Hoy me toca hablar
de una novela que terminé hace unas semanas y de la que sigo teniendo un grato
recuerdo. La novela en cuestión se llama “Dinero
fácil” y su autor es un sueco de nombre bastante exótico para esas
latitudes europeas, aunque bastante común creo yo, en los países nórdicos, Jens
Lapidus. “Dinero fácil” es una
grandísima novela negra, muy al estilo nórdico, completamente ambientada en
Estocolmo, la plácida ciudad capital de Suecia.
La novela negra es
uno de mis géneros favoritos, sino el que más, y cuando doy con una realmente
buena la disfruto muchísimo, quizá porque es el género que más lejos me hace
llevar mi mente y más hace trabajar mi imaginación ya que me obliga a recrear
en mi mente ambientes y lugares fuera del común imaginar. La novela negra, si
está bien escrita y pensada, y se da con un escritor de altura o con buena
proyección, es la que más dentro puede indagar y rebuscar entre la basura y la
miseria del ser humano. Esta basura y miseria, que está en todos nosotros, y
que en estas novelas sale a relucir en personajes oscuros y falsos, es la
sociedad intenta siempre ocultar y evitar, sabiendo siempre que va a estar ahí
aunque intentemos perfumar mucho el ambiente para tapar el olor de la basura, o
disimular mucho para ignorar la miseria moral de la hacen gala algunas
personas. La novela negra es como ese espejo en el que la sociedad intenta no
mirarse nunca para no ver una realidad que a pesar que está ahí, aunque muy
bien oculta y disimulada, queremos ignorar para no deprimirnos. Es cierto que
no todas las novelas negras se pueden llegar a ver como este espejo, porque
algunas están demasiado deformadas para amplificar más su efecto en el lector.
Como he dicho “Dinero fácil” es una magnífica
novela negra, que compré el verano pasado como parte de una colección de título
que salieron con el diario El País. No me sonaban ni el nombre de la novela, ni
mucho menos que el de su autor, pero aún así decidí comprarla ya que en los
últimos años los escritores nórdicos están bastante bien considerados fuera de
sus propias y frías fronteras, ganando poco a poco visibilidad en otras
latitudes de clima algo más amable. En especial las novelas negras de los
países nórdicos tienen un punto aún más misterioso oscuro que las que se pueden
escribir en otros lugares, he de suponer que el propio clima da para ello. La
novela de la que estoy hablando hoy trata sobre el tráfico de drogas y la mafia
asociada a ese negocio, así como de todo ese mundo del hampa ligado a los
vicios más corruptores del ser humano (juego, alcohol, drogas, sexo…), y toda
clase de delitos asociados con el mismo. La novela está magníficamente hilada y
en ningún momento el lector tiene la posibilidad de desviarse del camino que el
autor quiere que lleve, algo que es complicado y más teniendo en cuenta que en
“Dinero fácil” la historia que
al final se termina componiendo se construye a partir de la vida de tres
personas aparentemente sin conexión alguna, como son Jorge, JW y Mrado, cuyas
historias por separado van teniendo cada vez más puntos en común hasta
coincidir las tres en un final bastante bueno en la que el autor pone un broche
de oro a una historia muy bien urdida en la que las piezas que al principio
parece que no van a encajar terminan formando un puzle perfecto.
El estilo de la
novela, al ser una traducción del sueco, no es quizá el que tendría en su
idioma nativo. A mí personalmente me costó entrar en el ritmo narrativo de la
novela, porque el lenguaje que Jens Lapidus usa en la misma es muy directo para
el que yo estoy acostumbrado a leer. Las frases son muy cortas, muy directas,
tienen las palabras justas, ni una más ni una menos, para decir lo que el autor
quiere la más rápido posible sin adornos que pudieran acaso adornar un poco la
narración. A veces hay concatenadas varias frases de este estilo, y muchas
veces (quizá por la traducción, que supongo tiene que ser difícil) más que
entender lo que está escrito hay que averiguar lo que faltaría en una narración
menos telegráfica como la de “Dinero
fácil”. El lenguaje usado es simple, y cualquier persona que haya
vivido en un barrio humilde, pobre de cualquier ciudad del mundo se puede
sentir identificado, no hay palabras rimbombantes ni pedantes. Aún a pesar de
este difícil comienzo, al final uno se termina acostumbrando a este estilo
narrativo y la novela avanza a una velocidad de vértigo. Quiero decir también
que al estar la novela ambientada en Estocolmo, los nombre de los sitios van
sin traducir y a veces son casi imposibles de leer por la cantidad de
consonantes juntas que tienen, casi sin vocales, por ello cuando llegaba a un
nombre propio de algún lugar me lo saltaba, o le ponía un nombre españolizado
para ahorrarme el intento de lectura del mismo. Estas fueron las únicas
dificultades que encontré en su lectura.
Lapidus aparte de
haber empezado una fulgurante carrera de escritor es abogado, y mientras
ejerció su profesión defendió a muchos mafiosos y traficantes de droga en
Suecia llevando muchos casos sucios y complicados en los que se tuvo que mover
en unos círculos un tanto pegajosos, y ante todo peligrosos, círculos que a
ninguno de nosotros nos gustaría frecuentar. Debido a esto la novela es muy
realista y lleva al lector hasta puntos insospechados dentro de una
organización criminal, en el caso de “Dinero
fácil” una mafia yugoslava dedicada a todo tipo de negocios sucios,
drogas, juego ilegal, alcohol (en Suecia el alcohol solo se vende en establecimientos
como nuestros estancos, oficiales), tráfico de personas, y proxenetismo. Sin
embargo Lapidus, no sólo nos introduce en este mundo de las mafias yugoslavas,
con sus gorilas cuadrados a base de horas y horas de gimnasio y batidos de
proteínas, sino también en el de los trapicheadores, los que venden la droga al
público, a su mundo en penumbras, en constante tensión por si son pillados in fraganti por la policía, sin
protección alguna, sabiendo que si los pillas están solos y son sólo ellos los
que pagarán con sus huesos en la cárcel. Pero además hay un tercer vértice, un
tercer mundo en el que Jens Lapidus nos sumerge en “Dinero fácil”, como es el mundo de los jóvenes ricachones,
pijos todos ellos, vestidos de marcas muy caras, que conducen súper-deportivos
con muchos caballos y viven en apartamentos extra grandes y lujosísimos en el
centro de Estocolmo. Estos son mundos de los tres protagonistas principales de “Dinero fácil”, Mrado, Jorge y JW,
y por ese mismo orden, un pequeño capo de la mafia yugoslava, un camello y un
niño pijo que quiere más.
A mí la parte que
más me ha gustado es la referente a JW, prototipo de niñato pijo que lo único
que quiere es vivir bien, y que ve en las drogas la manera de conseguir dinero
fácil y rápido, sin importarle nada nada. El mundo en el que se mueve JW es un
mundo que yo siempre me he imaginado como real aquí en España, las fiestas
desmadradas y llenas de vicios en las discotecas, con alcohol, drogas, música
alta, oscuridad, y chicas, muchas chicas cuantas más mejor. Un mundo que hace
que se me revuelvan las tripas tanto en la realidad como cuando estaba leyendo “Dinero fácil”. Y es cierto, había
ocasiones en que tenía que reposar un poco la lectura para no asquearme del
mundo que Jens Lapidus describe en este libro, a veces me superaban las escenas
que describía y narraba. Pero es esto lo que más me ha gustado del libro, que
muestre una parte de nuestro mundo que no queremos ver, y yo al menos, de la
que no quiero participar nunca.
A quien le guste
la novela negra “Dinero fácil”
le parecerá un gran descubrimiento, y muy probablemente le sorprenderá, porque
nadie, supondo, se espera que las ambientes que se narras en ella se den en ciudades,
países y sociedades que creemos tan avanzadas como la sueca. Por ello no creo
que esta novela vaya a defraudar a nadie, conmigo no fue así, sino todo lo
contrario quedé muy, como decirlo, impresionado y atónito con ella.
Caronte.
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