Parafraseando el título del libro que hoy reseño (aunque obviamente yo no soy una máscara) he de confesar que decidí leerlo básicamente por las bellísimas ediciones de bolsillo (pero con tapa dura) que Alianza Editorial ha sacado de varias novelas (entre ellas esta de la que voy a hablar) de Yukio Mishima con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento. Vamos que me he guiado por el físico más que por otra cosa; he sido muy materialista. Pero ha merecido la pena puesto que he descubierto a un autor del que nunca había oído hablar y que me ha dejado un sabor de boca maravilloso. También es cierto que lleva tiempo queriendo retomar un poco la literatura japonesa y descubrir nuevos autores del país del sol naciente ya que solo conozco realmente a Murakami (a quien por cierto también debería retomar). Además, no solo me interesaba esta novela por su edición y autor, sino por la temática: LGTBI; temática tan de moda (y con libros tan malos) a día de hoy pero que cobra mayor interés en una novela que tiene 70 años.
“Confesiones de una máscara” es una novela narrada en primera persona en la que un joven nos cuenta su vida, sus dudas, sus miedos, sus inseguridades, sobre su propia identidad y sus pulsiones sexuales no comprendidas en una época y una sociedad conservadora donde lo normal es seguir una tradición familiar previamente estipulada. Según he leído, esta novela a veces se ha considerado autobiográfica y en ella Mishima no hace más que volcar lo que fue su vida, cosa que me choca bastante con un autor que fue todo un personaje misterioso muy conservador que se hizo el harakiri con apenas 45 años.
Pocas novelas me han hecho sentir tan identificado con un personaje, o con unas sensaciones, como lo ha hecho “Confesiones de una máscara”. No es fácil abrirse en canal, plasmar unos sentimientos y unas sensaciones que desgarran por dentro, que dificultan vivir y ser feliz o al menos intentarlo. Nunca es fácil asumir una sexualidad, o no lo ha sido siempre, cuando lo que la sociedad mayoritaria mente asume sin preguntar es justo lo contrario de lo que eres y cómo te sientes. Aún hoy cuando alguien pretende preguntar a un chico si tiene pareja lo hace refiriéndose a si tiene novia o no. Aún hoy, después y a pesar de todo, hay que definirse de alguna manera para que la sociedad pueda clasificarte en algún colectivo.
Mishima, en 1949, con “Confesiones de una máscara” logra poner por escrito lo que miles y millones de personas han sentido, sufrido y experimentado en relación a su sexualidad: esa presión social por intentar encuadrarse en alguno de los nichos clasificatorios que la sociedad exige. El joven que presenta como protagonista y narrador de esta novela nos cuenta cómo ha sido su vida hasta la constatación de que no puede amar a quien debe porque la atracción física que siente por los chicos esbeltos, de cuerpos casi perfectos, se lo impide.
Nada de lo que el narrador de “Confesiones de una máscara” cuenta me es extraño porque la mayor parte de las dudas, confesiones y miedos que expone yo mismo los he vivido e ido asumiendo. Ningún sentimiento es simple en esta novela, no hay ni blancos ni negros, sino una gran amalgama de grises que hacen que cualquier persona, de la sexualidad que sea, pueda verse reflejado o identificado con todo o parte de lo que se narra en las páginas de este libro.
A diferencia de lo que suele pasar en las novelas de temática LGTBI actuales, escritas por niñatos principalmente, en las que las experiencias sexuales y el sexo son los protagonistas, Mishima logra con “Confesiones de una máscara” confeccionar una novela que sigue totalmente vigente a día de hoy que deja por los suelos las niñerías absurdas de la actualidad del mundo LGTBI. Nada en esta novela es banal, nada se reduce a la simple atracción sexual o al propio acto sexual; hay sentimiento encontrados, paradojas difícilmente resolubles, dudas, miedos, incoherencias, dificultades, dilemas irresolubles. Lejos está esta novela de la simpleza de las novelitas destinadas al público LGTBI inmaduro de hoy en día. Por eso creo que me he sentido muy identificado con lo que esta novela narra, porque parte de esas dudas y miedos los he tenido y aún hoy, en algunas ocasiones, sigo teniendo.
“Confesiones de una máscara” no es una novela divertida ni amena, todo hay que decirla, sino una en la que la intensidad emotiva y sentimental es tan grande que debe ser digerida con calma, intentando empatizar y ponerse en el lugar del narrador para poder entender, también en su contexto, en el momento en que fue escrita, lo que significa intentar encajar y asumir tu propia identidad, sobre todo para aquellos que nos vemos en un mundo en el que no somos capaces de encajar en una única clasificación sino en varias y por muchas y variadas razones. Mishima ha logrado lo que pocos escritores hasta ahora han hecho: y es que me vea totalmente reflejado en una historia que, por cierto, podría ser la de muchas personas a día de hoy.
Caronte.
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