En esta ocasión me
toca hablar de un libro que nos recomendó mi profesor de francés de la Alianza
Francesa de Madrid el curso pasado antes de acabar el curso. Asumí la
recomendación y el pasado mes de septiembre compre este libro en francés para
además de entrenar un poco este idioma, poder captar todos los matices
originales de la novela y poder así entender mejor la historia en todo su
contexto. Si he de decir la verdad hasta que mi profesor lo nombré, nunca antes
había oído hablar de este libro, a pesar de que es uno de los más famosos y
vendidos de nuestros vecinos del norte. “Un
saco de canicas” es desde la fecha de su publicación en Francia una de
las novelas más famosas, sobre todo entre adolescentes que se quieren empezar a
familiarizar con la literatura algo más seria y formal.
“Un saco de canicas” está escrito
en primera persona a modo de experiencia vital de su autor. Y es que es
precisamente esto lo que es: una narración sobre la vida de su autor cuando
éste contaba con doce o trece años. Joseph Joffo narra en este libro su
historia durante la II Guerra Mundial: vivencias y experiencias durante una de
las épocas más oscuras en la reciente historia europea. Pudiera parecer un
libro más sobre una infancia y adolescencia traumática a causa de la guerra,
pero es mucho más que esto; esta novela es un alegato a que todo lo malo
siembre termina por acabarse, nunca dura para siempre, un libro que intenta
mostrar la más dura de las realidades vividas por su autor pero desde un punto
de vista mucho más positivo que las novelas tradicionales sobre la ocupación
nazi de Francia, o simplemente sobre la IIGM.
La historia
empieza en París. Un París ocupado donde a pesar de este hecho todo sigue como
siempre. Nuestro guía durante toda la historia, Joseph Joffo, con doce años va
al colegio donde es de los mejores y después de clase juega por las calles de
su barrio. Sin embargo todo esto cambia un día en que las autoridades nazis
obligan a los judío a llevar una distinción sobre sus ropas para ser
distinguidos como judíos; una estrella de David amarilla. Es en ese momento
cuando todo cambia. En el colegio ya queda marcado como judío y sus amigos y
profesores prefieren no tener mucho contacto con él para no ser señalados por
los nazis. Aquí es donde empieza el miedo constante que se ve en “Un saco de canicas”. Desde este
momento Joseph empieza a darse cuenta de que algo no va bien.
La situación para
los judías sigue empeorando y un día los padres de Joseph deciden que lo mejor
es que sus dos hijos menores dejen París y pongan rumbo al sur de Francia e
intenten pasar a la Zona Libre. En este punto se produce una separación que no
se revertirá hasta el final de “Un
saco de canicas”. Joseph y su hermano Maurice, mayor que él, dejan
París y se despiden de sus padres. Desde ese momento están solos, y deben
enfrentarse solos al mundo, un mundo que de un día para otro puede cambiar
radicalmente, tanto para bien como para mal, un mundo que persigue a los judíos
por creerlos inferiores. Uno de los consejos que Joseph recibe de su padre es
que nunca admita ser judío, que lo niegue siempre, algo que Joseph no entiende
y nunca logrará comprender. Las primeras dificultades para los dos hermanos se
producen justo en la frontera entre la Francia Libre y la Ocupada, en la
estación donde el tren que los ha sacado de París les ha dejado. Allí sortean a
los primeros nazis que supervisan los papeles de la gente gracias a la
generosidad de un cura. Esto será siempre un motivo recurrente en la novela, la
solidaridad de la gente que no entiende nada del mundo en el que vive.
Una vez en zona
libre, los dos hermanos llegan hasta la Costa Azul donde empiezan a buscarse la
vida como pueden. En este punto la historia se vuelve un poco más amable y se
puede ver cómo era la vida en la Francia que aún en guerra, vivía libre de la
ocupación nazi. Aquí el Joseph Joffo vive tranquilo, libre, en paz,
descubriendo el mundo y creciendo a marchas forzadas sin sus padres cerca.
Pasados los meses los padres y hermanos mayores de Joseph y Maurice llegan a la
zona libre y se reúnen con sus hijos. Sin embargo lo bueno no suele durar
mucho, y menos en aquella época tan convulsa en Europa, y pronto las cosas
dejan de estar tan tranquilas. Los dos hermanos acaban trabajando en un campo
de trabajo donde viven, en condiciones bastante decentes, y donde pueden hacer
una vida más o menos normal. Los padres vuelven a tener que esconderse, o al
menos a fingir no ser quien realmente son. Hasta que llega un día en que todo
esto que parecía estabilizarse en tranquilidad, cambia de manera radical.
La Francia Libre
ya no es más libre y por ello los hermanos vuelven a tener que huir dejando a
sus padres atrás, sin embargo caen en manos de los nazis. A partir de este
momento el lector encontrará la parte más dura de “Un saco de canicas”, donde se verá la dureza y la sinrazón
del nazismo que tomaba como criminales a meros adolescentes que nada habían
hecho para estar detenidos, sólo ser judío o ser sospechosos de serlo. Vuelve a
ser la gente la que con su generosidad ayuda a que los hermanos Joffo eviten
las crueles garras de los nazis, la generosidad y las falsificaciones. Sin
embargo las mentiras tienen las piernas cortas y ellos lo saben, por lo que una
vez los nazis les dejan libres por no encontrar pruebas que demuestren que son
judíos, huyen sin mirar atrás. Alcanzan un pueblo en el corazón del Macizo
Central de Francia donde la Resistencia es más importante. Es aquí donde la
novela desarrolla su última parte y donde Joseph Joffo se muestra mucho más
melancólico y revive recuerdos que parecen sacados de lo más profundo de su
memoria; recuerdos y vivencias revestidas de una especie de niebla que hace que
el lector imagine todo nublado y gris, con frío e incluso lluvia.
El final sabemos
todos como es. Los Americanos desembarcan en Normandía en julio de 1944 y a
partir de ese momento la Francia Ocupada vuelve a ser Libre y aquellos que un
día colaboraron con los nazis terminan pasándolo más, mientras que aquellos que
en los últimos años habían estado todo el tiempo huyendo de sus garras pueden
al final respirar libres y tranquilos. Aquí acaba “Un saco de canicas”. Los hermanos Joffo vuelven a París, a
su calle, a su casa, a la peluquería de su familia donde sus hermanos mayores
están de nuevo cortando el pelo a los clientes y su madre preparando la comida.
Lo único que la vuelta a Paris no es como la salida. Mucho ha cambiado, esa
calle que al principio del libro estaba llena de vida, ahora está más vacía de
lo habitual; las familias del barrio están incompletas, falta mucha gente. Y
entre la gente que falta en aquel París del principio de la novela está el
padre de Joseph Joffo, al que los alemanes se llevaron pero no tvo la suerte de
regresar.
A lo largo de las
páginas de esta novela se muestra una Francia muy diversa a través de los
personajes con los que los hermanos Joffo se van cruzando en su continua huida.
Vemos como la desesperanza, el miedo, la vergüenza y la ignorancia se mezclan
para dar como consecuencia el sinsentido de una época dominada por un miedo
general a no saber cómo uno tenía que comportarse para no ser señalado, para no
dar que hablar e intentar pasar lo más desapercibido posible esperando que la
guerra acabara pronto. Quien busque en “Un
saco de canias” un retrato de la crueldad de un campo de concentración,
o las intrigas de la Resistencia Francesa, o la persecución cruel de los
judíos, no lo va a encontrar aquí. Quien por el contrario busque un relato
sobre una época gris de Europa, de sentimientos y vivencias en primera persona,
aunque sean vivencias y anécdotas algo pobres y no llenas de grandeza; en
resumidas cuentas quien busque un relato en primera persona de las penalidades
a las que la gente corriente se vio forzada a vivir en una época absurda y
llena de sinrazones, ésta es su novela, ésta es su historia.
No sé cómo será la
traducción al español, pero quien pueda leer este libro en su idioma original
ganará en matices, a pesar de que los traductores españoles suelen ser bastante
buenos, sin embargo nunca se llega a poder transmitir del todo en una traducción
lo que el autor quiso en su versión original. También he de decir que no es una
novela entretenida, básicamente porque la historia que cuenta no lo es, sin
embargo sí tiene un tono más positivo que el que este tema transmitiría
normalmente y es de agradecer, porque todos sabemos las barbaridades que se cometieron
en esa época. Se me olvidada comentar el título, del que no he
hablado......pero es mejor que no hable de él; quien lea el libro descubrirá a
qué viene el título de “Un saco de
canias”. Solo me queda animar al lector a leer esta historia
conmovedora que a su vez es la propia vida del autor, o al menos sus recuerdos
que no son pocos.
Caronte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario