miércoles, 1 de mayo de 2019

Lectura crítica: "Vuelo 19"


Las primeras novelas de un escritor tienen algo de mágico siempre; en ellas un autor deja parte de su propia alma y de su ser. Sé qué es escribir y sé cuánto cuesta hacer una obra de más de 500 páginas. Todo es una inmensa montaña, sobre todo el inicio, empezar con la frase correcta es un océano inexplorado donde sin embargo una vez metido de lleno es el escritor el que sabe por dónde tiene que ir. La historia va narrándose poco a poco, llegando a momentos de bloqueo, otros de inspiración, otros de no poder parar y tener que casi uno obligarse a hacerlo para ir al baño a mear. Por eso esta novela, la primera del más que conocido periodista de radio Ponseti, tiene algo que muchas otras no suelen tener: intimidad. Toda novela es parte integrante de la personalidad de un escritor, pero la primera es algo que está por encima de todo eso haciendo que el vínculo novela-escritor quede fijado para siempre.

Vuelo 19” es una primera novela muy ambiciosa que lleva detrás un trabajo ingente de documentación e investigación que la hacen, en cierto modo, un tanto pesada de leer por la cantidad de datos técnicos sobre aviación que se nombrar a lo largo de sus páginas. En el fondo la novela está totalmente basada en hecho acaecido a finales de 1945, mismo año que acabó la IIGM y que supuso la mayor tragedia militar americana desde el final de la contienda y en tiempos de paz. Por esto digo que esta primera novela de Ponseti es ambiciosa, ya que no solo ficciona sino que tiene que basarse en hechos reales para contar esta historia.

Pero además de ambiciosa “Vuelo 19” es una novela arriesgada por su estructura y narración. Ponseti plantea desde el principio varios hilos tanto en personajes como localizaciones y tiempos. La historia se desarrolla en dos momentos diferentes, el 5 de diciembre de 1945 cuando desaparece el vuelo protagonista de la novela; y posteriormente tres semanas después, a partir del 26 de diciembre cuando el único superviviente de dicho vuelo huye de florida para iniciar una nueva vida.

Si tuviera que indicar un protagonista de “Vuelo 19”, novela que por otra parte no tiene claros protagonistas, sería Paonessa, un joven piloto de ascendencia italiana que luchó en la IIGM librándola sin ser herido ni nada, pero que el destino le lleva a subirse al vuelo de instrucción 19 y terminar sobre los Everglades estrellado, dolorido y casi desahuciado de la vida. Sin embargo, no puedo quedarme únicamente con este personaje como protagonista, ya que la novela es coral, y hay multitud de actores que intervienen en ella. Muchos nombres, recopilados al final del libro para ayuda del lector, que en multitud de ocasiones es probable que se pierda entre tanto nombre, vuelo, avión, ubicación, etc.

La gran multitud de personajes, datos técnicos, palabras clave de vuelo, hilos narrativos y saltos temporales hacen de “Vuelo 19” una novela muy tediosa de leer, que cansa por la gran cantidad cambios que se producen en ella. El estilo tampoco es que sea una maravilla, como corresponde a una primera novela de alguien que hasta la fecha no ha hecho más que periodismo radiofónico. Estudiar una carrera de letras no te hace escritor ni te otorga la capacidad de narrar de manera convincente. La ambición a la hora de abordar una novela se puede tener una vez has entrado en este mundo con buen pie y llevas a la espalda unas cuantas cosas escritas humildes. No lo critico, porque quizá el ansia de contar de Ponseti ha hecho posible este libro, pero como novela deja mucho que desear.

Ambición y riesgo están muy bien en el fútbol, mundo del que viene Ponseti, pero para una novela como “Vuelo 19” que aspira a ser una gran historia sobre un episodio oscuro, tenebroso, no resuelto y misterioso de la historia de la aviación mundial no son cualidades que deberían primar a la hora de crear y conformar la historia. Creo que el plantear tantos hilos narrativos en la trama ha hecho que a la hora de ver el tapiz completo desde lejos y con perspectiva el lector se encuentre un poco perdido siguiendo hilos que no llevan a ninguna conclusión. El usar tiempos distintos, pero apenas distanciados los hechos tres semanas, hacen que sea absurdo tirar de dichos flashbacks que no aportan absolutamente nada. El aporte de datos técnicos, de claves de aviación y demás palabrería especifica en lugar de dar verosimilitud hace que la lectura se haga pesada y confusa.

La parte más reseñable de “Vuelo 19” es aquella en la que con un nervio narrativo muy intenso y un ritmo bastante endiablado a veces se narra la catástrofe del vuelo 19 real, sus problemas en el aire, su desesperada búsqueda e intento de solicitar ayuda, y su defenestración total. Bien podría en algún momento usarse esta parte y adaptarla a la gran pantalla, porque por momento parece que es un guion de cine y el lector bien puede imaginarse escenas rodadas por Spielberg o Coppola en mitad de una tormenta en la que se no ve nada y las comunicaciones cruzadas avivan la tensión de una situación abocada a un fin trágico.

Pero esto no salva al conjunto. “Vuelo 19” es una novela muy floja, que se ha pasado de ambición y al final una historia que tiene un fondo muy interesante se convierte en una sucesión de escenas medianamente interconectadas entre sí y vagamente repetitivas en las que se tira muchas veces de tópicos haciendo su lectura un tanto aburrida. Como primera novela es reseñable haber logrado algo de coherencia en lo narrado, ritmo en la parte más complicada y sobre todo verosimilitud, a pesar de tirar de tópicos y usar demasiada palabrería y repeticiones innecesarias para llenar más hojas. Es probable que sea buena novela de verano, pero porque en verano, en las tediosas horas de la siesta uno lee lo que sea.

Caronte.

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