Quien me conoce
sabe que no solo soy un apasionado de la lectura, la literatura y los libros,
sino que también soy un gran amante de la cultura e historia británicas, para
lo bueno y para lo malo. Desde que hace ya doce años, allá por el 2006 cuando
yo contaba con unos bien lozanos 15 años, viajé por primera vez al extranjero,
concretamente a Londres, quedé totalmente prendado por esa inmensa e
inabarcable ciudad de ciudades y todo lo que representaba: cosmopolitismo,
modernidad, tradición, pompa, circunstancia… Y con ello amo también su
literatura, probablemente la cuna de la novela moderna, con autores de la talla
de Dickens, Austen, Bronte, Greene, Le Carré y tantos otros. Y hoy me toca
hablar de una de esas grandes novelas que han fijado en el subconsciente de los
grandes lectores el concepto de clase inglesa, de flema británica, de clasismo
inglés; vamos una novela 100% british
en la que cuenta más la ambientación que la trama, al menos desde mi punto de
vista, pero que me ha resultado de lo más enriquecedora.
Cuando uno empieza
a leer y se va poco a poco empapando de literatura en mayúsculas llega el
momento en el que empieza a buscar lecturas, a bucear por la red, a relacionar
autores y novelas. Gracias a esto uno va guardando en su archivo mental de
libros y autores títulos y nombres. Uno de esos nombres que tenía en la cabeza
era el de Evelyn Waugh (puede parecer el nombre de una mujer, pero es un
hombre; del apellido mejor no hablar porque es impronunciable) y la novela “Retorno a Brideshead”.
Waugh es
probablemente uno de los autores ingleses más respetados del siglo XX y su
estilo uno de los más limpios y puros. “Retorno
a Brideshead” es quizá su novela más famosa por las dos grandes
adaptaciones a la gran pantalla (la serie de 1981 y la película de 2008). Pero
esta novela no es solo una de las más importantes de Waugh, sino quizá también
de la literatura inglesa ya que es un retrato fiel aunque irónico y mordaz de
la época de transición entre las dos Guerras Mundiales que desdibujó el estilo
de vida y la forma de concebir la sociedad que imperaba en el mundo y
especialmente en la muy clasista y estricta sociedad británica.
“Retorno a Brideshead” es por
tanto una novela sobre la alta sociedad británica, con sus casas de campo, sus
jóvenes adinerados, sus fiestas de alta sociedad, sus nannys, sus mayordomos,
los patios de Oxford con sus estudiantes de etiqueta vestidos, sus mansiones
londinenses, sus dobles varas de medir, su fe, su idiosincrasia. Waugh retrata
con una ironía finísima y con un sentido del humor totalmente británico el
mundo cerrado de las clases altas británicas, de las grandes familias y los
grandes apellidos, al mismo tiempo que hace una crítica feroz a ese estilo de
vida que lastró durante generaciones a todo un país por estar anclado a unos
usos y costumbres reticentes a ser cambiados y a cambiar con el curso de los
tiempos y que solo lo hicieron cuando la tragedia se cernió sobre todos y todos
fueron igualados por la guerra.
Como su propio
nombre indica la trama de “Retorno a
Brideshead” gira en torno a la vuelta a una mansión como militar
durante la IIGM de Charles Ryder y la evocación de su pasado en esa casa
primero como amigo (o quizá más que amigo) del hijo de los dueños, Sebastian, y
luego como amante de la hija, Julia. El Castillo de Brideshead actúa como
centro neurálgico de la trama, allí es donde ocurren las escenas más
interesantes de la novela y allí es donde el recuerdo por una era a punto de
caducar resucita en la mente de Charles.
Varios temas son
los que Evelyn Waugh trata a lo largo de las páginas de “Retorno a Brideshead” pero quizá uno llame la atención por
encima de todos: la religión. Como pasa en muchos escritores ingleses, entre
ellos uno de mis preferidos como es Graham Greene, el tema de la fe y la
religión está muy presente en la literatura inglesa debido fundamentalmente a
esa dualidad existente entre católicos y protestantes en el mundo anglosajón.
En la novela esta gran contraposición se ve reflejada por la fe inquebrantable
de Lady Marchmain, cabeza visible de Brideshead, una católica redomada y
fanática, y el protagonista y narrador de la historia Charles, criado en la fe
anglicana pero de un agnosticismo también casi fanático. Las conversaciones que
se dan entre la familia Flyte, dueños de Brideshead, y Charles son de lo mejor
de la novela, y están cargadas de profundidad
Otro de los temas
principales de “Retorno a Brideshead”
es la íntima relación que se establece entre el menor de los varones de la
familia Flyte, Sebastian, y Charles. Mucho se ha especulado sobre el sentido de
esta amistad tan íntima y mucho se ha hablado sobre el origen homosexual de la
misma. Desde mi punto de vista no hay duda de que hay una componente homosexual
en la misma, pero de manera muy sutil. Por otro lado en Sebastian también se da
otro de los grandes temas ingleses como es la bebida o el alcohol. Pero ante
todo la actitud de Sebastian en la novela transmite la decadencia de una clase
social aristocrática tocada de muerte tras la IGM cuya juventud se siente
perdida y sin posibilidad de futuro ante un mundo en continuo y vertiginoso
cambio que lo único que pretende es llamar la atención ante la imposibilidad de
encontrar un camino que seguir.
Evelyn Waugh con
un estilo cuidado y elaborado, pero sin excesivas florituras, consigue que “Retorno a Brideshead” sin ser una
novela absorbente es una gran obra literaria en la que el lector es capaz de
introducirse en una época de cambios bruscos y rápidos en una sociedad
tradicionalmente conservadora a la que los cambios le gustan poco o nada. Esa
melancolía por el pasado, junto con una ironía finísima encarnada en los
patriarcas de la novela Lord Marchmain y el padre de Charles Ryder, y la mordaz
y dura crítica de una sociedad decadente hacen de esta novela una obra
imprescindible en cualquier biblioteca.
Para mí “Retorno a Brideshead” ha sido un
gran descubrimiento, no solo por la propia novela en sí, sino también por
haberme dado a conocer a Evelyn Waugh, un escritor al que probablemente vuelva
a leer, no sé si me atreveré a hacerlo en inglés, ya que por temas me ha
recordado mucho a Graham Greene y por forma de escribir también, ya que ambos
escritores tienen ese gusto por la frase bien hecha que se agradece al leer.
Además al ser una novela 100% british
como dije al principio no ha hecho más que recordarme por qué me atrae tanto el
mundo británico. Por cierto, los amantes de Dowton Abbey encontrarán esta
novela de lo más familiar ya que hay muchos puntos en común y muchos ambientes
parecidos.
Caronte.
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