Cada vez que un
premio Nobel de Literatura saca libro nuevo se produce un efecto llamada
planetario. Todo el mundo quiere leerlo y dar su opinión para ver si el permio
recibido es justo y si los motivos por los que se otorgó dicho premio siguen
estando presentes en ese nuevo libro. Este efecto llamada es aún más intenso en
el mundo de habla hispana ya que las letras en español, a pesar de estar
bastante bien representadas entre los ganadores del Nobel, no suelen ser de las
más visibles siempre. Por esto cuando este año, hace apenas unos meses, Mario
Vargas Llosa sacó libro nuevo, el mundo editorial y de las letras en español se
revolucionó, más aun teniendo en cuenta que ahora está más por España de lo que
ha sido habitual en él. Yo a pesar de ser admirador de este peruano universal
no soy de los fanáticos y no tenía pensado comprarme su nueva novela hasta que
esta no hubiera visto la luz en edición de bolsillo, pero por casualidades de
la vida topé con ella en una librería de segunda mano y me puse manos a la obra
con su lectura. Así que aquí va mi opinión.
“Cinco esquinas” es una novela que
toca un tema real que pasó en Perú durante los años del gobierno/dictadura de Fujimori,
como fue el uso de la prensa sensacionalista para desacreditar a los enemigos
del presidente o de su gobierno, o a amigos que había caído en desgracia pero
que sabían demasiado como para deshacerse de ellos sin más. En relación con
este asunto, Vargas Llosa plantea una historia en la que un gran empresario se
ve chantajeado por el director de una revista sensacionalista que le pide
dinero e inversión a cambio de no publicar unas fotos muy comprometedoras. Al
no haber trato las fotos salen a la luz y la reputación del empresario se ve
comprometida. Pero los círculos del poder son muy amplios y los tentáculos de
Fujimori y sobre todo del jefe en la sombra del servicio de inteligencia son
también muy alargados. Por eso el asunto no queda ahí y el chantajista no acaba
bien que se diga.
Pero no sólo de
corrupción política y malas artes tiene “Cinco
esquinas”. También hay una historia de amor, o más bien de erotismo. Y
es que como sabe ya el buen lector de Vargas Llosa, este escritor siempre
incorpora a sus novelas asuntos subidos de tono. En esta ocasión, en esta
novela, es una relación lésbica, entre la mujer del empresario chantajeado y
una amiga de ambos, que además es la mujer del mejor amigo y abogado del
empresario. Bien podría quedarse ahí esa secreta relación entre dos mujeres,
pero al final se suma un tercer elemento que no voy a desvelar para no quitar
chicha a la novela. Amor, pasión, erotismo, política, periodismo, traiciones,
secretos, miedos, silencios, miradas; todo esto está en la última novela de
Vargas Llosa y sin embargo no ha terminado por ser un libro redondo y completo
a pesar de tener todos los ingredientes que se pueden pedir a una buena historia.
¿Por qué digo que “Cinco esquinas” no es una novela
completa y redonda? Pues básicamente porque como acabo de decir, tiene todo lo
que se le exige a una buena novela pero en toques muy ligeros. El tema
principal que creo que Vargas Llosa ha pretendido sacar a la luz es el
periodismo amarillo y cómo durante el gobierno de Fujimori en Perú se usaban
estas malas artes periodísticas para sacar de la vida política y hundir en la
miseria a enemigos y adversarios políticos del presidente. Vargas Llosa no
termina de profundizar en este asunto a pesar de que la novela en algunos casos
tiene tintes de thriller policiaco. Creo que se podría haber sacado mucho más
jugo de este tema si simplemente Vargas Llosa hubiera puesto intención de
hacerlo pero creo que no ha sido el caso. Y es una pena, porque durante algunos
pasajes del libro me han venido a la mente otras novelas suyas, de esas que sí
que se podrían considerar como obras maestras. Pero era momentáneo porque
rápidamente se perdía la intensidad y la profundidad. Hasta me parecía que el
Nobel peruano estaba cansado y sólo quería acabar la historia.
Por otra parte, al
haber querido introducir todo el trasunto erótico-lésbico en la novela, “Cinco esquinas” queda algo
desfigurada, ya que a veces he tenido la sensación de que este libro era más
una novela erótica en la que el sexo, las pasiones prohibidas y el vicio por la
carne tenían más importancia que el verdadero tema central del libro. Además, y
no sé si será por la edad de Vargas Llosa o por el momento personal que está
viviendo en lo relativo al amor, la novela tiene pasajes muy subidos de tono,
cercanos al porno más que al erotismo. Esto no lo critico, que conste, simplemente
creo que en la novela, por desgracia, la atención se distrae del tema principal
en demasiadas ocasiones para caer en la relación lésbica, que por cierto abre
la novela en un capítulo digno de cualquier novela de placer erótico de esas
que tan de moda están últimamente. Siempre es importante, en cualquier tipo de
novela, un toque de picante, pero en esta ocasión, Vargas Llosa creo que se ha
pasado.
A pesar de estar
ligeras deficiencias que encuentro en “Cinco
esquinas” en cuanto a temática, la novela plasma como cualquiera de las
obras anteriores de Vargas Llosa, su excelente manera de narrar. El libro se
lee prácticamente de un tirón. Tiene un estilo muy sencillo y directo, sin
desviaciones extravagantes del tema que esté tratando en cada capítulo. Lo más
admirable, como casi siempre en Vargas Llosa, es el uso de palabras, que a
pesar de ser tan españolas como las que más, nos resultan, a los españolas
peninsulares, europeos, muy extrañas. Esa riqueza léxica es el único punto difícil
en la lectura de la novela. No siempre es fácil comprender el sentido de una
palabra del castellano iberoamericano, pero esto que a algunos les puede
parecer un defecto, a mí me encanta porque me hacer darme cuenta de lo rico que
es el español aunque aquí en España no nos demos cuenta de ello, o no queramos
darnos cuenta que no es lo mismo.
Sin embargo, a
pesar de estas deficiencias y de que “Cinco
esquinas” no es ni de lejos la mejor novela de Vargas Llosa que he leído
tampoco es un bodrio ilegible que aburra desde la primera página. De hecho la
novela es entretenida. Lo podría haber sido más, de acuerdo, pero bueno qué le
vamos a hacer. Al menos se lee fácilmente gracias a un estilo claro y sencillo,
y aunque falta profundidad en el trato del tema principal lo que se deja
entrever es bastante interesante, aunque no deje de dar miedo cómo con la
simple manipulación periodística se puede generar opinión pública a gran escala
y hundir a determinadas personas tirando la piedra y escondiendo la mano.
Simplemente si Vargas Llosa hubiera decidido dar más profundidad a la novela y
tratar y analizar mejor el tema del periodismo partidista y amarillo, este
último libro suyo hubiera sido una gran novela, digna de su mejor época, que
para desgracia de sus lectores creo que hace tiempo ya que pasó. Pero bueno
para quien no conozca a Vargas Llosa este libro puede ser un buen inicio,
aunque por supuesto, los ha habido mejores.
Caronte.
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