martes, 27 de enero de 2015

Lectura crítica: "La guerra del fin del mundo"

Llevaba teniendo pendiente leer esta novela de Vargas Llosa un año justo, desde el día de Navidad de 2013. Este libro fue de hecho un regalo de Papá Noël, lo que pasa es que por su tamaño, más de novecientas páginas, no me había atrevido a empezarlo durante la época universitaria ya que me hubiera supuesto muchos días de lectura en el metro, y porque básicamente no encontraba el momento adecuado para empezarlo. Hasta esta pasada Navidad, que me dije que ya era momento de enfrentarme a él y leerlo de una vez por todas para que cada vez que mi mirada se posara sobre su lomo no me sintiera culpable por tenerlo ahí abandonado. Lo he acabado la semana pasada después de casi un mes de lectura irregular, primero durante las vacaciones en el poco tiempo libre que sacaba para descansar de hacer mi PFC, y luego ya de manera más constante en el metro yendo a la universidad. Y he sacado una conclusión para futuras lecturas en el metro, no voy a leer libros de más de quinientas páginas, porque se terminan eternizando, no porque no me gusten, sino por su extensión.

Para empezar con este libro hay que tener ganas, estar muy preparado y que no es fácil nunca enfrentarse a una novela de tal tamaño. Pero merece la pena. Cuesta mucho comenzar la lectura de “La guerra del fin del mundo” ya que como suele ocurrir con escritores iberoamericanos, a pesar de estar escrita en el mismo idioma que dominamos los españoles, es español de América es muy diferente al peninsular. Me costó mucho coger ritmo en esta novela, ya que me tuve que acostumbrar a las palabras tan diferentes que emplea Vargas Llosa en la novela. Pero no solo eran las palabras las que me complicaban la lectura, esto es hasta cierto punto normal ya que el vocabulario es muy rico y diverso lejos de nuestras fronteras, pero también lo hacían la manera de narrar y las formas narrativas. Sin embargo una vez cogido el ritmo y acostumbrado al vocabulario me adentré en una historia fabulosa, con una riqueza sintáctica y léxica que solo se da en los escritores iberoamericanos. Es un placer leer en español sin ser español del todo lo que lees, sino más bien un español diferente, quizá mucho más rico.

La historia que se narra en las páginas de “La guerra del fin del mundo” es real, es historia propiamente dicha. Más concretamente se trata de un episodio histórico que se desarrolló en las zonas rurales de Brasil y por el cual se mezclaron, religión y rebeldía, y desembocó en una guerra más cruenta de lo que hubiera sido necesario viendo los protagonistas de la misma. Este episodio histórico se conoce como la Guerra de Canudos y en las páginas de esta novela de Vargas Llosa se ve el desarrollo de la misma desde sus orígenes hasta su aciago y sangriento final, pasando por todo el desarrollo de la contienda. Los personajes que aparecen en la novela son tanto reales, como algunos militares y el principal instigador de la revuelta Antonio el Consejero, como inventados; pero da lo mismo, porque en todos Vargas Llosa incorpora la ficción narrativa y les hace grandes, interesantes y profundos al mismo tiempo.

Como he dicho el principio del libro es algo tedioso, no solo por el lenguaje al que no estamos acostumbrados y a las palabras tan típicas y únicas que hay en la literatura iberoamericana, sino también por la propia historia en sí misma. Las primeras páginas, básicamente la primera parte del libro es la más cansada, la más farragosa y la que menos se entiende si se coge de manera independiente del resto. Pero a pesar de esto, el lector que supere estas primeras páginas y persevere en la lectura de “La guerra del fin del mundo”, se encontrará con una historia enriquecedora, que a partir de un episodio histórico real, nos cuenta todos los vicios de la vida, todo lo oscuro que puede llegar a ser el ser humano y las locuras que la falta de raciocinio y el fanatismo nos llevan a cometer a los seres humanos.

Porque a pesar de que la historia que se narra en las páginas de este libro tiene un sustento real, la Guerra de Canudos, es mucho más que un libro histórico. Hay mucha parte histórica, es cierto, y además muy bien documentada y explicada, mejor que en muchos libros didácticos, y es de agradecer el enorme esfuerzo que tanta documentación, tantos datos y tanta minuciosidad a la hora de contar lo que pasó en Brasil durante aquel episodio de su historia, le tuvo que suponer a Vargas Llosa. Pero aparte de todo esto, “La guerra del fin del mundo” es un libro sobre la propia naturaleza del ser humano. Y más concretamente de seres humanos de los que nos solemos olvidar en la vida diaria. Esas personas que quedan marginadas por ser incomprendidas por la sociedad, por no terminar de encajar en ningún patrón social y por tanto son tachadas de extrañas y apartadas. Esas personas que sólo piden ser visibles a lo demás y que necesitan sentirse personas como todos, y vivir en sociedad. En este análisis de los marginados sociales en donde la novela cobra su mayor importancia, y no sólo en ellos sino también en aquellas personas que acrecientan dicho sentimiento y marginan aún más a esas otras personas que no son como ellas. Esta marginalización hace que los fanatismos cobren importancia, y se aprovechen de estas circunstancias para ganar adeptos vendiendo humo, como en el fondo pasó en el episodio histórico en el que se enmarca esta historia.

Todos los personajes que salen en la novela, tanto los históricos que están novelados, como los inventados por Vargas Llosa están perfectamente descritos, sobre todo en su forma de ser, en sus características internas. Esta es una de las grandezas de “La guerra del fin del mundo”, la intensidad y profundidad en el análisis de la personalidad de los personajes de la historia. Estos personajes, a su vez dentro de la historia general en la que se enmarca el libro, tienen sus propias historias personales que poco a poco se van desarrollando en los capítulos a lo largo de la novela. Estas historias personales, pequeñas, íntimas, dulces, intensas configuran un ambiente de extraordinaria complejidad literaria, un puzle muy bien encajado. Lo más curioso de todo ello es que a pesar de las obvias diferencias entre los caracteres de todos los personajes que salen, sobre todo entre los dos bandos en los que desde un principio se dividen, tienen algo en común: el fanatismo. Esta lacra que ha lastrado a la humanidad durante siglos, y sigue haciéndolo en la actualidad, está perfectamente reflejada en las páginas de este libro. El fanatismo religioso, el ideológico, el político, el militar, todos aparecen en la novela y se puede ver que al final todos son lo mismo: falta de uso de la razón humana.

Esto es sin duda lo más remarcable de la novela, el cómo Vargas Llosa desnuda a la sociedad de aquella época (finales del siglo XIX), que en cierto punto se parece todavía mucho a la actual, hasta el punto de sacar a relucir las miserias humanas que a todos nos invades y que están en nuestro código genético. Pero también es remarcable la propia narración de la historia, de este evento histórico real, realizado con maestría y amenidad, haciendo que el lector quiera saber más y más y siga pasando las más de novecientas páginas de las que se compone “La guerra del fin del mundo”. Sin embargo no todo podía ser bonito y bueno. Hay una cosa que no he terminado de entender, y que no me cuadra en todo el contexto y desarrollo de la novela. Y es que el final no me encaja en el libro. El último capítulo me dejó muy confundido, totalmente descolocado, básicamente porque no veo que encaje de ninguna manera en el final de esta historia. No sé por qué Vargas Llosa decidió terminar un libro que es inmenso en todos los sentidos, con un final en el que se distancia totalmente del resto de la novela, es como la pieza del puzle que no termina de encajar. El final me ha decepcionado un poco, aunque esto no quita que el resto del libro me haya encantado y me haya reafirmado a Vargas Llosa como uno de los imprescindibles de mi biblioteca particular.

Caronte.

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