Voy con varios años
de retraso y muy justo para el estreno de la adaptación televisiva de esta saga
literaria cuyo primer título reseño hoy. Me suele pasar. Casi siempre voy a
remolque de los fenómenos literarios porque no suelo creérmelos y porque recelo
bastante de los mismos. El término fenómeno me suele venir relacionado con súper ventas y ese término me da
bastante grima ya que lo que intento leer se aleja generalmente de la
literatura comercial para adentrarse en la más profunda y que más suele hacer y
dar que pensar al lector. Por ello pasé más o menos de largo por la saga
napolitana de Elena Ferrante. ¡Cuánto me arrepiento! En este caso mis
prejuicios literarios han sido un lastre total y absoluto y además estaban
totalmente infundados, lo que me hace pensar en ese dicho eterno de la
excepción que confirma la regla. Tras la lectura de este primer libro de la
saga no puedo más que calificarlo de excepcional y fuera de lo común para los
tiempos que corren en la literatura. Una pequeña joya.
Es probable que el
fenómeno que comenzó con “La amiga
estupenda” se debiera más que a su extraordinaria calidad literaria a
que su autora, Elena Ferrante, no se llamaba así y nadie sabía muy bien quién
era. Parece de otro siglo eso de escribir con seudónimo y, sin embargo, durante
mucho tiempo la verdadera identidad de esta autora ha estado oculta hasta que
hace unos meses parece que se descubrió quién estaba detrás de este nombre tan
italiano pero que no era verdadero. Una pena que el afán analfabeto de la
sociedad de querer saber todo a costa de no saber nada haya dado al traste con
el misterio que una mujer quiso para sí al escribir estos libros.
Pese a ese revuelo,
yo quiero seguir pensando que “La
amiga estupenda” generó tanta admiración no por el anonimato de su
autora sino por la maravillosa historia que sus páginas encierran. No es sólo
una historia de amistad increíble sino un fresco incomparable del Nápoles (y no
digo de la Italia) de los años sesenta/setenta. Lila y Lenú, las dos amigas que
dan nombre a la saga, son dos muchachas que se conocen desde siempre de su
barrio a las afueras de Nápoles: un microcosmos muy peculiar y particular,
donde las relaciones humanas cobran un significado muy diferente al lógico y
habitual.
“La amiga estupenda” como acabo de
decir es una novela que forma parte de una saga de cuatro libros en los que se
va recorriendo la vida de Lila y Lenú. En este primer volumen recorremos la
infancia (brevemente, a través de una anécdota que siempre estará en la raíz de
la amistad de estas dos niñas/chicas/mujeres) y la adolescencia de Elena (Lenú)
y Raffaela (Lila). La voz narrativa es principalmente la de Lenú, quien narra
desde el presente evocando ese pasado dorado, esa amistad tan profunda, íntima,
y hasta dolorosa con Lila. Y es Lenú y sus puntos de vista lo que nos hacen de
sentidos para entrar en esta historia.
A mí me costó entrar
en “La amiga estupenda”.
Cuando empecé a leer notaba como que la historia no me estaba calando, como si
lo que se narrara y yo como lector estuviéramos a años luz. Incluso se me pasó
por la cabeza abandonar. No lo hice. Y no lo hice porque poco a poco esta
historia se fue pareciendo a una droga; empezó a ser adictiva, a llenarme los
sentidos de sensaciones y a recorrerme la sangre emocionándome. Casi sin darme
cuenta acabé cogiendo cariño a Lenú y queriendo con locura a Lila, comparando
mi propia infancia con la de ambas niñas, envidiando a Lila por su desparpajo y
su forma vivaracha de ser, identificándome con la aplicada y modosa Lenú. Al
final no quería que se acabara el libro.
He de advertir que “La amiga estupenda” no es tan
sencilla de leer como cabría esperar, cosa que achaco a dos razones. La primera
de todas es a la grandiosa cantidad de personajes que aparecen en ella y la
“similitud” de los nombres italiano entre ellos. Lo bueno es que esto queda más
o menos mitigado con un listado de personajes al principio del libro en el que
todos están encuadrados por familias, lo que hace más sencillo ubicar quién es
quién en la novela y en la historia, ya que a veces con tanto nombre de
personaje y con tantas relaciones entre ellos es muy complicado saber quién
está hablando o a quien se está refiriendo Lenú. Pero no solo son los
personajes ya que también Nápoles es en sí un personaje más y sus calles, sus
plazas, sus barrios, y a veces es complicado ubicarse también geográficamente.
Pero San Google arregla hoy en día todos estos problemas con solo teclear el
nombre de las calles que aparecen ya que todas existen en la actualidad. Por
eso digo que esta novela es un grandioso fresco de Nápoles.
El segundo hándicap
para la lectura de “La amiga estupenda”
(aunque para mí ha sido todo lo contrario) es cómo está escrito. Puede que
llegue a sonar impopular, pero para mí el gran atractivo de esta novela no está
tanto en qué se narra sino cómo se narra. En este aspecto tengo que hacer una
mención más que especial a Elena Ferrante, ya que, con una sencillez extrema,
una delicadeza que solo una mujer tiene al escribir, y una belleza en el estilo
que en pocos libros he podido admirar ha configurado una novela redonda,
perfecta y que da gusto tener entre las manos leyendo. Cada frase de este libro
es una obra maestra. Cada frase está perfectamente construida. Cada frase suma
y tiene importancia, aunque no lo parezca, en el desarrollo de la historia.
No puedo decir más
de una novela como “La amiga estupenda”
en la que el qué y el cómo son tan perfectos. Pronto se coge cariño a los
personajes, sobre todo a Lenú, pero también a Lila. Pronto también se empatiza
con la vida de barrio rural de una gran ciudad como Nápoles, sus luces y sus
sombras, sus costumbres, su manera de ser, sus cotilleos, rumores y
habladurías. Todo conforma una estampa precisa y costumbrista de la sociedad
napolitana, que en el fondo y con ligeras diferencias podría ser la de
cualquier gran ciudad. Pronto me leeré la segunda novela de esta saga y después
irá la tercera y por último la cuarta para despedirme. Aunque tarde me he
sumado a este fenómeno literario con sorpresa y admiración y espero que
continúe así. Si lo hace será probablemente una de las grandes experiencias
literarias de mi vida.
Caronte.
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