Cuando
no sé realmente qué leer después de volver la última página de un libro suelo
tirar de mis autores favoritos; solo cuando mi voluntad de descubrir nuevos
escritores es más fuerte, termino por lanzarme a comprar, generalmente de
segunda mano, libros de autores nuevos para mí. No ha sido este último el caso
que me atañe hoy porque tras terminar mi último libro decidí pasarme, y aun
teniendo libros por leer en mi casa, decidí acercarme por una de mis librerías
de segunda mano de cabecera para ver qué podía encontrar entre sus atestadas
estanterías con baldas combadas por el peso de la ingente cantidad de libros
apiñados en ellas. Como siempre me costó bastante decidirme por un libro, es
más estuve a punto de irme de la librería de vacío ligeramente decepcionado,
pero al final como casi siempre suele pasar terminé por decidirme entre uno de
los tres o cuatro libros que había preseleccionado para comprar. Y como no, fue
un de uno de mis autores favoritos. En este caso no decidí por arriesgarme a
descubrir un autor nuevo, ya que quería pasar un buen rato con alguien
conocido.
El
elegido fue Pérez-Reverte, escritor más que importante en nuestras letras, pero
últimamente bastante criticado por sus artículos más que sinceros y acertados
sobre la actualidad española, que más que criticados por su contenido lo son
por las verdades que en ellos se plasman y por no ser comprendidos por una
sociedad que hace tiempo perdió su capacidad crítica y de análisis objetivo de
las cosas. Y el libro elegido fue “El
francotirador paciente”, prácticamente su última novela publicada allá
por el 2013. Esta novela sin embargo, para los que solo les suena Pérez-Reverte
por su archiconocido Capitán Alatiste y sus novelas históricas de aventuras, es
una vuelta de tuerca (o tour de force
como dirían los más imbéciles intelectuales) en la bibliografía del académico y
periodista, ya que nada tiene que ver con sus libros anteriores.
“El francotirador paciente” es una
novela ambientada en el presente, no en la época contemporánea sino en plena
actualidad mundial, en pleno siglo XXI, en pleno corazón de la vida urbana y
urbanita. De título sugerente, aunque quizá equivocador, ya que si alguien
pretende saber de qué va la novela solo por dicho título muy probablemente se
quede estupefacto al ir leyéndola y darse cuenta de que por ningún lado aparece
ningún francotirador, y por tanto lo que a primera vista podría haberse creído
como novela de guerra (como algunas de Pérez-Reverte), no es ni de lejos nada
parecido. Para explicar el título quizá haya que irse al protagonista de la
novela, cuyo pseudónimo es lo único que sabemos de él como nombre; dicho
pseudónimo es Sniper (francotirador
en inglés), nombre que al mismo tiempo sirve de firma para sus obras de arte
callejero, o graffitis, que en definitiva es de lo que va esta novela.
No
sé qué llevaría a Pérez-Reverte a escribir una novela tan alejada,
aparentemente, de sus anteriores obras y libros, y escribir “El francotirador paciente”; lo
que sí sé es que con este libro Reverte demuestra que es capaz no solo de
recrear el Siglo de Oro español como nadie antes lo ha hecho, haciéndolo más
que atractivo para los lectores del silgo XXI (y también del XX), sino que es
capaz de volver al presente e introducir al lector en uno de los mundos más
oscuros y desconocidos por ilegal como es el del arte urbano, arte callejero, o
vandalismo, según quien observe las pintadas sobre fachadas, trenes,
gasolineras, o edificios medio en ruinas.
Para
centrarnos un poco más en la novela, “El
francotirador paciente” trata de la búsqueda de Sniper, el siempre
presente pero a la vez ausente y huidizo protagonista real de la historia, por
parte de una especialista en arte callejero llamada Alejandra Varela, que al
mismo tiempo es voz y parte de la trama, ya que Pérez-Reverte narra en primera
persona la historia en la voz de una mujer activa, joven, con carácter y
lesbiana (señalo este último aspecto no por nada en especial, sino porque creo
que es de reseñar ya que es la primera vez que leo un libro en el que la
principal voz femenina es abiertamente homosexual). Sin embargo lo que al
principio no es más que una búsqueda profesional encargada por un prestigioso
editor de libros de arte para quien trabaja Alejandra, quien también tiene un
pseudónimo que es LEX, se va demostrando que es mucho más que un simple
trabajo. Así la persecución guiada por los grafitis y los retos que va
proponiendo Sniper a lo largo de varias ciudades de Europa (principalmente
Italia), se convierte en algo más: una búsqueda personal azuzada por el
recuerdo, el amor y quizá también el resentimiento hacia una persona que lucha
cínicamente contra un sistema podrido. No puedo dejar de mentar aquí también un
aspecto de la novela que se añade a esta trama principal, y es que no sólo LEX
persigue a Sniper, sino que también hay unos matones a sueldo de un gran
empresario cuyo hijo muere haciendo uno de los retos propuestos por Sinper para
desafiar al sistema.
Con
estos ingredientes “El francotirador
paciente” es una muy entretenida novela en la que hay tantas aventuras,
tanto suspense, y tantas sorpresas como en las más típicas novela revertianas.
Podría decir que este libro es el menos revertiano, pero al mismo tiempo el que
más realmente tiene de Pérez-Reverte y de su ironía mordaz y socarrona que
tanto plasma en sus artículos y que tan mal se comprende en las redes sociales
debido fundamentalmente, creo yo, a la falta de comprensión lectora, a la falta
de educación en pensamiento y visión crítica de la vida, y sobre todo a la
falta de sentido del humor. No faltan en las páginas de esta novela frases y
comentarios, en varios personajes pero quizá sobre todo en Sniper, que
recuerdan a Pérez-Reverte, contra el sistema preestablecido y aceptado sin más,
sin crítica y sin juicio de opinión. Muy mordaces son sobre todo los
comentarios que en varios momentos se vierten contra el mundo del arte, y
también aquellos que dejan ver la hipocresía general de la sociedad y su falta
de juicio y crítica, como ya he dicho.
Para
terminar, creo que “El francotirador
paciente” es quizá una buena novela para empezar a descubrir a Arturo
Pérez-Reverte, ya que como casi todas sus novelas, esta se lee de manera rápida
y sencilla, y gracias a un argumento bastante atractivo y contemporáneo que
siempre está de moda (ya que parece inspirado en el Bansky inglés) el lector
que quiera sumergirse en el mundo literario de Reverte encontrará un libro
sumamente entretenido, con momento de humor e ironía, pero también más serios,
con las siempre permanentes reflexiones que Reverte deja caer como si nada y
hacen que el lector también reflexione de manera compleja sobre temas actuales
que aunque latentes siempre están presentes. No es la obra cumple de
Pérez-Reverte, pero como digo este libro contiene todo lo que la literatura de
Reverte significa, y por ello mismo me ha gustado bastante y me ha sorprendido
gratamente.
Caronte.
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