La Feria del Libro
de Madrid además de servir de gran escaparate de la literatura y los libros, es
una gran pasarela por donde durante los tres fines de semana que dura la Feria
desfilan los más grandes escritores nacionales e, también en alguna que otra
ocasión, internacionales. Este año como ya pasara por primera vez el pasado
vino a la Feria, aunque por las mañanas cuando es más intempestivo al menos
para mí, Antonio Muñoz Molina. Como es uno de mis autores preferidos,
fundamental en mi biblioteca particular donde están sus novelas más importantes
y aclamadas, no me lo pensé dos veces y decidí ir a que me firmara algunos de
sus libros. Fui un tanto agonías ya que de las cuatro mañanas, dos fines de
semana, que estuvo firmando, yo fui a saludarle dos de ellas. Lo reconozco fui
un tanto cansino. Además de sus firmas también me compré una de sus novelas,
una muy cortita, que por cierto tenía muchas ganas de leer por estar ambientada
en Madrid, la ciudad a la que llevo y llevaré siempre en el corazón.
Antes de seguir
quiero destacar una peculiaridad de esta novela, y es que aunque ahora sea un
libro, en su día fue publicada por entregas, como las grandes novelas
anglosajonas, o universales me da lo mismo, del siglo XIX. Estas entregas
fueron semanales y aparecieron durante el año 1992 en el diario El País, cuando
este periódico todavía podía ser considerado como un referente del periodismo
de calidad y no el panfleto vendido a los intereses económicos que es a día de
hoy. Por esta razón unas de las grandes ventajas de “Los misterios de Madrid”, que es la novela de la que estoy
hablando, se lee tan fácilmente, de manera tan sencilla y rítmica, porque tuvo
que ir adaptándose a las entregas, de extensión más o menos semejante, que a la
postre conformarían los capítulos del libro actual.
“Los misterios de Madrid” como
novela se podría encuadrar perfectamente dentro del género negro o policíaco. Y
digo que podría porque dudo realmente que sea una novela negra pura o al uso,
cosa que sinceramente creo que es una grandísima noticia. En el fondo bien
podría considerarse que Muñoz Molina con esta novela, y con alguna otra
parecida, por ambientes descritos, personajes retratados y tramas narradas, ha
creado un subgénero de la novela negra o policiaca clásica ambientada no en
escenarios de muy bajos fondos o contubernios escondidos, sino en las calles
más anodinas de Madrid, porque es en la capital donde se desarrollan tanto esta
novela de la que hoy hablo como “Beltenebros”
la otra novela de este género tan peculiar ideado por Muñoz Molina.
Pero vayamos a la
novela. “Los misterios de Madrid”
no empieza en la ciudad que lleva en el título sino en Mágina, que para los
aficionados a Muñoz Molina no es una ciudad ficticia sino una realidad
literaria. Para los que además somos viajeros y conocemos Mágina, esta ciudad
siempre nos trae, al menos a mí me pasa, recuerdos únicos. Como digo la acción
empieza en Mágina donde un periodista local, Lorencito Quesada, es convocado a
la Basílica principal de la ciudad por un noble que tiene algo que decirle. Ese
“algo” es el robo de la imagen religiosa más venerada de la ciudad y de la Semana
Santa. El noble le pide al periodista, que a la postre será el protagonista de
la historia, que indague y traiga de vuelta la imagen del Cristo de la Greña.
El periodista parte hacia Madrid, ya que es allí desde donde se ha tenido noticia
del Cristo. Una vez en la capital, Quesada buscará al que se cree es el ladrón,
un cantante flamenco llamado Matías Antequera, un personajes de lo más
estrafalario y particular; pero éste no aparece por ningún lado. Solo una
llamada telefónica desconcertará a nuestro protagonista.
A partir de ese momento,
“Los misterios de Madrid” coge
ritmo. Se suceden las situaciones estrambóticas en las que Lorencito Quesada se
va viendo envuelto y de las que va saliendo prácticamente indemne. En cada una
de esas situaciones dignas de comedia negra el periodista va encontrando más y
más pistas del paradero del cantante flamenco y por tanto del posible
emplazamiento del Santo Cristo de la Greña. Pero no lo tiene fácil, como he dicho.
Poco a poco se va dando cuenta de que lo que vive en Madrid, por sus calles,
plazas y lugares bien definidos y localizables de la geografía urbana de la
capital del reino, no son casualidades y chanzas típicas de una urbe sin
sentido ni rumbo, sino que todo está orquestado por algún personajes extraño.
Aparece mientras tanto otro personaje raro y particular, Pepín Godino, que
parece tener muchas papeletas para estar detrás de la desaparición del Cristo
pero que al final nos depara una sorpresa. Se suma también a la trama una
bailarina de un tablao flamenco, Olga, que a la postre también deparará muchas
sorpresas.
No voy a contar
más de la trama de “Los misterios de
Madrid” porque al ser una novela corta, que se lee si se quiere en un
día, si digo más puede que diga algo que no debo decir y por tanto despiece un
libro que sinceramente creo que merece la pena leer. Obviamente, esta novela no
es una de las obras maestras de Muñoz Molina, pero tampoco creo que sea una
obra menor o de poca calidad. Al contrario. Para mí este libro ha resultado un
descubrimiento excepcional y ha superado con creces todas mis expectativas. No
es un libro de la intensidad de novelas suyas como “Sefarad” o “Plenilunio”,
sin embargo tiene algo, que sinceramente no sé cómo explicar, que ha hecho que
la lectura de esta pequeña novela me haya llegado muy profundamente.
Es de agradecer a
Muñoz Molina, y creo que es uno de los puntos fuertes de “Los misterios de Madrid”, que haya hecho de Mágina y de
Madrid dos personajes más de esta novela, y en general de sus libros en el caso
de la primera. La ciudad, el ambiente en el que se desarrolla la trama, no es
algo trivial en los libros de Muñoz Molina, y quizá en este menos. Madrid está
totalmente reconocible. Leyendo esta corta novela he paseado por el viejo
Madrid de la Plaza de las Vistillas y de la Plaza de Oriente, pero también por
la calle Atocha y la Plaza de Jacinto Benavente, así como por el Paseo de Sta.
María de la Cabeza. Madrid siempre me enamora, soy adicto a esta ciudad mía, y
Muñoz Molina me ha hecho quererla aún más. Por eso estoy agradecido a este
autor jienense, por haber plasmado un Madrid que a pesar de que, por suerte o
por desgracia, ya no existe, como es el Madrid del año 1992 uno después de que
yo naciera, sigue estando presente en las mentes y los corazones de los que
vivimos el Madrid del presente.
Creo que ya no
puedo decir nada más de “Los misterios
de Madrid”. La verdad es que después de leerle me he quedado con ganas
de más, y quizá sea esa la única pega, pero es buena. Me hubiera gustado que
Muñoz Molina hubiera escrito esta historia no para ser publicada por entregas
en un periódico sino como novela, de principio a fin. Pero bien está lo que
bien acaba, y tras acabar la lectura de este libro, me reafirmo al decir que
Muñoz Molina es capaz de hacer grande una pequeña historia, que casi busca ser
una piedra nueva en un camino inexplorado en la historia literaria de Muñoz
Molina. Espero que le queden muchos libros e historias como esta por escribir y
que yo pueda seguir leyéndolas con la misma ilusión con la que he leído este
libro; y que Muñoz Molina siga viviendo a la Feria del Libro de Madrid muchos
años también, que por pedir que no quede. Para acabar, quien quiera empezar a
leer a Muñoz Molina esta novela está muy bien: es corta, tiene la esencia del
estilo de Molina y además es muy entretenida, con algunos toques de humos,
ciertamente negro, que la animan.
Caronte.