miércoles, 12 de septiembre de 2018

Lectura crítica: "Territorio comanche"


La reseña de hoy tendría que haberla hecho hace unos cuantos meses, quizá por abril. El libro que durante el día de ayer devoré como si no hubiera mañana tendría que haberlo disfrutado hace tiempo y me debería recordar además la presencia en mi vida de una persona, un amigo. Sin embargo, este libro en lugar de recordarme una presencia me ha recordado una ausencia. Alguien debería haberme regalado este libro en lugar de haberlo comprado yo de segunda mano por tres euros en una librería recién descubierta tras una larga espera y una ardua caza del mismo ejemplar. Pero es lo que tiene el destino, la vida, las personas… Lo que pensamos que podría y quizá debería ser, casi nunca termina siendo. Lo único que no creo que no hubiera cambiado si la lectura hubiera tenido lugar en abril son las buenas sensaciones y lo mucho que he disfrutado de este libro durante las apenas dos horas de lecturas que me llevó acabarlo quedando totalmente agradecido a Pérez-Reverte por haberlo escrito hace 25 años.

Llevaba tiempo queriendo leer “Territorio comanche”, prácticamente desde que leí hace un par de años la magistral novela “El pintor de batallas”, también de Arturo Pérez-Reverte. Por hache o por be, o simplemente porque me parece un poco robo pagar por un libro de apenas 130 páginas los ocho o nueve euros que cuesta en formato bolsillo, he ido retrasando su lectura hasta ahora. Retraso aún más largo debido a la ausencia de una persona desde hace unos meses en mi vida. Por suerte, la semana pasada di con esta novela y ayer la leí de principio a fin disfrutándola como llevaba tiempo sin disfrutar de una lectura.

En esta pequeña e intensa novela Pérez-Reverte nos presenta a un par de compañeros periodistas, un reportero y su cámara, trabajando en la Guerra de los Balcanes. Estamos en los años noventa, mediados, y los nombres de lugares que aparecen en la novela son todos reales, existen, pueden ser pisados. Los nombres de los protagonistas son inventados pero seguro que detrás tienen dos esqueletos reales, dos voces roncas quizá, dos mentes ágiles aún, dos espíritus sobreexpuestos a la vida probablemente. Y sin embargo “Territorio comanche” no es una novela de guerra al uso.

La manera en que “Territorio comanche” está narrada hace que el hilo principal de la novela quede en un total y absoluto segundo plano. Las anécdotas, reales o no (solo Pérez-Reverte lo sabrá, aunque por el tono que en el libro se usa me da que hay más de verdad que lo que una novela al uso tendría), hacen que seguir lo que la pareja de periodistas buscan y pretenden contar sea simplemente una excusa para hacer ver al espectador lo que es una guerra de verdad y lo que era el oficio de periodismo.

Guerra y periodismo se dan la mano en “Territorio comanche”. No hay que olvidar que Pérez-Reverte fue corresponsal de guerra de TVE en multitud de conflictos armados, entre ellos el de los Balcanes, su último destino de hecho. Obviamente sabiendo esto de Pérez-Reverte es inmediato pensar que esta novela es más que una simple narración con altas dosis de ficción. Los recuerdos que los protagonistas evocan traen al lector nombre reales, de periodistas conocidos por todos, corresponsales internacionales de gran prestigio. Además las anécdotas no se ciñen únicamente a escenas de guerra en los Balcanes sino en otros muchos escenarios, y no solo a escaramuzas sino también a la vida cotidiana de los periodistas, a cómo es la vida de un corresponsal de guerra, en los hoteles, en los coches, en los aeropuertos.

Quienes seguimos a Pérez-Reverte y conocemos un poco su trayectoria sabemos cómo es, cuán mordaz es su sentido del humor, cuán irónico es hablando en muchas ocasiones y cómo de sincero puede llegar a ser. En “Territorio comanche” y aunque pretenda ser un novelista más no lo es. En cada frase, en cada comentario puesto en boca de alguno de los personajes, en cada recuerdo está detrás la voz inconfundible de Pérez-Reverte. Quizá esta sea su novela menos novela y se acerque más a una memorias camufladas de ficción para no terminar de herir sentimientos. De hecho hasta él mismo es parodiado y vilipendiado en una frase demoledora en la que se califica a sí mismo de fulano.

A diferencia de “El pintor de batallas”, “Territorio comanche” es una novela mucho más cruda en la que la guerra en todas sus facetas y puntos de vista es la protagonista, o mejor dicho, es el ser humano, el hombre, el que a través de su brutalismo y desgarro protagonizan la novela. No ha moralismo en este libro. Pérez-Reverte no pretende dar una lección sobre cómo es y cómo debería ser el hombre, y además está muy lejos de hacerlo. En las páginas de esta novela simplemente hay descripción de hechos tal y como son entre bombas, polvo y escombros, y es el lector el que debe de sacar las conclusiones, sobre todo en esos pasajes en los que uno debe apartar la vista de la novela para digerir lo que ha leído.

Quizá “Territorio comanche” sea la novela de Pérez-Reverte que más me haya gustado y más me haya entretenido a pesar de su absoluta crudeza. También creo que este libro es perfecto para meterse en la obra de Reverte y no sólo para ello, ya que también es el medio perfecto de conocer cómo es este escritor tan polémico a veces por decir las cosas como las piensa sin tener que dar explicaciones a nadie. Quizá todos los críticos del cartagenero deberían leer más sus novelas para darse cuenta de que lo que Pérez-Reverte ha visto el común de los mortales no lo vamos a ver y que lo que dice lo hace sin pensar en el qué dirán que tantas veces impera en nuestra, cada vez más, mojigata sociedad. No me queda más que decir que a pesar de la ausencia que esta novela a nivel personal me ha recordado es una gran obra literaria. Pasen y lean.

Caronte.

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