En mi afán de ir
descubriendo poco a poco nuevos autores, tarea compleja aunque pueda parecer lo
contrario ya que no quiero descuidar a mis autores de cabecera, y buceando por
los premios literarios ingleses, terminé por dar con William Boyd. Boyd es un
escritor escocés que lleva en el mundo de las letras toda su vida y cuya obra literaria
empezó allá por 1981. Es uno de los escritores más famosos de Reino Unido y su
nombre y obra siempre aparece en las quinielas para los diferentes premios
literarios. Premios que ya ha rozado en un par de ocasiones, como el caso del
Booker, y que ha ganado también, como el Costa. Y siguiendo ya mi tradición, me
he atrevido con Boyd en su idioma, buscando la esencia de la historia sin
recurrir a traducciones para que todo lo que leyera fuera lo más preciso
posible. No he errado el tiro con este escritor y tengo la impresión de que
esta novela que hoy reseño no será la última que me vaya a leer de este
escocés.
“An ice-cream war” es una novela
ambientada en la IGM en el África Colonial. Abarca seis años, entre 1913 y
1919. Está estructurada en cuatro partes: antes de la guerra, durante la guerra,
como nieve al sol y después de la guerra. Sus capítulos están encabezados con
la fecha y el lugar en el que se desarrolla la acción. Esta estructura permite
al lector ir poco a poco viendo, notando, sintiendo, como los personajes van cambiando,
sus vidas van siendo tocadas, arrasadas, modificadas y radicalmente cambiadas
por la guerra y todas sus derivadas.
La novela gira en
torno a un puñado de personajes que a medida que avanza la novela van
entrelazando sus destinos y sus vidas terminan cruzándose. “An ice-cream war” no es una
novela bélica, sino una novela en la que la guerra es un estado de ánimo que
afecta a todos los personajes estén en África o en una apacible casa de campo
inglesa. Una guerra que todos cuando estalla piensan que va a durar lo mismo
que un puñado de nieve al sol (de ahí el título en inglés y su más que acertada
traducción al español “Como nieve al
sol”) pero que termina durando 4 años largos haciendo que millones de
vidas queden marcadas de una manera u otra por la guerra y todas sus derivadas.
Si tuviera que
decir quién protagoniza “An ice-cream
war” nombraría a dos personajes: Temple Smith, un americano afincado a
los pies del Monte Kilimanjaro y que cultiva sisal; y Felix Cobb el hijo menor
de una familia aristocrática británica a la que odia salvo por su hermano
Gabriel quien también es un personaje de la novela. Ambas historias se van
alternando en la narración de la novela entrelazándose hacia el final. Por un
lado tenemos a Temple quien ve como la guerra hace que le expropien su finca y
se la queden los alemanes haciendo que se marche de su terreno arruinando su
visión de futuro en su negocio. Por otro lado tenemos a Felix cuya historia
para mí es la principal de la novela.
Felix Cobb
representa el cambio de paradigma social que la IGM generó en el mundo
occidental. Es un joven que no quiere saber nada de su pasado familiar y de las
tradiciones pero que con la llegada de la guerra, viendo que su adorado hermano
marcha a África a luchar, cambia de planteamiento, un poco llevado por la
culpa, el peso de la tradición y el deber, termina yendo también a África a
luchar y a buscar a su hermano. Pero “An
ice-cream war” no es solo una novela de guerra y de los cambios que
esta produjo en la sociedad, también es una novela de amor y de cómo el amor
tiene sus propias reglas, semejantes a las de la guerra, que dicen que todo
vale. Felix y la mujer de su hermano terminan teniendo un romance; romance que
marchita sus conciencias, las atormenta por el peso del deber y del bien y del
mal, y que termina en desgracia.
Amor y guerra,
deber y deseo. “An ice-cream war”
es un retrato fiel de cómo el mundo cambió en apenas un abrir y cerrar de ojos.
Al principio de la novela todo es más o menos idílico, tanto en África, donde
todo lleva su ritmo, y los colores, olores, ruidos y texturas son diferentes y
llenas de imágenes oníricas; como en Inglaterra, donde la clase aristocrática
solo sabe comer en sus casas de campo, casar a sus hijos con hermosas jóvenes,
alistarse en el ejército como símbolo de poderío y elegancia por esos
magníficos trajes coloridos y medallas al pecho. Pero con el desarrollo de la
novela el lector se va dando cuenta poco a poco de cómo toda va cambiando, y
los planteamientos iniciales, la vida que se refleja en las primeras páginas,
cambiar por completo.
No quiero acabar
sin mencionar un par de personajes secundarios de “An ice-cream war” que hacen que la novela gane en realismo y
sobre todo en amenidad. En primer lugar a Wheech-Browning un funcionario
británico del África Colonial cuya incompetencia va sembrando el caos y la
desgracia allá por donde pisa, pero que termina por resultar casi cómico por
esa caricaturización que parece tener encima. Otro de los personajes que para
mí son claves, es von Bishop, un militar alemán que por su deber como tal debe
tomar decisiones irracionales propias de una guerra y que probablemente por su
manera personal (que no militar) de ser no tomaría nunca. Ambos personajes,
pese a que pueden parecer inocuos son fundamentales en todo el desarrollo de la
novela y en lo que les pasa a los principales protagonistas.
“An ice-cream war” ha sido un
total descubrimiento. Una novela que he devorado de principio a fin, totalmente
adictiva. Además esa ambientación en África, esas descripciones de ruidos,
culturas, olores, paisajes oníricos que chocan con lo que el mundo en esa misma
época estaba viviendo, hacen que la novela sea una delicia para la imaginación
y hace al lector viajar a otra época y casi a otro mundo. Ni que decir tiene
que los personajes son tan convincentes y bien definidos que uno termina cogiéndoles
cariño casi sin proponérselo y quiere saber más de sus vidas y de cómo van sucediéndose
los acontecimientos. William Boyd se me ha descubierto como un gran escritor,
capaz de envolver al lector con su forma de narrar y de llevarme lejos olvidándome
de mi alrededor. Probablemente vuelva a repetir.
Caronte.