Creo que con este
libro me he vuelto a reecontrar con mi escritor en español favorito después de
que su última novela me resultara más pesada de lo habitual y sobre todo menos
interesante y adictiva que el resto de su obra. Javier Marías no me suele
fallar, sobre todo con sus novelas de madurez, ya que con sus primeras obras no
me dice nada, pero con la anterior a esta quedé bastante decepcionado, ya que
esperaba con ganas poder leer algo reciente suyo; más aun teniendo en cuenta
que empecé a leerle tardíamente, concretamente después de que ganara notoriedad
al rechazar el Premio Nacional de Narrativa por “Los enamoramientos”. Sin embargo como he dicho esa penúltima
novela no me gustó especialmente y la encontré más bien aburrida y sin interés
real, ya que sus temas de siempre y su prosa se habían vuelto quizá demasiado
impostados para resultar atractivas al lector. Desde luego a mí no me lo
parecieron. Por eso esperaba con agua de mayo esta nueva novela de Marías tan
aclamada por la crítica (cosa que al principio me hizo recelar).
“Berta Isla” es una de esas
novelas en las que la trama es algo secundario en favor de una prosa, un estilo
y unas reflexiones tan elaboradas, perfectamente argumentadas y encajadas en
las personalidades de los personajes que hacen que el lector se sumerja en
ellas y quede hipnotizado. Y sin embargo y a diferencia de la mayoría de
novelas de Marías, en este caso aunque la trama es un elemento secundario, es
un secundario de lujo como se diría en el cine. En esta novela la trama sí es
un elemento diferenciador y de enganche con el lector.
Rompiendo con lo
que nos tiene acostumbrado Marías ha titulado esta novela con el nombre de su protagonista,
Berta Isla, en vez de hacerlo con una cita de Shakespeare. Ese elemento
diferenciador es el que continúa en toda la novela haciendo de “Berta Isla” una novela más de Marías
y a la vez una novela única dentro de su obra. Al más puro estilo Marías esta
novela se vuelve a centrar en unos ambientes, unos lugares y unos personajes
(secundarios en este caso) muy familiares para el lector que sigue la obra de
este eterno candidato al Nobel. Oxford vuelve a ser un elemento fundamental en
la novela, su ambiente clasista, estirado, académico y melancólico. Aparecen en
la novela y son elementos fundamentales en la trama Peter Wheeler y Bertram
Tupra dos nombres que a los que llevamos ya años leyendo a Marías nos suenan
bastante.
Y sin embargo a
pesar de romper en parte sus tradiciones, Javier Marías sorprende al lector con
una novela en la que vuelven a estar presentes temas de siempre en su obra. La
imposibilidad de saber y conocer nada ya que todo se nos cuenta o todo lo
leemos u oímos por terceras personas. La soledad que conlleva hacer lo que uno
considera que por su honor está obligado a hacer. El paso del tiempo y el
marchitamiento que ello conlleva. “Berta
Isla” es una novela como todas las de Marías y a la vez muy diferente.
La trama principal
de “Berta Isla” gira en torno
a la protagonista y narradora de gran parte de la historia de las ausencias, y desaparición
o casi desaparición o larga ausencia de su marido Tomás o Thomas o Tom
Nevinson. Nevinson en reclutado, no sin usar todos los medios de los que tienen
a mano, durante su último año en Oxford por los Servicios Secretos dado su
grandísimo don de lenguas e imitación de acentos. En ese momento la relación
que empezaba con Berta Isla y que tan bien pintaba empieza a enrarecerse. Tom
tiene que engañar a su mujer diciéndole que hace cosas que no hace, o que no
hace lo que hace, o que hace sin hacer, o simplemente guardando silencio con lo
que Berta puede elucubrar cientos y cientos de opciones diferentes y teorías y
justificaciones para tantas y tan largas ausencias.
Nunca se sabe a lo
largo de toda la nove qué hace Tomás Nevinson, o qué deja de hacer, o qué no
hace. Es Berta Isla la que nos va guiando a través de todas esas ausencias, a
lo largo de 20 años de su vida en la que Tomás no es más que una sombra de sí
mismo, no por no parecerse a la persona de la que se enamoró sino que como una
sombre solo está cuando hay sol, siendo la vida de ambos una sucesión
interminable de días nublados. “Berta
Isla” es una novela sobre las ausencias y sobre cómo debemos vivir con
ellas si es que somos capaces de asumirlas como algo normal no siendo normales
o sin tener explicaciones de por qué se ha de ausentar uno teniendo una vida
plena, o supuestamente plena.
En “Berta Isla” Javier Marías vuelve
a ser ese escritor que me dejó totalmente boquiabierto y enamorado en la
trilogía de “Tu rostro mañana”,
libro con el cual esta novela tiene ciertas reminiscencias tanto temáticas,
como argumentales, como de personajes. No voy a negar que la prosa y el estilo
de Marías son a veces densos, pero es esa densidad, esa cierta musicalidad y
ritmo, los que me hacen que al leer alguno de sus libros, y con este me ha
pasado, me sienta mecido como en un barco en mitad de un océano o sumergido en
las profundidades del mar dejándome llevar por la historia, sus personajes, sus
reflexiones, sus desgracias, desdichas y pasiones.
Aunque Marías no
ha querido reconocer “Berta Isla”
como una novela de espías, y canónicamente no lo es, mucho tiene que ver este
libro con las grandes novelas del género. Leyendo este libro a veces he tenido
la sensación de que leía a John Le Carré, o quizá sería más conveniente decir a
Graham Greene, por su alta carga reflexiva sobre ciertos asuntos profundos y de
trascendencia vital. Clarísimas son las influencias de la novela anglosajona, y
clarísimos los guiños a toda esa cultura de la que Marías es tan “fan”, por
decirlo de alguna manera. Como buen traductor y profesor universitario, toda la
novela está plagada de referencias al idioma inglés y a citas de autores en ese
idioma (Dickens, Shakespeare, T.S. Eliot…); algo que los que solemos leer a
Marías vemos casi como una tradición.
No quiero dejar
pasar la oportunidad de señalar que “Berta
Isla” además es una novela en la que Marías ha mezclado magistralmente
la tercera persona al hablar directamente de la vida de Tomás Nevinson, con la
primera cuando es Berta Isla la que narra las ausencias de su marido y su vida
con y sin él y en el fondo con él siempre presente. Tampoco quiero dejar de
mencionar a Peter Wheeler, ya que para mí es el mejor personaje que a día de
hoy hay en la literatura en español, y del que si puedo este año en la Feria
del Libro hablaré con Marías para ver si tiene pensado darle más voz en alguna
novela, ya que para mí encarna a la perfección a ese personaje de novela de
espías inglesa: misterioso, clasista, ambiguo, directo, claro, inteligente,
irónico.
Para terminar y no
enrollarme más solo diré que “Berta
Isla” es para mí, y casi sin ninguna duda, la mejor de las novelas de
Javier Marías. Y si no lo es al menos es de las que más me han llegado y
entretenido. Además está exquisitamente escrita, la trama es muy atractiva y
adictiva ya que siempre está envuelta en el misterio como todo aquello que no
está claro o no se sabe o no se puede saber, y el personaje de Berta Isla es
una delicia para cualquier lector, ya que termina uno empatizando con ella. Y
por cierto ojo con las últimas ciento y pico páginas en las que todo empieza a
dar giros que ya no se esperaban y resurgen nombres enterrados, o que se creían
bajo tierra.
Caronte.
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