Estaba en Polonia,
concretamente en Breslavia, en una cafetería frecuentada por estudiantes y
gente joven, tomándome un té con un pedazo de tarta de queso, mirando el móvil,
Twitter, cuando me enteré de que los nominados al Man Booker International de
este año incluían 4 novelas en castellano, 3 de ellas escritas por autores
españoles. Una de esas novelas fue esta que voy a reseñar hoy y que desde esa
tarde en Breslavia decidí que compraría y leería. Posteriormente este penúltimo
libro de Muñoz Molina paso la primera criba de los jueces del prestigioso
premio inglés y llegó hasta la final. Hace apenas un par de días se falló el
premio, pero por desgracia no puedo añadir que el hecho de que esta novela
ganara ya que al final no fue así. A pesar de esto, he de decir que no olvidaré
nunca el impulso que me llevó a leer esta novela que al principio cuando se
publicó no entraba en mis planes por considerarla alejada de la ficción
narrativa que tanto me gusta de Muñoz Molina.
“Como la sombra que se va” no es
una novela al uso en la obra de Antonio Muñoz Molina. En esta ocsaión no hay
personajes ficticios, ni tramas inventadas, ni ecos de Mágina por ningún lado.
Todo en esta novela es real: las dos novelas en una que conforman este libro
son un ejercicio de maestría narrativa digno de muy pocos escritores contemporáneos.
Por un lado, tenemos la historia del asesino de Martin Luther King, su vida,
sus obsesiones, su huida de Memphis y de EE.UU., su paso por Lisboa, su
arresto. Por otro, tenemos al mismísimo Muñoz Molina abierto en canal,
plasmando en papel su vida durante los meses que le llevó escribir su primer
gran éxito literario como fue “El
invierno en Lisboa”, novela que consiguió dos de los principales y más
prestigiosos premios literarios de este país.
No hay ficción en “Como la sombra que se va”, o al
menos no la hay en el sentido estricto de la palabra. Obviamente Muñoz Molina
no puede saber qué pensaba, en qué reflexionaba, qué agobiaba, o a qué temía
James Earl Ray, el asesino (o quizá magnicida según se considere la importante
de entonces) de Luther King la tarde del 4 de abril de 1968, pero es en esa
fabulación, en ese ejercicio de mimetismo con la mente de un perturbado como la
del asesino protagonista de esta historia donde radica gran parte del interés
de esta inmensa novela. Todos los pasos que da Ray, todas las cosas que lleva
encima, los lugares que visita, las personas con las que se cruza son reales y
Muñoz Molina, con una obsesión compulsiva de escritor, desgrana poco a poco
toda la personalidad de James Earl Ray hasta parecer que es él mismo quien está
escribiendo y no es autor ubetense.
Tampoco hay ficción
en la otra parte que conforma “Como la
sombra que se va”. Y es que Muñoz Molina, por decirlo usando un tópico
típico, se desnuda ante los lectores y nos cuenta cómo fue todo el proceso que
le llevó a fraguar y escribir “El
invierno en Lisboa”. Así los que llevamos ya tiempo leyendo a Muñoz
Molina podemos observar al escritor ubetense más de cerca y conocer cómo es el
proceso de creación literario. Todo empieza por una obsesión, una historia que
contar y qué no se sabe muy bien cómo comenzarla. Luego viene la escritura y el
verse desbordado por una historia que quizá no termina de encajar bien del todo
tal cual estaba planeada. Por último, viene reencontrarse con uno mismo y
encauzar obsesiones, aplacar miedos y encontrar ese lugar que permita que todo
encaje. Ese lugar es Lisboa.
Es Lisboa en nexo de
unión entre las dos historias que Muñoz Molina plasma en las páginas de “Como la sombra que se va”. Lisboa
es el origen de la obsesión que lleva a Molina a indagar en la vida de James
Earl Ray y a recordar al mismo tiempo sus propias obsesiones con esa ciudad que
a la postre se convirtió en el escenario de su novela más premiada hasta la
fecha, la que le dio fama y prestigio, y la que le permitió dejar su trabajo de
funcionario para poder dedicarse a la profesión que de verdad quería: ser
escritor.
La manera en la que
Muñoz Molina se ha mostrado a sus lectores en “Como la sombra que se va” es digno de admirar. Por así
decirlo se ha hecho una autopsia a sí mismo, se ha diseccionado, se ha desnudado
íntegramente para mostrar toda la verdad, toda la intensidad, la pasión, las
obsesiones, los miedos y temores, todos los sentimientos intensos que la
literatura es capaz de producir. Muñoz Molina lleva en la sangre toda la pasión
literaria de sus lecturas, de sus autores preferidos, y en este libro usa por
tinta esa sangre, logrando con ello construir una novela, una obra narrativa,
extraordinaria, de una belleza narrativa increíble y de una sinceridad
apabullante.
Como dije al
principio “Como la sombra que se va”
a priori no era un libro que me llamara la atención cuando salió allá por 2016,
básicamente porque la mezcla de ficción y realidad, o simplemente la realidad
ficcionada, no es algo que me llame la atención, y mucho menos la ficción
autobiográfica. Vamos que este libro tenía todo para no gustarme y, sin
embargo, ha sido una de las lecturas más intensas, más interesantes y más
enriquecedoras que he hecho en los últimos meses. Y todo gracias a que una tarde
en Breslavia tomando un té y un trozo de tarta solo en una cafetería me dio por
mirar el móvil mientras enfriaba el té y topé con la noticia que he citado al
principio sobre el MBI Prize. Probablemente el cómo decidí leer este libro sea
una de esas historias que siempre vaya a recordad, y eso también es algo que
agradeceré siempre a esta novela y a Muñoz Molina.
No voy a decir que “Como la sombra que se va” es un
buen empiece para acercarse a la obra de Muñoz Molina porque al menos para leer
esta novela habría que leerse “El
invierno en Lisboa” ya que como he dicho una parte de esta novela trata
sobre el proceso de escritura de aquella obra. Lo que sí puedo decir es que
esta obra es quizá uno de los ejercicios de sinceridad literaria más profundos
e intensos de los últimos años, y de los más interesantes que haya leído en mi
vida. No puedo más que sentir un profundo aprecio por Muñoz Molina y un sincero
agradecimiento por un libro en el que se plasman ante todo las filias y fobias
de todo escritor que ve, oye, huele y siente la literatura como si fuera una
parte esencial de su vida. Esta es una obra soberbia de narrativa que muy
probablemente no deje indiferente a nadie que la lea y que seguro queda en la
memoria mucho después de haberla leído.
Caronte.
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