En un mundo en el
que las mujeres son un poco más que la mitad de la población era y es
incomprensible que yo lea en un 90% de los casos a escritores en lugar de
escritoras. Este es un dato, y sí, es un dato que me avergüenza como persona y
como lector a partes iguales. Por esta razón me he decidido a leer mucho más a
autoras en los próximos meses para ponerme al día, y a incorporar la literatura
escrita por mujeres a mis hábitos de lectura en los próximos años, porque es
incomprensible que no haya leído más novelas escritas por mujeres. Más
incomprensible es quizá que solo pueda citar entre las mujeres a las que he
leído a un puñado de ellas, tan pocas que me sobrarían dedos de las manos para
nombrarlas. Para solventar esta enorme laguna (casi un agujero negro en mi
reputación lectora) la semana pasada me acerqué a mi librería favorita de
segunda mano para echar un vistazo principalmente a libros de escritos por
mujeres; de ese vistazo largo que di resulta la crítica de esta novela.
Josefina Aldecoa
fue una de las grandes damas de las letras españolas y como casi siempre suele
pasar es nuestra querida España, tras su muerte cayó en el olvido salvo para
los mismos de siempre: bibliófilos empedernidos amantes de los libros y la buena
literatura. De entre los varios libros que podría haber elegido, me decidí por
“Historia de una maestra”, en
primer lugar y siendo sinceros porque no es un libro muy extenso (apenas 230
páginas), pero también porque leída la sinopsis me interesó mucho. Tras su
lectura puedo confirmar que una vez más mi instinto ha vuelto a ser certero y
no puedo estar más que orgulloso de la decisión que tomé.
“Historia de una maestra” es como
su propio nombre indica la historia de Gabriela, una maestra que recibe su título
a principios de los años 30. Ya desde ese principio el planteamiento de la
novela es de una fortaleza soberbia ya que en una España de provincias,
agrícola, rural y analfabeta que una mujer estudiara para ser maestra es toda
una declaración de intenciones. Josefina Aldecoa a partir de ese planteamiento
narra la historia de superación de esta joven maestra que intenta por todos sus
medios y de la mejor forma que sabe transmitir a sus alumnos allá donde sea las
ganas de aprender y planta en ellos la semilla del conocimiento.
La novela se
divide en tres partes bien diferenciadas. En la primera de ellas Gabriela narra
cómo decidió estudiar para maestra y cómo una vez consiguió el título estuvo
vagando por diferentes escuelas haciendo sustituciones hasta que al final hace
el examen para conseguir plaza fija en la escuela que elija. Su elección es
Guinea, antigua colonia española. Para mí esta primera parte de “Historia de una maestra” es la
más interesante por ser la más exótica, la que muestra realmente la valentía de
las mujeres que son siempre las que mueven el mundo aunque los hombres siempre
hayamos querido fingir que éramos nosotros. En Guinea se enfrentará al clasismo
y al racismo entre blancos y negros en un mundo exótico donde cada día es una
aventura. En Guinea conocerá a un médico de color con quien tendrá una relación
muy estrecha que le marcará toda su vida. Y en Guinea contraerá la enfermedad
que hará que Gabriela tenga que volver a España para recuperarse.
Las otras dos
partes en que se divide “Historia de
una maestra” se desarrollan en España, entre las provincias de León y
Asturias, en pueblos pequeños, atrasados, llenos de cuchicheos, supersticiones,
en los que la Iglesia tiene un poder absoluto, en el que los señores de las
tierras gobiernan como quieren, en los que la ignorancia y el analfabetismo son
el día a día. Así, Gabriela se casará con Ezequiel, otro maestro de provincias,
y tendrán una hija, Juana, y los tres vivirán momentos importantes de la
historia convulsa de los años treinta españoles: la llegada de la República, la
Revolución minera de Asturias del 35 y la sublevación militar del 36.
Podría parecer que
en una novela como “Historia de una
maestra” de apenas 230 páginas como dije al principio no caben tantos
acontecimientos. Y sin embargo Josefina Aldecoa logró aunarlos todos y narrar
una historia de superación en la que los miedos, los retos, la fuerza y el amor
a una profesión y a unos ideales de progreso mueven a una mujer valiente a
demostrar que la fuerza no está en el sexo que se tenga sino en la voluntad por
cambiar las cosas que uno posea. Gabriela es una mujer fuerte, decidida, que
ama su profesión, con unos ideales muy avanzados para su época, que tiene que
luchar no solo para sacar adelante a su familia, sino para educar a chicas y
chicos que tienen sobre su espalda el peso de la tradición y el pasado atrasado
en el que están.
“Historia de una maestra” no es
una novela feminista ya que en ella no se muestran mujeres sobrenaturales,
heroínas que se enfrentan a agravios comparativos, sino una sola mujer normal y
corriente, que quiere que las cosas cambien en su entorno, que quiere que sus
ideales se cumplan para que así todo pueda mejorar. Tampoco, y pese a todos los
acontecimientos históricos que roza, tampoco es una novela histórica ya que
esos acontecimiento no sirven más que para contextualizar la historia de
Gabriel y con ella la de Ezequiel, sus padres y sus amigos, vecinos y
compañeros. Esos acontecimientos son los que muestran el atraso de una sociedad
lastrada por la religión, sometida por los terratenientes e inútil
políticamente hablando.
Con todo lo
anterior, y como remate, no puedo más que decir que “Historia de una maestra” has sido uno de mis mayores
descubrimientos literarios. Tras la lectura de esta novela sé que quiero seguir
leyendo a Josefina Aldecoa, y también que quiero seguir descubriendo grandes
escritoras parecidas a ella y que en la historia de la literatura, española y
universal, hay aunque yo haya sido tan imbécil de dejarlas de lado muchos años
centrándome en una literatura masculina pensando que las novelas escritas por
mujeres siempre versarían sobre los mismos temas. Error monumental. Por suerte
creo que voy a empezar a revertir esta gran metedura de pata. Por ello animo a
todo el mundo a descubrir no solo esta novela sino también a su autora que
seguro que tiene mucho que aportar a un buen lector.
Caronte.
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