martes, 4 de octubre de 2016

Lectura crítica: "Los Herederos de la Tierra"

Hace 10 años un escritor desconocido hasta entonces en España, no porque su obra anterior fuera inferior sino porque no existía tal obra anterior, publicó una novela que en un abrir y cerrar de ojos se convirtió en uno de los éxitos editoriales más importantes de los últimos años en España. Ildefonso Falcones con su primera novela, “La Catedral del Mar”, logró el sueño de cualquier persona amante de las letras y que se imagina escribiendo un libro (a un servidor, que escribe esta reseña, le pasa por ejemplo): escribir el bombazo literario no ya sólo del año sino quizá de las últimas décadas. Pocos escritores logran un éxito tan rotundo, hablo en sentido general a lo largo de toda una vida, y mucho menos con una primera novela. Falcones lo hizo y desde entonces, y gracias al tirón de su obra prima, cada libro suyo se convertía en un verdadero acontecimiento que trascendía el ámbito de lo literario.

Pero un éxito tan contundente es único y pocas veces se puede repetir. Como he comenzado diciendo en esta reseña, hace diez años Falcones publicó “La Catedral del Mar”, y para celebrar ese aniversario redondo, hace unas semanas se ha publicado la continuación de aquella obra cuya historia se situaba en la Barcelona medieval de los siglos XIV y XV. En “Los Herederos de la Tierra”, Falcones retoma la historia que nos dejó en su primera novela, aunque no al uso, ya que esta es una segunda parte diferente a cualquier segunda parte de algo. Solo hay un nexo de unión entre las dos novelas y es que el protagonista de la primera, Arnau Stanyol, se convierte en mentor durante un muy corto periodo de tiempo del protagonista de la segunda, Hugo Llol. Y ya está, no hay más conexiones. Bueno, de hecho sí que hay más conexiones entre ambas novelas: Barcelona las une de nuevo.

Como pasaba en la primera novela con Arnau, en “Los Herederos de la Tierra”, Falcones recrea la vida de Hugo Llor desde que es apenas un chaval con ilusión de convertirse en mestre d’aixa, constructor de barcos en las Atarazanas Reales de Barcelona, hasta que es ya un adulto respetable y viticultor (el vino es también un personaje más de la novela ya que da alegrías y penas a todos sus protagonistas). Y como sucedía en la primera novela, Falcones durante las casi 900 páginas con las que cuenta el libro, narra las penurias, porque en el fondo solo hay penurias, de Hugo Llor.

La novela se estructura en cuatro partes en las que se presenta al lector un Hugo Llor diferente en cada una. Las vivencias, penurias, retos, riesgos, calamidades que se van sucediendo a lo largo de la historia van cambiando poco a poco a su protagonista, aunque siendo sinceros no tanto como sucedía en “La Catedral del Mar”. Solo hay penas y tristezas en “Los Herederos de la Tierra”, poco hueco ha dejado Falcones para las alegrías de verdad, las que suelen reconfortar el lector al saber que un personaje al que se ha cogido cariño y que sufre muchos tormentos por parte de otros personajes odiosos, sale resarcido al final. Creo que Falcones ha interpretado muy mal el porqué del éxito de su primera novela. En aquella primera obra Arnau Stanyol pasaba por situaciones muy, pero que muy complicadas que terminaban revolviendo el estómago del lector. Sin embargo en esta continuación, el lector, o al menos ese ha sido mi caso, termina revuelto pero por sobrecarga de penas.

Si en la primera obra de Falcones me entregué como un poseso a la lectura y no podía dejar de leer queriendo siempre aguantar una página más para saber qué le pasaba a su protagonista: en “Los Herederos de la Tierra” no he tenido en ningún momento esa sensación. El comienzo de la historia me ha parecido difuso, nada atrapante. El desarrollo de la trama con todas las penurias y maldiciones que Hugo va soportando desde que es apenas un niño y hasta la última de las páginas, termina siendo cansina, aburrida y pesada, por no decir que algunas de las cosas que le pasan a su protagonista de manera tan consecutiva resultan más que forzadas, y creo que eso es lo peor que le puede pasar a un libro que pretende ser, y que de hecho es, la continuación de una de las mejores novelas históricas de los últimos tiempos en España.

Una vez leída, “Los Herederos de la Tierra” pasa de ser una novela que pretende mucho, que ilusiona porque se anuncia como continuación de un libro que termina dejando poso en el lector, a una novela que acaba decepcionando. A mí me gustó mucho “La Catedral del Mar” y comencé su continuación con muchas expectativas, cosa que quizá no debería haber hecho ya que un libro no debe comenzarse nunca con ideas preconcebidas sobre él, pero tras llevar unas centenas de páginas ya supe que no iba a llegar ni de lejos a ser una novela del nivel de la primera. Y es una pena.

Lo que pasa es que el problema de “Los Herederos de la Tierra” no está en que sea simplemente una novela que no termina por enganchar sino que tiene una hermana mayor con la que todo lector la va a comparar. Y como se suele decir, las comparaciones son odiosas. Eso es lo que ha pasado. Eso es lo que me ha pasado. Pero en el fondo si “La Catedral del Mar” está siempre en la mente del lector de la última novela de Falcones es porque así se ha vendido. Y eso ha sido un error monumental. Nada tiene que ver una novela con la otra, sobre todo en calidad literaria y argumentativa. Tengo la sensación que esta novela se ha escrito simplemente porque se cumplían 10 años de la publicación de la primera, siendo algo forzado. Pero como todas las cosas forzadas nunca salen bien, esta no iba a ser una excepción. Si la primera novela de Falcones estaba llena de elementos que atraían al lector y le enganchaban constantemente sin excederse nunca con las penurias y los males que le sucedían a su protagonista; en esta última novela Falcones se excede en la utilización de los recursos que ya usó en la primera novela y falla estrepitosamente.

Si hay algo que puede salvarse en la novela es la propia Barcelona y algún que otro personaje más o menos secundario. Falcones conoce Barcelona y la ha estudiado para poder plasmar el espíritu de la ciudad durante un periodo de la edad media durante el cual, calles y plazas bullían de actividad y la Historia con mayúsculas se respiraba en el ambiente. Las descripciones de la ciudad y sus alrededores que Falcones da en “Los Herederos de la Tierra” permiten al lector imaginarse perfectamente tanto la geografía física como humana de una ciudad tan importante en aquella época como lo era Barcelona. Pero poco más puedo destacar de la novela, ya que ni siquiera la ambientación histórica resulta bien plasmada: es como si Falcones se fuera olvidando a medida que escribía de que estaba creando una novela histórica y de vez en cuando mete casi con calzador apuntes históricos lo suficientemente dispersos como para que el lector pierda el hilo de un periodo histórico más que interesante.

Los Herederos de la Tierra” peca de ser una novela escrita únicamente para conmemorar un aniversario, para venderla como continuación de un bombazo editorial, para hacer caja y ganar dinero. Y eso se nota. No se ve por ningún lado la frescura temática, la agilidad narrativa ni la profundidad de personajes que todos los que leímos hace diez años “La Catedral del Mar” recordamos con cariño. Quizá quien lea esta novela sin haber leído la anterior, porque se puede hacer perfectamente, sea capaz de encontrar algo interesante y sentir que está leyendo un muy buen libro con una muy buena historia. Yo no lo he sentido así, muy probablemente también porque siempre he tenido en mente aquella primera obra de Falcones que tanto cautivó a todo el mundo. Ha sido una pena de 900 páginas de lectura. Por mucho que lo diga el titulo de esta nueva novela de Falcones, nada se hereda de La Catedral del Mar”.


Caronte.

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