lunes, 31 de agosto de 2020

Tras las huellas de su padre

Danielle Steel es una de las grandes escritoras de siempre. Quizá no sea de esos autores o autoras que suenan en los premios literarios, o que han ganado prestigio alzándose con importantes galardones. No. Danielle Steel es una escritora famosa porque sus libros no faltan en las estanterías de cualquier librería a lo largo y ancho del mundo. Es una escritora best seller, apelativo que no es ni bueno ni malo, sino que simplemente describe una realidad inapelable y es que vende mucho y sus novelas han sido leídas y traducidas a lo largo y ancho del globo. Y, sin embargo, yo nunca había leído ninguna de sus obras. Por suerte ahora puedo decir que esto ha cambiado y por fin me he sumergido en una de sus obras.

Esta novela centra la trama en la IIGM, época decenas de veces tratada por el cine, la televisión y la literatura desde tantísimos ángulos y perspectivas que bien podríamos llegar a pensar que es un tema agotado. No es así. Steel demuestra que por muchos libros que se escriban sobre la IIGM, y el holocausto, como también este es el caso, cada autor es capaz de aportar su granito de arena en la tan intensa y profunda historia de la guerra y las consecuencias personales posteriores a la misma.

Steele juega con los contrastes sociales y generacionales de sus personajes para poder retratar dos mundos que en el fondo son el mismo, pero con unos años de diferencia. Gracias a unos personajes entrañables y con los que el lector pronto empatizará, la escritora neoyorquina transporta al lector desde la desesperación post bélica y el horror de los campos de concentración al lujo de una generación que, sin llegar a olvidar del todo su pasado y orígenes, pretende pasar página, pasando además por una época de posguerra donde la tenacidad, la esperanza y la ilusión mueven a los personajes a conseguir prosperar.

Son destacables los escenarios y el trasfondo en los que Steel ha decidido construir esta historia de amor, ternura y superación. Cómo se describe el Nueva York de una época de bonanza a través de Max en contrate con el horror de un nuevo comienzo vital tras el horror y la muerte del Holocausto, encarnado esto último en la figura de los padres de Max, Jakob y Emmanuelle. Y es que como he dicho, esta novela es un constante juego de contrastes que mueven al lector desde la pena y la lágrima, hasta la alegría por ver cómo desde las cenizas surge de nuevo la vida y la esperanza por un mundo mejor.

Como creo que pasa con todos los libros de Steel, el estilo narrativo es ligero y liviano, muy sencillo de leer, lo que permite que el lector avance rápido en la historia. Historia que por otro lado engancha y hace que se quiera leer más y más y no se quiera interrumpir la lectura para más tarde. Quizá por esto las novelas de Steel suelen ser buenas compañeras de viajes y las tiendas de estaciones de trenes, buses y aeropuertos suelen estar repletas de varias de sus novelas para acompañar a los viajeros en sus trayectos.

En resumidas cuentas, pese a no haber leído nunca a Steel y que no es el tipo y estilo de literatura que suelo leer y que más me suele gustar (suelo buscar en un libro algo más de profundidad y no simplemente una trama adictiva como este caso), he de reconocer que tras la lectura de esta novela he quedado gratamente sorprendido por la cantidad de emoción que transmite cada una de las páginas de este libro, lo que hace que en ningún momento su lectura aburra, canse o desespere. Una buena historia siempre es de agradecer, unos personajes entrañables y a los que coger cariños siempre es buena señal y un estilo claro y limpio de florituras siempre ayuda a que lo que se pretende contar llegue al lector sin problemas; y en esto Danielle Steel ha conseguido superas mis expectativas.

Caronte.

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