Que Ian McEwan es uno de mis referentes en la
literatura en ingles no debería ser una sorpresa para quien sigue de vez en
cuando este blog. Este no es el primero, ni probablemente sea el último,
artículo sobre un libro de McEwan que escriba. Desde que descubrí a este
escritor inglés han sido ya varios los libros escritos de su puño y letra que
he leído… yo todavía me quedan unos pocos. El libro que comento hoy lo adquirí
en una de las librerías más famosas e importantes de la capital británica,
Foyles, durante mi último viaje a esa urbe que está en mi corazón grabada con
pasión. Viaje por cierto que acabo con una maleta llena de libros, una docena
en total, de autores a los que llevo varios anos siguiendo y otros a los que
pretendo descubrir poco a poco. Antes de comenzar la crítica de la novela de
McEwan quiero comentar un hecho extraordinario que envidio muchísimo, y es que
en muchas librerías inglesas suele haber ofertas del estilo 3x2 en libros, cosa
que nunca he visto en España y que por desgracia no me asombra dado el general
y apático sentimiento hacia la cultura. Pero vayamos a lo que nos debe ocupar.
La novela que terminé de leer ayer es “Saturday”. Como se puede observar
el título a pesar de ser corto lo dice todo, o al menos debería ser así. Pero a
pesar de lo escueto del título, el libro esconde en sus páginas toda la
complejidad que envuelve los sentimientos y la vida del ser humano. Para ser
claros desde el principio, esta novela no tiene trama; aquí no hay que
descubrir ningún asesino, ni seguir las pistas de una muerte, ni enamorar a
nadie. En esta novela McEwan simplemente ahonda en lo más profundo de las
inquietudes humanas, en la felicidad y el amor, y en todo aquello que por
simple que parezca (hechos, palabras, encuentros fortuitos…) acaban por
trastocar nuestra visión sobre la vida y nuestra existencia.
Lo que podría ser un lastre para cualquier novela,
el no tener una trama definida, en “Saturday”
no es así. La novela es intensísima en su desarrollo y en sus páginas (no llega
a las 300) McEwan se nos presenta la vida de Henry Perowne, un neurocirujano de
prestigio con una familia ejemplar a la que ama, empezando por su mujer,
Rosalind, y siguiendo por sus hijos, Theo y Daisy. La historia se desarrolla
durante un sábado de 2003 en el que Londres está tomada por manifestantes
contra la Guerra de Irak. Para ese sábado el protagonista de la historia ha
preparado una serie de actividades ya que es su día libre, que tienen que
culminar en una cena familiar en la que su hija, prototipo de escritora, debe
reconciliarse con su abuelo materno, escritor consagrado. Hasta aquí algo casi
normal, por no decir anodino. Sin embargo, estos planes casi idílicos de una
familia de clase media-alta londinense se verán si no truncado, si modificados
por situaciones no esperadas que llevaran a la familia al completo, y a Henry
Perowne en especial, hasta sus límites, llegando incluso a cuestionar su vida
como hasta ese día la estaban llevando.
La novela se estructura en 5 partes en las que
Ian McEwan con calma pero sin pausa va desarrollando la historia que quiere
contar en “Saturday”. Y es en
este desarrollo donde la novela alcanza un nivel de maestría que pocas otras
novelas suyas tienen, a mi juicio claro. Para mi esta novela es la mejor que me
he leído de McEwan hasta la fecha. Su intensidad narrativa, que por momentos
hacía que me costara mucho dejar de leer para dormirme, es tal que la novela
tiene momentos realmente angustiosos para el lector. Cada una de las partes va
situando y metiendo al lector poco a poco tanto en la vida de la familia
Perowne, y especialmente en la de Henry y su relación con su mujer, sus hijos y
su suegro (con algún retazo de la relación que le une a su madre enferma de
demencia), como en la historia que se va creando en torno a ese sábado idílico
al principio, pero que poco a poco se ira torciendo.
Los personajes que Ian McEwan traza en “Saturday”, pese a que la propia
novela no es quizá lo suficientemente larga como para hacer una descripción y
caracterización profundas, quedan
claramente definidos para el lector. Así Henry queda retratado como un padre
que ama a su mujer y la desea como cuando la conoció, que adora a sus hijos
aunque a veces no los entienda y que es un gran profesional en el mundo de la
neurocirugía. Su mujer Rosalind es una mujer trabajadora quizá llena de miedos,
pero que los disimula con mucha decisión personal; Theo es un joven inquieto
que dejo sus estudios para ser músico y lo está logrando; y Daisy es una chica
muy delicada, con una sensibilidad especial para la poesía, don quizá heredado
de su abuelo materno. Esta es la familia Perowne, perfecta aparentemente, y
feliz. Sin embargo en la novela hay otro personaje crucial para la historia de
ese sábado y ese personaje es Baxter, un matón de mala calaña, que padece una
de esas enfermedades del cerebro que no tienen cura y que le lleva a sufrir más
de lo que él mismo cree.
Pero si algo tiene “Saturday” y sobre todo el estilo y la prosa de McEwan son
sus minuciosas descripciones. La novela está plagada de momentos en los que el
autor se recrea de manera magistral en describir una operación neuronal, un
partido de squash o simplemente como se hace un plato de comida. Esto es lo que
hace de esta novela algo especial. Estas descripciones no son para nada pesadas
sino que sirven para atar al lector a la historia y meterle dentro de la propia
mente de Henry Perowne para llegar a sentir como él y padecer como él. Además
nada de lo que McEwan incorpora a la narración de la novela es casual ni
accesorio, todo sirve para ambientar la vida de los Perowne para de lo
ordinario y normal hacer algo extraordinario. Hay que recordar que durante las
280 páginas de la novela solo discurre un único día, pero de tal intensidad que
bien podría haber sido toda la vida de esta familia acomodada.
Para rematar la novela la cuarta parte de “Saturday” es de esas narraciones
que por sí mismas deberían estar enmarcadas en un museo de la literatura. En
esas pocas páginas McEwan recrea una cena, una tarde, que empieza de manera
idílica, y acaba de manera abrupta poniendo en vilo al lector con una situación
que hizo que yo mismo me planteara dejar de leer por no encontrarme con un
desenlace que no me gustar por vil e injusto. Pero… No puedo contar más porque
destriparía el resto de la novela.
Quien no conozca a IanMcEwan y su obra tiene muchas
opciones para comenzar a hacerlo, pero yo personalmente recomiendo esta novela. Como ya he dicho, “Saturday”
es hasta la fecha su novela que más me ha gustado y atrapado, tanto por estilo
como por temática, a pesar, repito, de que no tiene una trama definida: McEwan
simplemente presenta al lector la vida y sus miedos e inquietudes, sus cambios
bruscos e inesperados, sus injusticias, sus complejidades y simplezas. Además
he de añadir, que este libro es uno de los mejores que me he leído este año y
eso que no han sido pocos los que han pasado por mis manos (y los que quedan
hasta que acabe este 2016 tan movido para mí). Han sido una semana de noches
muy intensas leyendo las páginas de esta novela y no queriendo dejarla y
deseando que llegara la noche siguiente para volver a leer.
Caronte.
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