Eduardo Mendoza es
desde hace años ya uno de mis escritores preferidos. Curiosamente lo conocí
tras ganar el Premio Planeta y decidí leer la novela con la que ganó y que me
encantó. Digo curiosamente porque hace años que el Planeta no premia calidad
literaria alguna sino mediocridad comercial y por tanto hace años que no leo
nada premiado. Da la casualidad que fue Eduardo Mendoza el primer escritor al
que saludé en persona en una Feria del Libro hace también ya unos cuantos años.
Pocos autores me ilusionan tanto y cuando hace unos meses sacó nuevo libro y
anunció una trilogía de novelas ambientadas en las décadas más intensas del
siglo XX no sólo me alegré, sino que pensé que volvía el Mendoza más serio y
formal de su primera época como escritor. Pero no ha sido hasta el pasado Sant
Jordi, Día del Libro, cuando mis padres me han regalado este libro que empecé a
devorar al día siguiente y que tardé poco en dar cuenta del mismo a pesar de
que es hoy cuando subo esta reseña.
“El Rey recibe” es una novela
ambientada entre Barcelona y Nueva York que sin embargo tiene uno de sus puntos
clave en Baleares y cuyo protagonista empieza a trabajar sin casi él saberlo
para un Príncipe imaginario de un país ficticio absorbido por la URSS que
pretende recuperar el trono cuando el régimen soviético caiga. Rufo Batalla es
el nombre del protagonista y narrador de esta historia. Periodista sin talento
ni suerte, con unos padres snobs catalanes que se creen por encima de todo por
ser cultos y que está un tanto perdido en la vida sin saber muy bien qué rumbo
tomar. Sin embargo, todo cambia durante un viaje a Menorca donde tiene que
hacer un reportaje sobre la boda de un Príncipe sin trono. En esa boda pasan
cosas extrañas, muy típicas de Mendoza, que hacen que Rufo de un vuelco a su
vida sin él mismo saberlo.
Sin dejar de ser una
novela típicamente mendociana, “El Rey recibe” para mí podría
englobarse en lo que considero la “obra seria” de Mendoza. Lo que a
continuación expongo no es más que una opinión subjetiva y totalmente personal.
Desde que leo a Mendoza tengo la impresión de estar ante uno de los más grandes
escritores de la literatura española, pero con una personalidad dual en cuanto
a escritor. Por un lado, tiene novelas serias como “La verdad como el caso Savolta” o “La Ciudad de los Prodigios” y alguna más; y por otro lado,
novelas que yo englobaría como divertimentos, en las que la fina ironía que
recorren todas sus obras tiene especial protagonismo junto a un sentido del
humor brillante y único entre las que destaco la serie del detective sin
nombre. Esta clasificación para los que amamos la literatura es calcada a la
que el mismo Graham Greene hacía de su obra.
Mendoza con “El Rey recibe” vuelve a recobrar
un ritmo narrativo que en las últimas novelas parecía un poco desgastado ya,
quizá porque se había centrado más quizá en esas novelas divertidas por las
que, quizá de manera un poco injusta era más famoso. Sin embargo, con esta
última obra con la que además empieza trilogía, el escritor barcelonés vuelve a
plantear una historia interesante, que además repasa los momentos más
importantes de la historia del mundo: inicios del movimiento gay, la
transformación de Nueva York, el asesinato de Carrero Blanco, la apertura de
España al turismo y por tanto al mundo…
A pesar de que “El Rey recibe” atraviesa momentos
importantes para la modernización de la sociedad, también es una novela de
personajes en la que destaca como protagonista Rufo Batalla. La verdad es que
es un tipo dispar con el que por momentos me he identificado, pero al que nunca
podría parecerme del todo. Esta también es una novela de lugares y entre ellos
Nueva York destaca por encima de todos: sus ambientes, sus gentes, su elitismo
incipiente de los años sesenta-setenta, su peligrosidad, su mitología, en definitiva.
Es difícil además no pensar en esta novela como parte biográfica de Mendoza,
aunque la ficción se separa mucho de la realidad.
La historia y el
pasado tienen un papel muy importante en “El
Rey recibe”, que no deja de ser una novela histórica a la manera de
Eduardo Mendoza, pasada por su filtro y lente deformante y llena de ironía.
Esta deformación irónica y sarcástica se refleja sobre todo en el mundo
imaginario que crea para ambientar el reino irreal de Livonia al que aspira el
Príncipe Tukuulo, un personaje lleno de ironía y rasgos que podríamos asemejar
a muchas y diversas personalidades excéntricas del mundo real en el que
vivimos.
La imaginación
desbordante de Mendoza a la hora de crear la historia de Livonia y del pasado
del Príncipe aspirante a Rey hacen que “El
Rey recibe” sea una novela con la que he disfrutado como con pocas. He
vuelto a disfrutar del Mendoza que me entusiasmó hace años cuando leí “Riña de gatos”, aunque ambas
novelas no tengas mucho que ver ni en forma ni estilo ni nada. He disfrutado de
cada una de las páginas de este libro. Me he reído y me he sonreído muchas
veces durante su lectura, cosa que sinceramente se agradece de vez en cuando;
pero ante todo he disfrutado de un estilo único y de una forma de narrar que
pocos alcanzan.
“El Rey recibe” es una novela que
se lee en seguida y que para los que siempre nos ha gustado Eduardo Mendoza se
devora en un abrir y cerrar de ojos. Creo también que para los que nunca han
leído nada de Mendoza es una buena novela para empezar a descubrir a un autor
que considero fundamental en la literatura española y que cuando falta muy
probablemente sea irremplazable ya que los genios rara vez se producen en
serie. Deseando estoy ya que la siguiente entrega de esta trilogía salga a la
venta.
Caronte.
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