Simplemente
nombrar a Julio Verne implica nombrar a uno de los más grandes escritores de
todos los tiempos, y quizá también uno de los más conocidos por en el mundo
entero, tanto por lectores como por gente ajena al placer de los libros. Verne
siempre ha sido un foco de atención en mi afición a la lectura (y últimamente a
la escritura) pero sin embargo he leído poco de él, hasta ahora sólo había
leído “Cinco semanas en globo”
y la mundialmente conocida “La vuelta
al mundo en 80 días”, simplemente. Poco para alguien que como a mí me
encanta la literatura y las novelas de aventuras en las que Julio Verne es una
especie de semidios. Por eso, como este año retomé mis estudios de francés,
durante tantos años olvidados e ignorados, me decidí a retomar los libros de
este gran escritor francés (quizá de lo poco bueno que ha dado Francia al mundo
– permitirme aquí que haga una pequeña broma – junto con la guillotina) pero en
su idioma original, es decir en francés. Y esto último es lo que he hecho en
cuanto he acabado el curso en la universidad y por fin estoy de vacaciones
(vacaciones que por otro lado van a ser más largas que de costumbre para mí
tras haber aprobado todo el curso en junio y no tener que estudiar para
septiembre por primera vez desde que empecé la carrera): he retomado a Julio
Verne en su versión original y me acabo de terminar de leer otro de los grandes
títulos de este artista de las letras, “Viaje
al centro de la tierra”.
No creo que haya
mucha gente que no sepa de qué va esta novela, más aún teniendo en cuenta que
es de las novelas de Verne más veces llevadas a la gran pantalla por el cine
por sucesivas versiones cinematográficas. A nadie se le escapa que “Viaje al centro de la tierra” es
una de las novelas más famosas de este francés universal y por tanto su
argumento es bien conocido por todo el mundo, se haya leído o no la novela. Sin
embargo, a pesar de que ya sabía de qué iba la novela y que muchos de las
aventuras que se viven en ella me sonaban bastante, sobre todo por haberme
visto en mi infancia la serie de Willy Fogg inspirada en esta novela, quería
saber qué más había en las páginas de este libro y además entrenar el francés
para que lo que este año en la academia había aprendido no se me olvidara. Y
vaya si me ha sorprendió Verne con esta novela, “Viaje al centro de la tierra” es mucho más de lo que todo el
mundo sabe que es, no es simplemente lo que se puede ver en las adaptaciones
del cine, hay mucho más escondido en las páginas de este libro, mucho y muy
bueno.
Los personajes
principales de la novela son tres, el profesor Otto Liddenbrock, su sobrino
Axel y el guía islandés que va con
ellos, Hans. Los tres forman la expedición que desde la plácida y académica
Hamburgo les llevará primero hasta los confines de la tierra, a las frías
tierras de Islandia, para posteriormente descender por el cráter de un volcán
hasta las entrañas de la Tierra. Estos tres personajes forman un equipo, cuanto
menos peculiar: por un lado tenemos al profesor Liddenbrock cuya fe incansable
y su férrea voluntad le llevarán a emprender esta aventura guiado únicamente
por su afán de descubrimiento y de conocimiento científico, superando cualquier
adversidad con serenidad y calma; por otro lado tenemos al sobrino del
profesor, Axel, que en cuanto a carácter es todo lo contrario a su tío, es
decir es todo nervios e inseguridad, quizá a veces incluso temor a lo
desconocido y constantemente está intentando hacer ver a su tío la locura de
expedición que están emprendiendo e intentando abortarla cada momento arguyendo
teorías científicas que imposibilitarían el descenso al centro de la tierra; y
por último tenemos a Hans, el guía islandés de la expedición, un hombre parco
en palabras (quizá a lo largo del libro diga veinte o treinta palabras, no más)
pero que siempre está presente en las aventuras que van viviendo en su descenso
al “inframundo” y sin cuya pericia en esas tierras volcánicas y montañosas,
tanto en superficie como después en los túneles y galerías del interior de la
tierra, la aventura no sería igual, ni para Axel ni para el profesor Liddenbrock.
Los tres personajes son fantásticos, y Verne los describe a la perfección
pudiendo el lector saber perfectamente cómo son desde el primer momento en que
cada uno aparece en escena. La narración de la aventura la realiza Axel, es él
quien va contando todas las peripecias que van sucediéndose y los infortunios
que también padecen; junto con la narración normal de los acontecimientos de
vez en cuando se incorporan reflexiones personales sobre la aventura que están
llevando a cabo, reflexiones algo escépticas ya que es Axel quien las hace en
primera persona, reflexiones llenas de dudas y preguntas sin contestar, de
inquietudes y miedo a no volver a la superficie y no volver a ver a su
prometida. Para mí estas reflexiones de Axel son de lo más interesante de “Viaje al centro de la tierra”,
sin menospreciar para nada el resto de la novela.
El libro está
organizado en capítulos sin título, simplemente numerados con números romanos;
no es necesario ponerles títulos a los capítulos en este libro ya que la historia
avanza constantemente en un desarrollo continuo en el que un capítulo sigue al
siguiente sin saltos en la narración. La acción se desarrolla sin prisa pero
sin pausa con momentos de verdadero vértigo narrativo con una sucesión de
acontecimientos inesperados vertiginosa, muchos de los cuales se saben que
tienen que venir, por todo lo dicho anteriormente sobre el conocimiento previo
que todo lector tiene de la novela, pero hay otros muchos que al menos a mí me
han sorprendido porque no recordaba haber oído nada sobre ellos antes de leer “Viaje al centro de la tierra”. La
verdad es que no se puede negar que Verne en esta novela de aventuras demuestra
su magnífico nivel narrativo creando una historia que si bien es cierto que
podría haberse perfectamente ideado a día de hoy, no creo que ningún escritor
pudiera haberla escrito como lo hizo él hace ya tantas décadas. Verne crea una
atmósfera increíble de aventura, de peligros y riesgos impredecibles, en muchas
ocasiones la angustia que siente Axel, el narrador, se transmite perfectamente
al lector y esto hace que se desee seguir leyendo con avidez para saber qué
sucederá a continuación. La acción no para desde la primera página y nada de lo
que se cuenta es prescindible, todo crea un mundo mágico y misterioso que
parece que nos está esperando en los confines de Islandia todavía para poder
verlo con nuestro propios ojos y disfrutarlo igual que lo hacen los personajes
de “Viaje al centro de la tierra”.
No creo que haya
muchos escritores vivos que dentro de más de un siglo sigan siendo leídos con
las mismas ganas que se lee a Julio Verne, y pocas obras habrá que perduren en
la memoria colectiva como las de este francés universal. Aventura, acción,
misterio, lugares ignotos, perdidos, imaginarios, todo se puede encontrar en
las páginas de esta magnífica novela que por muchos años que pasen será siempre
emocionante, y mantendrá siempre al lector con la vista fijada en las páginas y
dibujos de “Viaje al centro de la
tierra”. Estoy seguro que habrá poca gente apasionada de la lectura que
no haya leído a Julio Verne, o esta novela, pero para todo el que no lo haya
hecho huelga decir que es una laguna muy grande no haberlo hecho, aunque tarde yo
lo estoy remediando poco a poco, y además pretendo hacerlo en su idioma
original, que es donde el jugo de las novelas de Verne mejor sabe.
Caronte.
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