viernes, 27 de junio de 2014

Lectura crítica: "Sunset Park"

Paul Auster es desde que le conocí uno de mis autores favoritos en lengua inglesa y siempre que tengo un hueco en mis lecturas incorporo alguna de sus novelas para tener algo fresco, original y diferente que leer. Aunque de momento todas las novelas que me he leído suyas me han encantado, básicamente porque no son nada parecidas a lo que estoy acostumbrado a leer, he de reconocer que “Sunset Park” no es ni de lejos su mejor novela. A pesar de que es la última novela publicada por este americano universal, eterno candidato al Premio Nobel de Literatura, y que salió a la venta en 2010, y que por tanto al ser la última se podría inferir que sería en la que Auster consigue un mayor grado de madurez literaria, para mí no es así; y me resulta extraño porque el año pasado me leí “Invisible”, publicada sólo un año antes en 2009 y que me resultó deliciosa, y sin embargo no tiene nada que ver ni el estilo, ni la narrativa, ni la estructura de esta novela con la que hoy estoy hablando.


Sunset Park” es una novela coral, es decir, aunque hay un personaje principal cuya historia personal se narra a lo largo de esta novela, esta narración parte de los testimonios de diferentes personas que tratan con él, formando un collage que a pesar de estar bastante logrado, a mí no me terminó de convencer. Miles Heller es el protagonista principal de la novela, es el personaje que está en las vidas de todos los demás protagonistas de la novela y que a partir de las experiencias suyas personales y las que los demás tienen con él, Auster narra de manera externa los acontecimientos que envuelven la juventud y el principio de la madurez de Miles. La novela se ambienta principalmente a finales de 2008 y principios de 2009, aunque también hay momentos en los que para recrear la vida de su protagonista se echan miradas al pasado para poder comprender las situaciones actuales que hacen que Miles sea como es. Miles es el resultado de una familia de buen nivel pero desestructurada, sus padres está divorciados y vueltos a juntar con otras personas; la madre de Miles les abandonó a su padre y a él cuando éste era muy pequeño, por lo que se padre tuvo que hacerse cargo de su educación solo, hasta que conoció a la que ahora es su pareja que además también tenía un hijo, Bobby. Un suceso trágico en el que durante una discusión entre hermanastros, lleva a Miles a perder los nervios y dar un empujón a Bobby mientras van caminando por el borde de una carretera lo que hace que acabe caído en medio de la calzada en el mismo instante que pasa un coche. Desde ese momento la culpa de todo lo que pasó después cayó como una enorme losa sobre Miles y después de escuchar una conversación entre su padre y su madrastra decide irse de casa a los 20 años. Tendrán que pasar ocho años para que padre e hijo volvieran a encontrarse. Mientras tanto, la madre biológica de Miles hace carrera en Hollywood y en el teatro y se convierte en una famosa actriz, a la vez que normaliza la relación con su ex-marido y padre de Miles. Es aquí, en estas relaciones familiares donde “Sunset Park” y Paul Auster logran la mejor historia de toda la novela; relaciones familiares rotas al inicio, difíciles en los primeros años de Miles cuando su padre Morris tiene que criarle solo, cuando aparece la madrastra que aunque Miles la quiere sabe que no es su madre natural, el asunto de Bobby y las consecuencias que tiene tanto en Miles y su personalidad, como en Morris y su relación con su hijo.

Junto a la historia de Miles, Auster nos presenta a otros cuatro personales más junto con el ya mencionado padre de Miles, Morris, que desde mi punto de vista tiene la historia más interesante de todas y de la que sin embargo Auster se queda sin profundizar como nos tiene acostumbrados a hacer, hubiese sido muy interesante poder ver un poco más cómo es este dueño de una editorial con una vida tan compleja como parece quedar esbozada en “Sunset Park”. Como ya he dicho además de Morris, en la novela aparecen otras personas que tienen relación con Miles Heller durante su desarrollo como son los tres compañeros okupas de piso en Nueva York, en Sunset Park precisamente, dos chicas y un viejo amigo de la época juvenil cuando Miles y familia vivían en Nueva York; además de estos compañeros de piso tenemos a la madre biológica de Miles. Éstos son los personajes principales de la novela y cuyas vidas Auster nos enseña y disecciona en cierta medida. Es en esta sucesión alternada de diferentes personajes lo que no me termina de convencer de esta novela, este elenco coral (como dirían en el cine) hace que la novela no sea como otras de Auster en las que las personalidades de los personajes están mucho más mostradas sin tapujos y diseccionadas sin miramiento, aquí supongo que por la voluntad de mostrar diferentes personalidades encarnadas en los diferentes personajes se termina perdiendo esa profundización en su forma de ser y en sus vidas pasadas y sus problemas y obsesiones. Quiere abarcar mucho y al final termina por apretar poco a cada personaje, no termina de sacarles el jugo que podrían haber tenido si se hubiese planteado la novela de otra manera. Sin embargo a pesar de que no se profundiza tanto como en otras novelas suyas, las historias sí están bien entremezcladas y sí dan una visión bastante amplia de la personalidad y de la vida de Miles Heller, el protagonista, sobre el único que Auster sí termina por profundizar y por mostrarnos una personalidad compleja formada por muchos pequeños golpes a lo largo de su vida, acontecimientos que le han hecho ser como es. Pero si hay algo que predomina en Miles es la culpa, una culpa pesada como una gran losa de hormigón muy difícil de llevar y cargar con ella, una culpa que sólo enfrentándose a la verdad y contándola puede llegar a ser compartida y aligerada la carga que genera.

En “Sunset Park”, a pesar de que no es la mejor novela de Auster sí se reconocen perfectamente sus rasgos más característicos aunque algo más difuminados que en sus libros anteriores, lo que me apena ya que admiro profundamente la manera tan peculiar de narrar de este extraordinario escritor. En esta novela hay momentos en los que Auster empieza a divagar sobre el beisbol de manera muy precisa y ajena a los lectores, creando unos pasajes bastante aburridos sobre jugadores de las décadas prodigiosas de este deporte, contando estadísticas, hitos históricos, peculiaridades personales en una espiral que a veces perece no tener fin. Sí es cierto que son algo necesarias ya que el besibol es algo que en su infancia Miles comparte con su padre Morris, pero creo que Auster se sobrepasa en sus puntualizaciones y anécdotas de besibol. Además hay momentos en que se vuelve repetitivo, como por ejemplo la cansina reiteración en los comentarios sobre la película “Los mejores años de nuestra vida”, que aparte de ser algo sobre lo que una de las compañeras de Miles en Sunset Park está haciendo una investigación, me parecen excesivas las alusiones a dicha película. Tanto el tema del beisbol como el de la película son recurrentes a lo largo de las páginas de “Sunset Park”, pero terminan por ser repetitivas, aburridas, cansinas y logran que el lector termine por desconectar de la novela, algo que es una pena porque en el fondo hay pasajes en la misma que sí pertenecen a ese gran Auster que los que estamos acostumbrados a leer conocemos.

Como he dicho al principio “Sunset Park” no es ni de lejos una de las mejores novelas de Paul Auster; espero que con su próxima novela vuelva a sus orígenes más creativos y mágicos y nos vuelva a regalar una novela llena de historias profundas que nos hagan pensar y reflexionar sobre la vida actual y que a su vez nos transporten a ese Nueva York tan suyo, tan personal y nos descubra más lugares y personajes llenos de vida e historias que contar. Con esta novela no ha acertado, al menos para mi gusto y para lo que yo esperaba de él; creo que se pierde en nimiedades, que quizá para él no lo sean, pero que pienso que acaban por marear al lector y hacerle perder el hilo de la historia principal, una pena porque si se hubiera profundizado más en ella estoy más que seguro que el libro hubiera ganado mucho porque los personajes apuntan maneras para poderse haber convertido en esos grandes personajes de las novelas de Auster, pero aquí están apenas esbozados, salvo Miles y quizá su padre, aunque creo que a ambos se les podría haber sacado mucho más. Si alguien quiere empezar a leer a Auster que no lo haga por esta novela, hay otras mejores, pero cuando esté ya algo versado en este autor es posible que para juzgar mejor su obra también se lea esta. Señor Auster, desde mi humilde posición le pido que saque prono nueva novela y vuelva a ser el Auster que me tiene enganchado a sus novelas e historias mágicas.


Caronte.

domingo, 22 de junio de 2014

Lectura crítica: "Nos vemos allá arriba"

El libro que acabo de terminar de leer, “Nos vemos allá arriba”, ha supera con creces todas las expectativas que tenía puestas en él desde que supe que iba a ser publicado en España. Desde que leí en el diario El País un artículo/entrevista con el autor de esta novela Pierre Lemaitre puse a este libro en mi punto de mira y llegada la Feria del Libro de Madrid fue uno de los primeros que me compré el primer fin de semana que fui al Parque del Retiro a disfrutar de ese magnífico evento cultural. Éste iba a ser el primer libro que me iba a leer una vez estuviese completamente de vacaciones, y en cierto modo así ha sido, porque a pesar de que lo empecé cuando aún me quedaba por hacer un examen, prácticamente ya estaba de vacaciones porque apenas estaba estudiando. Esta novela ganó el año pasado el Premio Goncourt, el premio literario más prestigioso de Francia, y además venía avalado por un éxito rotundo tanto entre los críticos como entre el público, como demuestra la cantidad de ejemplares vendidos en menos de un año en el país vecino, por tanto cuando tuve noticia de este libro mis expectativas sobre el mismo eran muy elevadas. Además la temática del libro me interesaba bastante ya que se ambienta en los últimos años de la Primera Guerra Mundial, de la que este año se cumple el primer centenario de su inicio, y los primeros de posguerra en una Francia destrozada por el dolor de los hijos, nietos, padres y abuelos muertos luchando por la libertad.

Para empezar “Nos vemos allá arriba” tiene un primer capítulo completamente demencial para un lector ya que impide levantar la vista de la lectura ni un solo segundo. La acción se coloca directamente sobre el campo de batalla de la Gran Guerra, en una trinchera hecha en la tierra de Francia, con un cielo gris y lluvioso, y un terreno completamente hostil, embarrado cual ciénaga pestilente, lleno de cadáveres de soldados y caballos, minado, lleno de obstáculos; vamos en plena Guerra. El lector parece un soldado más listo para entrar en batalla a las órdenes de su capitán; se huele el ambiente, el moho, la sangre seca, el barro, los vómitos, la pólvora. La acción que se desarrolla en este primer capítulo podría perfectamente haber sido filmada para la gran pantalla por Steven Spielberg, pero probablemente con un resultado mucho menos efectista; el ritmo es vertiginoso desde el principio y te mete de lleno en la historia de los tres principales protagonistas de la novela dos soldados, Albert y Edouard, y un teniente ascendido posteriormente, Henri d’Aulnay-Pradelle. Como primer punto de unión entre ambos está que Albert es testigo de que Pradelle ordena el asalto a un puesto alemán pocos días antes del armisticio que pondría fin a la Guerra, mandando para ello a dos soldados que se supone abatidos por los alemanes lo que hace que se desate el ataque. Durante este ataque Albert descubre que los dos soldados mandados de avanzadilla no fueron disparados por los alemanes sino desde sus propias filas, Pradelle queriendo terminar la guerra como un héroe ha desencadenado todo esto. Una vez descubierto por Albert decide que no puede haber testigos y pare ello va a por él. A partir de ese momento los acontecimientos se desencadenan muy rápidamente, Albert cae en un hoyo aturdido por la guerra y a continuación un gran proyectil explota cerca de él haciendo que una cantidad enorme de tierra caiga sobre él sepultándolo. Simultáneamente el otro soldado Edouard, que ha recibido un balazo en la pierna y que apenas puede moverse ve todo lo que le ocurre a Albert y decide acercarse como puede, descubriendo que éste ha quedado enterrado vivo, intenta ayudarle y logra desenterrarle y devolverle a la vida, pero a continuación Edouard recibirá una herida muy grave que le dejará deformado de por vida. A partir de aquí, “Nos vemos allá arriba” continúa de manera angustiosa y ágil, con una narración muy fina y bien estructurada. El vínculo que estos acontecimientos originarán entre los dos soldados, y a su vez entre éstos y Pradelle, serán muy fuertes y se irán desarrollando de manera paralela durante todo el libro.

Una vez la narración se aleja de las trincheras y de la guerra, el libro entra en una etapa magistral, en la que se urden unas tramas y unas historias a la vez conmovedoras, trágicas y dinámicas. Una vez se supera la primera parte del libro, de las tres en que está dividido, la historia se traslada a París a dos ambientes muy distintos, uno de riqueza, grandes mansiones y poder a alto nivel, y otro mucho más miserable de lucha y supervivencia diaria. El primer ambiente corresponde a Pradelle, mientras que el segundo a los dos pobres soldados tocados grave y seriamente por la guerra que les ha dejado a ambos secuelas tanto físicas como de las que la vista no puede ver pero que pesan todavía más que las visibles. Ambos ambientes se interrelacionan por medio de sus protagonistas y de los diferentes personajes secundarios que se van intercalando en la narración. A medida que la novela va avanzando se van conformando dos grandes tramas, que a su vez son dos grandes fraudes: uno que intenta por un lado hacer que Pradelle vuelva a tener esa posición aristocrática que le da su apellido y otro que urden Albert y Edouard para dejar de ser unos miserables heridos de guerra abandonados y olvidados por todos y poder olvidar todo el sufrimiento que las trincheras les ha traído a sus vidas, sufrimiento físico, moral y sentimental. Todo poco a poco se va desarrollando y todas las piezas de este gran puzle que es “Nos vemos allá arriba” terminan encajando de manera magistral. Los tres personajes principales inspirar desde el principio sensaciones encontradas; es cierto que Pradelle desde el principio causa repulsa, un odio directo hacia su persona por ser egoísta y prepotente, además de chulo. Sin embargo Albert y Edouard a pesar de inspirar al principio tristeza por lo que la guerra ha hecho de ellos, poco a poco esa tristeza se convierte en cariño por Albert que decide cuidar de manera casi maternal a Edouard, y algo más de pena por éste último que se convierte en un adicto a las drogas y que parece como si la guerra le haya terminado por sacar de este mundo haciéndole vivir una locura fantasiosa.

En esta novela no hay nada escrito que no tuviera que ser escrito, nada se dice sin tener un sentido o significado, y nada se cuenta sin que tenga que ver algo para terminar de comprender las tramas y las personalidades de todos los personajes que van apareciendo a lo largo de las páginas de este libro, tanto de los personajes principales como de todos los secundarios que acompañan de manera indiscutiblemente bien pensada a los primeros. El estilo narrativo de Lemaitre es una mezcla perfecta entre una narrativa culta de muy alto nivel, en la que se trata con mucho respeto y cuidado la historia y con la que no se pretende impresionar para así no distraer al lector de la importante, y una narrativa popular propia de un libro destinado al gran público que usa un lenguaje simple y directo. Una de las cosas que más me ha gustado de este libro es precisamente esta simbiosis entre estos dos estilos narrativos, ya que han logrado que en muchas ocasiones no pudiera dejar de leer por querer seguir sabiendo más sobre la historia, y en otras muchas que la lectura de las páginas de “Nos vemos allá arriba” se me haya hecho muy corta haciendo que el tiempo se me pasara volado.

No creo que merezca la pena contar más de esta magnífica novela, quien se atreva a empezarla descubrirá que no podrá dejarla a medias, sólo deseará seguir pasando sus páginas para terminar por saber qué es de la vida de sus personajes y sobre todo cómo termina todo, ya que si el primer capítulo de “Nos vemos allá arriba” es de lo mejor que he leído nunca, sus capítulos finales son dignos de la mejor novela de suspense, no porque se pase miedo sino por la tensión que muestran sus páginas, y por el ritmo trepidante que tienen. Además esta novela es una aproximación bastante realista a un periodo de la historia que este año está muy de moda debido a todos los actos que se están llevando a cabo en Europa para conmemorar el centenario de esta barbarie que fue la Gran Guerra y que no sólo fue terrible durante el periodo que duraron los combates sino también después para todos aquellos soldados que perdieron mucho más que una pierna o un brazo en el campo de batalla sino también su dignidad. La verdad es que como dije al principio esta novela me ha dejado con muy buen sabor de boca y ha superado cualquier expectativa previa; además con ella he aprendido bastante sobre esa época oscura de Francia y Europa, la época de posguerra. Recomiendo a todo aquel que quiera disfrutar de un buen libro este verano que se lea “Nos vemos allá arriba”, creo que nadie saldrá defraudado, de verdad.

Caronte.

martes, 17 de junio de 2014

Lectura crítica: “Chesil Beach”

Entre los autores ingleses contemporáneos que todavía tenía en el tintero empezar a leerme estaba Ian McEwan. Este escritor quizá algo desconocido en España ha sido ya galardonado con uno de los premios más importantes de la literatura inglesa como es el Man Booker Award, por su novela “Ámsterdam”. Sin embargo y por si acaso su forma de escribir no me gustaba o no me terminaba de convencer he empezado leyéndome “Chesil Beach”, que es una de sus novelas más afamadas y conocidas, y además es bastante corta, por lo que si no me gustaba el sufrimiento iba a ser corto. Pero he de decir que para nada ha sido sufrimiento la lectura de esta mi primera novela de McEwan, sino todo lo contrario, y además su lectura me ha durado apenas dos tardes, no sólo por la corta extensión del libro, que apenas supera las 180 páginas, sino porque la historia termina enganchando.


Chesil Beach” narra la historia de dos jóvenes, Florence y Edward. Ambos se acaban de casar y están en un pequeño pueblo costero de Inglaterra, en un hotelito al borde del mar donde están pasando su noche de bosas e intentando disfrutar de la misma, teniendo en cuenta que ambos son vírgenes y que por tanto esa noche debería se especial. La historia se desarrolla a principios de los años 60, cuando el Reino Unido vive en una mojigatería todavía considerable, aunque los acontecimientos mundiales, y el surgimiento del movimiento hippie pronto harían cambiar eso. En esto años los sociedad británica todavía vive de la herencia social de la Segunda Guerra Mundial, todavía está en parte anclada en una mentalidad clásica y tradicional que acepta poco los cambios sociales, sobre todo los relativos a la libertad sexual y a las relaciones de pareja. Florence y Edward pertenecen a mundos muy diferentes y a clases sociales muy distantes, él es de clase media baja, su madre tiene un problema cerebral y vive en un mundo diferente a la realidad, mientras que su padre es un maestro de escuela, tiene además dos hermanas gemelas y viven en una casa pequeña que por lo general está siempre bastante sucia y apenas tienen el dinero justo para ir tirando día a día,  además estudia historia en Oxford; por su parte Florence es de familia acomodada, adora la música clásica, vive en Oxford en una casa grande con jardín y sus padres son intelectuales y trabajan en la universidad.  Todo esto que en un principio no es impedimento para que ambos se acepten mutuamente y que la familia de ella incluso vea con entusiasmo su relación y la idea de la boda les llene de ilusión, termina por ser una fuente de resentimientos debidos a los propios prejuicios que de manera casi subconsciente se van metiendo en cada uno de ellos debido al ambiente en que tanto Edward como Florence se mueven; resentimientos que terminan por salir a la luz la noche de bodas.

Chesil Beach” es ante todo una novela, casi una fábula, un cuento para adultos, en los que dos maneras de ser, dos formas de entender la vida y la libertad personal se enfrentan. La base narrativa del libro como ya he dicho es la noche de bodas de Edward y Florence, y a partir de ahí cuando se quedan ya solos en la habitación del hotel después de que los camareros les hayan servido la cena cuando todos los temores, inseguridades y prejuicios empiezan a salir a relucir en las actitudes de ambos, en las ganas y en la pasión tan contenida que se puede leer en las páginas de este libro. El silencio que nunca debería predominar en una noche de bodas de apodera de la habitación del hotel, hasta tal punto que pueden escuchar a través de techos y paredes el noticiario de la radio, ninguno se atreve a moverse, se comen la cena, Edward se contiene, le gustaría abalanzarse sobre su recién estrenada mujer y hacer lo que toda pareja joven estaría deseando hacer en su noche de bodas. Pero Florence, tiene miedo, y sobre todo dudas; dudas ante todo lo que sabe que tiene que ocurrir esa noche pero que ella no quiere que ocurra porque en cierto modo le repugna. Ambos se aman, de eso no hay duda, pero sólo Edward desea a Florence.

La narración de esa noche de bodas se entremezcla con los momentos en los que ambos se conocieron en una manifestación antinuclear en Londres, con los paseos por Oxford, con el momento de conocer mutuamente a los padres del otro. Las diferencias que son obvias entre la vida de ambos enamorados, y que seguramente deberían haberles hecho pensar que eran incompatibles por propia mentalidad, quedan completamente eclipsadas por el deseo y el amor que sienten el uno por el otro. Pero hay en Florence y Edward prejuicios que difícilmente el amor y la pasión pueden vencer, sobre todo en Florence a la que todo contacto físico le da miedo, la repugna; pero también en Edward que sabe de estas reticencias de Florence, que las ha vivido durante su noviazgo y que por eso mismo siempre ha ido despacio para que ese miedo poco a poco se fuera superando, sin llegar a pensar que ella no quería superarlo. Este miedo termina por explotar en la noche de bodas, en la cama ya, a punto de que los dos cuerpos se convirtieran en uno. Es en este momento cuando “Chesil Beach” alcanza su momento álgido, el más intenso en toda la narración. Florence sale corriendo espantada de la habitación del hotel y se refugia en la playa; un tiempo después llega Edward a su lado, sabiendo perfectamente lo que pasará a partir de ese momento, o no, porque no creo que nadie se espere lo que pasa al final del todo.

Desde mi punto de vista “Chesil Beach” va de menos a más, tanto en la narración que al principio es algo confusa y laberíntica, sin saber muy bien donde nos quiere llevar McEwan, pero que al final conforma un relato redondo, como en la propia historia de Edward y Florence, en la historia de esa noche de bodas y de ese amor entre ellos. Poco a poco se va construyendo una historia que quizá a todos cuando somos jóvenes se nos pasa por la cabeza, muchos de los temores que aparecen en “Chesil Beach” pueden ser compartidos por cualquiera en relación al amor, y al sexo; poco a poco, a medida que se pasan las páginas de este libro se va viendo el reflejo de una sociedad que estaba a punto de liberarse mentalmente de las ataduras clásicas, de los grilletes que la tradición más conservadora y puritana había impuesto a la sociedad y que a partir de finales de los 60 poco a poco fueron desapareciendo. El libro es fácil de leer y Ian McEwan en su narración no da excesivas vueltas ni adorna en demasía las frases por lo que por norma general la novela avanza a buen ritmo y termina por cerrar una historia perfectamente narrada e hilada con el pasado. El final para mí es lo mejor del libro, es visceral, directo y desgarrado, como a veces es el amor y la pasión, y es muy complicado que deje indiferente a nadie al leerlo.


Caronte.

lunes, 16 de junio de 2014

Lectura crítica: "Travesuras de la niña mala"

El último libro que me he leído de Vargas Llosa, “Travesuras de la niña mala”, a pesar de cómo siempre deleitarme con la prosa tan colorida, diversa y musical que este peruano universal usa en sus novelas, he de decir que no me ha terminado de convencer. No digo con esto que el libro sea malo, que no lo es, ni mucho menos aburrido porque no cansa; sin embargo a diferencia de otros libros suyos que me he leído como “La Fiesta del Chivo” o “La ciudad y los perros”, este no ha terminado de llegarme, no me ha ilusionado terminarlo y saber cómo acaba la historia, básicamente porque se ve más o menos cómo va a acabar durante todo el libro.

A diferencia de otros libros de Vargas Llosa, “Travesuras de la niña mala” es una novela cien por cien ficción, sin ninguna implicación histórica en su narración, salvo la necesaria para contextualizar y ambientar la historia que narran sus páginas. Este libro ante todo es un libro de amor, una novela sobre el amor en su forma más loca y desesperada, de cómo se puede llegar a amar a una mujer hasta tal punto de obviar todo lo malo y el daño que te puede llegar a hacer, pasarlo por alto y seguir amándola con locura. “Travesuras de la niña mala” cuenta la historia, el enamoramiento pasional de Ricardo, un joven peruano de buen barrio que se enamora de jovencito de una chica de casi su edad que llega de nuevas a su barrio de Lima y se hace pasar por chilenita para intentar borrar su pasado más que humilde. A partir de este punto en el que ambos se conocen y ella le da constantes calabazas a él, ella pasa a ser la niña mala, apodo que la acompañará durante toda la historia. Pero como este libro ante todo trata sobre el amor perdurable que se fija en el subconsciente y que no permite amar a nadie más, la historia de amor entre Ricardo y la niña mala se alargará durante décadas de manera intermitente, y por ciudades muy diferentes entre sí, como París, Londres, Tokio y Madrid, en unos años en los que se producen muchos cambios sociales en el mundo, sobre todo en el país de los dos protagonistas Perú, que ve el surgimiento de milicias que luchas por una república semejante a Cuba, una dictadura militar de doce años y gobiernos que hunden al país en la miseria.

Como el río Guadiana, que aparece y desaparece en su curso, la niña mala aparece y desaparece de la vida de Ricardo como un temporal de amor y pasión de duración limitada, que deja siempre a Ricardito con muy mal sabor de boca deseando que no vuelva a pasar y que la niña mala no vuelva a aparecer en su vida para que no le haga más daño, y a la vez deseando que se quede con él para siempre y poder amarla hasta su muerte. Pero esto no ocurre nunca, la niña mala va y viene, siempre con una identidad diferente para borrar su pasado, con hombre diferentes pero con un factor común a todos como es el dinero, todos los hombres con los que la niña mala está siempre son ricos y poderosos y pueden darla una vida de alto nivel que es lo que ella va buscando siempre, ya que de ninguno se enamora, y cuando ve que ya no puede sacar más de ellos los deja tirados y es entonces cuando se acuerda de Ricardito, su peruanito, y vuelve a hacerle una visita. A veces los encuentros son casuales, inesperados, y para ambos surten un efecto catastrófico recordando sentimientos pasados y momentos que casi estaban olvidados. “Travesuras de la niña mala” es por así decirlo una novela sobre el amor constante y pasional, pero a la vez dañino y brutal que no tiene miramientos por nadie.

La novela da que pensar sobre el amor, y quizá eso es lo que más la salva de la quema por mi parte; bueno eso y que al estar en aparte ambientada en Londres y París, dos ciudades en las que he estado he podido imaginarme bastante bien los ambientes en los que se desarrolla la novela, y además tiene un capítulo final que se desarrolla en Madrid y por tanto eso son puntos a su favor. No, ya en serio. “Travesuras de la niña mala” es una buena novela en el sentido de que hace reflexionar al lector sobre un tipo de amor sin miramientos y directo, que va más allá del dolor y de todas las perrerías que se pueden hacer; es una novela sobre la pasión también, pasión carnal, y aquí Vargas Llosa también se diferencia de sus otras novelas al incorporar escenas de sexo bastante subidas de tono y gráficas, cosa poco habitual en su prosa y que en esta novela la verdad le da un punto más pasional y carnal a esta historia de amor desbocado y deseo. Sin embargo, el ir y venir de la niña mala, sus travesuras, a mí me terminaron por parecer repetitivas, que no digo aburridas porque en cada aparición es una cosa lo que pasa, pero sí sabes desde el principio que toda la novela va a ser igual, se mezclaran periodos en los que Ricardo y la niña mala conviven juntos, en los que son amantes, con otros en los que ella se irá y le dejará solo dolido. Lo único que cambiará durante la novela será el fondo, los lugares donde se desarrollará cada etapa de esta tormentosa relación, y también y sobre todo cambiarán los protagonistas, evolucionaran cada uno de una manera. Ricardito amará durante toda la novela a la niña mala, y aunque a veces éste le deje muy jodido siempre recordará momentos de pasión y sexo que harán desearla cada vez más aunque pasen los años. La niña mala poco a poco se irá dando cuenta que por mucho que crea que es feliz con los hombres a los que va seduciendo por el dinero que éstos tienen, la felicidad no la alcanzará hasta que termine con Ricardo, el niño bueno; nunca dejará de ser egoísta pero su egoísmo irá evolucionando.

Como he dicho para mí lo mejor de “Travesuras de la niña mala” son las localizaciones de la historia, pero también he de decir que en cada capítulo del libro se presenta una historia nueva que envuelve la historia central de amor entre los protagonistas principales, y en estas historias secundarias aparecen personajes que desde mi punto de vista pueden llegar a ser más relevantes que los principales, o al menos a mí me han gustado a veces más. Además como es habitual en Vargas Llosa, en este libro también nos presenta parte de la historia de América Latina, en este caso de su país de origen el Perú, de los años 60, 70 y 80, y los cambios que estas décadas trajeron a la sociedad peruana; sin embargo en este libro la historia no es el tema principal, y los hechos históricos que don Mario narra quedan en un segundo plano, quedan amortiguados por la distancia y en muchos capítulos se reducen a las cartas que se envían Ricardo y su tío durante toda la novela, y en las que este último le pone al día de las últimas novedades en la sociedad peruana, de los sinsabores de la política y de los conflictos sociales que van surgiendo.

Para concluir me gustaría decir que sin ser una novela mala, “Travesuras de la niña mala” creo que es una de las más flojas que he leído de Mario Vargas Llosa, o por lo menos para mí gusto. Me gusta más el Vargas Llosa que narra la historia de un pueblo novelándola, haciéndola entretenida y consiguiendo emocionar con las venturas y desventuras de los personajes de sus novelas. Esto no quiere decir que esta novela sea un bodrio, sino que simplemente se sale de lo habitual en este autor y por tanto, quizá por eso me haya desconcertado y no haya sabido hacer mía la esencia y las emociones que esta novela, a pesar de lo dicho, transmiten. Aunque siendo también sincero, la historia de amor entre Ricardo y la niña mala está muy bien llevada, es previsible pero los personajes secundarios que jalonan todo el libro le dan ese toque mágico que siempre se puede encontrar en una novela de Mario Vargas Llosa.


Caronte.

jueves, 12 de junio de 2014

Lectura crítica: "Corazón tan blanco"

De Javier Marías siempre he oído hablar mucho en los libros de texto de la ESO y el bachillerato donde lo tenía que estudiar y aprenderme algunas de sus obras más famosas, y sobre todo a través de sus artículos de opinión de los domingos en el Semanal de El País, siempre en la última hoja del mismo, casi como queriendo ocultarse de los ávidos ojos de los lectores de dicho suplemento, o queriendo que quien realmente quiera leerle vaya a buscarle a esa última hoja, que se convierte en la primera si se empieza El Semanal por el final. Siempre que he comprado el periódico en domingo lo primero que hacía era leer su artículo de opinión, y casi siempre también, leerlo me hacía reflexionar sobre el tema que había tratado en el mismo, a veces a su favor haciéndome ver algunas cosas de manera diferente a cómo yo las veía inicialmente y otras veces siendo crítico con él y no estando de acuerdo con la idea que defendía en su artículo.

Por esta razón siempre he querido leer a Marías, porque su forma de contar, de narrar, de expresar me llenaban, me hacían reflexionar, que creo que es lo mejor que un escritor puede llegar a conseguir provocar en sus lectores, a parte de las emociones que puedan transmitir sus escritos. “Corazón tan blanco” es la primera novela suya que leo (he de decir que he empezado otra “Tu rostro mañana”, pero al ser esta una trilogía de momento sólo me he leído la primera parte de la misma, cuando la termine, empresa colosal y ardua en palabras del propio Marías, también hablaré de ella) y la verdad es que como sus artículos me ha dejado más si cabe enamorado de su forma de contar, de narrar, de expresar. Hay libros de los que es muy complicado separarse, pero “Corazón tan blanco” es uno de esos libros que consigue que el lector se sumerja en las profundidades más hermosas de la literatura y se pierda en las páginas, párrafos, frases y palabras que componen la narración y dan forma a la historia que el escritor quiere contar. Y esto es lo que me ha pasado a mí con este libro, cada vez que lo tenía que dejar por cualquier razón, ya fuera llegar a la estación de destino en un viaje en metro, o porque el sueño empezaba a vencerme en la cama mientras leía. A veces me era muy complicado salir a la superficie del mundo real, del metro o de mi habitación, y dejar las profundidades del libro, de la lectura donde me encontraba muy cómodo dejándome mecer por las frases, divagaciones y reflexiones que se narran en “Corazón tan blanco”, a veces me era muy difícil salir del mundo del protagonista de la novela, un traductor/intérprete que se acaba de casar y que vive constantemente viajando entre Nueva York, Ginebra y Madrid, la ciudad donde vive, según le vaya saliendo el trabajo.

A veces me era muy complicado dejar de leer esta fabulosa novela de Javier Marías que indaga sobre los secretos, sobre lo que se cuenta o se deja de contar y quizá nunca se cuente. Otras veces no quería dejar de leer porque quería saber más, quería ver cómo las diferentes personas que se van cruzando en la vida del protagonista traductor le van haciendo pensar en sus propios actos y en su propia vida, y en su propio pasado. Su padre, su recién estrenada mujer, dos desconocidos con los que se cruza en La Habana durante su viaje de novios, su amiga de la universidad (amante esporádica entonces) que vive en Nueva York y con la que comparte vida durante el tiempo que dura su trabajo en la ONU, un amigo de su padre, su abuela que sin ser un personaje presente en la novela como tal sí que está muy viva en el recuerdo del protagonista y narrador de “Corazón tan blanco”. La prosa de Marías envuelve al lector desde el primer capítulo de esta novela de descubrimiento y reflexión personales, con esa primera escena que nos muestra; esa escena en el baño en la que una joven se dispara en el pecho y muere. Esa escena que en principio puede quedar descolgada a continuación, a medida que se va avanzando en la lectura de “Corazón tan blanco”, poco a poco va recobrando presencia en el libro, presencia e importancia vital en el devenir de la historia y de la personalidad de los personajes. Esta joven que se dispara en un pecho es la pieza de dominó que puede hacer que todo se venga abajo en la vida de los personales de esta novela, es el nudo que permite que todas las vidas de los protagonistas de esta novela mantengan un mismo estado. Esta joven, y su muerte son el secreto alrededor del cual gira toda la novela y que lleva a su protagonista a reflexionar sobre quiénes somos y sobre los actos que hacemos y las palabras que decimos, pero también de aquello que no hacemos o lo que callamos, o incluso sobre lo que aun habiendo hecho y decimos callar y no contar a nadie para que parezca no dicho y no hecho, para que parezca que nunca sucedió. No siempre callando algo hacemos que desaparezca de nosotros, siempre perdura, siempre está hecho lo que hicimos algún día y siempre queda dicho lo que un día fuimos incapaces de callar; pero podemos decidir ocultarlo, por nuestro bien, o por el bien de terceras personas, y entonces lo dicho y lo hecho pasa a ser secreto.

A parte de sobre los secretos y su conveniencia de ser contados, desvelados alguna vez sobre todo a quienes nos quieren y se supone con los que no debería tener nada oculto; “Corazón tan blanco” es una novela que también pretende indagar en el concepto de compartir la vida, sobre la obligación que puede imponer la sociedad sobre las personas de tener que querer a alguien. Sobre todo esto el protagonista de la novela se empieza a preguntar el mismo día de su boda cuando su padre y él mantienen una conversación bastante enigmática, donde se cuenta más con lo que no se dice que con las palabras expresadas y dichas, con lo que se calla que con lo que se dice y por tanto pasa a ser pasado y al olvido incluso. Sin embargo nada en esta novela es olvido, todo se recuerda y todo queda conectado gracias a un magnífico ejercicio narrativo por parte de Javier Marías que poco a poco va relacionando todo lo que se va narrando aunque a primera vista parezca que no tiene conexión entre sí. Todo lo que se narra, se dice o se cuenta en “Corazón tan blanco” tiene su eco en la novela y nada es caprichoso, todo tiene su razón de ser; en esta novela, a diferencia de en la primera parte de “Tu rostro mañana” no hay ninguna reflexión o divagación que sobre, todas son parte de la fábula que crea Javier Marías.

Esta novela, la primera completa que me leo de Javier Marías aunque tenga otra en proceso de lectura, me demuestra la extraordinaria habilidad que tiene este escritos, académico de la lengua para crear historias, indagar en la personalidad del ser humano, en definitiva para narrar. Por sus artículos en El País, ya tenía bastante buena imagen de él como escritor al menos de artículos de opinión, pero tras haberme leído, casi devorado con ansia, “Corazón tan blanco” me reafirmo en pensar que Marías es uno de los grandes narradores en lengua española y uno de los más importante escritores que tenemos a día de hoy en este país, reconocido no ya solo en España sino también fuera de nuestras fronteras, lo que hace de él uno de los más firmes candidatos españoles, si no el único, a ser el próximo Premio Nobel que tenga este país. Para mí su prosa es delicadísima, y aunque es cierto que sus divagaciones y sus reflexiones son pesadas objetivamente hablando, he de decir que a mí me encantan, las vueltas que da sobre los temas, los diferentes puntos de vista que muestra, los giros que da a veces a las reflexiones, todo hace que sus letras me envuelvan y a duras penas pueda salir de ellas. He de decir también que no es fácil leer a Javier Marías, sus libros, al menos este no son como sus artículo de prensa, en el “Corazón tan blanco” hay que estar muy atento a la narración para no perderte y poder así sacarle todo el jugo posible a lo que cuenta. Como creo que ha quedado claro, esta novela me ha encantado, no la puedo recomendar porque a Marías quien quiera leerlo le tiene que salir del alma hacerlo sino no lo va a conseguir, porque al principio puede impresionar un poco; aunque también he de decir que merece la pena.


Caronte.

domingo, 8 de junio de 2014

Lectura crítica: "La Fiesta del Chivo"

Uno de los mayores placeres que he descubierto en la literatura en este último año es la magia y la musicalidad de la literatura iberoamericana, en particular a autores como Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. Es de este último autor, Vargas Llosa, de quien me toca hablar hoy, ya que he terminado de leer hace poco una de sus obras más famosas y celebradas tanto por sus lectores como por los críticos (aunque esto último no siempre es sinónimo de buena calidad). Estoy hablando de la novela “La Fiesta del Chivo”, una grandísima obra literaria y de recreación histórica que narra los últimos momentos de una de las muchas dictaduras que han asolado durante décadas Sudamérica, en concreto en este caso la República Dominicana.

En esta novela perfectamente escrita y narrada Vargas Llosa nos presenta una recreación que mezcla la ficción con la más cruda realidad histórica del régimen dictatorial de Rafael Leónidas Trujillo, alias el Chivo. En concreto en “La Fiesta del Chivo” se narran los últimos compases de la dictadura de Trujillo desde dos puntos de vista y momentos históricos diferentes: uno en el momento del atentado que cuesta la vida al dictador y los meses subsiguientes al mismo en 1961, y el otro una generación más tarde (35 años después). El nexo de unión entre ambos momentos es Urania Cabral, hija de uno de los más acérrimos seguidores del régimen de Trujillo, Agustín “cerebrito” Cabral. Este nexo de unión entre las dos épocas que conforman la novela, es además es punto de ficción del libro, la parte donde Vargas Llosa haciendo un ejercicio extraordinario de abstracción es capaz de recrear la vida de una familia seguidora de un régimen dictatorial que cae en desgracia en los últimos tiempos de la dictadura, y cómo intenta recuperar esa confianza perdida aun usando formas que resultan verdaderamente vomitivas. He de reconocer que en esta parte de “La Fiesta del Chivo” Vargas Llosa, hace sentir al lector que lo que está leyendo no solo no es ficción, sino que podría haber sido perfectamente realidad, narrando las maniobras desesperadas de Agustín Cabral para recobrar la confianza de Trujillo.

La novela está estructurada en 24 capítulos en los que se van alternando la historia real con la narración ficticia, de manera casi acompasada con el tiempo. Así podemos ver el asesinato de Rafael Leónidas Trujillo tanto desde el punto de vista del régimen, donde Vargas Llosa pone voz y personalidad a los principales personajes de la época de la dictadura como el propio dictador, el doctor Balaguer (a la postre quien dirigió la transición de la República Dominicana a la democracia), los hijos de Trujillo y sus hermanos, diversos ministros y militares del régimen y el general Johnny Abbes García, jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) encargado de la represión de la dictadura, que tras la muerte de Trujillo torturó de la manera más cruel y sanguinaria posible a todo aquel que pensaban que podría estar relacionado con el magnicidio. Además de por la parte del régimen, también se narra el asesinato de Trujillo por parte de los que lo cometieron, convertidos posteriormente ya en democracia en héroes nacionales, como Modesto Díaz, Salvador Estrella Sadhalá, Antonio de la Maza, Amado García, Juan Tomás Díaz, Luis Amiama Tió, Antonio Imbert Barrera y Pedro Livio Cedeño entre otros; de alguno de estos conspiradores Vargas Llosa narra parte de sus motivos para desear matar al Chivo, y de todos ellos narra su final, alguno de los cuales es rápido como los de Amado García, Antonio de la Maza y Juan Tomás Díaz que murieron matando a los pocos días del magnicidio; mientras que los otros conspiradores y muchas más personas, sobre todo familiares, amigos y conocidos de los mismo, fueros arrestados y sometidos a torturas terribles dignas de las mentes más deformadas, sanguinarias y sádicas, y posteriormente asesinados a sangre fría y desaparecidos para no dejar rastro de esos crímenes tan abominables o más que cualquier otro.

Esto por la parte de narración histórica del libro. Por la parte de ficción, como ya he dicho, se cuenta la historia de la familia del senador Agustín Cabral de boca de su hija Urania Cabral que después de 35 años sin pisar su tierra vuelve a la isla que la vio nacer por un impulso que ni ella misma sabe explicar, y se reencuentra con sus padre al que no veía desde que se marcho a los EE.UU. a estudiar en la universidad y donde formó su vida. La vuelta a su ciudad natal la trae a primer plano a su vez un torrente imparable de recuerdos que casi estaban olvidados pero que ella sabe que no es así. Por esto cuando se reencuentra con su padre que esta postrado en una cama sin apenas moverse ni hablar tras haber sufrido un infarto cerebral, Urania le empieza a hablar del pasado, a recriminarle cosas, a contarle esos recuerdos que tan a fuego se le grabaron en su mente y en su corazón, y se los cuenta con dureza, casi me atrevería a decir con crueldad, como queriendo que su padre sufriera en ese momento todo lo que ella sufrió y seguía sufriendo en silencio en su vida.  La historia que termina contando Urania Cabral, se va entrelazando con la historia real de la dictadura, con episodios históricos verídicos, y termina de manera magistral en un último capítulo de la “La Fiesta del Chivo”, un capítulo que termina por rematar una historia que va cogiendo poco a poco tintes oscuros, desagradables, crueles, y que acaba de una manera durísima enfrentado a Urania Cabral con su pasado, contándoselo a la poca familia que le queda en Santo Domingo, como son su tía (hermana de su padre) y sus primar, con quienes compartió infancia.

A lo largo de las algo más de quinientas páginas de esta magistral novela histórica Mario Vargas Llosa nos hace un retrato extensísimo de la dictadura de Trujillo en la República Dominicana, de unos años donde el miedo y la represión, junto con la divinización de Trujillo hicieron que la sociedad dominicana entrara como en un largo letargo del que solo salieron tras la muerte del Chivo en 1961, no sin pasar por una tremenda represión que estalló tras el asesinato y que narrada de la menara como Vargas Llosa lo hace adquiere la crueldad y el sadismo que seguramente tuvo en la realidad. “La Fiesta del Chivo” es una novela cruda, dura, realista, que no pretende entretener, sino mostrar la realidad, no ya solo de la dictadura trujullista, sino de cualquier dictadura que se puede pensar, ya que los hechos narrados en esta novela se podrían aplicar perfectamente a cualquier dictadura del mundo; la dureza de la represión, las personalidades de los dictadores, siempre tan idealizados por sus seguidores y el pueblo, las ganas de cambio y venganza que tienen aquellos que quieren que acabe esa dictadura, el afán de los afines al régimen de ganarse o recobrar la confianza del caudillo, generalísimo, o el Jefe (mote que también se aplicaba a Trujillo). Todo esto, unido a una prosa increíblemente rica en adjetivos y palabras de una musicalidad poco alcanzable en ninguna lengua salvo en el español de América, hacen de “La Fiesta del Chivo” un libro enorme, cuya historia (la historia) es narrada con un ritmo incansable y directo que hace que en ningún momento el lector se canse o se aburra. Esta novela es ante todo la narración de la historia tal como pasó; es una novela para aprender y para saber qué es lo que no debería volver a ocurrir en el mundo. “La Fiesta del Chivo” demuestra que Mario Vargas Llosa es uno de los grandes maestro de la literatura contemporánea, no sólo ya en español, sino en cualquier lengua; hecho que hace un par de años le supuso un más que merecido Premio Nobel. Disfrutad de esta novela, que va de menos a más y cuyos capítulos finales son un continuo desarrollo de acontecimientos narrados con una agilidad increíble.


Caronte.

miércoles, 4 de junio de 2014

Lectura crítica: "Tombuctú"

Fue a partir de que ganara el Premio Príncipe de Asturias de las Letras de 2006 cuando me empecé a interesar por este magnífico escritor que es Paul Auster. Hasta entonces ni siquiera me sonaba su nombre, quizá porque hace ocho años yo todavía era un lector principiante que estaba más enredado en leer los libros que me mandaban en el colegio y posteriormente en el instituto, y grandes best-sellers como Harry Potter, cuyos libros deseaba que llegaran uno tras otro para poder devorarlos como un león que lleva sin comer una semana daría cuenta de una pobre cebra. Fue cuando las historias para adolescentes y jóvenes empezaron a no terminar de llenarme cuando me lancé en busca de nuevos autores y nuevas historias, historias sobre la vida, sobre los sentimientos de las personas, sobre el ser humano. Y ahí Auster empezó a jugar un papel importante, habiéndose convertido con el tiempo en uno de mis autores en lengua no española favoritos. Siempre que puedo intento leer algo de Auster, sin abusar de ello para no desgastar mi pasión por este escritor tan peculiar cuyas historias siempre me han llegado a lo más profundo, y me han hecho reflexionar sobre la propia condición humana.

La última novela que he leído de Auster es “Tombuctú”; aunque más que novela al uso estoy más por calificarla como un cuento para adultos, como una fábula increíblemente original sobre el amor y el cariño, contada y narrada desde el punto de vista de un protagonista muy peculiar, un perro. Y digo que más que una novela es una fábula básicamente por su corta extensión, apenas 200 páginas, que se leen, o al menos yo me leí, en dos tardes. Dos tardes en las que la historia de Míster Bones, que es como se llama nuestro amigo canino, me llegó al corazón y me hizo ver de otra manera la relación perro-hombre hasta tal punto que desde entonces cada vez que veo a un dueño con su mascota por la calle, no pienso que son eso mismo, un perro y su dueño, sino algo mucho más íntimo y profundo, veo a dos amigos, eso sí de razas distintas. A lo largo de la corta extensión de “Tombuctú” el lector, guiado por la magistral y sublime prosa a la que Auster nos tiene acostumbrado, irá descubriendo las intensas relaciones que Míster Bones irá estableciendo con los diferentes dueños que va teniendo y la opinión que tiene sobre los diferentes asuntos humanos de los que va siendo partícipe por sus diferentes amos.

En “Tombuctú” Paul Auster nos presenta a un perro nada usual, ya que Míster Bones es capaz de entender a las personas y de casi averiguar lo que están pensando en cada momento, lo que le permite actuar con ellas antes de que se le reclame. En el fondo este perro es vagabundo, no porque no tenga dueño, sino porque su primer dueño es un vagabundo que trota por el mundo sin casi rumbo fijo, pero este primer dueño que aparece en el libro está muy enfermo y el perro lo sabe, sabe que pronto su amo dejará este mundo para irse a otro lugar, cuyo nombre no voy a desvelar aquí. Una vez muere este dueño, Míster Bones se ve solo ante el mundo y debe aplicar cuanto ha aprendido de su primer dueño para intentar sobrevivir; empieza a vagar por Baltimore intentando encontrar a una persona que su dueño iba buscando pero lo que primero encuentra es al hambre. Míster Bones, sin el cuidado de su amo, no tiene nadie quien le dé de comer y cuando el hambre le ataca decide ponerse a cazar nada más y nada menos que palomas en un parque pero no lo consigue, no sabe cazar. Lo que sí encuentra en ese parque es a un nuevo y joven amo, un chaval chino que se lo lleva a su casa y lo esconde de sus padres en una caja de cartón en el jardín de su casa. Míster Bones en un primer momento no quiere irse con este chico cuando sabe que sus padres regentan un restaurante chino ya que su anterior dueño le había dicho que los chinos se comen a los perros, pero aún así y debido al hambre se va con este jovencito solitario como Míster Bones. Al final también tiene que echar a correr de este nuevo hogar, porque los padres del chino descubren al perro. En su larga carrera huyendo de según Míster Bones una muerte segura a manos de esos chinos que le echarían a los fogones para cocinarlo, llega a la que será su casi última morada, un chalet lujoso de una familia normal y ejemplar, o al menos a simple vista. Es con esta familia con la que Míster Bones encuentra de verdad el amor y el cariño, y sabe que es ser buena gente y el ser querido, sobre todo por la madre de esta familia que también está muy solo ya que su marido es piloto comercial y sus hijos (niño y niña) están la mayor parte del día en el colegio. Míster Bones sirve de compañía a su nueva dueña, y ésta a su vez dar todo el amor del mundo al perro. Pero todo tiene un final, y el de esta increíble y original fábula merece ser leído por cada lector que se anime a hacerlo.

Nunca pensé que una historia tan mágica y original, pudiera llegar tan hondo en mí, pero lo logró. “Tombuctú” ha sido una de las novelas más sorprendentes, originales y bonitas que me he leído este año, y de momento de todas las que he leído de Paul Auster es ésta la que más me ha emocionado, tanto que terminé cogiendo tanto carió a Míster Bones que sufría con sus desventuras y me alegraba con su dicha. Incluso me llegué a plantear durante su lectura comprarme un perro para que me hiciera compañía muchos días en los que uno se siente solo, y así poder tener a alguien con quien hablar y a quien contar mis inquietudes, problemas y secretos que no puedo contar a nadie más. Lo que sí ha conseguido “Tombuctú” es, como ya he dicho antes, hacerme cambiar mi visión de los perros y sus amos, y verles como compañeros de viaje, compañeros de vida, de aventuras y desventuras, como amigos. Esta originalísima obra de Auster merecería ser leída no solo por todo amante de la lectura, y quizá también de los animales, sino incluso por los jóvenes ya que es una fábula increíble que habla de la amistad y el amor. Gracias señor Auster por este cuento del siglo XXI, gracias por descubrirme a Míster Bones un perro mucho más humano que muchos humanos que merecería más ser llamados animales.


Caronte.