Llego a esta novela después de varias recomendaciones de amigos y conocidos a los que doy bastante crédito literario. Llego a este libro sabiendo que su autor, Agustín Gómez Arcos, español almeriense se vio forzado por la dictadura franquista a exiliarse primero a Londres y posteriormente a París, donde desarrolló la mayor parte de su obra literaria y donde pudo por fin ver sus obras publicadas y no censuradas, aunque para ello tuvo que escribirlas en francés dejando así atrás la lengua de sus padres. Llego a esta obra sabiendo que lo que iba a leer no iba a ser como lo que suelo leer, ni por temática ni por estilo narrativo, pero, aun así, he llegado a las páginas de esta novela con ganas, muchas ganas y mucha ilusión por descubrir a un autor olvidado prácticamente en España y a quien tenía infinitas ganas de leer desde hacía ya meses, y que leo gracias a un amigo de Barcelona que vendía un ejemplar de esta novela que tenía duplicado y que muy amablemente me mandó hasta dedicado.
El cordero carnívoro es una novela que ya desde el propio título llama la atención y provoca al lector una curiosidad que se aleja incluso de lo meramente literario para transitar por mundos de lo prohibido; en sus páginas el lector va a encontrar una historia familiar narrada por el más joven de los hijos desde que nace hasta que tiene unos veinticinco años. Ambientada en el sur español, en Almería, la última de las provincias andaluzas, casi olvidada, arisca, árida, violenta y seca; y en una familia “de bien” que empieza un deterioro social y económico sin freno causado en parte por la desgracia de la enfermedad del padre, en parte por la desidia de la madre y la lejanía de los hijos a su pasado familiar.
Lo que podría parecer una novela costumbrista más de una familia acomodada andaluza venida a menos en la España semi rural semi urbana del franquismo (en esta novela la Guerra Civil queda lejana pero sus ecos siguen escuchándose) no es lo que parece porque El cordero carnívoro va más allá. Esta es una novela descarnada, escrita de manera visceral, pensando y sin pensar en lo que se escribe y cuenta, sin pretender agradar al lector. Este libro es toda una declaración de principios que busca provocar al lector (provocar en el buen sentido se entiende) para que la novela no solo sea un simple pasatiempo para el metro, la sala de espera de un hospital o una tarde gris de lluvia, sino también un catalizador de nuestros instintos más profundos y nos haga ver el mundo desde otra óptica menos políticamente correcta.
El cordero carnívoro no se publicó en España hasta hace unos años gracias a una pequeña editorial independiente, Cabaret Voltaire, pero en Francia vio la luz en 1974. No sé qué reacción hubo en su momento ante este libro; lo que en esa fecha esta novela hubiera suscitado en España sí que lo sé: horror, escándalo, críticas feroces de un régimen franquista ya marchito, aunque aun dando coletazos de muerte y terror contra sus “enemigos” y probablemente la censura más absoluta.
No hay tema de la España católica apostólica y romana, de la España vencedora de la cruzada contra los enemigos de Dios y la Patria que no aparezca en El cordero carnívoro. La Iglesia y sus curas pederastas; la Iglesia y su fe cínica e hipócrita; los vencedores señalando a los vencidos y estigmatizándolos de por vida; la decadencia de las familias acomodadas; el desamparo de los vencidos perdedores de la guerra; una educación que no forma sino malforma; unas costumbres y usos familiares basados en el qué dirán… Todos los vicios, y quizá también virtudes, de la España del franquismo, de esa España que duró demasiadas décadas congelada inmóvil en los 50, quedan reflejados sin tabúes en la novela.
Dicho todo lo anterior, por encima de todo ello está el amor. El cordero carnívoro es una novela de amor. De un amor prohibido, provocativo, sensual, muy erótico, muy salvaje, muy primario. Pero amor, a fin de cuentas: puro y duro. Amor sin tapujos ni tabúes, sin límites más que los que impone el placer, el dolor, la distancia. Un amor incestuoso y homosexual entre los hermanos que muy probablemente en su momento si la novela se hubiera publicado en España hubiera generado ríos de tinta por escandalizar. Sin embargo, Gómez Arcos presenta esta relación amorosa de manera pura, de manera sensual, llena de pasión y emociones, donde la complicidad primero entre los hermanos y posteriormente la espera del menor a que el mayor vuelva a la casa para poner orden en ella, están repletas de imágenes llenas de lirismo gracias a un estilo maravillosamente depurada, simple y desnudo que adentra al lector en el mundo de la pasión desmedida y desatada, una pasión que no puede ser reprimida ni por la distancia, ni por la ausencia, ni por los convencionalismos sociales.
En esta novela además Gómez Arcos convoca un elenco de personajes que hacen la delicia del lector al plantear una familia llena de disfunciones y unos secundarios que dan mucho juego (el maestro que viene a dar clases al joven hijo, el cura que le bautiza, da la comunión y confirma, clientes del padre…). Por ejemplo: la madre y Clara, la criada, forman un dúo casi carnal y espectral, donde una es la imagen de la otra, pero a la inversa, en todos los sentidos. Dos mujeres unidas por un pasado, pero separadas por una condición social insalvable. Un padre ausente que marca la vida de su casa por sus ausencias y silencios. Un hermano mayor, Antonio, que es el deseo descarnado del menor y narrador de la novela. El cordero carnívoro es también un fresco pintado con las entrañas de una familia muerta pero que debe vivir como pueda.
Como anuncié al principio, llegué a El cordero carnívoro sabiendo que iba a leer algo diferente y rompedor. Y así ha sido. A pesar de que quizá hay pasajes en la novela que se hacen un poco cuesta arriba y que quedan un poco carentes de interés para mí, ésta ha sido una de las lecturas de cuanto llevo de año por tres motivos: porque me ha provocado con su sensualidad, erotismo y falta de pelos en la lengua; porque me ha atrapado en una historia de amor diferente, prohibida y tabú; y porque me ha trasladado en el tiempo a una España que fue y que en el fondo sigue siendo gracias a los posos que tantos años de larga noche franquista dejó en nuestra forma de ser y vivir. Desde luego quien quiera leer una gran novela éste es su libro.
Caronte.