vil al que, sin embargo, sigue considerando su legítimo señor, y ante el que se niega a batallar al servicio de otros señores. Se gana la vida sirviendo al mejor postor, sea este un rey cristiano o uno musulmán de alguna de las taifas que en el siglo XII resquebrajaron la península ibérica. No hay rastro de ese héroe sangriento que mata moros y expande los dominios de los reinos cristianos avanzando sin parar la Reconquista. Quizá por ello cierto sector de lectores han visto en esta novela un ataque directo a su subconsciente franquista idílico y falso, acusando incluso a Pérez-Reverte de mentiroso.

Pero centrémonos. “Sidi” es una novela histórica de aventuras, al más puro estilo clásico, donde la acción y los personajes son clave. Las conversaciones entre El Cid y sus hombres, o con el emir de Zaragoza, o consigo mismo antes de entrar en batalla o al acordarse de su mujer e hijas dejadas atrás en Cardeña, son delicados retazos de un hombre muy alejado del héroe que nos han vendido durante años. La recreación de la primera escaramuza contra los moros y de la gran batalla de la última parte de la novela son tan cinematográficas que el lector es capaz de ver las imágenes en su cabeza a medida que va leyendo, de oír los ruidos de las batallas, o incluso de poner música a esas imágenes evocadas por la prosa de Pérez-Reverte. Pero no todo es acción y los tempos narrativos de esta novela están manejados con suma delicadeza para no abrumar al lector al mismo tiempo que se le plantea un fresco bastante ajustado a la realidad de lo que era la península ibérica en la Edad Media.

Sidi” es una novela para pasar unas horas muy entretenidas leyendo, para sentarse a la sombra de una sombrilla en la playa o la piscina, o bajo una parra en el campo, o para no salir de casa en una tarde tórrida de verano. La extensísima labor de documentación previa de Pérez-Reverte hace que la novela, además de entretener, ilustre al lector sobre una época que contiene más sombras que luces y que es muy desconocida por la mayoría. Por todo esto creo que, después de su última novela de cierre de la trilogía de Falcó que me dejó ciertamente decepcionado, con este libro Arturo Pérez-Reverte vuelve a conseguir una novela redonda que se disfruta de principio a fin.

Caronte.