Ya lo tengo
completamente claro: los libros que uno no espera leer, o que no tiene planeado
leer en el corto plazo, son los libros que más llegan y gustan al final. Esto
es lo que me ha pasado con una de mis últimas lecturas, todo un clásico de la literatura
de aventuras, por clasificar esta novela de algún modo, de Jack London, uno de
los escritores más fascinantes que ha dado la literatura de principios del
siglo XX. Y es que este libro lo encontré en mi librería de segunda mano de
referencia, a muy buen precio, y en un estado que ni comprado nuevo en la mejor
librería de toda la capital. No iba buscando esta novela, ni mucho menos.
Buscaba un libro que vi en otra visita a esta librería de la que hablo y que me
quedé con muchas ganas de comprar pero que no compré. Pues bueno aparte de
comprar ese gran libro que me dejó marcado di de bruces con esta novela de Jack
London y sin pensármelo dos veces me hice con ella. No me he arrepentido de seguir
más a mis instintos de librópata que a mi razón de librófilo.
No creo que haya
ninguna persona que no haya oído hablar nunca de “Colmillo blanco”, el problema está en que este título hace
que la gente se acuerde más de la película para toda la familia que Disney
estrenó en 1991. Sin embargo, y por descontado, yo no voy a hablar de la película,
que vi en su día y no me desagradó, pero que no es el objeto de este artículo.
Poca gente al oír este título lo relaciona con la maravillosa novela de Jack
London. Hay quien sí que lo hace pero entonces cae en el tremendo error de
considerar la película una adaptación de la novela, cuando se parecen lo mismo
que un huevo a una castaña. La película no tiene nada que ver con la novela, es
más para mí, después de haber leído la novela, no es más que una triste y
pésima adaptación de una novela a la que no hace justicia.
“Colmillo blanco” es una historia
de aventuras, pero sobre todo de superación, adaptación y aprendizaje. Su
protagonista, aunque no aparezca hasta bien avanzada la novela, es un
perro-lobo, cuyo nombre da título a la propia novela. Siempre desde el punto de
vista animal, de lo que siente, piensa, razona, intuye, teme, odia y ansía Jack
London cuenta una historia salvaje, de una época perdida para siempre en la que
el hombre y la naturaleza debían convivir lo mejor posible, pero en la que ya
se empezaba a ver cómo el ser humano empezaba a doblegar a la naturaleza en vez
de convivir con ella. Quizá quedarse con que este libro es una novela de
aventuras sería injusto, ya que para mí ha sido mucho más. Hay aventura, mucha
aventura; aventuras de esas que bien podrían clasificarse de duras, salvajes,
crudas y frías, de las que marcan para toda la vida. Pero es que en el fondo el
libro narra la vida de Colmillo blanco, desde que nace y se va criando como
cachorro salvaje de lobo, hasta que esta parte es amaestrada y doblegada por su
parte de perro. No hay más y mejor aventura que la propia vida.
Una de las cosas
que más me han sorprendido de la novela es su empiece. “Colmillo blanco” tiene desde mi humilde punto de vista uno
de los mejores comienzos de la literatura. Los tres primos capítulos de la
novela, que se encuadran en la primera de las cinco partes en la que se divide
la obra, para mí son una obra maestra de la literatura más pura de aventuras, y
por qué no decirlo también de suspense. ¡Aventura y suspense, vaya mezcla! Sí,
una mezcla muy rara que no me esperaba encontrar para nada en esta novela.
Estos tres primeros capítulos de los que hablo me tuvieron totalmente
enganchado durante una medie hora a la novela. No podía soltarla. En las páginas
que ocupan estos capítulos se narra la huida, o mejor dicho el intento de
vuelta a casa de una expedición de aventureros por las Tierras Vírgenes; de dos
aventureros y un cadáver que sucumbió a lo salvaje que son perseguidos por una
manada de lobos capitaneados por una loba única y extraordinaria, Kiche. Poco a
poco los perros que tiran del trineo de los exploradores van desapareciendo. La
manada de lobos perseguidores está hambrienta. Estos son los ingredientes de
tres capítulos que me hicieron pasar mucha angustia y, por qué no decirlo,
también miedo.
Pero el comienzo
de “Colmillo blanco” no es más
que una ambientación, magistral eso sí, pero ambientación a fin de cuentas.
Jack London plantea así cómo son las Tierras Vírgenes, lugar donde se irá
desarrollando la novela. El Yukón, el Klondike, la fiebre del oro, la nieve,
las chozas indias, las cabañas de madera, los fuegos en mitad de la noche, los
aullidos de los lobos hambrientos. No son en vano los tres primeros capítulos,
para nada. A partir de esos capítulos empieza la que se puede decir ya,
historia de Colmillo Blanco. Pues es Kiche, la jefa de la manada de lobos
perseguidores del principio de la novela, la madre del protagonista de la
novela. Poco a poco, de manera muy sutil, simple, sencilla, directa, pero
firme, Jack London va guiando al lector por la vida de Colmillo Blanco. Una
vida nada fácil. Primero en el bosque, en lo salvaje, en su aprendizaje a ser
un lobo y a vivir como tal. Luego como perro de tiro de trineo para Castor
Gris, un indio jefe de tribu. Pasará luego a ser el perro de pelea de un
desgraciado y miserable ser humano como es Guapo Smith que tratará a Colmillo
Blanco con una crueldad desproporcionada e inhumana y lo usará para ganar
dinero en peleas a muerte con otros perros.
Al final Colmillo
Blanco, un perro-lobo que se ha visto condicionado en su forma de ser por todo
su alrededor, que pierde a su madre siendo apenas un cachorro, que es
maltratado por sucesivos amos terribles, duros y tan salvajes como las mismísimas
Tierras Vírgenes, que es rechazado por la misma naturaleza, y que se ha visto obligado
a ser duro, a matar para ser respetado, termina conociendo el amor, el cariño,
el respeto y la amistad. Weedon Scott, salva a Colmillo Blanco de las manos de
Guapo Smith y se lo lleva consigo para hacerle su compañero. Como se puede ver “Colmillo blanco”, la novela de
Jack London, nada tiene que ver con la película que Disney se inventó en 1991.
Es todo lo contrario, aquella cinta se hizo para ablandar corazones, para
provocar una lágrima fácil; mientras que la novela fue escrita para estremecer
al lector, para mostrarle qué es la naturaleza en todo su esplendor. En ninguna
novela he visto describir la muerte de manera tan directa, fría y sobrecogedora
como hace London en esta.
Sin embargo
tampoco he leído muchos libros como “Colmillo
blanco” en los que se muestre de manera tan sutil pero fría la propia
naturaleza de la vida. Jack London fue capaz de crear hace ya más de cien años
una novela maravillosa, escrita con una delicadeza extrema, no para emocionar
sino para ilustrar sobre la vida. El protagonista es un perro-lobo salvaje,
pero bien podría haber sido un chaval de clase baja criado en un barrio
conflictivo y sin mucho futuro de una gran ciudad tan fría y tan salvaje dentro
de lo racional como lo son las Tierras Vírgenes del Gran Norte Americano. Esta novela
es para disfrutarla, para leerla con calma, aunque sea difícil por lo adictiva
que puede resultar a veces por el cariño que se coge a Colmillo Blanco.
Advierto también
de que a pesar de que tras haber leído “Colmillo
blanco” me he quedado con la sensación de que debería haber leído esta
novela hace muchos años, probablemente cuando tenía trece o catorce años, ésta
no es una novela para jóvenes preadolescentes actuales que no saben qué es la
vida ni la naturaleza. Hay escenas de este libro que por su dura crudeza pueden
herir sensibilidades. Pero es lo que hay. La novela no describe nada que no sea
el mundo y la vida. Aunque hay que tener en cuenta la época en la que se
escribió, cuando lo salvaje era todavía salvaje de verdad. No obstante, a pesar
de lo que acabo de decir, creo
firmemente que esta novela es fundamental y que debería ser leída en los
colegios no ya simplemente como clásico de la literatura de aventuras y
aprendizaje, sino como vía para descubrir cómo fue una vez el mundo, y cómo es
en el fondo. Tras la lectura de este libro me quedan en el cuerpo muy buenas
sensaciones y una única mala, y es que debería haberlo leído mucho antes.
Caronte.
esto sirve como critica literaria , me lo explicas (me haces una ) (=
ResponderEliminarNo sé a qué te refieres?!
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