jueves, 16 de junio de 2016

Lectura crítica: "Los misterios de Madrid"


La Feria del Libro de Madrid además de servir de gran escaparate de la literatura y los libros, es una gran pasarela por donde durante los tres fines de semana que dura la Feria desfilan los más grandes escritores nacionales e, también en alguna que otra ocasión, internacionales. Este año como ya pasara por primera vez el pasado vino a la Feria, aunque por las mañanas cuando es más intempestivo al menos para mí, Antonio Muñoz Molina. Como es uno de mis autores preferidos, fundamental en mi biblioteca particular donde están sus novelas más importantes y aclamadas, no me lo pensé dos veces y decidí ir a que me firmara algunos de sus libros. Fui un tanto agonías ya que de las cuatro mañanas, dos fines de semana, que estuvo firmando, yo fui a saludarle dos de ellas. Lo reconozco fui un tanto cansino. Además de sus firmas también me compré una de sus novelas, una muy cortita, que por cierto tenía muchas ganas de leer por estar ambientada en Madrid, la ciudad a la que llevo y llevaré siempre en el corazón.

Antes de seguir quiero destacar una peculiaridad de esta novela, y es que aunque ahora sea un libro, en su día fue publicada por entregas, como las grandes novelas anglosajonas, o universales me da lo mismo, del siglo XIX. Estas entregas fueron semanales y aparecieron durante el año 1992 en el diario El País, cuando este periódico todavía podía ser considerado como un referente del periodismo de calidad y no el panfleto vendido a los intereses económicos que es a día de hoy. Por esta razón unas de las grandes ventajas de “Los misterios de Madrid”, que es la novela de la que estoy hablando, se lee tan fácilmente, de manera tan sencilla y rítmica, porque tuvo que ir adaptándose a las entregas, de extensión más o menos semejante, que a la postre conformarían los capítulos del libro actual.

Los misterios de Madrid” como novela se podría encuadrar perfectamente dentro del género negro o policíaco. Y digo que podría porque dudo realmente que sea una novela negra pura o al uso, cosa que sinceramente creo que es una grandísima noticia. En el fondo bien podría considerarse que Muñoz Molina con esta novela, y con alguna otra parecida, por ambientes descritos, personajes retratados y tramas narradas, ha creado un subgénero de la novela negra o policiaca clásica ambientada no en escenarios de muy bajos fondos o contubernios escondidos, sino en las calles más anodinas de Madrid, porque es en la capital donde se desarrollan tanto esta novela de la que hoy hablo como “Beltenebros” la otra novela de este género tan peculiar ideado por Muñoz Molina.

Pero vayamos a la novela. “Los misterios de Madrid” no empieza en la ciudad que lleva en el título sino en Mágina, que para los aficionados a Muñoz Molina no es una ciudad ficticia sino una realidad literaria. Para los que además somos viajeros y conocemos Mágina, esta ciudad siempre nos trae, al menos a mí me pasa, recuerdos únicos. Como digo la acción empieza en Mágina donde un periodista local, Lorencito Quesada, es convocado a la Basílica principal de la ciudad por un noble que tiene algo que decirle. Ese “algo” es el robo de la imagen religiosa más venerada de la ciudad y de la Semana Santa. El noble le pide al periodista, que a la postre será el protagonista de la historia, que indague y traiga de vuelta la imagen del Cristo de la Greña. El periodista parte hacia Madrid, ya que es allí desde donde se ha tenido noticia del Cristo. Una vez en la capital, Quesada buscará al que se cree es el ladrón, un cantante flamenco llamado Matías Antequera, un personajes de lo más estrafalario y particular; pero éste no aparece por ningún lado. Solo una llamada telefónica desconcertará a nuestro protagonista.

A partir de ese momento, “Los misterios de Madrid” coge ritmo. Se suceden las situaciones estrambóticas en las que Lorencito Quesada se va viendo envuelto y de las que va saliendo prácticamente indemne. En cada una de esas situaciones dignas de comedia negra el periodista va encontrando más y más pistas del paradero del cantante flamenco y por tanto del posible emplazamiento del Santo Cristo de la Greña. Pero no lo tiene fácil, como he dicho. Poco a poco se va dando cuenta de que lo que vive en Madrid, por sus calles, plazas y lugares bien definidos y localizables de la geografía urbana de la capital del reino, no son casualidades y chanzas típicas de una urbe sin sentido ni rumbo, sino que todo está orquestado por algún personajes extraño. Aparece mientras tanto otro personaje raro y particular, Pepín Godino, que parece tener muchas papeletas para estar detrás de la desaparición del Cristo pero que al final nos depara una sorpresa. Se suma también a la trama una bailarina de un tablao flamenco, Olga, que a la postre también deparará muchas sorpresas.

No voy a contar más de la trama de “Los misterios de Madrid” porque al ser una novela corta, que se lee si se quiere en un día, si digo más puede que diga algo que no debo decir y por tanto despiece un libro que sinceramente creo que merece la pena leer. Obviamente, esta novela no es una de las obras maestras de Muñoz Molina, pero tampoco creo que sea una obra menor o de poca calidad. Al contrario. Para mí este libro ha resultado un descubrimiento excepcional y ha superado con creces todas mis expectativas. No es un libro de la intensidad de novelas suyas como “Sefarad” o “Plenilunio”, sin embargo tiene algo, que sinceramente no sé cómo explicar, que ha hecho que la lectura de esta pequeña novela me haya llegado muy profundamente.

Es de agradecer a Muñoz Molina, y creo que es uno de los puntos fuertes de “Los misterios de Madrid”, que haya hecho de Mágina y de Madrid dos personajes más de esta novela, y en general de sus libros en el caso de la primera. La ciudad, el ambiente en el que se desarrolla la trama, no es algo trivial en los libros de Muñoz Molina, y quizá en este menos. Madrid está totalmente reconocible. Leyendo esta corta novela he paseado por el viejo Madrid de la Plaza de las Vistillas y de la Plaza de Oriente, pero también por la calle Atocha y la Plaza de Jacinto Benavente, así como por el Paseo de Sta. María de la Cabeza. Madrid siempre me enamora, soy adicto a esta ciudad mía, y Muñoz Molina me ha hecho quererla aún más. Por eso estoy agradecido a este autor jienense, por haber plasmado un Madrid que a pesar de que, por suerte o por desgracia, ya no existe, como es el Madrid del año 1992 uno después de que yo naciera, sigue estando presente en las mentes y los corazones de los que vivimos el Madrid del presente.

Creo que ya no puedo decir nada más de “Los misterios de Madrid”. La verdad es que después de leerle me he quedado con ganas de más, y quizá sea esa la única pega, pero es buena. Me hubiera gustado que Muñoz Molina hubiera escrito esta historia no para ser publicada por entregas en un periódico sino como novela, de principio a fin. Pero bien está lo que bien acaba, y tras acabar la lectura de este libro, me reafirmo al decir que Muñoz Molina es capaz de hacer grande una pequeña historia, que casi busca ser una piedra nueva en un camino inexplorado en la historia literaria de Muñoz Molina. Espero que le queden muchos libros e historias como esta por escribir y que yo pueda seguir leyéndolas con la misma ilusión con la que he leído este libro; y que Muñoz Molina siga viviendo a la Feria del Libro de Madrid muchos años también, que por pedir que no quede. Para acabar, quien quiera empezar a leer a Muñoz Molina esta novela está muy bien: es corta, tiene la esencia del estilo de Molina y además es muy entretenida, con algunos toques de humos, ciertamente negro, que la animan.

Caronte.

lunes, 13 de junio de 2016

Lectura crítica: "Cinco esquinas"


Cada vez que un premio Nobel de Literatura saca libro nuevo se produce un efecto llamada planetario. Todo el mundo quiere leerlo y dar su opinión para ver si el permio recibido es justo y si los motivos por los que se otorgó dicho premio siguen estando presentes en ese nuevo libro. Este efecto llamada es aún más intenso en el mundo de habla hispana ya que las letras en español, a pesar de estar bastante bien representadas entre los ganadores del Nobel, no suelen ser de las más visibles siempre. Por esto cuando este año, hace apenas unos meses, Mario Vargas Llosa sacó libro nuevo, el mundo editorial y de las letras en español se revolucionó, más aun teniendo en cuenta que ahora está más por España de lo que ha sido habitual en él. Yo a pesar de ser admirador de este peruano universal no soy de los fanáticos y no tenía pensado comprarme su nueva novela hasta que esta no hubiera visto la luz en edición de bolsillo, pero por casualidades de la vida topé con ella en una librería de segunda mano y me puse manos a la obra con su lectura. Así que aquí va mi opinión.

Cinco esquinas” es una novela que toca un tema real que pasó en Perú durante los años del gobierno/dictadura de Fujimori, como fue el uso de la prensa sensacionalista para desacreditar a los enemigos del presidente o de su gobierno, o a amigos que había caído en desgracia pero que sabían demasiado como para deshacerse de ellos sin más. En relación con este asunto, Vargas Llosa plantea una historia en la que un gran empresario se ve chantajeado por el director de una revista sensacionalista que le pide dinero e inversión a cambio de no publicar unas fotos muy comprometedoras. Al no haber trato las fotos salen a la luz y la reputación del empresario se ve comprometida. Pero los círculos del poder son muy amplios y los tentáculos de Fujimori y sobre todo del jefe en la sombra del servicio de inteligencia son también muy alargados. Por eso el asunto no queda ahí y el chantajista no acaba bien que se diga.

Pero no sólo de corrupción política y malas artes tiene “Cinco esquinas”. También hay una historia de amor, o más bien de erotismo. Y es que como sabe ya el buen lector de Vargas Llosa, este escritor siempre incorpora a sus novelas asuntos subidos de tono. En esta ocasión, en esta novela, es una relación lésbica, entre la mujer del empresario chantajeado y una amiga de ambos, que además es la mujer del mejor amigo y abogado del empresario. Bien podría quedarse ahí esa secreta relación entre dos mujeres, pero al final se suma un tercer elemento que no voy a desvelar para no quitar chicha a la novela. Amor, pasión, erotismo, política, periodismo, traiciones, secretos, miedos, silencios, miradas; todo esto está en la última novela de Vargas Llosa y sin embargo no ha terminado por ser un libro redondo y completo a pesar de tener todos los ingredientes que se pueden pedir a una buena historia.

¿Por qué digo que “Cinco esquinas” no es una novela completa y redonda? Pues básicamente porque como acabo de decir, tiene todo lo que se le exige a una buena novela pero en toques muy ligeros. El tema principal que creo que Vargas Llosa ha pretendido sacar a la luz es el periodismo amarillo y cómo durante el gobierno de Fujimori en Perú se usaban estas malas artes periodísticas para sacar de la vida política y hundir en la miseria a enemigos y adversarios políticos del presidente. Vargas Llosa no termina de profundizar en este asunto a pesar de que la novela en algunos casos tiene tintes de thriller policiaco. Creo que se podría haber sacado mucho más jugo de este tema si simplemente Vargas Llosa hubiera puesto intención de hacerlo pero creo que no ha sido el caso. Y es una pena, porque durante algunos pasajes del libro me han venido a la mente otras novelas suyas, de esas que sí que se podrían considerar como obras maestras. Pero era momentáneo porque rápidamente se perdía la intensidad y la profundidad. Hasta me parecía que el Nobel peruano estaba cansado y sólo quería acabar la historia.

Por otra parte, al haber querido introducir todo el trasunto erótico-lésbico en la novela, “Cinco esquinas” queda algo desfigurada, ya que a veces he tenido la sensación de que este libro era más una novela erótica en la que el sexo, las pasiones prohibidas y el vicio por la carne tenían más importancia que el verdadero tema central del libro. Además, y no sé si será por la edad de Vargas Llosa o por el momento personal que está viviendo en lo relativo al amor, la novela tiene pasajes muy subidos de tono, cercanos al porno más que al erotismo. Esto no lo critico, que conste, simplemente creo que en la novela, por desgracia, la atención se distrae del tema principal en demasiadas ocasiones para caer en la relación lésbica, que por cierto abre la novela en un capítulo digno de cualquier novela de placer erótico de esas que tan de moda están últimamente. Siempre es importante, en cualquier tipo de novela, un toque de picante, pero en esta ocasión, Vargas Llosa creo que se ha pasado.

A pesar de estar ligeras deficiencias que encuentro en “Cinco esquinas” en cuanto a temática, la novela plasma como cualquiera de las obras anteriores de Vargas Llosa, su excelente manera de narrar. El libro se lee prácticamente de un tirón. Tiene un estilo muy sencillo y directo, sin desviaciones extravagantes del tema que esté tratando en cada capítulo. Lo más admirable, como casi siempre en Vargas Llosa, es el uso de palabras, que a pesar de ser tan españolas como las que más, nos resultan, a los españolas peninsulares, europeos, muy extrañas. Esa riqueza léxica es el único punto difícil en la lectura de la novela. No siempre es fácil comprender el sentido de una palabra del castellano iberoamericano, pero esto que a algunos les puede parecer un defecto, a mí me encanta porque me hacer darme cuenta de lo rico que es el español aunque aquí en España no nos demos cuenta de ello, o no queramos darnos cuenta que no es lo mismo.

Sin embargo, a pesar de estas deficiencias y de que “Cinco esquinas” no es ni de lejos la mejor novela de Vargas Llosa que he leído tampoco es un bodrio ilegible que aburra desde la primera página. De hecho la novela es entretenida. Lo podría haber sido más, de acuerdo, pero bueno qué le vamos a hacer. Al menos se lee fácilmente gracias a un estilo claro y sencillo, y aunque falta profundidad en el trato del tema principal lo que se deja entrever es bastante interesante, aunque no deje de dar miedo cómo con la simple manipulación periodística se puede generar opinión pública a gran escala y hundir a determinadas personas tirando la piedra y escondiendo la mano. Simplemente si Vargas Llosa hubiera decidido dar más profundidad a la novela y tratar y analizar mejor el tema del periodismo partidista y amarillo, este último libro suyo hubiera sido una gran novela, digna de su mejor época, que para desgracia de sus lectores creo que hace tiempo ya que pasó. Pero bueno para quien no conozca a Vargas Llosa este libro puede ser un buen inicio, aunque por supuesto, los ha habido mejores.

Caronte.