domingo, 22 de mayo de 2016

Lectura crítica: "Los dominios del lobo"

Siempre acabo volviendo a Javier Marías. Después de una larga temporada sin leer nada de este grandísimo escritor, salvo por supuesto sus artículos en la última página del dominical de El País, decidí hace unas semanas, y coincidiendo con el Día del Libro, comprar la que fue su primera novela, publicada allá por el año 1971 cuando el autor contaba con apenas 20 años. Es muy destacable el año de publicación ya que dice mucho de la época en la que esta novela salió a la luz. Una época todavía oscura pero en la que ya se empezaban a ver algunas luces de ilusión y cambio, más que a nivel social y político, a nivel cultural e intelectual. El final del franquismo fue una muy larga agonía en la que mucha gente empezaba a impacientarse por que muriera el desgraciado dictador pero que no podía mostrar dicha impaciencia por miedo a acabar mal. También es de resaltar la edad de Marías cuando publicó la novela. Apenas un joven adolescente, que como ahora comentaré usa un estilo y una temática muy diferentes a lo imperante en la época para darse a conocer como escritor. Un escritor que a la postre se ha convertido en uno de los más importantes escritores españoles con reconocimiento internacional, y en uno de mis escritores preferidos en lengua española.

Los dominios del lobo” es una novela no excesivamente larga cuya trama no existe. A ver si me explico mejor porque esto no deja en muy buen lugar a Javier Marías. Esta novela tiene un hilo conductor, o mejor dicho una mecha de ignición que se explica en el primer capítulo del libro y que es la descomposición de la familia Taeger. Los Taeger son una familia americana adinerada y con una posición social bastante respetable, pero que tras una fachada de familia ejemplar y representativa del sueño americano se esconden muchos complejos y sueños rotos. Todo salta por los aires durante una fiesta. A partir de ese momento sus miembros más jóvenes o se suicidan o huyen de casa para escapar de un futuro que no quieren, dejando a la familia mal con los consiguientes disgustos para los patriarcas de la estirpe Taeger. Los escándalos van hundiendo a la familia hasta que termina por desaparecer en el olvido, quizá la peor de las condenas.

Este es el inicio de “Los dominios del lobo” pero lo que sigue poco o nada tiene que ver con él. La historia de la familia Taeger se va diluyendo y acaba prácticamente por desaparecer. Solo de vez en cuando aparecen en la novela, como protagonistas de algún capítulo, alguno de los miembros de dicha familia. Esto no quiere decir, ni de lejos, que este libro sea una cosa absurda que cuenta una historia sin pies ni cabeza. Y no lo es básicamente porque la historia que cuenta son al mismo tiempo una y muchas. Voy a intentar volver a explicarme porque veo que lo que acabo de decir suene muy raro a muchas personas. Aunque formalmente no es así porque esta novela va arrastrando durante todas sus páginas a algunos personajes, yo la considero más que una novela un libro de relatos cortos, de cuentos (palabra ésta muy denostada, utilizada únicamente para designar a las narraciones infantiles cuando detrás del cuento hay todo un universo narrativo muy rico).

Javier Marías no suele, y hablo a día de hoy, dejar a nadie indiferente con sus obras. Pero es que en “Los dominios del lobo”, su primera novela tuvo que dejar a muchos autores y críticos de la época atónitos, muchos de los cuales probablemente desde entonces le cogerían una tirria que nunca superaron. Hoy Javier Marías es un escritor pausado y reflexivo que ahonda en sus temas principales diseccionándolos desde muy diversos puntos de vista generando historias que girar en torno a los mismos con una precisión celeste. Pero con esta su primera novela, para aquellos que descubrimos a Marías más o menos recientemente con algunas de sus novelas más universales y aclamadas por la crítica, he quedado totalmente desconcertado. Quien lea un libro del Marías actual y se anime a leer esta primera obra del escritor madrileño puede que piense que está delante de dos escritores diferentes.

Esta grandísima diferencia entre estilos y temática que hay entre “Los dominios del lobo” y el Javier Marías de entonces, y el Javier Marías de hoy y cualquiera de sus novelas más recientes se explica con el normal desarrollo personal y narrativo de cualquier escritor de verdad, no de esos que se tiran toda la vida escribiendo el mismo tipo de libros, que venden miles y miles de libros entre una masa enfurecida de gente que hace colas eternas delante de las librerías la noche anterior al lanzamiento, y que se creen que por cambiar ligeramente algún que otro argumento en sus noveles e intentar modificar algún tipo de género con estilos estrambóticos son de verdad buenos escritores. Javier Marías para mí sí que es un gran escritor, de esos de verdad, de esos que dentro de muchos años se estudiarán en los colegios y universidades como elementos fundamentales en la historia de la literatura, no ya española sino universal.

Los dominios del lobo” es un compendio de historias todas y cada una marcadas por la desesperación, por la codicia, el egoísmo, el miedo, la cobardía, el afán de lucro, el amor por el dinero rápido, el placer de la vida regalada. En todas las historias que van convergiendo en la novela se ve el mismo tipo de personajes con los mismos vicios y virtudes. Todas están ambientadas en los EE.UU. de principios del siglo XX entre los años 20 y los años de la Gran Depresión. Una América idealizada docenas de veces en el cine, la literatura, la televisión y las artes en general; una época admirada y odiada por igual. Sin embargo en 1971, cuando se publicó esta novela, en España los lectores de verdad estaban única y exclusivamente acostumbrados a las novelas realistas y costumbristas españolas, con personajes marcados por la Guerra Civil desde uno u otro bando, aunque con predominio del bando miserable ganador. No puedo imaginarme lo que pudo suponer para el panorama literario español una novela como esta de Javier Marías, que probablemente sería tachado como escritor joven frívolo por haber concebido un libro como este.

Es fascinante descubrir cómo empezó un escritor de la talla de Javier Marías y “Los dominios del lobo” permite hacerlo con total desenvoltura. Para quien nunca haya leído a Marías esta novela le resultará fácil de leer y de seguir. Las historias que se cuentan en las páginas de este libro son entretenidas y se leen igual que una película de gánsteres se ve en la gran pantalla. Es fácil poner cara a todos los personajes que van apareciendo, y localizar los escenarios de la acción: todo se nutre de imágenes clásicas del cine en blanco y negro, de música de jazz y humo del tabaco. Nada tiene que ver el estilo que en este primer libro suyo emplea Marías: limpio, directo, sin circunloquios, sin perífrasis verbales que giran y giran sin rumbo hasta que llegan al objetivo; con el estilo tan complicado y complejo que usa en sus novelas más recientes, y que para ser sinceros a mí más me gusta.

La lectura de “Los dominios del lobo” ha sido toda una experiencia, básicamente porque he tenido la sensación de penetrar hasta lo más íntimo y primitivo del estilo literario y narrativo de Javier Marías: hasta su mundo más personal. Para alguien que como yo ha descubierto a Marías con libros como “Corazón tan blanco” y se ha enamorado de su forma de escribir y sus historias con “Tu rostro mañana”, leer esta primera obra implica muchos sentimientos, algunos encontrados. Aún así, puedo decir que Javier Marías nunca defrauda. Antes de hacerme con esta novela, tenía muchas ganas e ilusión por leer sus primeras obras; y ahora que lo he hecho puedo afirmar que he quedado sorprendido por cómo una misma persona puede ser al mismo tiempo, a lo largo de su vida, diferentes escritores. Quien desee descubrir a Marías por primera vez quizá esta novela se le queda algo corta y le decepciona; pero quien quiera descubrir a “otro” Marías diferente al que ya conoce, este libro le sorprenderá.

Caronte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario