Hay ocasiones en
que los lectores topan con libros que tras ser leídos dejan en quien los lee la
duda de saber si ha gustado o no. Estos son libros que durante la lectura uno
se va preguntando si realmente quería leerse este libro porque no le ésta terminando
de enganchar, o se cuestiona si dejarlo o no a medio terminar para cogerlo más
adelante con más ganas y mejor preparado para su lectura. Pero aún así son
libros que el lector experimentado termina acabando y sacándole suficiente
sustancia para al final preguntarse cómo es posible que hubiera tenido dudas
sobre dicho libro al principio. Esto es lo que me ha pasado con el último libro
de John Banville, flamante último ganador del Premio Príncipe de Asturias de
las Letras, “El intocable”.
Sinceramente no puedo decir con rotundidad que el libro me haya gustado, pero
tampoco puedo afirmar lo contrario, es decir, que me haya disgustado o aburrido
hasta tal punto de tener que dejar su lectura. Simplemente al acabarlo me ha
dejado completamente desconcertado sobre él mismo, no sabiendo si criticarlo
por pésimo o alabarlo por obra de arte. Pocos libros antes me han dejado dicho
sentimiento que en el fondo no sé explicar muy bien.
“El intocable” es una novela de
nivel, entendiendo esto como que está muy bien documentada y extensamente
detallada en sus temas principales. No es ficción absoluta ya que la historia
que narra, protagonizada por el personaje de Victor Maskell un erudito
historiador del arte enamorado de un cuadro de Poussin que tiene en su poder, “La
muerte de Séneca”, es verídica basada en los espía que durante los años previos
a la IIGM y los posteriores años de la Guerra Fría espiaron para la Unión
Soviética, conocidos como los “Cinco de Cambridge”. Estas personas fueron
reclutadas en la Universidad de Cambridge por el KGB para infiltrarse en los
más altos círculos de la sociedad británica y así poder pasar información delicada
sobre los más variados asuntos. En este libro de Banville se narra la salida a
la luz de la identidad de estos espías y como fueron denostados por la sociedad
británica y despojados de todos los honores que les habían sido concedidos a
partir de este personaje ficticio pero con sentido real y verdadero, Victor
Gaskell (basado en la vida de Anthony Blunt, uno de “Los Cinco de Cambridge”)
que en forma de entrevista con una periodista que se interesa por su pasado y
éste cuenta a modo casi de diario sus años al servicio de la Unión Soviética
como doble agente.
La historia es más
que interesante, y puede llegar a sorprender a más de una persona a la que le
guste toda esta temática de espionaje durante la Guerra Fría entre Occidente y
la Rusia Comunista. La vida de estos “Cinco de Cambridge” era muy interesante,
ya que casi nadie, o al menos yo, se espera que hubiera ingleses, tan patriotas
ellos, que pudieran traicionar a su país y a su Rey. Pero no sólo “El intocable” nos muestra cómo se
urdió ese reclutamiento por parte de los espías rusos en Londres, sino cómo se
realizaban las transmisiones de información y cómo se lograba dicha información
manteniendo un círculo de amistades de la alta sociedad tan variado y complejo
que siempre era difícil saber quien hablaba en serio, a quien había que
escuchar porque de verdad tenía algo que decir o quién podía estar haciendo
contraespionaje y podía llegar a delatar a esos espías. Esta gran novela
muestra también cómo se veía el comunismo en el Reino Unido, y cómo llegó a
calar en algunos estamentos acomodados de la sociedad británica, en jóvenes
idealistas y soñadores que se veían como Lord Byrons modernos y que pensaban
que el comunismo y la Madre Patria Rusia eran la solución para acabar con los
fascismos de Europa y acabar con la vieja sociedad aristocrática. En este
sentido sí tengo que decir que la novela me ha gustado mucho porque deja ver
cuáles eran las entrañas más rancias de la vieja sociedad británica y cómo los
nuevos aires que empezaban a soplar sobre el mundo terminaron por cambiar la
percepción que se tenía sobre todo, ya fuera el arte, la política, la cultura,
la economía o las relaciones sociales.
Pero la novela no
se queda ahí, “El intocable” también
ahonda en el asunto de la homosexualidad oculta que aquellos jóvenes idealistas
tenían pero que tenían que disimular incluso casándose y teniendo hijos para no
ser tachados de monstruos lascivos y viciosos por la sociedad tan conservadora
y estricta que había entonces. Esta es la primera novela que leo que trata este
tema y he de decir que lo hace de manera magistral John Banville, partiendo de
las experiencias del protagonista que además es padre de dos hijos y que llega
un momento en la novela, en el tiempo presente cuando ya es viejo que se reúne con
sus hijos y bromea con ellos sobre ese asunto intentando ser algo sarcástico,
en una de las escenas más divertidas de libro en un restaurante de un buen
hotel de Londres. El secretismo que los homosexuales tenían que tener para que
no se descubrieran sus gustos, los equilibrios que debían seguir para no
delatarse serán increíbles; además de lo que tenían que hacer para poder saciar
sus deseos teniendo que recurrir a antros oscuros y malolientes en las zonas
más bajas y menos recomendadas de Londres.
Estos son los dos
principales temas de “El intocable”,
pero creo que lo más interesante de toda la novela es el personaje del
protagonista Victor Gaskell, su personalidad, sus reflexiones sobre la traición
y las relaciones de amistad veladas. Gaskell es una persona idealista que en su
juventud no ocultaba sus tendencias políticas, aunque tampoco las mostrara
abiertamente, y por ello fue reclutado por otro inglés para trabajar como espía
de la URSS. A partir de ahí, trabaja con una serie de compañeros de la Universidad
de Cambridge y conocidos de sus círculos familiares que a su vez también son
espías, aunque a veces no se sabe muy bien para qué lado ni con qué
intenciones. Esto es lo más inquietante durante toda la novela, el continuo
doble juego, las dobles máscaras, y los comentarios con múltiples
interpretaciones que se hacen durante todo el libro y que terminan por
desconcertar al lector haciendo la lectura apasionada y necesaria para poder
esclarecer ese quién es quién que termina planteando “El intocable”, juego que una vez acaba el libro el lector, o
al menos eso es lo que a mí me ha pasado, no sabe en el fondo quién era cada
uno de los personajes que van apareciendo repetidamente en la historia y en la
vida de Gaskell. Pero en el fondo eso es el espionaje: el no saber si quien es
tu interlocutor es o no de fiar, si es quien dice ser o si escucha sin interés
o con malicia.
Pero lo que ha
hecho que yo no sepa si esta novela me ha gustado o no, es cómo se va narrando,
cómo John Banville va hilando la historia hasta llegar a un final asombroso que
sí debo de admitir que no sólo me ha gustado sino que creo que es de los
mejores finales que he leído en mi vida, lleno de tensión y nervios. Para los
amantes de las novelas de espías quiero decir que “El intocable” no es una al uso, sino que es mucho más que
eso; es una novela de personajes y de paisajes que se van sucediendo poco a
poco de manera muy detallada, tanto que a veces me parecía estar presente en
las reuniones secretas que tenían lugar en los pubs ingleses tan oscuros y
lúgubres como todo el mundo se imagina. También es una novela de detalles, de
descripciones llenas de imágenes visuales y comparaciones que permiten al
lector no sólo poder imaginarse a los personajes sino lo que oyen, ven, huelen,
sienten o sujetan con la mano. Sabiendo cuál era la temática de la novela quise
buscar paralelismo con quien para mí es el mejor escritor vivo de este género,
John Le Carré, pero creo que es imposible compararle, nadie puede llegar a su
nivel y aunque en “El intocable”
Banville se acerca algo, queda lejos llevado quizá por su necesidad de
describirnos todo lo que sienten y piensan los protagonistas de la novela. En
ese sentido tengo que decir que Banville pierde la partida si lo comparo con Le
Carré, pero aún así como novela de espías, con base real y verídica cien por
cien, está a un muy alto nivel.
Todavía me queda
terminar de digerir esta novela inmensa y llena de recovecos que seguramente
necesiten una segunda lectura para poder descubrir con más detalle para poder
decidirme. Pero aún a pesar de esta indecisión, de este sentimiento tan raro
que me ha dejado “El intocable”
he de decir que el ritmo narrativo de la novela es impactante y tenso a veces,
incluso me atrevería a decir que vertiginoso. Es posible que hubiera momentos
en que pensara dejar la novela para retomarla más adelante con más ganas pero
cada vez que esa idea se me pasaba por la cabeza, más me apetecía seguir
leyendo y profundizar en esta historia increíble rodeada de tantas brumas y
secretos y dudas y preguntas, para poder disolverlas y resolverlas. Es
increíble y supongo que contradictorio pero en el fondo al acabar esta novela
siento cosas contradictorias sobre esta novela y esto me gusta, porque “El intocable” no ha sido una
novela más que he leído, ha sido una novela que me ha hecho pensar y que me ha
dejado pensando.
Caronte.
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