Si no recuerdo
mal, y creo no hacerlo, nunca antes en este blog había criticado ninguna obra
de José Saramago, algo que bien pensado es una especie de deshonra para un blog
que pretende ser un foro sobre literatura. Pero la verdad es que si no he
hablado antes de este universal escritor portugués es porque nunca antes me
había leído ninguno de sus libros. Sólo este año he descubierto el mundo
creativo de este escritor luso ganador del premio Nobel de Literatura en 1998.
Tarde, muy tarde creo yo. De hecho el libro del que voy a hablar no es el
primero de Saramago que me leo, sino el tercero, lo que pasa es que de los
anteriores no escribí, no porque me parecieran malos y poco dignos de ser
criticados; muy al contrario creo que fueron mejores que este último que me he
leído, lo que pasa es que no escribí sobre ellos porque se me amontonó el trabajo
de escrituro y al final decidí dejarlos pasar. No plasmo en este blog mis
opiniones sobre todos los libros que leo. No tendría tiempo de hacerlo debido
al ritmo de lectura que me autoimpongo. Con este artículo lleno dos vacíos en
este blog: hablar de Saramago y de una de las obras más relevantes en lengua
portuguesa de las últimas décadas.
Como acabo de
decir “Ensayo sobre la ceguera”
no sólo es uno de los libros más celebrados de José Saramago, sino quizá uno de
los más conocidos de este autor y también, si se me permite decirlo, de la
literatura portuguesa contemporánea. Por definirlo rápidamente y encasillarlo
en algún género literario, eso que tanto gusta a muchos lectores pero que yo no
comparto del todo porque creo que es una simplificación burda e infantil de lo
que es la literatura, podría decir que esta novela es pura ciencia ficción o
una distopía. Esta última clasificación es la que más me gusta, ya que aunque
es un género que surgió a principios del siglo XX en Reino Unido, y los más
grandes autores de literatura distópica son Aldous Huxley y George Orwell,
ingleses a mayor inri, es además el que más le pega y con el que desde el principio
de su lectura más asociaba la novela.
El argumento de “Ensayo sobre la ceguera” es
básicamente apocalíptico. Poco a poco la humanidad se va quedando ciega de
manera súbita. El libro empieza con un conductor parado delante de un semáforo
que se pone en verde pero que no arranca al ver esa luz porque se ha quedado
ciego. Este primer ciego es llevado a su casa por otro hombre que le ayuda
amablemente y luego cuando llega la su mujer van a un oftalmólogo a ver qué
tiene. Poco a poco, en pocas horas todas las personas que van teniendo contacto
con este primer ciego se quedan a su vez ciegas. Conocida la ceguera, el
gobierno cree conveniente aislar a los ciegos en un hospital/manicomio para
ponerlos en cuarentena y que no se produzcan más contagios. Este aislamiento
pronto se convierte en una prisión donde reinará la anarquía, el miedo y el
egoísmo. Una prisión donde nadie ve salvo una persona: la mujer del oftalmólogo
que atiende al primer ciego y que oculta el hecho de que sigue viendo pese a
que su marido también está contagiado con la ceguera contagiosa.
“Ensayo sobre la ceguera” se
podría dividir perfectamente en dos parte bien diferenciadas. Bueno de hecho en
tres, si se cuentan los primeros capítulos en los que se nos van presentando a
los diferentes personajes principales que acompañarán al lector durante el
resto de la novela. Como digo, dos partes son las que tiene esta novela. La
primera de ella se desarrolla en el interior de ese manicomio abandonado usado
como cárcel o centro de reclusión de cuarentena para los ciegos. Quizá los
capítulos en los que se describe la vida en ese centro de internamiento son los
más desasosegantes de toda la novela, ya que en ellos se ve, valga la
expresión, el comportamiento de personas que se ven privadas de la vista, quizá
el sentido más revelador de los cinco con los que nos dotó la naturaleza. Así
el lector verá como los ciegos se dividen en bandos: unos buenos que pretenden
sobrevivir como puedan todos juntos compartiendo la comida que se les da y ayudándose
mutuamente; y otros malos que pronto asumen el poder del manicomio y se
apropian de la comida exigiendo al otro bando a cambio de unas pocas raciones,
dinero o favores a las mujeres.
La segunda parte
de “Ensayo sobre la ceguera”
se desarrolla ya fuera del centro de cuarentena, después de que éste quedara
sin vigilancia por parte del ejército debido a que ya la ceguera ha terminado
de infectar, y afectar por tanto, a todo el mundo y nadie ve y por tanto nadie
puede vigilar. Los ciegos internados en el manicomio escapan después de una
revuelta de buenos contra malos y salen al mundo. Ya hay un grupo de personajes
formado que acompañarán al lector en el resto de la historia. Un grupo en el que
la mujer del oftalmólogo es la líder básicamente porque es la única que puede
ver. En esta última parte de la novela Saramago muestra un mundo desolado por
el hombre, donde no hay ni agua corriente, ni luz, ni comida, ni nada; solo
mierda, desechos, muerte y desolación. Un mundo en el que el ser humano ya no
puede ser considerado tal cosa ya que ha perdido tota dignidad y que por
sobrevivir pierde todos sus principios y toda su dignidad para convertirse en
un animal más que pugna por vivir un día más que su vecino a costa incluso de
ese vecino si se tercia.
Como se puede ver “Ensayo sobre la ceguera” es una
visión muy pesimista del mundo. Según el propio Saramago, la novela pretendía “plasmar,
criticar y desenmascarar a una sociedad podrida y desencajada”; creo que sobran
más palabras para definir exactamente lo que este libro consigue despertar en
el lector. He de confesar que los primeros capítulos, los que cuentan como la
gente se va quedando ciega, son verdaderamente angustiosos. El lector es capaz
de sentir esa ansiedad por no saber qué está pasando, por sentirse perdido en
un mundo que hasta hace un minuto veíamos y reconocíamos. Por esto pienso que
Saramago con este libro consigue hacer no solo una novela que hace reflexionar
profundamente al lector sobre la sociedad que somos y en la que nos podemos
convertir, sino también un ejercicio intelectual impresionante ya que Saramago
logra ponerse en la piel de un ciego para definir ese mundo de oscuridad,
aunque sea clara y luminosa como es la ceguera de la novela.
Sin embargo, pese
a que en términos generales puedo decir que “Ensayo sobre la ceguera” me ha resultado un libro de lo más
sugerente y reflexivo, también tengo que decir que hay momento en los que la
historia decae bastante, hasta el punto de hacerse muy difícil de leer por
tediosa y repetitiva. Hay partes del libro, sobre la mitad más o menos, en las
que la narración se hace farragosa, en las que Saramago pretende rizar el rizo
sobre sus reflexiones sobre la sociedad, pero que terminan por liar al lector y
aburrirle soberanamente. Hubo momentos durante la lectura de esta parte central
de la novela en los que lo único que quería era que acabara. Pero para no
faltar a la verdad también tengo que decir que el final de la novela es
fantástico, la última parte, la que se desarrolla de nuevo en el mundo real es extraordinaria.
Además también he de decir que el estilo de Saramago me ha resultado delicioso,
no sólo porque en la novela no aparece ni un solo nombre de ningún personaje,
sino porque los diálogos están incorporados al texto sin comillas, o guiones, o
nada que los distinga de la narración normal salvo la mayúscula primera que da
paso a ese diálogo.
Para concluir, a
toda aquella persona que quiera empezar a leer a Saramago le recomendaría que
no empezara por “Ensayo sobre la
ceguera” sino por otras novelas suyas también famosas y escritas en ese
estilo tan peculiar y único que tenía este escritor luso que tanto amaba a
España, como pueden ser “La caverna”
o “Todos los nombres”; ambas
novelas muy recomendables y también con un aire de distopía muy pronunciado.
Caronte.