Vuelvo hoy a
hablar de un escritor del que sólo he hablado una vez, Stefan Zweig, austríaco
de nacimiento pero de corazón y espíritu ampliamente europeo. Y vuelvo a este
autor para hablar de una de sus novelas. Hace tiempo que me interesé por este
escritor y lo primero que leí de él fue “El
mundo de ayer” una especie de autobiografía histórica del autor en la
que además de contarnos cómo fue su vida, la enmarca en el desarrollo
intelectual de Europa y de la defenestración de los ideales europeos como
consecuencia de la IGM y posteriormente del surgimiento del nazismo. Ya hablé
de este libro. Pero hoy vuelvo a Zweig para, como he dicho, hablar de una de
sus novelas, cortas, escuetas y sencillas pero llenas de sentimiento y escritas
con un estilo tan delicioso que el lector suele quedar atrapado desde el
principio a la historia.
“Los ojos de hermano eterno” es
una novela de apenas cincuenta páginas, pero que a pesar de ello, aunque no
entiendo porqué debería ser la longitud de una novela la característica que
determinara su calidad, muestra una sabiduría y una filosofía que pocas de las
novelas que he leído tienen. En este libro se cuenta, como si de una narración
épica anónima transmitida durante siglos desde hace milenios, la historia de de
Virata, un militar al servicio de un rey que tras un gran servicio en una
guerra, y matar sin quererlo a su hermano, decide pedir a su rey que le releve
del ejército porque no quiere volver a derramar la sangre de nadie, porque tiene grabada en su mente la imagen de los ojos de su hermano que le siguen mirando aunque su cuerpo no esté entre los de los vivos. El rey
acepta y le nombra juez supremo por considerarlo lleno de sabiduría. Pero con
el tiempo Virata también decide dejar de ser juez por darse cuenta, durante un
caso en el que condena a un reo a pasar once años de su vida sin ver el sol
encerrado en una cueva, de que no puede impartir justicia sin saber qué se
siente al ser privado de libertad. Virata trama una argucia para poder sufrir
en su carne un castigo, tras el cual pide al rey irse a meditar al bosque sin
nadie a su alrededor para poder vivir en paz con el mundo y consigo mismo.
Tras unos años en
un bosque incomunicado del mundo, viviendo prácticamente exiliado por propia
voluntad, Virata vuelve a ser conocido por dar consejos para que la gente logre
vivir en paz con dios. Lo que no sabe es que esos consejos también pueden traer
la desgracia. Cuando el protagonista de “Los
ojos de hermano eterno” se da cuenta de que uno de sus consejos ha
causado muerte, decide dejar de meditar y pide al rey de nuevo entrar a su
servicio. El rey cansado del viejo militar y creyendo que éste se cree mejor
que él por la sabiduría que los largos años de reflexiones y meditación que ha
acumulado le relega al cuidado de sus perros y le trata como un sirviente de
tercera categoría. Y así es como acaba sus días Virata, quien fuera el más fiel
y leal servidor de su rey y señor acaba en la más absoluta oscuridad, olvidado
por todos.
“Los ojos de hermano eterno” no es
simplemente una novela que podría clasificarse como fábula mítica antigua,
aunque fuera escrita en el siglo XX por uno de los más celebrados escritores
europeos. Este libro es un canto a la búsqueda de la sabiduría, de la justicia
y la paz interior. En las pocas páginas de esta novela, Zweig condensa, con un
estilo magistral e inigualable, es más casi que diría inigualado, el afán de un
hombre, Virata, por estar en paz consigo mismo y con el mundo que le rodea, cuestionándose
todo tal y como está para intentar mejorarlo. Es un libro que muestra como un
hombre solo puede intentar cambiar las cosas, pero también cómo al final si
alguien no lo entiende queda relegado al olvido.
Mientras leía el
libro hubo momento en los que tenía que dejar de leer, no porque estuviera
cansado de la historia, o por pasajes duros de los que uno debe reponerse para
continuar leyendo, sino porque hay pasajes de “Los ojos de hermano eterno” tras las cuales en necesaria una
profunda reflexión. Es un libro cargado de sabiduría con el que el lector se
dará cuenta de lo inútiles que pueden parecer nuestras vidas, de lo vacías que
pueden llegar a estar, y de que todo en el este mundo es cuestionable para
mejorarlo, sobre todo la propia condición humana. Si antes he dicho que esta
novela tiene ese aire de historia antigua, transmitida de generación en
generación desde los confines de la memoria del mundo, de padres a hijos y
guardada con sumo cuidado y veneración por ancianos y viejos monjes en un
aislado monasterio hinduista, es porque desborda de esa clase de sabiduría que
solo la mitología antigua guarda.
Quizá “Los ojos de hermano eterno” no
sea la novela de Zweig más famosa, ni la más celebrada. Tampoco este libro ha
sido la primera novela de este autor que me he leído, ya que tengo un tomo en
el que se recogen todas las novelas de este escritor recogidas bajo el título “Novelas”. Sin embargo las sesenta
páginas más o menos que tiene esta historia son las que más me han conmovido y
llevado a pararme a pensar unos minutos sobre el sentido que tiene nuestra
vida, sobre qué es justicia y cómo una persona puede estar en paz consigo misma
sabiendo que todo acto que hagamos y palabra que pronunciemos tendrá su
consecuencia que por muy sabios que seamos no podremos prever ni parar una vez
desencadenada. Si tengo que sacar una conclusión algo más concreta de esta
novela, sería la de cómo vivir en paz con uno mismo, asumiendo lo que he dicho
con anterioridad como un elemento de nuestra vida del que no nos podemos
librar, ligado a nosotros desde el mismo momento en que nacemos por el destino
de la vida.
Por todo esto no
me queda otra que recomendar vivamente “Los
ojos de hermano eterno”. Aparte de que es una novela que se lee en
apenas dos horas y de que tiene un estilo tan magnético que mantiene al lector
pegado a sus páginas cual adicto a las drogas; es una delicia para el
intelecto. Todas las personas que sepan leer, que les guste la literatura que
no simplemente entretenga de manera simplista y vulgar, ésta es su novela.
Además es muy probable que después de leerla alguien decida seguir leyendo a
Stefan Zweig, y entonces será cuando ese atrevido y valiente lector descubra
una literatura de un nivel superior a todo lo que haya leído hasta ese momento.
Poco más puedo añadir de esta novela sin casi extenderme más que el propio
autor cuando la escribió. A disfrutarla.
Caronte.
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