Pocas veces antes
el descubrimiento de un Nuevo escritor me había dejado tan buen sabor de boca.
No lo digo por decir. Desde hace un tiempo me he propuesto descubrir nuevos
escritores para empezar a leerlos y así ampliar mis horizontes literarios,
sobre todo en otros idiomas. Tras mucho buscar y rastrear en diferentes páginas
webs, blog literarios y después de leer muchas críticas sobre libros y
escritores, me decidí a probar con Julian Barnes, un escritor británico poco
conocido en España, pero que en el mundo anglosajón, sobre todo en las islas
británicas, tiene muy buena fama siendo en varias ocasiones finalista del más
importante premio literario que se concede en el Reino Unido, el Man Booker,
ganándolo en 2011 con la novela de la que voy a hablar en este artículo. Si
elegí este libro tan laureado no fue por otra razón que por intentar empezar a
leer a este escritor por la que se supone es su mejor obra, ya que quizá si
hubiera elegido otra guiándome solamente por mi instinto la resultado no
hubiera sido el mismo y a lo mejor me hubiera terminado por decepcionar.
Haciéndolo así al menos me he asegurado el volver a leer algo de este escritor.
“The sense of an ending” como se
titula la novela de la que voy a hablar, o en español “El sentido de un final” es una verdadera delicia de
principio a fin. No es un novelón de más de cuatrocientas páginas. Más bien
todo lo contrario. Es una novela muy corta, apenas ciento cincuenta páginas,
pero intensísima. La verdad es que poco se puede contar de su argumento sin no
revelar nada de la trama que sea fundamental para la sorpresa del lector, pero
voy a hacer un esfuerzo. La novela está narrada por en primera persona por el
protagonista de la misma, Tony Webster, que desde su edad ya tardía rememora su
vida y aquellos momentos que le marcaron como persona y aquellos actos y
palabras que dijo y que ahora cobran una fuerza y un sentido diferentes al que
tuvieron cuando esos actos fueron realizados o esas palabras dichas.
Así en las pocas
páginas que conforman “The sense of an
ending” el lector se imbuye en la vida de Tony Webster. La novela está
dividida en dos partes. En la primera de ellas el narrador/protagonista cuenta
cómo fue su vida adolescente y juvenil; sus años en la universidad y las
amistades que hizo entonces, así como la relación con su primera novia formal.
Pero aunque parezca que esta primera parte simplemente es una evocación, en
cierto sentido en tono melancólico y sabiendo que pasó y que no se puede
recuperar, durante la segunda parte cobra fuerza y relevancia y los hechos
narrados en la primera parte del libro tienen una importancia muy fuerte en el
presente de Tony Webster.
Muy importantes en
la novela son las figuras de Adrian Finn, uno de los amigos de Tony Webster de
la universidad, que junto con otros dos compañeros formaron un cuarteto que se
juró amistad eterna pero que con el tiempo, como todas las palabras que se las
lleva el viento, empezaron a tener cada vez menos relación. Pero en “The sense of an ending” también
es muy importante la figura de dos mujeres, cruciales en la vida de Tony Webster,
como son Veronica, la que fue su primer gran amor de juventud; y Margaret, la
que sería su mujer y madre de su única hija, y ahora en el presente su sabia ex
mujer confidente en muchas ocasiones de aquello que le ronda por la cabeza.
Estas dos mujeres forman un contraste perfecto la una con la otra. Si Veronica
es impredecible, en muchas ocasiones altiva, distante y arrogante, al menos en
la época de juventud que evoca Webster al principio, para tornar luego en su
madurez y el otoño de su vida en una mujer oscura que ha sabido guardar en
secreto su vida para total desconcierto de Tony Webster, que cuando quiere
volver a tener contacto con ella sale mal parado. Por otro la está Margaret,
una mujer mucho más comprensible y normal, realista y amable, que dice las
cosas como son sin tener pelos en la lengua y que a pesar de que está
divorciada de Webster sigue viéndose con él en términos muy amables.
En una novela tan
corta como “The sense of an ending”
su autor, si quiere hacer un buen trabajo y dejar un muy buen sabor de boca en
los lectores, debe saber condensar en esas páginas todo aquello que quiere
contar, dando más y mayor relevancia a aquellos hechos y reflexiones que más
conmuevan y más hagan pensar al lector para que cada vez que deje de leer por
cualquier razón eso que acaba de leer le siga rondando por la cabeza durante
bastante tiempo. Esto es algo que Julian Barnes ha conseguido con creces. De
hecho yo me leí la novela en día y medio, algo que por extensión de la novela
no es muy difícil, pero que supone todo un hito para mí ya que al haberla leído
en inglés, que no es mi lengua materna, me ha supuesto mayor esfuerzo. Pero
todo ese esfuerzo ha merecido la pena porque después de terminarla me he dado
cuenta de que me he quedado con ganas de más.
Me ha resultado
increíble como Julian Barnes en “The
sense of an ending” ha sabido condensar toda una vida y las reflexiones
que a una persona se le pasan por la cabeza durante la misma y cómo todo esto
vuelve a primer plano cuando nos damos cuenta de que estamos en nuestros últimos
años de vida. Esta novela no es simplemente una historia más. Esta novela es la
historia de una vida cualquiera, de la vida que cualquiera puede vivir y sobre
la que cualquier puede reflexionar llegado el momento de nuestro otoño vital. En este libro no hay grandes personajes con vidas
interesantísimas, complicadas, turbadas por relaciones tempestuosas que generan
conflictos internos. Para nada. Los personajes de esta novela, sobre todo su
narrador y en cierto sentido protagonista, son gente normal, que han vivido
vidas normales, con sus conflictos habituales y sus relaciones cotidianas con
otras personas que pueden salir bien o mal. Pero nada más. Y creo que ahí es
donde radica el verdadero significado de esta novela: toda vida se debe vivir
como si fuera única; toda vida por muy insignificante que le pueda parecer a su
dueño tiene parte de épica aunque no nos demos cuenta de ello.
Pero esta novela
no se disfruta únicamente mientras se está leyendo. “The sense of an ending” es un libro que después de su
lectura sigue en la cabeza del lector durante unos días haciendo que éste de
vueltas a las muy interesantes reflexiones que durante el desarrollo de la
trama el narrador de la misma, Tony Webster, va soltando paulatinamente. Además
voy a comentar una cosa que me ha resultado fascinante y es el estilo de Julian
Barnes. Más o menos sabiendo de qué trata la novela uno puede pensar que está
escrita de manera densa y farragosa. Nada más lejos de la realidad. El estilo
de Barnes es claro, directo y conciso; abundan en la novela los diálogos, muy
ingeniosos y cargados de profundidad y significado. Todas las frases de la
novela, sobre todo en las reflexiones de su narrador/protagonista a pesar de
ser escuetas, cortas y concisas, esconden una profundidad y un significado
enorme. Es este estilo el que quizá me ha terminado por cautivar y por
decidirme a seguir leyendo novelas de este escritor británico.
Por todo esto
animo a todos los que disfrutan con una novela que reflexionar a que lean “The sense of an ending” y
descubran a Julian Barnes en quizá una de sus mejores obras, aunque esto ya lo
juzgaré con el tiempo a medida que me vaya leyendo otras de sus obras. De
momento esta novela de Julian Barnes me ha resultado de los mejores
descubrimientos que he hecho en los últimos tiempos y sin duda repetiré con
este autor lo antes posible. Aviso a los que se animen con este libro de que
nada es lo que parece y la trama continuamente da gros insospechados que en
ocasiones dejan al lector con la boca abierta y no creyendo lo que está
leyendo, aunque en el buen sentido de la palabra.
Caronte.
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