Esta película sí
que no tenía intención de haberla ido a ver, pero poco a poco debido tanto a
las críticas como a la publicidad que se le ha dado en todos los medios de
comunicación existentes en el mundo actual me terminaron por convencer. Y eso
es lo que hice la semana pasada. Lo sé, voy con retraso haciendo la crítica,
pero es que la universidad me quita mucho tiempo. Tampoco creo que vaya a
aportar nada nuevo diciendo lo que opino de esta película. Mucho se ha hablado
de ella, más concretamente de la interpretación magistral de su actor principal
Eddie Redmayne, que tiene muchas papeletas para llevarse dentro de unas semanas
el premio más preciado por cuantos actores de cine existen en el mundo: el
Oscar. He de decir que fui al cine a verla justo el día del estreno y
probablemente a la hora de mayor afluencia, algo que no voy a volver a hacer,
no porque estuviera la sala atestada de gente sino por estarlo de parejitas, y
yo yendo solo pues es un contraste que no me apetece sentir más veces.
“La teoría del todo” narra la vida
del científico Stephen Hawking. No creo que haya nadie que no sepa quién es
este señor y mucho menos que no le ponga cara ni imagen en su mente. Por todos
es sabido que Hawking es una de las mentes más lúcidas e inteligentes de las últimas
décadas. Muy probablemente, de hecho, sea el mayor científico que ha dado la
ciencia en casi un siglo. Y también por todos es conocido que es una mente
privilegiada encerrada en un cuerpo roto, enfermo. A nadie a quien se mencione
Stephen Hawking le puede poner voz humana, ni verle erguido caminando. La
imagen que todos tenemos de este científico es en una silla de ruedas
automática y hablando a través de un ordenador, ya que sufre ELA (esclerosis
lateral amiotrófica). Esta lucha constante contra la enfermedad, su afán de
superación y sus logros es lo que narra esta película.
Para ser sinceros
y centrarnos en el asunto, “La teoría
del todo” es la adaptación de un libro sobre la vida de Stephen Hawking
escrito por su primera mujer Jane. Por esta razón quien vea la película se dará
cuenta casi desde el principio que por encima de cualquier otra cosa la
película se centra fundamentalmente en la relación sentimental, desde el
momento en que se conocieron hasta su divorcio, de Jane y Stephen. No obstante,
el desarrollo de la enfermedad del científico y su lucha constante de
superación y no rendición, apoyados siempre por Jane, también se llevan gran
parte de la carga narrativa de la película. En el fondo lo que plasma esta
cinta es el tremendo amor que sintió Jane por Stephen, hasta tal punto de
sacrificar toda su vida para ayudarle a salir adelante, a levantarle los ánimos
cuando con 21 años le dijeron que tenía una esperanza de vida de dos años más,
a apoyarle a la hora de andar, de comer, de asearse, de vestirse, a buscarle
soluciones a la cada vez mayor incapacidad para andar... Por eso parece que la
película trata más de la vida abnegada y sacrificada de Jane, que tiene un
trasfondo religioso importante, que de la propia vida de Stephen Hawking.
En el ámbito de
las interpretaciones cobran especial relevancia en la película, y en el fondo
asumen prácticamente en su totalidad la carga emotiva de “La teoría del todo” los dos actores que interpretan a los
dos personajes principales: Eddie Redmayne en el papel de Stephen Hawking y
Felicity Jones en el de su primera mujer. Los dos, con sus propias
características hacen unos papeles extraordinarios, de una carga e intensidad
emotiva increíble dando a sus personajes una verosimilitud muy elevada.
Redmayne con su papel y transformación en Hawking ha logrado probablemente el
gran impulso que su carrera necesitaba, y muy probablemente a partir de esta
película su nombre empiece a sonar con mucha más frecuencia en la industria del
cine. Si la Academia de Hollywood sigue sus propias tradiciones de premiar a
los actores que logran una transformación física tan compleja como la que se ve
en “La teoría del todo”, creo
que Redmayne tiene muchas papeletas para alzarse como ganador del Oscar a Mejor
Actor, aunque lo va a tener muy difícil con básicamente por su juventud.
Por su parte
Felicity Jones da un perfecto contrapunto y contestación a la actuación de su
compañero de reparto metiéndose en la piel de Jane Hawking, la primera mujer
del científico, su primer amor. Muy probablemente la interpretación de Jones
sea mucho más intensa que la del propio Redmayne, y quizá de mayor complejidad.
Hay que tener en cuenta que la vida de Jane no fue fácil teniendo que cargar,
eso sí ayudada por su amor a Hawking y sus creencias religiosas, con el cuidado
de una persona que poco a poco iba perdiendo la posibilidad de cuidarse por sí
sola. La mayor parte de los momentos de mayor intensidad de la novela son por
causa de la fantástica interpretación de Felicity Jones. Muy probablemente ésta
sería por sí sola una interpretación que merecería todas las atenciones y
premios del cine, pero el foco mediático de “La teoría del todo” se ha centrado en la interpretación
masculina que, sin querer menoscabarla ni minusvalorarla, creo no es tan
superior a las demás de la película, al menos a esta.
En el ámbito
técnico de la película, “La teoría del
todo” está rodada con una delicadeza extrema, resaltando aquellos
aspectos importantes de la vida en común de sus dos protagonistas principales y
mostrando el verdadero amor y afecto que se tenían, que estaba por encima de
todo lo malo. La ambientación de la película es exquisita, pero esto el algo
que no es casual debido a que al estar rorada en Cambridge es difícil que la
belleza de dicha ciudad inglesa no traspase la pantalla y colabore en la
película y la historia. El guión está tratado con una elegancia intachable, en
él se combinan tanto el humor inglés que hace que en algunos momentos el drama
de Hawking pase a ser divertido y alegre, con la tragedia, la soledad, la
amargura y el más absoluto drama, que los actores principales llevan a buen
nivel con sus interpretaciones. Quiero destacar también la banda sonora, que a
base de piano da fuerza a la narración de la historia, al drama y a la
intensidad de la vida de Stephen Hawking, tanto en su lado científico como en
el lado más personal e intimista.
Sin embargo, a
pesar de que sus partes por separado son impecables, empezando por las
interpretaciones de los actores principales, y acabando por la banda sonora,
cuando acabé de ver la película tuve la sensación de que me faltaba algo.
Emoción. Eso es lo que eché en falta una vez acabada “La teoría del todo”. Cuando decidí ir a ver esta película lo
hice porque tenía ganas no solo de saber un poco más de la vida de Stephen
Hawking, sino de poder emocionarme con una historia de superación personal y
amor entre dos personas que se quieren y necesitan la una a la otra. Pero no
encontré esa carga sentimental que me esperaba. Sí hay momentos en la película
en que la emoción traspasa la pantalla y llega al espectador, pero son
irregulares, no tienen la continuidad necesaria para haber conformado una
historia vibrante de principio a fin. De un momento emocionante, donde se ponen
los pelos de punta y se hace un nudo en la garganta, a otro la intensidad es
muy diferente y al final se pierde ese hilo narrativo emocional que haría al
espectador mantenerse en vilo durante toda la película.
Esta es la única
pega que encuentro a la película, que no es pequeña. Pero esta falta de
intensidad emotiva que hubiera terminado por redondear una película que en sus
aspectos técnicos e interpretativos es impecable, lastra a todo lo demás. Cuando
terminé de ver la película y salí del cine estaba algo decepcionado. Me hubiera
gustado poder decir que se me habían puesto los pelos de punta con la historia,
o que se me hubiera creado un nudo en la garganta en algún momento de “La teoría del todo”, pero no fue
así. Salí fascinado con la interpretación de Eddie Redmayne y de Felicity
Jones, por la música de la película y por cómo está narrada la historia. Pero
me hubiera gustado más intensidad, que se hubiera profundizado más en el amor
entre Stephen Hawking y su primera mujer, así como en el final de su relación
debida al desgaste del sacrificio de ella por él. También me hubiera gustado
ver más la parte científica de Hawking, de su época universitaria como
investigador y profesor. Pero bueno, esto es lo que hay. Quien quiera ver un
par de interpretaciones perfectas, intensas en lo que el guión les ha dejado,
emotivas y merecedoras de todos los premios, esta es su película. Sin embargo
quien busque una película intensamente emotiva se llevará una decepción.
Caronte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario