miércoles, 15 de julio de 2015

Lectura crítica: Los cuentos de Gabriel García Márquez

Vuelvo hoy a hablar, después de mucho tiempo, más del que me hubiera gustado, del fantástico mundo literario creado por uno de los más grandes novelistas en español de la historia: Gabriel García Márquez. Esta vez no voy a comentar ninguna de sus novelas, sino sus cuentos, o relatos cortos. Puede resultar extraño que a un gran escritor le dé por escribir cosas menores como podrían entenderse a primera vista los cuentos o los relatos cortos. Pero he aquí el error: considerar que un cuento de apenas diez o doce páginas no estará nunca a la altura de una gran novela por muy corta que ésta sea. García Márquez creó hace ya muchas décadas un universo literario que todavía ningún otro escritor ha podido superar ni por originalidad ni por profundidad ni coherencia literaria: el realismo mágico. De esta corriente literaria destacan sobre todo sus dos grandes novelas “Cien años de soledad” y “El amor en los tiempos del cólera”, probablemente los libros más leídos y conocidos de este maravilloso autor. Pero la obra literaria que este colombiano universal dejó al mundo se extiendo mucho más allá.

A lo largo de su vida Gabriel García Márquez publicó cuatro libros de cuentos, o recopilaciones de sus cuentos: “Ojos de perro azul”, “Los funerales de la Mamá Grande”, “La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada” y “Doce cuentos peregrinos”. Entre todos ellos suman un total de 41 cuentos de extensión variable que va desde las cuatro páginas, que podrían ser considerados prácticamente como esbozos, hasta las cincuenta, con lo que podríamos hablar de casi de novela corta, muy corta. ¿Por qué hablo de estos cuatro libros? Pues porque encontré una edición muy poco publicitada por la propia editorial en la que se reúnen estas cuatro recopilaciones en un solo volumen en edición de bolsillo (supongo que la editorial DeBolsillo que es quien publica en tapa blanda las novelas de García Márquez no quiere que el libro “Todos los cuentos” se airee mucho, ya que comprando éste el lector se ahorra más de un 60% del dinero que costarían los cuatro libros de cuentos por separado).

En esta edición conjunta aparecen separados los cuatro libros y dentro de cada una de estas “partes” los cuentos están ordenados cronológicamente, salvo en el último, no sé la razón. Con esta ordenación el lector podrá ir dándose cuenta perfectamente de cómo desde el primer cuento de la colección, escrito cuando García Márquez era apenas un joven de veinte años, el estilo, los temas, las preocupaciones y los personajes y ambientes van evolucionando a medida que el escritor va madurando y haciéndose más mayor. Sinceramente ha sido muy bonito ver la evolución de uno de las grandes de las letras universales desde sus comienzos hasta su plenitud; bonito y estimulante, a la par que instructivo por el mero hecho de ver y ser consciente de cómo cambiamos las personas con el tiempo, sin dejar en el fondo de ser los mismos que cuando somos jóvenes. A continuación iré hablando, y dando alguna pincelada más sobre cada uno de los libros que componen esta colección de todos los cuentos de Gabriel García Márquez.

La primera parte de “Todos los cuentos” es la correspondiente al libro de relatos “Ojos de perro azul”. En este libro publicado en 1972, se recogen sin embargo los cuentos escritor entre 1947 y 1955, lo que implica que durante casi veinte años estos relatos estuvieron sin ver la luz. De hecho esta recopilación de cuentos no fue la primera que se publicó sino la tercera. Volviendo a “Ojos de perro azul”, en este primer libro se recogen catorce cuentos, todos de extensión inferior a las veinte páginas. Entre estos primeros cuentos se pueden hallar varios patrones en el estilo de García Márquez y en los temas tratados en ellos. Por un lado casi la totalidad de estos relatos tienen un marcado carácter surrealista, muy surrealista, tanto en temática, como personajes, como sucesos, como por el propio estilo. Este surrealismo se nota sobre todo en los primeros cinco o seis cuentos, que resultan muy complejos de leer, por farragosos, casi inconexos y formados por simples ideas unidas por un tema o hilo conductor principal que en ocasiones se hace difícil de leer. Además en los primeros cuentos de este primer volumen el tema de la muerte es siempre el predominante de una u otra manera o forma.

Es posible que se pueda inferir de lo dicho que este primer volumen, “Ojos de perro azul” haya sido el que menos me ha gustado. No voy a mentir, tras los primeros cuentos me vine un poco debajo de ánimos. Esperaba otra cosa. Sin embargo me dije a mí mismo que también había que tener en cuenta la fecha en que estos cuentos habían sido escritos: en unos años en los que muy probablemente García Márquez estuviera buscando su hueco en la literatura, buscando su mundo literario y estilo, experimentando. Y así fue. Los siguientes cuentos de este primer volumen van poco a poco mostrando un cambio ya en su estilo y temática y haciéndose mucho más legibles, con más facilidad y agilidad. Así por ejemplo los cuentos “Ojos de perro azul”, “La noche de los alcaravanes” y por encima de todos “Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo” son verdaderas delicias para el lector, escritos con un estilo envolvente y totalmente adictivo ya. Especial mención hay que hacer del último cuento que he citado, ya que en él se ponen los cimientos de lo que será su grandiosa creación literaria, Macondo, universo tan real como fantástico en el que se desarrollarán sus principales novelas.

El siguiente de los libros de cuentos que se recogen en “Todos los cuentos” es “Los Funerales de la Mamá Grande”, libro originalmente publicado en 1962 y que recoge ocho cuentos escritos todos en ese año. Entre los cuentos de este volumen hay algunos de extensión considerable, de más de veinte páginas que podrían perfectamente ser considerados como novelas cortas o muy cortas; pero también hay uno de extensión mínima, apenas cuatro páginas que se titula “Un día de estos” y que vuelve a tener un marcado tono surrealista pero mágico. En este segundo volumen ya se nota un cambio en el estilo de García Márquez, pero sobre todo ya se siente Macondo, ya se huele el aroma de sus calles, ya se ve el color de sus plazas y puertas, ya se ve su luz y se siente el mar cercano. Macondo ya es un personaje en el mundo literario de García Márquez. Así en cuentos como “En este pueblo no hay ladrones” o “Un día después del sábado” Macondo es un punto central en la narración y todo acontece en este fantástico pueblo tan real como imaginario. Pero si hay un cuento a destacar en este segundo volumen de relatos es el que da título al propio libro, “Los funerales de la Mamá Grande”. Más que cuento, este relato podría ser perfectamente una novela y en ella se sienten a la perfección todos los detalles y elementos del más puro realismo mágico. Es una delicia de cuento con elementos realistas pero totalmente mágicos; los acontecimientos que se narran superan cualquier imaginación racional y pasan a una esfera en la que el lector flota en éxtasis.

Paso ahora a comentar el tercero de los volúmenes de relatos que se recogen en “Todos los cuentos”, el titulado “La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada”. Como se puede observar el título ya lo dice todo, ahora sí que sí García Márquez está de lleno sumergido en su universo creativo: en el más puro realismo mágico, en el que todo ya sea real, imaginario o híbrido cobra un sentido diferente y nada es lo que puede parecer en un primer momento. Este tercer libro contiene siete cuentos escritos entre 1968 y 1972, por tanto después de la publicación de “Cien años de soledad”, la obra maestra de García Márquez; además se incluye un relato escrito en 1961, y titulado “El mar del tiempo perdido” que para mí es uno de los mejores, lleno de magia y escrito con un estilo delicado y bellísimo. En los cuentos de este tercer volumen se nota ya una mayor madurez en el estilo de García Márquez, una madurez que le lleva en ocasiones a ponerse en un tono muy grave para narrar algunas cosas, y que sin dejar el realismo mágico, se nota un alejamiento de ese mundo fantástico tan característico suyo. A diferencia del segundo libro de cuentos, éste tercero es más serio en cuanto a temas, sobre todo existenciales y estilo. Destaco, no por ser el mejor de los relatos, el cuento que da título a este tercer volumen y que narra con ese estilo mágico tan de García Márquez, uno de los episodios más reprobables de la historia del Caribe, como era la prostitución de niñas menores de edad.

Por último me toca hablar del último de los libros de cuentos que publicó García Márquez, allá por el año 1992, muy lejos ya de su época de esplendor literario y de la explosión de su realismo mágico. “Doce cuentos peregrinos” recoge doce cuentos escritos entre 1976 y 1982. En este libro ya se ve a un García Márquez totalmente maduro, muy lejano ya en estilo y temática de esos primeros relatos de “Ojos de perro azul”, pero con una prosa igualmente absorbente y maravillosa. El realismo mágico está totalmente diluido, aunque en algún que otro relato sigue viéndose y sintiéndose presente. El realismo más puro entra en escena, las historias son más terrenales, actuales y todas sin excepción se desarrollan en lugares reales de Europa, desde Barcelona a París. Sin embargo pese a que los relatos de este cuarto volumen pierden parte de la magia del mundo literario de García Márquez, todos tienen en común el desconcierto que pueden generar en el lector al parecer que van a ir por un lado, siguiendo una trama que parece fija, para acabar yendo por otra que también estaba presente desde el principio pero de la que se pierde el rastro momentáneamente para volver con fuerza. Me gustaría destacar entre los doce relatos dos en especial, uno de ellos muy corto como es “La luz es como el agua” en el que como un espejismo García Márquez recupera su vigor narrativo y estilístico para brindar al lector con una deliciosa mini historia llena de imaginación; el otro relato que me gustaría destacar es “El rastro de tu sangre en la nieve”. Pero aunque he destacado dos, todos los cuentos son estupendos y enganchan al lector una vez éste haya comenzado uno de ellos.

En resumen, “Todos los cuentos” es sin lugar a dudas una muestra brutal y contundente de la maestría literaria de uno de los grandes genios de las letras universales. A través de los cuentos que se recogen en los cuatro libros que esta edición aúna, se puede ver el desarrollo estilístico y temático de García Márquez, desde que tenía 20 años hasta los 55. Muchos años de historias, imaginación e invención dedicados en exclusiva a crear y a hacer soñar a sus lectores. Quien quiera descubrir a García Márquez no debería dejar de leer en primer lugar “Los funerales de la Mamá Grande” ya que en él se plasman las bases de todo su universo literario y del realismo mágico. Aunque con esto no quiero destacar ninguno de los cuatro libros por encima de otro. Los cuatro en su conjunto dan una visión global de lo que Gabriel García Márquez fue y supuso al mundo de las letras, y con sus cuentos el lector soñará y viajará a mundos tan lejanos que no parecen reales pero que no dejan de ser el mundo en el que vivimos día a día. Por último me gustaría decir: “Gracias señor García Márquez”.

Caronte.

martes, 14 de julio de 2015

Cinco y acción: "Los Minions"

No recuerdo un caso parecido a este en el que los personajes secundarios que dan el toque más cómico e irreverente a una película de animación ya de por sí entretenida, debido al rotundo y contundente éxito y popularidad, hayan sido merecedores de una película propia. Un caso de estudio verdaderamente, que seguro que en las academias de ciencias cinematográficas ya se analiza para poder determinar cuáles son las razones que el público ve para encumbrar a una serie de personajes hasta el Olimpo del cine. También es cierto que no es de extrañar que los protagonistas de esta última película que he ido al cine a ver tuvieran el éxito que en su día alcanzaron y que les permita a día de hoy haber traspasado el mundo del cine para encontrarse en miles de productos de merchandising por medio mundo. Por ponerse un poco cómico, podría decirse que los aprendices de héroes de película han superado al maestro y héroe de la película en la que aparecieron por primera vez. Pero vuelvo a decir no me extraña este éxito ya que estos personajillos conmueven hasta al más insensible y generan gracia en todas las generaciones.

La película de “Los Minions”, de la productora Universal no es ni más ni menos que una especie de precuela de las dos películas de “Gru. Mi villano favorito”, pero en la que curiosamente no aparece Gru, ¿o sí?, sino los minions, que son esos seres amorfos, por definirlos de alguna manera, de color amarillo que visten peto vaquero y que ayudan a Gru en sus planes para hacer el mal en todo el mundo. En realidad en las dos película de Gru, los minions no eran más que personajes secundarios, más en la primera que en la segunda, pero tuvieron tantísimo éxito y repercusión que prácticamente ellos solos son las estrellas de las tres películas. Y no es para menos, su irreverencia, su ternura, su torpeza, su idioma inventado por uno de los creadores de la película y que mezcla palabras y vocablos de muchos idiomas, incluido el español, el francés y por supuesto el inglés, sus pequeñas manos, sus enormes ojos, su pasión por las bananas, todo hace que una vez te has reído con ellos sea prácticamente imposible olvidarlos.

Ya en la segunda película de Gru los productores y directores de la película dieron mucha más importancia y peso a los minions en el argumento y la trama de la historia. Y pese al éxito que tuvo también la segunda entrega de las aventuras de Gru, cuando me enteré de que iban a hacer una película que trataría únicamente de los minios fui algo escéptico porque pensaba que no iban a dar para tanto, que eran meros personajes, graciosos y a los que se les coge cariño y todo lo que se quiera, secundarios al fin y al cabo. Pero la película de los “Los Minions” ha demostrado que sí se podía sacar toda una historia de estos seres pequeños y amarillos, algo justa quizá, y forzada también pero una historia con principio, nudo y desenlace al fin y al cabo que es lo que se necesita en cualquier película que se precie.

Los Minions” cuenta la historia de estos pequeños seres desde que surgió el mundo, ya que como se deja claro desde el principio llevan en la tierra más años que cualquier otra especie. Es muy bueno el inicio que tiene la película, inicio en el que se muestran también algunos títulos de crédito, y en el que se muestra de fondo el origen de la vida, animal y de los minions, desde las células hasta que el primer ser sale del agua y pisa tierra. Como todo el mundo debe saber ya, y si no que lo busque en los libros de historia y ciencia de la vida, los minions son seres que nacieron para servir a alguien malvado siempre. En concreto a la criatura más malvada que hubiera en la tierra. Con ese propósito siempre han intentado servir al amo más malo para ayudarle a hacer el mal. Sin embargo no es que tuvieran mucha suerte en su búsqueda. Cada vez que daban con algún malvado, desde un dinosaurio hasta Napoleón, pasando por un oso polar, alguna desgracia sucedía y perdían a ese amo. Hasta que terminaron por tirar la toalla y dejaron de buscar. Pero cayeron en una depresión, tras la cual uno de los minions, Kevin decide poner solución a la situación y buscar un nuevo amo malvado. Para cumplir su misión pide dos voluntarios, Bob y Stuart, y con ellos marcha para en busca de un nuevo villano.

Con esta triada de minions el espectador acabará en una convención de villanos en Orlando, EE.UU., donde estos personajillos tendrán constancia de la mayor villana de todos los tiempos: Scarlett. A partir de este punto hay que decir que la historia parece decaer un poco, se hace lenta y algo pesada, sin chista ni gracia, con vagos intentos por crear gags para hacer reír pero que no lo consiguen. Sin embargo la película de “Los Minions” repunta de nuevo cuando la acción se traslada a Londres donde por encargo de Scarlett los tres minions deberán robar la Corona Imperia británica. En este punto la película entra en modo locura, y se suceden los momentos irreverentes, graciosos, tiernos y hasta estrambóticos con la entrada en escena de la propia Reina Isablel II. Las risas son casi constantes porque son los minions los verdaderos protagonistas de la acción, con su gracia innata y su idioma tan absurdo como perfectamente entendible. Quieto puntualizar algo sobre el final sin desvelar nada, y es que hay un momento al final de la película en la que me quedé casi sin respiración por el ataque de risa que sufrí durante casi dos minutos de película, que obviamente me perdí, pero durante los cuales hasta terminé llorando; el momento claro está, está protagonizado por uno de los minions, Stuart concretamente, que es probablemente el más gracioso de todos.

A pesar de que “Los Minions” pueda parecer una película para críos, la verdad es que en el cine había de todo. La mayoría eran familias con niños pequeños, algún cumpleaños también en el que los padres acompañaban a su hijo con todos sus amigos al cine, pero también había familias con niños, mejor dicho adolescentes, y parejas, y por supuesto yo que iba solo como es ya casi habitual, aunque si un amigo no hubiera estado camino de Japón muy probablemente me hubiera acompañado. La película en términos generales está bien. La historia es entretenida, bien construida, bien argumentada y muy bien hilada, lo que hace ganar enteros a una película que como ya dije al principio me parecía excesiva para ser protagonizada por los personajes secundarios de otra película. Me gustaría resaltar por encima de otra cosa la banda sonora de la película, sobre todo las canciones que acompañan las aventuras de los minions en varias ocasiones, que son excepcionales; pero no podía ser de otra forma cuando la historia principal se desarrolla en el Londres de 1968, plena época hippie y de gran esplendor para la música.

Para acabar, simplemente quiero añadir que la película de “Los Minions” cumple con su misión de entretener y divertir. Quien vaya a verla pasará una hora y media sin preocuparse de nada, viendo una película con algún que otro momento de risa hilarante, aunque también es cierto que al menos para mi gusto, menos de los que me hubiera gustado y de los que me imaginaba. De todas maneras para pasar un buen rato en familia, con amigos, con tu pareja, o simplemente para ocupar unas horas en las que de otra manera uno estaría rascándose la barriga esta película es una muy buena opción.

Caronte.

domingo, 12 de julio de 2015

Lectura crítica: "Canta Irlanda"

Lo mejor que uno puede hacer, o quizá lo peor según el punto de vista, en verano es leer un buen libro. Con todo el tiempo libre que se tiene en vacaciones y teniendo en cuenta que al final las posibilidades de ocio son siempre las mismas, y que casi nadie se puede permitir estar durante todo el periodo de vacaciones en la playa, en la montaña o viajando, uno lo mejor que puede hacer es leer, y si el libro que leer es de Javier Reverte, aunque durante sus vacaciones no vaya a viajar físicamente, su mente sí lo hará. Un libro de viajes, bien escrito, es como una ventana de un hotel, de un tren, de un coche de alquiler o de un autocar, incluso es posible que pueda ser la grupa de un elefante o la joroba de un camello. Mejor aún es conseguir uno de los libros de viajes de Javier Reverte y disfrutarlo con todos los sentidos, y digo todos porque en sus libros dedicados a sus periplos por el mundo el lector experimentará no sólo el placer por la lectura sino también sensaciones que van mucho más allá de la mera vista, y que alcanzarán al oído, al olfato, al gusto y puede que también al tacto.

En esta ocasión voy a hablar de “Canta Irlanda” que como su propio nombre indica narra las aventuras que su autor, Javier Reverte, vivió en su viaje por las rojas montañas de Bután. Obviamente me estoy quedando con todos. Nada más lejos de la realidad, este libro que compré en la pasada Feria del Libro y que tuve la suerte, y el inmenso privilegio, de que me lo firmara el propio autor, con el que conversé unos minutos mientras estampaba su firma y dedicatoria no sólo en este ejemplar sino en otros dos libros que le llevé por el mismo motivo; como digo este libro narra el viaje que el autor realizó por la bella isla esmeralda durante el año 2004, aunque el libro se escribiera entre los años 2011 y 2012 en otra estancia del escritor en la verde isla. Cuando al principio del libro Reverte explica por qué no escribió el libro al realizar el viaje que quería narrar, me quedé sorprendido de la naturalidad con la que explicaba que no lo había hecho entonces porque no se sentía con la suficiente inspiración para ello. Pero los años de maduración del viaje han servido y con esta obra Reverte nos brinda un brillante y hermoso retrato de este pequeño país que aunque inabarcable por historia y cultura, sí se puede conocer en unas semanas.

En “Canta Irlanda” Javier Reverte nos muestra una Irlanda desconocida para el gran público, que va más allá de la cerveza, la hierba verde, los acantilados de la costa oeste, la calzada de los gigantes y los mitos gaélicos. Este libro profundiza en las raíces del pueblo irlandés, en su historia, en su pasado, en sus tradiciones, en sus gentes y en el carácter de las mismas. Con Reverte además de visitar pueblos perdidos en mitad de vastas praderas verde esmeralda, de escuchar el corres de los ríos de aguas cristalinas y gélidas, de mojarnos bajo la sempiterna lluvia norteña y de ver atardeceres en puertos destartalados; también conoceremos un poco más de la cultura irlandesa y de la forma de ser del pueblo irlandés: pueblo que durante casi toda su historia ha estado bajo el yugo del dominador británico que le impuso su religión protestante condenando al ostracismo y a ser ciudadanos de segunda a aquello que seguían fieles a Roma.

Como digo este libro va más allá de un simple libro de viajes. “Canta Irlanda” es también un repaso melancólico a una tierra que tantos y tan brillantes escritores ha dado a la literatura universal, desde Jonathan Switf, hasta Seamus Heany, pasando por James Joyce, Patrick Kavanagh, William Butler Yeats, Samuel Beckett o George Bernard Shaw. Nunca un país tan pequeño ha dado tantísimos premios Nobel de Literatura, hasta cuatro, y tantos nombres propios a la historia de las letras universales. Gracias a la pluma de Reverte el lector conocerá qué fue de estos escritores, dónde crecieron y se hicieron escritores, sus periodos de éxito, sus periodos de dudas, sus infancias no siempre fáciles. Pero no sólo esto; además en el libro se incluyen pasajes de algunas de las novelas y poemas de todos estos escritores y poetas. Mención especial y casi aparte merece James Joyce y sobre todo su enorme y mundialmente conocido, que no leído, “Ulises”. Esta magna obra de la literatura universal siempre está presente no sólo en las páginas de este libro, sino también en la mente de Reverte y en el propio espíritu de Irlanda, en cuya capital, Dublín, todos los años se dedica un día al año a representar públicamente en todos los rincones de la ciudad diferentes pasajes de este libro de Joyce; acompañados de Reverte los lectores también podrán visitar dichos lugares y sentir lo que se siente en ese día en el que la literatura toma la calle, el Bloomsday.

Además del paseo natural por la melancolía innata de Irlanda y sus paisajes desolados, casi inhumanos, llenos de pasado e historia; además del recuerdo de sus más célebres escritores y poetas que han hecho de esta tierra una especie de Meca de los amantes de las letras; “Canta Irlanda” es también un viaje a la historia de este pequeño país. Javier Reverte vuelve a tirar de maestría, como suele hacer en todos sus libros de viajes, para mostrarnos con mucha simpleza y de manera muy ligera, aunque por ello no menos rigurosa, los avatares históricos a los que Irlanda ha tenido que hacer frente en toda su historia. La de Irlanda es una historia de lucha continua por mantener su propia identidad, por sentirse libres y dueños de su propio destino. Durante siglos Irlanda estuvo dominada por los ingleses que sometieron a los habitantes de la isla a una presión constante por considerarlos seres de segunda. Nunca fueron consideraros iguales a los ingleses, siempre fueron señalados por ser cristianos y privados de los mismos derechos a los que los protestantes sí tenían acceso. Reverte hace un repaso a toda la historia de Irlanda a través de sus momentos más tensos como la invasión inglesa, la Peste de la Patata, el alzamiento de Pascua, el Domingo Sangriento y los más recientes acontecimientos ligados al terror del Ulster y del IRA. Es quizá esta última parte la más emocionante desde el punto de vista histórico ya que Javier Reverte estuvo en los años 70 en Irlanda del Norte cubriendo como periodista algunos momentos de tensión entre el IRA y el ejército inglés.

Pero por encima de repasos a los acontecimientos más reseñables de la historia de Irlanda, o a las vidas de los más famosos novelistas y poetas de la isla esmeralda, “Canta Irlanda” es una oda a ese país de hombres y mujeres trabajadoras, sufridoras y amantes de la vida tranquila. Tras leer el libro se me han quedado en el cuerpo una ganas enormes de visitar esta tierra, de visitar Éire, de ir tras los pasos de la historia, las leyendas y los mitos gaélicos, de visitar los numerosos pubs que se multiplican por doquier en cualquier población, por pequeña que sea, y en los que siempre habrá parroquianos, muchos borrachos, que se te acercarán e intentarán conversar un poco contigo aunque no te conozcan. Irlanda ya era uno de los países que más ganas tenía de visitar, pero ahora tras esta lectura creo que no tardaré mucho tiempo en seguir los pasos de Javier Reverte y me lanzaré a la aventura de viajar por estas tierras verdes y me dejaré llevar por la melancolía alegre de las gentes y el propio ambiente irlandés. Los amantes de los viajes, los amantes de la literatura que llena y llega a lo más profundo del espíritu tienen una cita no sólo con este libro sino muy probablemente también con Irlanda, con la Isla Esmeralda, con Éire, así como su historia y sus escritores.

Caronte.

viernes, 10 de julio de 2015

Lectura crítica: "Viajes por el Scriptorium"

A Paul Auster o se le admira hasta la médula o se le aborrece después de leer el primero de sus libros. Yo soy de los primeros, soy un fan incondicional de este magistral escritor norteamericano de estilo tan peculiar. Pese a haberle declarado mi total devoción también digo que cuando hay que ser crítico con él lo soy, y así puedo decir que por ejemplo “El libro de las ilusiones” que me leí hace un tiempo me decepcionó enormemente, tanto que estuve a punto de no terminarlo, aunque no pude hacerlo y lo terminé no sin desear fervientemente llegar al final y comenzar otro libro. Sin embargo, después de aquella pequeña decepción he topado con otro de sus libros y la pasión ha vuelto a resurgir como si nada hubiera pasado. Tanto es así que me terminé este último libro suyo que me he leído en apenas dos días, y hubiera sido uno si no me hubieran surgido un par de cosas que hacer (aviso de que tampoco es que fuera demasiado extenso, no os vayáis a creer que estuve como un yonki sin parar de chutarme literatura).

En el último libro de Auster que he tenido el placer de leerme, “Viajes por el Scriptorium”, se nos presenta un único personaje central en la historia, un misterioso Mr. Blank. En realidad este no es el nombre verdadero del protagonista, pero es que no se sabe cuál es como bien se indica al principio de la novela. De hecho no se sabe absolutamente nada de este personaje: un hombre de unos cincuenta años largos, sino sesenta, con algún tipo de enfermedad, mental o física, tampoco se sabe muy bien que está confinado en una habitación sin más mobiliario que un escritorio, una cama, una silla, un aparador y es probable que un armario, aunque de la certeza de la existencia de este último mueble no hay pruebas verídicas, además de contar la habitación con un cuarto de baño. En este escenario casi claustrofóbico, mezcla de sala de manicomio, celda de prisión o habitación de hospital es donde está Mr. Blank encerrado, o eso piensa él, aunque no lo ha comprobado. Hay una ventana pero que no se puede abrir para mirar por ella. También hay una puerta pero no sabemos si está cerrada con llave, si se entra solo desde el exterior o si se puede salir a propia voluntad. Con esta estrambótica descripción y puesta en escena comienza una historia inverosímil.

La trama de “Viajes por el Scriptorium” no es ni más ni menos que lo que Mr. Blank hace durante un día, desde que se levanta hasta que se vuelve a la cama a dormir. Visto así puede parecer nimio todo, pero puedo asegurar que las apariencias en esta novela engañan y mucho. A lo largo de esa jornada pasan por la habitación de Mr. Blank una serie de personajes que trastocan momentáneamente su vida y que en cierto modo también descolocan al lector que no sabe muy bien quiénes son esas personas, qué quieres, qué van a hacer visitando a Mr. Blank ni qué relación presente o pasada les une con nuestro querido protagonista. A través de estas personas vislumbramos parte de la vida pasada de Mr. Blank pero sin mucha claridad, como envuelta siempre en una niebla baja que impide ver con la suficiente luz quién fue Mr. Blank. Pero aquí no acaba todo. Antes hemos dicho que en la habitación hay un escritorio, pues bien, sobre dicho escritorio hay varios montones de manuscritos, de papeles escritos a máquina. Mr. Blank lee algunos de esos manuscritos y descubre que narran una historia.

Obviamente puede parecer que nada tiene sentido en “Viajes por el Scriptorium”, y de hecho es así, o al menos parece ser así. Nada en el fondo es como parece ser, ya lo he dicho antes. Auster en esta novela, aunque casi podría clasificarse como relato largo, narra una historia sobre la propia narración, sobre la acción de crear de la nada, de inventar un presente, un pasado y un futuro aunque no se sepa muy bien cuál será. A la vez que vemos como Mr. Blank intenta recordar quién es, quien fue, y entender lo que viene escrito en los manuscritos que hay en el escritorio de la habitación, también asistimos a una serie de diálogos con las personas que van pasando por la habitación. Sólo Auster, con su magnífico estilo y forma de narrar es capaz de entrelazar todo esto, de crear del caos algo con sentido, y de hecho este libro es un ejemplo de ello.

En un primer momento, a medida que el lector se vaya metiendo en la historia éste no entenderá nada. Nada le parecerá lógico. Nada tendrá sentido. Todo parecerá surrealista, fuera de lo común, como si lo que se estuviera narrando en “Viajes por el Scriptorium” no fuera más que un sueño sin pies ni cabeza como lo son todos. Sin embargo a medida que avance la historia todo empezará a aclararse un poco; y digo un poco porque lo bueno que tiene este libro, esta pequeña novela deliciosa, es precisamente que nada se termina de aclarar y que todo parece quedar suspendido en el aire. Nada más lejos de la realidad, lo que pasa es que el lector debe trabajar para cerrar en su cabeza la historia. Ésta no es una novela para lectores cómodos, sino para lectores aguerridos que quieran trabajar y darle al coco mientras leen.

Nadie como Auster es capaz de creer historias tan inverosímiles, surrealistas e irreales, y al mismo tiempo de dotarlas de la más cruda veracidad. “Viajes por el Scriptorium” es como ese cuadro hecho por un pintor vanguardista que en un primer momento no se entiende, incluso puede parecer horroroso, pero que a medida que uno lo mira, lo lee en este caso, va apreciando su calidad y termina prendado de él. También digo que quien no conozca a Paul Auster y su estilo tan particular, tanto de escribir como de idear historias, es mejor que no empiece a leerle con esta novela. No lo digo porque no sea de las mejores, sino porque tiene tanta carga surrealista que si uno no ha leído antes alguna de sus otras novelas, que se entienden algo mejor y cuya trama está más clara de principio a fin, es posible que esta novela tire para atrás cualquier intención de descubrir a este autor.

No voy a decir que “Viajes por el Scriptorium” es la mejor novela de Auster que me he leído porque estaría mintiendo; pero sí diré que es de las que mejor sabor de boca me han dejado una vez la he terminado de leer. No me esperaba para nada una historia así de rara, así de surrealista. Más bien todo lo contrario. Es más cuando me compré este libro no lo estaba buscando a él precisamente, sino a otro de los títulos de este autor, es decir que casi me lo compré por casualidad. Pero bendita haya sido esta casualidad. Como dije al principio me lo he leído en dos días. No podía dejar de leer, no solo porque quería saber qué es lo que pasaba, cómo se desarrollaba una trama que en principio no tenía ni pies ni cabeza y me resultaba muy compleja de acabar y rematar decentemente, sino también porque por el estilo de Auster se hacía muy sencilla y rápida de leer. Sólo me queda por decir que tengo muchas ganas de volver a leer algo de este magnífico autor norteamericano, quizá algo desconocido para el gran público pero de una imaginación desbordante y con un estilo adictivo. No sé cuál será el próximo libro suyo que lea, ni cuándo lo haré, pero sin duda seguiré leyendo a Auster hasta que no me queden libro suyos pendientes.

Caronte.

sábado, 4 de julio de 2015

Lectura cítica: "Hombres buenos"

Mucha expectación levantó hace unos meses la publicación de la última novela de Pérez-Reverte y no es de extrañar tratándose como se trata de uno de nuestros novelistas más populares, no ya solo dentro de las fronteras de España sino, y probablemente en mayor grado, fuera de ellas también. A nadie se le puede escapar que Pérez-Reverte, miembro de la Real Academia Española de la lengua, tiene su propia personalidad que hace que todo lo que publique tenga desde el primer momento la mayor cobertura en los medios y una repercusión que para sí querrían otros grandes escritores de este país. Nunca ha tenido pelos en la lengua y eso es quizá una de las cosas que más me gustan de Reverte: nunca se calla sus opiniones, aunque en muchas ocasiones, éstas critican con dureza no ya solo al estamento político de este país por su bajísimo nivel intelectual sino también a la sociedad en su conjunto, a la sociedad española, por la misma razón. Es controvertido y polémico, pero no le falta razón en la mayor parte de lo que dice. Y sus libros están llenos también de reflexiones y críticas, veladas o no, del mundo en el que vivimos. Su última novela tiene mucho de esto último que acabo de decir y por ello creo que ha sido tan celebrada.

Hombres buenos” es una novela basada en hechos reales que ocurrieron durante el último tercio del siglo XVIII. Más concretamente en las páginas de este libro se narra con el peculiar estilo directo que caracteriza la prosa de Pérez-Reverte, la aventura, si es que se puede llamar así, que supuso el viaje que dos académicos de la RAE, auspiciado por esta docta institución, realizaron a París en busca de la Encyclopédie francesa: el gran compendio del saber y la razón del mundo, elaborada entre otros por Diderot y D’Alembert. De hecho la novela, más que ficción correctamente hablando, es realidad novelada, ya que además de las aventuras y peripecias, problemas, desventuras e incidentes a los que los académicos tuvieron que hacer frente en su búsqueda, Pérez-Reverte también nos cuenta cómo le surgió la idea de escribir este libro y qué pasos dio para conformar la historia, incluida la documentación y estudios que tuvo que realizar.

La trama de la novela es bastante sencilla; se inicia con el interés que muestra Pérez-Reverte en la primera edición de la Encyclopédie que hay en la RAE y en la investigación que inicia entonces el autor para saber cómo llegó y quién la trajo desde París. Así se nos plantean los dos personajes principales de “Hombres buenos”, que son dos académicos: el bibliotecario y un almirante retirado de la armada española. Ambos por mandato de la RAE y sus académicos de entonces son enviados a París para adquirir una primera edición de la Encyclopédie. Sin embargo no todos los académicos están de acuerdos, y dos de ellos se confabulan, a pesar de sus opuestas ideologías, para impedir que el viaje a París tenga éxito y los dos enviados no consigan se objetivo. Para ellos estos dos académicos opuestos a la Ilustración envían a un matón para que ponga las trabas necesarias a la misión. A pesar de que el viaje entre Madrid y París hubiera dado para mucho, Pérez-Reverte apenas cuenta nada del mismo. Y así la acción se traslada casi inmediatamente a París donde empezarán la búsqueda del preciado libro. Durante la estancia en la capital francesa se sucederán los encuentros con filósofos y académicos franceses, libreros y miembros del mundo intelectual y de las luces de París. Además es en ese escenario donde se desarrolla la mayor parte de la novela y donde aparecen los personajes secundarios más interesantes, entre ellos un abate revolucionario de ideas radicales, y una mujer de la alta sociedad francesa que hará las delicias del almirante español.

Pese a que la historia tiene todos los ingredientes posibles para interesar y conformar una aventura deliciosa, Pérez-Reverte se ha centrado mucho más en diálogos y reflexiones sobre la Ilustración y el atraso que siempre ha tenido España atada como ha estado siempre a la Santa Madre Iglesia, que en la propia aventura: esa Odisea que llevó a conseguir para la RAE y por tanto para el patrimonio de todos los españoles, la Encyclopédie. En “Hombres buenos” pesan sobre todos los diálogos como se acaba de decir, y es en ellos en los que Pérez-Reverte muestra toda su maestría narrativa hilando como nadie temas de manera sucesiva y proponiendo puntos de vista totalmente distintos y adaptando la manera de pensar de cada personaje con su forma de hablar. Así, por una lado tendremos las conversaciones que tienen los dos académicos protagonistas de la aventura, el almirante y el bibliotecario, unidos por su amor al progreso pero separados, cómo no, por la religión. Una vez se incorpora a las conversaciones el abate en París, sus discursos y argumentos cobran fuerza y radicalidad, casi violencia; mientras que sin embargo cuando aparece en escena la dama francesa, aunque hay que decir que es española de nacimiento, de alta sociedad los diálogos se vuelven siempre sutiles, indirectos y sobre todo muy sensuales. Tampoco puedo olvidar a los dos académicos que desde Madrid intentan reventar la misión de la RAE y que también mantienen conversaciones que siempre rondan el filo de lo educado y muchas veces llegan al borde de lo decente mostrando con claridad meridiana que los extremos se tocan. Muy distintas son las conversaciones y diálogos que tiene el matón que va tras los académicos a Paris, ya que su tono es de mucho menos nivel intelectual, o simplemente más mundano.

Con todo esto “Hombres buenos” se convierte más que en una novela de aventuras, que es lo que yo me esperaba, en una en la que con un realismo absoluto (calles, plazas, postas del camino, parajes singulares, palacios, cafés y restaurantes de París, callejas de Madrid están perfectamente ubicadas e investigadas hasta el más mínimo detalle para que la ambientación de la novela fuera perfecta) se plasman los conflictos de una época en la que razón y corazón, hechos y fe se peleaban por predominar en la sociedad; una época en la que la Ilustración y las luces de la razón, pretendían imponerse por completo a las sombras de las velas de la Iglesias y la Religión. La trama y argumento principal de la novela se deja a un lado para sumergirse en los conflictos sociales que empezaban a vislumbrarse con motivo de esta dualidad entre razón y fe que a nadie dejaba indiferente. En las páginas de la novela se presiente ya el ambiente previo a la época de las guillotinas en Francia y el odio que en algunas personas se empezaba a instalar y que hacía intransigentes a muchos intelectuales que no eran así.

Pero a pesar de que la historia en un principio podría resultar muy interesante y entretenida, y de que hay diálogos muy buenos, hasta cómicos algunas veces por las escenas que provocan, tengo que decir que me esperaba mucho más de esta novela. “Hombres buenos” es más un documento real, aunque novelado, que una verdadera novela. Creo que Pérez-Reverte en esta ocasión ha querido ir mucho más allá de lo que debería haber llegado a la hora de crear esta historia. Un escritor puede basarse en hechos reales, pero si lo que quiere escribir es una novela desde mi punto de vista pienso que es necesario que la parte de ficción sea mayor que la parte histórica basada en hechos reales. Es cierto que todo lo que tiene que ver con diálogos y aventuras es producto de la propia imaginación de Pérez-Reverte, pero también es verdad que hay momentos que la lectura se hace muy pesada y muy lenta. Aunque también hay que decir que por cómo está escrita la novela, ésta no es difícil de leer y por tanto quien sea de los que no dejan un libro una vez lo ha empezado podrá terminar este sin problemas. Quien busque una novela sobre esta época histórica tan cambiante disfrutará con este libro y le devorará en dos días, pero tengo que avisar de que esta última obra de Pérez-Reverte no está llena de aventuras ni mucho menos.

Caronte.