Reconozco que voy
bastante al cine. También es verdad que voy menos de lo que me gustaría, pero
soy un joven parado sin experiencia al que le piden las empresas experiencia
para poder comenzar a trabajar, y no puedo permitirme ir a ver todas las
películas que de verdad me atraen de la cartelera. Aún así voy bastante el
cine. Sin embargo llevaba mucho tiempo, probablemente desde antes del verano,
sin ir al cine y salir de él con tan buenas sensaciones en el cuerpo y tan buen
sabor de boca después de disfrutar de la película. La última vez que me pasó
eso fue con “Nuestro último verano en Escocia”, película de la que ya hablé en
este blog. Sin embargo esta película de cine casi independiente, poco o nada
tiene que ver con la película de la que hoy me toca hablar y que lleva la firma
de dos de las más grandes figuras del cine actual, y también de las últimas
décadas, de Hollywood: Steven Spielberg y Tom Hanks. Sólo con el nombre de
estos dos verdaderos personajes debería bastar para ir a ver una película, pero
hay mucho más.
Creo que a nadie
se le puede escapar de qué va “El
Puente de los Espías” simplemente leyendo el título. Está bastante
claro que la película trata de una madre coraje maltratada por su pareja, un
borracho empedernido que la deja
embarazada constantemente y que un día con apenas treinta años se ve con cuatro
hijos malviviendo en un tugurio maloliente en el Bronx de Nueva York y teniendo
que vender su cuerpo en un club nocturno donde hombres babosos intentan llevársela
a la cama. Perdón, pero creo que me estoy confundiendo... No. Obviamente la
película de la que hablo hoy no trata de esto. Esta cinta de Spielberg es una
película de espías. Este género, el cine de espionaje, sobre todo centrado en
la guerra fría, parece no pasar nunca de moda, pero últimamente había entrado
casi en barrena y se había quedado en la cuneta del cine de segunda categoría.
Sin embargo con esta película Spielberg vuelve a poner a este género en la
cima, haciendo que esta cinta (sé que lo que voy a decir me tachará de exagerado,
pero es lo que pienso) pase a ser un clásico de este género.
La trama o
argumento de “El Puente de los Espías”
tampoco es demasiado complejo. De hecho la historia que se cuenta en la
película está basada en hechos reales. El hilo conductor de la película es la
tensión política, diplomática y militar existente entre los EE.UU. y la URSS
durante los años cincuenta y principio de los sesenta, es decir: la Guerra
Fría. La cinta comienza con la detención de un espía soviético, Rudolf Abel, en
territorio norteamericano y su posterior juicio. Para que este juicio parezca
legal y en el que se cumplen todas las leyes sin violar ningún derecho, el
gobierno americano designa al abogado James Donovan, interpretado por Tom
Hanks, y que a la postre es el protagonista principal de la película, para dar
asistencia legal y defender al espía, que acepta porque lo considera su deber y
su obligación, ya que todo ciudadano de los EE.UU., aunque no sea americano
tiene derecho a un juicio con garantías. Donovan es un hombre de principios y valores
firmes que pese a la oposición de la opinión pública, de su familia y del bufete
de abogados para el que trabaja defiende al espía soviético como si no fuera
tal cosa.
Esta podría ser
considerada como la primera parte de “El
Puente de los Espías”. Ya que durante la segunda parte de la película
entra en acción la parte soviética de la guerra fría, con la captura de un
joven piloto americano que es capturado durante un vuelo de reconocimiento del territorio
de la URSS. A partir de ese momento la película cobra un nuevo enfoque, ya que
se plantea el intercambio de prisioneros: los soviéticos quieren recuperar a su
espía, que por cierto no se ha quebrado en su lealtad al comunismo y no ha
hablado; mientras que los americanos, casi por un acto de hombría y honor
pretender recuperar a su piloto. Pero para complicar las cosas, ya que la vida
no siempre sigue un guión sencillo y fácil de interpretar, aparece un tercer
elemento que entrará en el canje: un joven estudiante americano capturado por
la RDA en Berlín durante los días de construcción del muro más miserable y
vergonzoso de la historia de la humanidad. Sin embargo las negociaciones para
el intercambio deben ser secretas y fingidas como algo no político entre dos
naciones que se odian a muerte, sino como algo más íntimo y personas. Y el
encargado de llevar a cabo dicha negociación desde Berlín en nuestro querido
abogado James Donovan (Tom Hanks). Hasta aquí voy a contar del argumento.
Pero “El Puente de los Espías” no es
simplemente una película más de espionaje. Va más allá. Esta película es cine
de verdad. Cine en mayúsculas. Cine de ese del que sales totalmente pletórico y
lleno de ilusión y de ganas de volver a ver inmediatamente sabiendo que
seguramente debido a la intensidad de la acción y la trama ha habido matices
que se te han escapado. Ni que decir tiene que la historia del último medio
siglo del cine tiene entre los más altos nombres célebres el de Steven
Spielberg, y eso será por algo. Como norma general a mí las películas de
Spielberg me entusiasman y entre mis favoritas hay varias que llevan su firma
desde detrás de las cámaras, y por ello es quizá que no sea totalmente objetivo
en esta crítica. Pero las cosas son como son y esta última película del Rey
Midas de Hollywood es de las mejores que ha hecho últimamente. Durante las más
de dos horas de metraje de la película en ningún momento sentí que la cinta se
me estaba haciendo pesada, aburrida o poco interesante. Se me pasó volado el
tiempo, como pocas veces me ha pasado en el cine. En ningún momento decae la
intensidad de la película.
Desde el primer
fotograma de “El Puente de los Espías”
se demuestra porqué Spielberg es quién es en Hollywood. Los primeros minutos de
la película son espectaculares. Apenas sin diálogos Spielberg cuenta una
historia y mete al espectador en la trama y en tensión y pone las primeras
piedras para mantener enganchados a los espectadores hasta el último segundo de
metraje. Pero no sólo es Spielberg quien consigue hacer de esta película la
joya que yo ya la considero. Tom Hanks está soberbio en su papel de abogado
idealista y firme en su ética y moral más personal. Es cierto que hay pocas
cosas que Hanks haga mal, o papeles en los que tenga una actuación mediocre,
pero en este en particular aporta al personaje una seriedad y una credibilidad
que pocos actores hubieran conseguido en su lugar; aparte de que llena la
pantalla cuando está en ella. Pero tampoco son solamente Hanks y Spielberg
quienes conforman esta película ya que a esta pareja de monstruos del cine se
suma otros dos personajes no menos celebres y celebrados, como son los hermanos
Cohen.
Joel y Ethan Cohen
no sólo se han encargado del guión de “El
Puente de los Espías”, sino que han logrado que una película de un
género tan concreto como el espionaje, con tantas normas, reglas y tradiciones,
parezca otra cosa muy distinta, casi una novela de John Le Carré o Graham
Greene, haciendo que algunos diálogos sean verdaderas obras maestras del cine.
Diálogos llenos de dobles intenciones, de profundidad y de mensajes morales y
éticos que parecen sacados directamente de algún archivo secreto de la Guerra
Fría. Pero no es así, ya que todo es inventado. Muy poco o nada se sabe de las
negociaciones que llevó a cabo Donovan para intercambiar al espía Rudolf Abel por
el joven capitán y piloto de avión de reconocimiento, por ello el guión de esta
película es para enmarcar. Probablemente no estarán nominados a ningún premio
ya que últimamente parece que Hollywood se ha cansado un poco de Spielberg y de
todo lo que toca, pero desde mi punto de vista, no solo el guió sino la
película entera serían merecedores de algún que otro premio.
No puedo decir
nada más. Soy incapaz de plasmar en palabras escritas las emociones que sentí mientras
veía “El Puente de los Espías”
y tras terminar la película. Sólo sé que es una película que recordaré durante
bastante tiempo. No tengo el carnet de visionario, pero creo que con esta cinta
Spielberg ha conseguido crear una verdadera joya, sino obra maestra, del cine
de espías. Hay muchos momentos dignos de mención en la película, sobre todo un
relativo al muro de Berlín y a los asesinatos que se producían en sus
inmediaciones, siempre en el lado comunista. Pese al tono positivo general de
la película, ya que la historia acaba bien, esta película no es tan benévola
con los EE.UU. como una se hubiera imaginado, sino que deja un poso de incomprensión
y de amargura por una época de la historia muy necia y sinsentido como la
Guerra Fría. Sólo puedo añadir que todo aquel que quiera disfrutar en el cine
debe de ir a ver esta película, sin duda alguna, ya que se encontrará con cine
del bueno, y añado algo más: los tráiler de la película engañan. Y por cierto
señor Spielberg, no se retire nunca por favor.
Caronte.
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