Quien conoce mis
gustos literarios sabe perfectamente cuál es mi escritor en lengua inglesa
preferido. Sí, es John Le Carré. Desde que le descubrí gracias a mi profesora
de historia del instituto no he podido dejar de leer sus libros. Cada vez que
publica un libro nuevo me acerco a una librería a comprarlo. Incluso si tengo
que viajar al Reino Unido a por ese libro lo hago... Vale está bien, no soy tan
radical. Pero sí es cierto que su último libro, de memorias, lo compré durante
mi último viaje a Londres el pasado mes de septiembre. Pero no es de este libro
del que voy a hablar hoy aquí sino de su primera novela no de género que
publicó allá por 1971, hace 45 años que se dice rápido, cuando era ya todo un
aclamado escritor de novelas de espías, género del que sigue siendo el maestro
absoluto. La novela de la que voy a hablar también la compré en Londres y me
acompañó a Riad donde la empecé el mismo día que me liberaba de una prisión a
la que había entrado también voluntariamente. Esta fue la novela que me
acompañó durante el vuelo de vuelta a mi hogar en España.
Como ya he dicho “The naive and sentimental lover”
(o “El amante ingenuo y sentimental”, como sería su título en castellano), fue
la primera obra de Le Carré que no seguía los esquemas que hasta entonces
llevaban sus demás libros. En esta ocasión dejó a un lado el mundo oscuro y
nebuloso del espionaje, de los dobles juegos, del chantaje político, de la
hipocresía, del cinismo y de la traición para decantarse por una novela normal
y corriente. Aquí no hay espías del MI6 adictos a algún tipo de vicio, de
personalidades complejas y desarraigadas vidas. En esta novela el protagonista
es un exitoso hombre de negocios cuyo matrimonio hace aguas y que se ve envuelto
en una relación tormentosa y muy extraña con una pareja de excéntricos ingleses.
Así el
protagonista de “The naive and
sentimental lover” es Cassidy (Le Carré usa durante toda la novela el
apellido y no el nombre de pila). Cassidy como hemos dicho es un hombre exitoso
de negocios, pero su éxito acaba ahí. En el ámbito personal es una persona
bastante mediocre, o si no mediocre si lo suficientemente acomodada a su vida
como para no haber experimentado nunca nada más que aquello que tenía que hacer
en lugar de lo que quería. Al inicio del libro Cassidy buscando una casa para
comprar da con una pareja, Shamus y Helen (en este caso sí se usan los nombre
de pila), de excéntricos: él artista crítico con la burguesía y la gente
adinerada siendo en el fondo uno de ellos; ella una mujer de impulsos. Esa
pareja atrae desde el principio a Cassidy en muchos ámbitos. En ellos dos ve
una puerta de escape a su ingenua vida; una puerta que puede llevarte al mundo
de los sentimientos.
Durante toda la
novela Le Carré juega con estos tres personajes, sin descuidar otros muchos
relacionados con Cassidy: su mujer Sandra, sus hijos Hugo y Mark, su padre el
Viejo Hugo, su suegra, la niñera de sus hijos, sus vecinos y amigos, sus
compañeros de trabajo... “The naive
and sentimental lover” es casi una novela coral en la que cada
personaje tiene algo que aportar a la personalidad de Cassidy, a eso de lo que
sin saberlo muy bien quiere huir a toda costa. Pero es el triangulo sentimental
que forman Cassidy, Shamus y Helen el que teje toda la novela y el que hace
sentir al lector muchos y muy diversos sentimientos, algunos encontrados y
otros que muy probablemente nunca se ha planteado.
Este no es un
libro sencillo de leer – y mucho menos en inglés como yo lo he hecho, cosa que
no recomiendo a no ser que se esté seguro del nivel de cada uno – pero eso es
lo bonito de algunos libros. “The
naive and sentimental lover” es una novela muy compleja tanto por cómo
está escrita ya que Le Carré empieza en esta obra a utilizar sus magistrales
cambios de tiempo narrativo, sus saltos al pasado desde el presente de la
novela, y sus mareos constantes al lector que va leyendo como si de un
telegrama se tratase, mediante pequeñas dosis de la historia, que la hacen
avanzar a la manera de Le Carré. Y es que en esto de ir dando salto y
desconcertar al lector Le Carré es un maestro indiscutible y ostenta un trono
que muy difícilmente cuando falte podrá llenarse. Nadie como Le Carré sabe
jugar con una historia despiezándola y dejando poco a poco esas piezas para que
el lector, si es que es capaz de hacerse con esta forma de escribir, las junte
de nuevo en su cabeza e imaginación y de forma a la novela. No es una novela
fácil de leer, repito.
“The naive and sentimental lover”
como novela se estructura en cinco partes ambientadas cada una en un lugar:
Londres (en un par de ocasiones), Paris y un chalet en Suiza (¿es curioso que
Le Carré tenga un chalet también en suiza no? No, no lo es). Cada una de las
partes además se subdivide en capítulos y estos en narraciones telegráficas,
casi escenas de teatro independientes, que van dando forma a un libro que en su
conjunto es una obra total y completa de alta literatura. No faltan tampoco esas
frases que se quedan marcadas a fuego en la memoria y que terminan siendo esas
citas que de vez en cuando a uno le vienen a la boca. Una de estas frases, que
en la novela se repite mucho, es: “a un
hombre no se le juzga por lo que busca, sino por lo que encuentra”. Nadie
puede negar la fuerza en esta frase. Simple. Sencilla. Con una fuerza
impresionante. La misma fuerza narrativa que todas las páginas de la novela
emiten.
No voy a negar la
fuerza de esta novela. Ni tampoco puedo hacerlo siendo justo. Pero “The naive and sentimental lover”
a pesar de todo esto que acabo de decir no es para mí lo mejor de Le Carré.
Simplemente podría decir que es un puno de inflexión, que pocas veces ha vuelto
a producirse en la vida de este escritor. Supongo que esto se debe a que la
novela respondió a un impulso muy personal tras su divorcio de su primera
mujer. Por ello esta novela tiene muchos aspectos que guardan mucho paralelismo
con la vida real de su autor. El amor, la pasión, el deseo, la lujuria, las
dudas, los miedos ante lo nuevo, ante una vida jamás vivida, ante una vida
malvivida, hacen de esta novela una obra dura, a ratos triste a ratos
divertida, tierna en alguna ocasión, desconcertante muchas veces, reflexiva
casi siempre y que puede resultar desasosegante a aquellas personas que puedan
llegar a identificarse con Cassidy, el protagonista.
Sin embargo pese a
todo lo dicho de “The naive and
sentimental lover” no puedo recomendar esta novela. ¿Y por qué? Pues básicamente
porque estaría tirando piedras en el extraordinario tejado de la casa de la
literatura de John Le Carré. Esta novela está hecha para aquellas personas que
ya conocen a este maestro indiscutible de la literatura universal, cuya pluma será
muy difícil de reemplazar – por no decir imposible – el día que la vida se lo
lleve para que otros que ya no están lo disfruten en privado. Esta novela es
para esos lectores a los que les ponen, les excitan, los retos literarios; y
esta novela ante todo es eso: un reto de los que tras superarlo dejan muy buen
sabor de boca.
Caronte.
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