jueves, 30 de mayo de 2019

Lectura crítica: "Tus pasos en la escalera"


Si la última entrada del blog la dediqué a la última novela de Eduardo Mendoza, uno de mis escritores preferidos y de cabecera, esta de hoy es para otro de mis autores predilectos que descubrí después de que le galardonaran con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras: Antonio Muñoz Molina. Y también en este caso voy a hablar de su última novela publicada hace apenas un mes. Muy probablemente este libro se quede muy marcado en mi memoria por la absoluta coincidencia que tuve un día paseando por Madrid con el libro bajo el brazo (siempre voy con un libro en la mano cuando salgo de mi casa) cuando de repente me topé de frente con Antonio Muñoz Molina paseando a su perro. No soy muy dicho a hacer estas cosas, ya que me parece entrometerme en una vida ajena, pero no pude más que pararle para hacerle partícipe de la coincidencia y decirle que en la Feria del Libro le veré para que me dedique el libro.

Llevaba varios años Muñoz Molina sin publicar una novela llena desde la primera hasta la última página de ficción y con “Tus pasos en la escalera” vuelve a situarse en ese lado de la realidad donde todo sin ser tangible es imaginable. Y vuelve con una historia que envuelve al lector en una atmósfera que poco a poco a lo largo del libro se va haciendo cada vez más irrespirable y densa en la que la angustia, el desconocimiento, la ausencia y la paranoia llegan al lector con la misma intensidad, sino más, que al protagonista de la novela.

En “Tus pasos en la escalera” el lector debe dejarse llevar por la voz narrativa del protagonista, cuyo nombre creo que solo aparece una vez en toda la novela y que por tanto no recuerdo (tampoco es importante). Este narrador nos va contando su vida junto a su pareja, una mujer científica de éxito, tanto durante su pasado juntos en Nueva York como su futuro presente en Lisboa donde se mudan hartos de la gran manzana y por cuestiones laborales de ella. Sin embargo, ella nunca está presente físicamente en la narración. Todo lo que al lector se refiere de Cecilia, que así es como se llama la pareja del narrador, es referente al pasado común y a la imaginación de un futuro juntos en Lisboa. No hay presente.

No hay presente en la narración porque “Tus pasos en la escalera” es una novela sobre la espera y la ausencia, y sobre cómo estos dos estados de ánimo, porque eso es lo que son en el fondo, trastocan a las personas hasta desfigurarlas del todo. Cuando se ha tenido algo a lo que el corazón ha tenido mucho aprecio su pérdida o ausencia es mal entendida por el cerebro que intenta que el corazón no sufra haciéndole pensar que quizá esa ausencia no es definitiva, sino que en algún momento puede que sea recobrable. Y la espera cuando se alarga y los días se suceden llenos de ilusiones y esperanzas se torna ansia y ésta a su vez en angustia y paranoia que puede terminar en locura.

Muñoz Molina guía al lector de “Tus pasos en la escalera” como solo alguien con un dominio del lenguaje puede hacer: suavemente, dejando entrever lo justo de la realidad, para al final ir arrebatando la respiración haciendo que sea casi imposible despegarse del libro para cualquier otra cosa que no sea necesidad vital imperiosa. Es cierto que el inicio de la novela, a quien no está acostumbrado al estilo de Muñoz Molina se le puede hacer muy pesado y denso, pero a los que ya llevamos años leyéndole y enamorados de esa prosa tan cuidada, esta novela es una joya. No exagero si digo que para mí esta novela es de las mejores de Muñoz Molina. La he disfrutado como hacía varios libros ya que no disfrutaba leyéndole.

Es complicado explicar con palabras las sensaciones que se me pasan por la cabeza y el cuerpo cuando leo un libro de Muñoz Molina pero creo que puede ser una mezcla entre orgullo, felicidad y paz interior. “Tus pasos en la escalera” es una novela hecha para disfrutar leyendo, aunque pueda pasarse mal por ese punto de thriller psicológico tiene la novela. En varios momentos durante su lectura me he imaginado desarrollos muy macabros, trágicos, sádicos y crueles, pasando también por los tristes o por los imaginarios. Y sin embargo el final es tan Muñoz Molina que hubiera sido muy complicado de adivinar (aunque suene contradictorio).

Mención aparte quiero hacer al protagonismo que tiene Lisboa en “Tus pasos en la escalera”. La ciudad del Tajo es un personaje más que acompaña al narrador y a su perro en los interminables paseos que le da. Un ambiente, unas calles, unos olores, unos colores y un estado de ánimo, definitivamente, que hacen que la novela no pueda estar ambientada en otra ciudad que no fuera esta. Nueva York también está presente en las evocaciones del protagonista de su vida con Cecilia, y sobre todo el evento que cambió el mundo tal y como se conocía. Pero aquí NY es una ciudad arisca, brusca y hostil, mientras que Lisboa, pese a su decrepitud, abandono, ancianidad y melancolía es la ciudad perfecta para el amor incondicional e irreal casi que siente el protagonista de la novela.

Después de los dos últimos libros de Muñoz Molina en los que sus reflexiones personales y la realidad han sido más protagonistas que su magnífica prosa y su potente imaginación, “Tus pasos en la escalera” vuelve a la senda que ya me enamoró de este autor ubetense hace años. Este libro es uno de los mejores de lo que llevamos de año y no tengo duda alguna de que llegado el momento de dar el Premio de la Crítica o el Nacional de Narrativa estará entre los que suenen para ser galardonado con alguno. Pero dejando los premios a un lado, solo me queda decir que espero que aún le queden muchos libros así en el tintero a Muñoz Molina porque sinceramente este libro ha sido de los que más he disfrutado este año.

Caronte.

lunes, 20 de mayo de 2019

Lectura crítica: "El Rey recibe"


Eduardo Mendoza es desde hace años ya uno de mis escritores preferidos. Curiosamente lo conocí tras ganar el Premio Planeta y decidí leer la novela con la que ganó y que me encantó. Digo curiosamente porque hace años que el Planeta no premia calidad literaria alguna sino mediocridad comercial y por tanto hace años que no leo nada premiado. Da la casualidad que fue Eduardo Mendoza el primer escritor al que saludé en persona en una Feria del Libro hace también ya unos cuantos años. Pocos autores me ilusionan tanto y cuando hace unos meses sacó nuevo libro y anunció una trilogía de novelas ambientadas en las décadas más intensas del siglo XX no sólo me alegré, sino que pensé que volvía el Mendoza más serio y formal de su primera época como escritor. Pero no ha sido hasta el pasado Sant Jordi, Día del Libro, cuando mis padres me han regalado este libro que empecé a devorar al día siguiente y que tardé poco en dar cuenta del mismo a pesar de que es hoy cuando subo esta reseña.

El Rey recibe” es una novela ambientada entre Barcelona y Nueva York que sin embargo tiene uno de sus puntos clave en Baleares y cuyo protagonista empieza a trabajar sin casi él saberlo para un Príncipe imaginario de un país ficticio absorbido por la URSS que pretende recuperar el trono cuando el régimen soviético caiga. Rufo Batalla es el nombre del protagonista y narrador de esta historia. Periodista sin talento ni suerte, con unos padres snobs catalanes que se creen por encima de todo por ser cultos y que está un tanto perdido en la vida sin saber muy bien qué rumbo tomar. Sin embargo, todo cambia durante un viaje a Menorca donde tiene que hacer un reportaje sobre la boda de un Príncipe sin trono. En esa boda pasan cosas extrañas, muy típicas de Mendoza, que hacen que Rufo de un vuelco a su vida sin él mismo saberlo.

Sin dejar de ser una novela típicamente mendociana, “El Rey recibe” para mí podría englobarse en lo que considero la “obra seria” de Mendoza. Lo que a continuación expongo no es más que una opinión subjetiva y totalmente personal. Desde que leo a Mendoza tengo la impresión de estar ante uno de los más grandes escritores de la literatura española, pero con una personalidad dual en cuanto a escritor. Por un lado, tiene novelas serias como “La verdad como el caso Savolta” o “La Ciudad de los Prodigios” y alguna más; y por otro lado, novelas que yo englobaría como divertimentos, en las que la fina ironía que recorren todas sus obras tiene especial protagonismo junto a un sentido del humor brillante y único entre las que destaco la serie del detective sin nombre. Esta clasificación para los que amamos la literatura es calcada a la que el mismo Graham Greene hacía de su obra.

Mendoza con “El Rey recibe” vuelve a recobrar un ritmo narrativo que en las últimas novelas parecía un poco desgastado ya, quizá porque se había centrado más quizá en esas novelas divertidas por las que, quizá de manera un poco injusta era más famoso. Sin embargo, con esta última obra con la que además empieza trilogía, el escritor barcelonés vuelve a plantear una historia interesante, que además repasa los momentos más importantes de la historia del mundo: inicios del movimiento gay, la transformación de Nueva York, el asesinato de Carrero Blanco, la apertura de España al turismo y por tanto al mundo…

A pesar de que “El Rey recibe” atraviesa momentos importantes para la modernización de la sociedad, también es una novela de personajes en la que destaca como protagonista Rufo Batalla. La verdad es que es un tipo dispar con el que por momentos me he identificado, pero al que nunca podría parecerme del todo. Esta también es una novela de lugares y entre ellos Nueva York destaca por encima de todos: sus ambientes, sus gentes, su elitismo incipiente de los años sesenta-setenta, su peligrosidad, su mitología, en definitiva. Es difícil además no pensar en esta novela como parte biográfica de Mendoza, aunque la ficción se separa mucho de la realidad.

La historia y el pasado tienen un papel muy importante en “El Rey recibe”, que no deja de ser una novela histórica a la manera de Eduardo Mendoza, pasada por su filtro y lente deformante y llena de ironía. Esta deformación irónica y sarcástica se refleja sobre todo en el mundo imaginario que crea para ambientar el reino irreal de Livonia al que aspira el Príncipe Tukuulo, un personaje lleno de ironía y rasgos que podríamos asemejar a muchas y diversas personalidades excéntricas del mundo real en el que vivimos.

La imaginación desbordante de Mendoza a la hora de crear la historia de Livonia y del pasado del Príncipe aspirante a Rey hacen que “El Rey recibe” sea una novela con la que he disfrutado como con pocas. He vuelto a disfrutar del Mendoza que me entusiasmó hace años cuando leí “Riña de gatos”, aunque ambas novelas no tengas mucho que ver ni en forma ni estilo ni nada. He disfrutado de cada una de las páginas de este libro. Me he reído y me he sonreído muchas veces durante su lectura, cosa que sinceramente se agradece de vez en cuando; pero ante todo he disfrutado de un estilo único y de una forma de narrar que pocos alcanzan.

El Rey recibe” es una novela que se lee en seguida y que para los que siempre nos ha gustado Eduardo Mendoza se devora en un abrir y cerrar de ojos. Creo también que para los que nunca han leído nada de Mendoza es una buena novela para empezar a descubrir a un autor que considero fundamental en la literatura española y que cuando falta muy probablemente sea irremplazable ya que los genios rara vez se producen en serie. Deseando estoy ya que la siguiente entrega de esta trilogía salga a la venta.

Caronte.

miércoles, 1 de mayo de 2019

Lectura crítica: "Vuelo 19"


Las primeras novelas de un escritor tienen algo de mágico siempre; en ellas un autor deja parte de su propia alma y de su ser. Sé qué es escribir y sé cuánto cuesta hacer una obra de más de 500 páginas. Todo es una inmensa montaña, sobre todo el inicio, empezar con la frase correcta es un océano inexplorado donde sin embargo una vez metido de lleno es el escritor el que sabe por dónde tiene que ir. La historia va narrándose poco a poco, llegando a momentos de bloqueo, otros de inspiración, otros de no poder parar y tener que casi uno obligarse a hacerlo para ir al baño a mear. Por eso esta novela, la primera del más que conocido periodista de radio Ponseti, tiene algo que muchas otras no suelen tener: intimidad. Toda novela es parte integrante de la personalidad de un escritor, pero la primera es algo que está por encima de todo eso haciendo que el vínculo novela-escritor quede fijado para siempre.

Vuelo 19” es una primera novela muy ambiciosa que lleva detrás un trabajo ingente de documentación e investigación que la hacen, en cierto modo, un tanto pesada de leer por la cantidad de datos técnicos sobre aviación que se nombrar a lo largo de sus páginas. En el fondo la novela está totalmente basada en hecho acaecido a finales de 1945, mismo año que acabó la IIGM y que supuso la mayor tragedia militar americana desde el final de la contienda y en tiempos de paz. Por esto digo que esta primera novela de Ponseti es ambiciosa, ya que no solo ficciona sino que tiene que basarse en hechos reales para contar esta historia.

Pero además de ambiciosa “Vuelo 19” es una novela arriesgada por su estructura y narración. Ponseti plantea desde el principio varios hilos tanto en personajes como localizaciones y tiempos. La historia se desarrolla en dos momentos diferentes, el 5 de diciembre de 1945 cuando desaparece el vuelo protagonista de la novela; y posteriormente tres semanas después, a partir del 26 de diciembre cuando el único superviviente de dicho vuelo huye de florida para iniciar una nueva vida.

Si tuviera que indicar un protagonista de “Vuelo 19”, novela que por otra parte no tiene claros protagonistas, sería Paonessa, un joven piloto de ascendencia italiana que luchó en la IIGM librándola sin ser herido ni nada, pero que el destino le lleva a subirse al vuelo de instrucción 19 y terminar sobre los Everglades estrellado, dolorido y casi desahuciado de la vida. Sin embargo, no puedo quedarme únicamente con este personaje como protagonista, ya que la novela es coral, y hay multitud de actores que intervienen en ella. Muchos nombres, recopilados al final del libro para ayuda del lector, que en multitud de ocasiones es probable que se pierda entre tanto nombre, vuelo, avión, ubicación, etc.

La gran multitud de personajes, datos técnicos, palabras clave de vuelo, hilos narrativos y saltos temporales hacen de “Vuelo 19” una novela muy tediosa de leer, que cansa por la gran cantidad cambios que se producen en ella. El estilo tampoco es que sea una maravilla, como corresponde a una primera novela de alguien que hasta la fecha no ha hecho más que periodismo radiofónico. Estudiar una carrera de letras no te hace escritor ni te otorga la capacidad de narrar de manera convincente. La ambición a la hora de abordar una novela se puede tener una vez has entrado en este mundo con buen pie y llevas a la espalda unas cuantas cosas escritas humildes. No lo critico, porque quizá el ansia de contar de Ponseti ha hecho posible este libro, pero como novela deja mucho que desear.

Ambición y riesgo están muy bien en el fútbol, mundo del que viene Ponseti, pero para una novela como “Vuelo 19” que aspira a ser una gran historia sobre un episodio oscuro, tenebroso, no resuelto y misterioso de la historia de la aviación mundial no son cualidades que deberían primar a la hora de crear y conformar la historia. Creo que el plantear tantos hilos narrativos en la trama ha hecho que a la hora de ver el tapiz completo desde lejos y con perspectiva el lector se encuentre un poco perdido siguiendo hilos que no llevan a ninguna conclusión. El usar tiempos distintos, pero apenas distanciados los hechos tres semanas, hacen que sea absurdo tirar de dichos flashbacks que no aportan absolutamente nada. El aporte de datos técnicos, de claves de aviación y demás palabrería especifica en lugar de dar verosimilitud hace que la lectura se haga pesada y confusa.

La parte más reseñable de “Vuelo 19” es aquella en la que con un nervio narrativo muy intenso y un ritmo bastante endiablado a veces se narra la catástrofe del vuelo 19 real, sus problemas en el aire, su desesperada búsqueda e intento de solicitar ayuda, y su defenestración total. Bien podría en algún momento usarse esta parte y adaptarla a la gran pantalla, porque por momento parece que es un guion de cine y el lector bien puede imaginarse escenas rodadas por Spielberg o Coppola en mitad de una tormenta en la que se no ve nada y las comunicaciones cruzadas avivan la tensión de una situación abocada a un fin trágico.

Pero esto no salva al conjunto. “Vuelo 19” es una novela muy floja, que se ha pasado de ambición y al final una historia que tiene un fondo muy interesante se convierte en una sucesión de escenas medianamente interconectadas entre sí y vagamente repetitivas en las que se tira muchas veces de tópicos haciendo su lectura un tanto aburrida. Como primera novela es reseñable haber logrado algo de coherencia en lo narrado, ritmo en la parte más complicada y sobre todo verosimilitud, a pesar de tirar de tópicos y usar demasiada palabrería y repeticiones innecesarias para llenar más hojas. Es probable que sea buena novela de verano, pero porque en verano, en las tediosas horas de la siesta uno lee lo que sea.

Caronte.