martes, 18 de noviembre de 2014

Lectura crítica: "Un saco de canicas"

En esta ocasión me toca hablar de un libro que nos recomendó mi profesor de francés de la Alianza Francesa de Madrid el curso pasado antes de acabar el curso. Asumí la recomendación y el pasado mes de septiembre compre este libro en francés para además de entrenar un poco este idioma, poder captar todos los matices originales de la novela y poder así entender mejor la historia en todo su contexto. Si he de decir la verdad hasta que mi profesor lo nombré, nunca antes había oído hablar de este libro, a pesar de que es uno de los más famosos y vendidos de nuestros vecinos del norte. “Un saco de canicas” es desde la fecha de su publicación en Francia una de las novelas más famosas, sobre todo entre adolescentes que se quieren empezar a familiarizar con la literatura algo más seria y formal.

Un saco de canicas” está escrito en primera persona a modo de experiencia vital de su autor. Y es que es precisamente esto lo que es: una narración sobre la vida de su autor cuando éste contaba con doce o trece años. Joseph Joffo narra en este libro su historia durante la II Guerra Mundial: vivencias y experiencias durante una de las épocas más oscuras en la reciente historia europea. Pudiera parecer un libro más sobre una infancia y adolescencia traumática a causa de la guerra, pero es mucho más que esto; esta novela es un alegato a que todo lo malo siembre termina por acabarse, nunca dura para siempre, un libro que intenta mostrar la más dura de las realidades vividas por su autor pero desde un punto de vista mucho más positivo que las novelas tradicionales sobre la ocupación nazi de Francia, o simplemente sobre la IIGM.

La historia empieza en París. Un París ocupado donde a pesar de este hecho todo sigue como siempre. Nuestro guía durante toda la historia, Joseph Joffo, con doce años va al colegio donde es de los mejores y después de clase juega por las calles de su barrio. Sin embargo todo esto cambia un día en que las autoridades nazis obligan a los judío a llevar una distinción sobre sus ropas para ser distinguidos como judíos; una estrella de David amarilla. Es en ese momento cuando todo cambia. En el colegio ya queda marcado como judío y sus amigos y profesores prefieren no tener mucho contacto con él para no ser señalados por los nazis. Aquí es donde empieza el miedo constante que se ve en “Un saco de canicas”. Desde este momento Joseph empieza a darse cuenta de que algo no va bien.

La situación para los judías sigue empeorando y un día los padres de Joseph deciden que lo mejor es que sus dos hijos menores dejen París y pongan rumbo al sur de Francia e intenten pasar a la Zona Libre. En este punto se produce una separación que no se revertirá hasta el final de “Un saco de canicas”. Joseph y su hermano Maurice, mayor que él, dejan París y se despiden de sus padres. Desde ese momento están solos, y deben enfrentarse solos al mundo, un mundo que de un día para otro puede cambiar radicalmente, tanto para bien como para mal, un mundo que persigue a los judíos por creerlos inferiores. Uno de los consejos que Joseph recibe de su padre es que nunca admita ser judío, que lo niegue siempre, algo que Joseph no entiende y nunca logrará comprender. Las primeras dificultades para los dos hermanos se producen justo en la frontera entre la Francia Libre y la Ocupada, en la estación donde el tren que los ha sacado de París les ha dejado. Allí sortean a los primeros nazis que supervisan los papeles de la gente gracias a la generosidad de un cura. Esto será siempre un motivo recurrente en la novela, la solidaridad de la gente que no entiende nada del mundo en el que vive.

Una vez en zona libre, los dos hermanos llegan hasta la Costa Azul donde empiezan a buscarse la vida como pueden. En este punto la historia se vuelve un poco más amable y se puede ver cómo era la vida en la Francia que aún en guerra, vivía libre de la ocupación nazi. Aquí el Joseph Joffo vive tranquilo, libre, en paz, descubriendo el mundo y creciendo a marchas forzadas sin sus padres cerca. Pasados los meses los padres y hermanos mayores de Joseph y Maurice llegan a la zona libre y se reúnen con sus hijos. Sin embargo lo bueno no suele durar mucho, y menos en aquella época tan convulsa en Europa, y pronto las cosas dejan de estar tan tranquilas. Los dos hermanos acaban trabajando en un campo de trabajo donde viven, en condiciones bastante decentes, y donde pueden hacer una vida más o menos normal. Los padres vuelven a tener que esconderse, o al menos a fingir no ser quien realmente son. Hasta que llega un día en que todo esto que parecía estabilizarse en tranquilidad, cambia de manera radical.

La Francia Libre ya no es más libre y por ello los hermanos vuelven a tener que huir dejando a sus padres atrás, sin embargo caen en manos de los nazis. A partir de este momento el lector encontrará la parte más dura de “Un saco de canicas”, donde se verá la dureza y la sinrazón del nazismo que tomaba como criminales a meros adolescentes que nada habían hecho para estar detenidos, sólo ser judío o ser sospechosos de serlo. Vuelve a ser la gente la que con su generosidad ayuda a que los hermanos Joffo eviten las crueles garras de los nazis, la generosidad y las falsificaciones. Sin embargo las mentiras tienen las piernas cortas y ellos lo saben, por lo que una vez los nazis les dejan libres por no encontrar pruebas que demuestren que son judíos, huyen sin mirar atrás. Alcanzan un pueblo en el corazón del Macizo Central de Francia donde la Resistencia es más importante. Es aquí donde la novela desarrolla su última parte y donde Joseph Joffo se muestra mucho más melancólico y revive recuerdos que parecen sacados de lo más profundo de su memoria; recuerdos y vivencias revestidas de una especie de niebla que hace que el lector imagine todo nublado y gris, con frío e incluso lluvia.

El final sabemos todos como es. Los Americanos desembarcan en Normandía en julio de 1944 y a partir de ese momento la Francia Ocupada vuelve a ser Libre y aquellos que un día colaboraron con los nazis terminan pasándolo más, mientras que aquellos que en los últimos años habían estado todo el tiempo huyendo de sus garras pueden al final respirar libres y tranquilos. Aquí acaba “Un saco de canicas”. Los hermanos Joffo vuelven a París, a su calle, a su casa, a la peluquería de su familia donde sus hermanos mayores están de nuevo cortando el pelo a los clientes y su madre preparando la comida. Lo único que la vuelta a Paris no es como la salida. Mucho ha cambiado, esa calle que al principio del libro estaba llena de vida, ahora está más vacía de lo habitual; las familias del barrio están incompletas, falta mucha gente. Y entre la gente que falta en aquel París del principio de la novela está el padre de Joseph Joffo, al que los alemanes se llevaron pero no tvo la suerte de regresar.

A lo largo de las páginas de esta novela se muestra una Francia muy diversa a través de los personajes con los que los hermanos Joffo se van cruzando en su continua huida. Vemos como la desesperanza, el miedo, la vergüenza y la ignorancia se mezclan para dar como consecuencia el sinsentido de una época dominada por un miedo general a no saber cómo uno tenía que comportarse para no ser señalado, para no dar que hablar e intentar pasar lo más desapercibido posible esperando que la guerra acabara pronto. Quien busque en “Un saco de canias” un retrato de la crueldad de un campo de concentración, o las intrigas de la Resistencia Francesa, o la persecución cruel de los judíos, no lo va a encontrar aquí. Quien por el contrario busque un relato sobre una época gris de Europa, de sentimientos y vivencias en primera persona, aunque sean vivencias y anécdotas algo pobres y no llenas de grandeza; en resumidas cuentas quien busque un relato en primera persona de las penalidades a las que la gente corriente se vio forzada a vivir en una época absurda y llena de sinrazones, ésta es su novela, ésta es su historia.

No sé cómo será la traducción al español, pero quien pueda leer este libro en su idioma original ganará en matices, a pesar de que los traductores españoles suelen ser bastante buenos, sin embargo nunca se llega a poder transmitir del todo en una traducción lo que el autor quiso en su versión original. También he de decir que no es una novela entretenida, básicamente porque la historia que cuenta no lo es, sin embargo sí tiene un tono más positivo que el que este tema transmitiría normalmente y es de agradecer, porque todos sabemos las barbaridades que se cometieron en esa época. Se me olvidada comentar el título, del que no he hablado......pero es mejor que no hable de él; quien lea el libro descubrirá a qué viene el título de “Un saco de canias”. Solo me queda animar al lector a leer esta historia conmovedora que a su vez es la propia vida del autor, o al menos sus recuerdos que no son pocos.

Caronte.

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